Lectura: 1 Corintios 15:51-57
Jesús le dijo: Yo soy la sSresurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. --Juan 11:25.
El pastor Eloy Pacheco dijo en un funeral de un creyente que Jesús es la única fuente de consuelo duradera. Después, una mujer se le acercó y le dijo: «Ustedes los predicadores son todos iguales. De lo único que hablan es de Cristo, Cristo, Cristo.»
«Eso es cierto --contestó él amablemente--. ¿Qué consuelo le puede ofrecer a usted a la afligida familia?»
Ella se quedó callada por un momento y luego dijo: «Tiene razón. Al menos ustedes tienen a Cristo.»
Tarde o temprano, alguien a quien amamos va a morir y querremos ser consolados. Un abrazo, una obra amable, lágrimas compartidas y la presencia de un amigo pueden mitigar un poquito el dolor de la tristeza. Pero estos gestos no contestan nuestras preguntas más urgentes: ¿Qué hay más allá de la tumba? ¿Dónde está la persona ahora? ¿Nos vamos a reunir en el cielo? ¿Cómo puedo tener la seguridad de la vida eterna?
Para obtener las respuestas a esas preguntas debemos mirar a Jesucristo. Él es el que derrotó el pecado y la muerte muriendo en la cruz por nosotros y resucitando de la tumba (1 Corintios 15:1-28,57). Puesto que vive, todos los que ponen su fe en Él vivirán para siempre con Él (Juan 11:25).
Cuando muere un creyente en Cristo, nosotros los que quedamos atrás podemos encontrar consuelo y confianza en Él. Así que sigamos hablando de Cristo.
Jesús le dijo: Yo soy la sSresurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. --Juan 11:25.
El pastor Eloy Pacheco dijo en un funeral de un creyente que Jesús es la única fuente de consuelo duradera. Después, una mujer se le acercó y le dijo: «Ustedes los predicadores son todos iguales. De lo único que hablan es de Cristo, Cristo, Cristo.»
«Eso es cierto --contestó él amablemente--. ¿Qué consuelo le puede ofrecer a usted a la afligida familia?»
Ella se quedó callada por un momento y luego dijo: «Tiene razón. Al menos ustedes tienen a Cristo.»
Tarde o temprano, alguien a quien amamos va a morir y querremos ser consolados. Un abrazo, una obra amable, lágrimas compartidas y la presencia de un amigo pueden mitigar un poquito el dolor de la tristeza. Pero estos gestos no contestan nuestras preguntas más urgentes: ¿Qué hay más allá de la tumba? ¿Dónde está la persona ahora? ¿Nos vamos a reunir en el cielo? ¿Cómo puedo tener la seguridad de la vida eterna?
Para obtener las respuestas a esas preguntas debemos mirar a Jesucristo. Él es el que derrotó el pecado y la muerte muriendo en la cruz por nosotros y resucitando de la tumba (1 Corintios 15:1-28,57). Puesto que vive, todos los que ponen su fe en Él vivirán para siempre con Él (Juan 11:25).
Cuando muere un creyente en Cristo, nosotros los que quedamos atrás podemos encontrar consuelo y confianza en Él. Así que sigamos hablando de Cristo.
EN LA VIDA Y EN LA MUERTE, NUESTRA ÚNICA ESPERANZA ES CRISTO.
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