Lectura: Romanos 8:26-27
Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda. --Salmo 139:4.
La Biblia nos dice que Dios conoce todos nuestros pensamientos y toda palabra que pronuncia nuestra lengua (Salmo 139:1-4). Y cuando no sabemos por qué orar, «el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles» (Romanos 8:26).
Estas verdades bíblicas nos aseguran que podemos tener comunicación con Dios incluso sin decir ni una palabra, porque Él conoce las intenciones y los deseos de nuestro corazón. ¡Qué consuelo para cuando estamos perplejos o muy angustiados! No tenemos que preocuparnos si no encontramos las palabras para expresar nuestros pensamientos y sentimientos. No tenemos que sentirnos avergonzados si a veces nuestras oraciones se quedan a medio acabar. Dios sabe lo que íbamos a decir. No tenemos que sentirnos culpables si vagan nuestros pensamientos y tenemos que luchar para mantener la mente enfocada en el Señor.
Y a propósito, no tenemos que preocuparnos por adoptar una postura correcta en la oración. Si hemos envejecido o tenemos artritis y no podemos arrodillarnos, no importa. Lo que a Dios le interesa es la postura de nuestro corazón.
¡Qué Dios tan maravilloso! Por mucho que titubees o que tropieces en la oración, Él te escucha. Su corazón de infinito amor responde a las necesidades y emociones de tu propio inarticulado corazón. Así que sigue orando.
LA ORACIÓN NO REQUIERE ELOCUENCIA, SINO FERVOR.
Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda. --Salmo 139:4.
La Biblia nos dice que Dios conoce todos nuestros pensamientos y toda palabra que pronuncia nuestra lengua (Salmo 139:1-4). Y cuando no sabemos por qué orar, «el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles» (Romanos 8:26).
Estas verdades bíblicas nos aseguran que podemos tener comunicación con Dios incluso sin decir ni una palabra, porque Él conoce las intenciones y los deseos de nuestro corazón. ¡Qué consuelo para cuando estamos perplejos o muy angustiados! No tenemos que preocuparnos si no encontramos las palabras para expresar nuestros pensamientos y sentimientos. No tenemos que sentirnos avergonzados si a veces nuestras oraciones se quedan a medio acabar. Dios sabe lo que íbamos a decir. No tenemos que sentirnos culpables si vagan nuestros pensamientos y tenemos que luchar para mantener la mente enfocada en el Señor.
Y a propósito, no tenemos que preocuparnos por adoptar una postura correcta en la oración. Si hemos envejecido o tenemos artritis y no podemos arrodillarnos, no importa. Lo que a Dios le interesa es la postura de nuestro corazón.
¡Qué Dios tan maravilloso! Por mucho que titubees o que tropieces en la oración, Él te escucha. Su corazón de infinito amor responde a las necesidades y emociones de tu propio inarticulado corazón. Así que sigue orando.
LA ORACIÓN NO REQUIERE ELOCUENCIA, SINO FERVOR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario