Lectura: 2 Corintios 4:1-10
Por tanto, puesto que tenemos este ministerio, según hemos recibido misericordia, no desfallecemos. --2 Corintios 4:1.
Leí una historia acerca de un pastor de una pequeña iglesia rural en Escocia. Los ancianos de esa iglesia lo habían obligado a irse, pues decían que no veían fruto en su ministerio. La villa en la cual trabajaba era un lugar difícil. Los corazones de la gente eran fríos y hostiles a la verdad. Durante el tiempo que el pastor trabajó allí, no hubo conversiones ni bautizos. Pero él recordaba una respuesta positiva a su predicación.
Cuando pasaban el plato para recoger las ofrendas, un niño colocaba el plato en el piso, se ponían de pie y se metía dentro. Cuando le pidieron que explicara por qué lo hacía contestó que la vida del ministro lo había conmovido profundamente, y que aunque no tenía dinero para dar, quería darse a sí mismo completamente a Dios.
El niño que se metió dentro del plato era Bobby Moffat, quien en 1817 se convirtió en misionero pionero en Sudáfrica. Dios lo usó grandemente para tocar muchas vidas. Y todo comenzó con aquella pequeña iglesia y la obra fiel de aquel pastor a quien no apreciaban.
Tal vez no veas fruto en la obra que haces para el Señor. ¡Sigue siendo fiel! No te desanimes, sino pide a Dios que te fortalezca con Su poder (2 Corintios 4:1,7). En su tiempo y a su manera, Él va a producir cosecha si no te das por vencido (Gálatas 6:9).
Por tanto, puesto que tenemos este ministerio, según hemos recibido misericordia, no desfallecemos. --2 Corintios 4:1.
Leí una historia acerca de un pastor de una pequeña iglesia rural en Escocia. Los ancianos de esa iglesia lo habían obligado a irse, pues decían que no veían fruto en su ministerio. La villa en la cual trabajaba era un lugar difícil. Los corazones de la gente eran fríos y hostiles a la verdad. Durante el tiempo que el pastor trabajó allí, no hubo conversiones ni bautizos. Pero él recordaba una respuesta positiva a su predicación.
Cuando pasaban el plato para recoger las ofrendas, un niño colocaba el plato en el piso, se ponían de pie y se metía dentro. Cuando le pidieron que explicara por qué lo hacía contestó que la vida del ministro lo había conmovido profundamente, y que aunque no tenía dinero para dar, quería darse a sí mismo completamente a Dios.
El niño que se metió dentro del plato era Bobby Moffat, quien en 1817 se convirtió en misionero pionero en Sudáfrica. Dios lo usó grandemente para tocar muchas vidas. Y todo comenzó con aquella pequeña iglesia y la obra fiel de aquel pastor a quien no apreciaban.
Tal vez no veas fruto en la obra que haces para el Señor. ¡Sigue siendo fiel! No te desanimes, sino pide a Dios que te fortalezca con Su poder (2 Corintios 4:1,7). En su tiempo y a su manera, Él va a producir cosecha si no te das por vencido (Gálatas 6:9).
UNA COSECHA FRUCTÍFERA REQUIERE UN SERVICIO FIEL.
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