domingo, 4 de mayo de 2008

AFLICCION INESPERADA

Lectura: 2 Corintios 1:3-11
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación. --2 Corintios 1:3.
Desde 1988 he disfrutado el escribir varias meditaciones al mes para Nuestro Pan Diario. Me he sentido bendecido al escudriñar las Escrituras, observar la vida y suministrar ayuda espiritual en esta publicación.
Pero el 6 de junio del año 2002, me sentí incapaz de ofrecer ayuda. El último día de clases de su penúltimo año de secundaria, nuestra hija Melissa, de 17 años de edad, murió en un accidente automovilístico.
En un horrible instante, todo lo que sabíamos sobre Dios, la Biblia y el cielo se puso a prueba. Necesitamos a la comunidad cristiana para que nos guiara hacia la esperanza mientras nos encontrábamos en el funeral de una amada joven que tocó muchas vidas con su sonrisa, su piedad, su amor por la vida y su preocupación por los demás.
Durante muchas semanas me fue imposible escribir. ¿Qué podía decir? ¿Cómo encontrar palabras para ayudar a los demás cuando mi familia, cuando yo, necesitaba tanto?
Ahora, meses después, al empezar a escribir de nuevo, puedo decir que Dios no ha cambiado. Sigue siendo nuestro Padre celestial de amor, el «Dios de toda consolación» (2 Corintios 1:3). Todavía es la fuente de esperanza ante la aflicción inesperada. Escribo acerca de Él con un sentido renovado de que necesito su toque, su amor, su fuerza. Hecho pedazos, escribo sobre el Único que nos puede componer.
CUANDO DIOS PERMITE LAS PRUEBAS TAMBIÉN PROPORCIONA EL CONSUELO.

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