Lectura: 1 Tesalonicenses 4:13-18
Pero no queremos . . . que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como . . . los demás que no tienen esperanza. --1 Tesalonicenses 4:13.
Iba a ser un verano emocionante para nuestra familia. Habíamos planificado muchas actividades, incluyendo un viaje a la Florida para ayudar a nuestra hija Julie a empezar su carrera de maestra.
Pero en lugar de eso, el verano del 2002 empezó con una tragedia. Cuando Melissa, nuestra hija adolescente, murió en un accidente de automóvil el último día de clases, nuestro verano de esperanza se convirtió en una pesadilla.
De inmediato empecé a orar para que la pérdida de nuestra brillante, atlética y amistosa hija causara un impacto positivo en los adolescentes, primero entre sus amigos y luego de otras maneras más amplias.
Hacia el final del verano hicimos el viaje a la Florida para ayudar a Julie a empezar su nueva vida, a pesar de lo tristes que estábamos. Cuando empezó a dar clases, Julie nunca olvidó el deseo de que la vida de Melissa cambiara la vida de otras personas. Habló a sus alumnos de su hermana y de la fe de ella.
Un día, una estudiante conversó con Julie después de clases. «Tengo miedo --dijo-- porque no soy cristiana como lo era Melissa.» Julie entonces la llevó a la fe en Jesucristo. Me imagino a Melissa regocijándose desde el cielo.
El verano del 2002 no fue como lo planeamos, pero damos gracias por ver algún fruto de una vida bien vivida. Aun en nuestra tristeza, Dios nos dio un rayo de esperanza.
Pero no queremos . . . que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como . . . los demás que no tienen esperanza. --1 Tesalonicenses 4:13.
Iba a ser un verano emocionante para nuestra familia. Habíamos planificado muchas actividades, incluyendo un viaje a la Florida para ayudar a nuestra hija Julie a empezar su carrera de maestra.
Pero en lugar de eso, el verano del 2002 empezó con una tragedia. Cuando Melissa, nuestra hija adolescente, murió en un accidente de automóvil el último día de clases, nuestro verano de esperanza se convirtió en una pesadilla.
De inmediato empecé a orar para que la pérdida de nuestra brillante, atlética y amistosa hija causara un impacto positivo en los adolescentes, primero entre sus amigos y luego de otras maneras más amplias.
Hacia el final del verano hicimos el viaje a la Florida para ayudar a Julie a empezar su nueva vida, a pesar de lo tristes que estábamos. Cuando empezó a dar clases, Julie nunca olvidó el deseo de que la vida de Melissa cambiara la vida de otras personas. Habló a sus alumnos de su hermana y de la fe de ella.
Un día, una estudiante conversó con Julie después de clases. «Tengo miedo --dijo-- porque no soy cristiana como lo era Melissa.» Julie entonces la llevó a la fe en Jesucristo. Me imagino a Melissa regocijándose desde el cielo.
El verano del 2002 no fue como lo planeamos, pero damos gracias por ver algún fruto de una vida bien vivida. Aun en nuestra tristeza, Dios nos dio un rayo de esperanza.
HASTA EN LA HORA MÁS OSCURA DE LA VIDA, LOS CRISTIANOS TIENEN LA MÁS BRILLANTE ESPERANZA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario