Lectura: Mateo 6:5-15
. . . vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis. --Mateo 6:8.
Un hombre transformó un pedazo de tierra que estaba demasiado crecido en un hermoso jardín, y le estaba enseñando a un amigo lo que había logrado. Señalando a una siembra de flores dijo: «¡Mira lo que hice aquí!» Su acompañante lo corrigió: «Querrás decir: "¡Mira lo que Dios y yo hicimos aquí!" El jardinero contestó: «Supongo que tienes razón. Pero tenías que haber visto cómo estaba este pedazo de tierra cuando Él lo atendía solo.»
Nos reímos de la respuesta del hombre, pero la misma expresa una maravillosa verdad espiritual: somos colaboradores de Dios. Esto aplica a todas las áreas de la vida, incluyendo la oración. Contesta una pregunta que viene a la mente de manera natural cuando reflexionamos en las afirmaciones que hace Jesús en Mateo 6. Él dijo que no necesitamos orar una y otra vez con vanas repeticiones igual que los paganos porque nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que le pidamos (Mateo 6:7-8).
La pregunta, entonces, es: ¿por qué oramos? La respuesta es sencilla y consoladora. Dios ha optado generosamente por darnos el privilegio de ser colaboradores suyos tanto en el área física como espiritual de la vida. A través de la oración trabajamos con Él para derrotar los poderes del mal y para que se realicen sus propósitos de amor en el mundo. Colaboradores de Dios: ¡qué privilegio! ¡Qué incentivo para orar!
LA OBRA DE DIOS LA HACEN LOS QUE ORAN.
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