sábado, 28 de junio de 2008

DALO

Lectura: 1 Tesalonicenses 2:1-12
. . . nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados. --1 Ts. 2:8.
Padres, maestros y miembros de la junta directiva en el centro de Tejas se quedaron pasmados cuando una pareja de jubilados ofreció becas de cuatro años para la universidad a los 45 niños de primer curso de una escuela local. Las únicas condiciones son que los muchachos permanezcan alejados de las drogas, se gradúen de la secundaria en ese distrito, y asistan a una universidad pública o escuela técnica acreditada de Tejas. Años antes, una compañía había pagado la mitad de la matrícula universitaria para uno de los donantes, y él nunca lo olvidó. «Ellos me ayudaron --dijo él-- y ahora me toca a mí.»
Todos nosotros hemos recibido un regalo que podemos compartir con los demás. Aunque puede que no sea dinero, es algo que ha mejorado nuestras vidas. Pablo recordó a los Tesalonicenses que «nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados» (1 Tesalonicenses 2:8).
¿Qué te han dado que necesites dar a otros en el nombre de Cristo? ¿El regalo de escuchar cuando alguien necesita hablar? ¿Compartir en un grupo de estudio bíblico adonde la gente aprende a alimentarse de la Palabra? ¿Enviar una tarjeta a alguien que tiene una carga en su corazón?
El evangelio siempre es más eficaz cuando lo comparten las personas que se entregan gozosamente.
DIOS TE DA PARA QUE PUEDAS DAR A LOS DEMÁS.

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