martes, 6 de mayo de 2008

QUEJUNBRE O REGOCIJO

Lectura: Filipenses 4:1-8
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! --Filipenses 4:4.
El temperamento parece ser algo con lo que nacemos. Algunos de nosotros somos más bien alegres, mientras que otros tocan la música de la vida en una clave menor. No obstante, la manera como respondemos a las pruebas de la vida también afecta nuestro ánimo en general.
Por ejemplo, Fanny Crosby perdió la vista cuando tenía solamente seis semanas de nacida. Murió a los noventa y pico de años y compuso miles de himnos muy queridos. Cuando cumplió 92 años dijo alegremente: «Si pueden encontrar a alguien más feliz que yo en algún lugar del mundo, tráiganmelo. Me gustaría mucho estrechar su mano.»
¿Qué permitió a Fanny Crosby experimentar tal gozo ante lo que muchos llamarían «tragedia»? A temprana edad, ella optó por «regocijarse en el Señor siempre» (Filipenses 4:4). De hecho, Fanny cumplió una resolución que hizo cuando sólo tenía 8 años de edad: «Cuántas bendiciones disfruto, que otros no pueden tener. Llorar y suspirar por ser ciega no puedo, y nunca lo haré.»
Recordemos que «la alegría del Señor es [nuestra] fortaleza» (Nehemías 8:10). Además, busquemos consuelo en las enseñanzas de Jesús, el cual dijo en Juan 15:11: «Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto.» Cuando tengamos que escoger entre la quejumbre y el regocijo, respondamos con regocijo.
EN VEZ DE QUEJARTE POR LAS ESPINAS DE LAS ROSAS, DA GRACIAS POR LAS ROSAS QUE HAY ENTRE LAS ESPINAS.

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