sábado, 10 de mayo de 2008

EL CORAZON DIVIDIDO

Lectura: Oseas 7:8-12
Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre. --Salmo 86:11.
Los israelitas de los días de Oseas estaban tratando de adorar tanto a los ídolos paganos como al Dios vivo y verdadero. Así que el profeta Oseas usó tres pintorescas figuras del lenguaje para describir sus corazones divididos.
Primero, eran como tortas no volteadas, no les sabían bien ni a Dios ni a los paganos (7:8). Segundo, eran como un hombre orgulloso que no puede ver las señales de su vejez. No eran conscientes de su decadencia espiritual (vv.9-10). Tercero, eran como una paloma incauta que vuela de una nación pagana a otra en una búsqueda vana de ayuda (v.11).
Hoy, los cristianos a menudo somos afligidos con el mismo síndrome del corazón dividido. Creemos en Jesús, pero nos mostramos renuentes a entregarle por completo cada área de nuestra vida. Vamos a la iglesia, pero no queremos poner en práctica nuestra fe todos los días si eso nos priva de tener éxito o placeres mundanos. Sin embargo, un corazón dividido da como resultado algunas consecuencias graves. Primero, no agradamos a Dios ni atraemos a Cristo a los que no son cristianos. Segundo, puede que se necesite una crisis que nos muestre nuestra verdadera decadencia espiritual. Y tercero, vivimos vidas no realizadas, a pesar de que vamos de un placer mundano a otro.
Oremos cada día: «Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre» (Salmo 86:11).
UN CORAZÓN DIVIDIDO MULTIPLICA NUESTROS PROBLEMAS.

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