Lectura: Hebreos 4:14-16
. . . acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. --Hebreos 4:16.
A veces pregunto a la gente: ¿Dónde se encuentra en la Biblia que Dios dice «ayúdate, que yo te ayudaré»? La mayoría contesta que no están seguros, pero el concepto es tan conocido, que creen que debe estar en alguna parte de la Palabra de Dios.
En realidad, la Biblia no dice eso en absoluto. Nos dice justo lo contrario: Dios ayuda al desvalido.
Cuando lees los Evangelios descubres que Jesús no rehusó ayudar a los que no tenían ayuda. No retuvo el perdón ni la compasión de aquellos que admitían su pecado. No se alejó de los que no tenían el poder para cambiar. De hecho, la gente que más lo perturbaba era la que creía que no necesitaba ayuda alguna.
Los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros (Isaías 55:9), y Él ve las cosas de manera distinta a como las vemos nosotros. Nosotros vemos nuestra propia capacidad de lidiar con los problemas; Él nos muestra nuestra debilidad para enseñarnos a confiar en su fortaleza. Nosotros nos enorgullecemos de nuestros éxitos y empezamos a pensar que no necesitamos la ayuda de Dios; Él nos permite fracasar para enseñarnos que el verdadero éxito viene por medio de su gracia.
¿Te sientes desvalido hoy? La gracia de Dios está disponible para aquellos que reconocen que no pueden ayudarse a sí mismos. «Acércate con confianza al trono de la gracia» para que encuentres ayuda en tu tiempo de necesidad (Hebreos 4:16).
DIOS AYUDA A LOS QUE SABEN QUE SON DESVALIDOS.
. . . acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. --Hebreos 4:16.
A veces pregunto a la gente: ¿Dónde se encuentra en la Biblia que Dios dice «ayúdate, que yo te ayudaré»? La mayoría contesta que no están seguros, pero el concepto es tan conocido, que creen que debe estar en alguna parte de la Palabra de Dios.
En realidad, la Biblia no dice eso en absoluto. Nos dice justo lo contrario: Dios ayuda al desvalido.
Cuando lees los Evangelios descubres que Jesús no rehusó ayudar a los que no tenían ayuda. No retuvo el perdón ni la compasión de aquellos que admitían su pecado. No se alejó de los que no tenían el poder para cambiar. De hecho, la gente que más lo perturbaba era la que creía que no necesitaba ayuda alguna.
Los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros (Isaías 55:9), y Él ve las cosas de manera distinta a como las vemos nosotros. Nosotros vemos nuestra propia capacidad de lidiar con los problemas; Él nos muestra nuestra debilidad para enseñarnos a confiar en su fortaleza. Nosotros nos enorgullecemos de nuestros éxitos y empezamos a pensar que no necesitamos la ayuda de Dios; Él nos permite fracasar para enseñarnos que el verdadero éxito viene por medio de su gracia.
¿Te sientes desvalido hoy? La gracia de Dios está disponible para aquellos que reconocen que no pueden ayudarse a sí mismos. «Acércate con confianza al trono de la gracia» para que encuentres ayuda en tu tiempo de necesidad (Hebreos 4:16).
DIOS AYUDA A LOS QUE SABEN QUE SON DESVALIDOS.
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