jueves, 15 de mayo de 2008

MAS QUE UN COTRATO

Lectura: Romanos 8:14-17
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos. . . . --Romanos 8:16-17.
Todos estamos acostumbrados a los contratos. A menudo se nos exige que los firmemos, ya sea para cerrar un trato de negocios, tomar un préstamo bancario, comprar un auto, alquilar un apartamento o comprar un electrodoméstico grande. Los contratos, formales o informales, especifican lo que sucede si una de las partes no cumple el acuerdo.
Sin embargo, cuando ponemos nuestra confianza en Cristo para salvación, hacemos algo más que firmar un contrato. Entramos en una relación contractual con Dios por medio de la cual Él nos hace sus hijos a través del nuevo nacimiento y por adopción (1 Pedro 1:23; Efesios 1:5). Gracias a esta estrecha relación familiar somos herederos permanentes de una herencia eterna reservada en los cielos para nosotros (1 Pedro 1:4).
Los contratos se pueden anular si una de las partes no cumple su promesa. Afortunadamente para nosotros, nuestro destino eterno se basa en algo más que un acuerdo legal que hacemos con Dios. Más bien estamos seguros a causa de nuestra relación familiar con Él. Si un niño no se presenta a cenar, la obligación de los padres no se cancela. El padre o la madre empieza a buscar al niño. El fallo de un miembro no cancela la relación.
¡Cuán agradecidos podemos estar de que la vida eterna se base en nuestra relación con Dios a través de Cristo!
SOMOS HEREDEROS DE DIOS, NO SÓLO POR CONTRATO, SINO POR PRIMOGENITURA.

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