Lectura: Marcos 1:32-39
Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar. . Mateo 14:23.
¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia sentado bajo un roble? ¿Has orado alguna vez mientras las frescas aguas de un arroyuelo te corren por los pies? ¿No disfrutarías meditar en la Palabra de Dios al tiempo que ves el sol subir en el horizonte?
Claro que no es posible para todos nosotros hacer todas esas cosas, pero es posible que todos rompamos la rutina normal de nuestro tiempo a solas con Dios. A veces, los hábitos de nuestra vida devocional pueden interponerse e impedir que nos acerquemos más a Dios. De hecho, a veces se pueden volver anticuados y aburridos.
Pero no hay nada aburrido en Dios, quien creó la tierra en todo su esplendor y variedad. No hay falta de emoción en adorar a un Salvador que estuvo dispuesto a morir por nosotros de una manera horrible y pagar la pena por nuestros pecados. No hay nada común en el hecho de que el Espíritu Santo mora dentro de nosotros, el cual nos da el poder para hacer la voluntad de Dios.
Entonces, ¿cómo evitamos los tiempos devocionales secos? Rompiendo la rutina de lo usual y añadiendo algo de variedad a nuestro tiempo personal con Dios.
En su adoración, Jesús encontraba lugares solitarios y alejados de la agitación de la gente y el ministerio (Marcos 1:35). Nosotros necesitamos hacer lo mismo.
EL TIEMPO QUE SE PASA CON EL SEÑOR ES TIEMPO BIEN EMPLEADO.
Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar. . Mateo 14:23.
¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia sentado bajo un roble? ¿Has orado alguna vez mientras las frescas aguas de un arroyuelo te corren por los pies? ¿No disfrutarías meditar en la Palabra de Dios al tiempo que ves el sol subir en el horizonte?
Claro que no es posible para todos nosotros hacer todas esas cosas, pero es posible que todos rompamos la rutina normal de nuestro tiempo a solas con Dios. A veces, los hábitos de nuestra vida devocional pueden interponerse e impedir que nos acerquemos más a Dios. De hecho, a veces se pueden volver anticuados y aburridos.
Pero no hay nada aburrido en Dios, quien creó la tierra en todo su esplendor y variedad. No hay falta de emoción en adorar a un Salvador que estuvo dispuesto a morir por nosotros de una manera horrible y pagar la pena por nuestros pecados. No hay nada común en el hecho de que el Espíritu Santo mora dentro de nosotros, el cual nos da el poder para hacer la voluntad de Dios.
Entonces, ¿cómo evitamos los tiempos devocionales secos? Rompiendo la rutina de lo usual y añadiendo algo de variedad a nuestro tiempo personal con Dios.
En su adoración, Jesús encontraba lugares solitarios y alejados de la agitación de la gente y el ministerio (Marcos 1:35). Nosotros necesitamos hacer lo mismo.
EL TIEMPO QUE SE PASA CON EL SEÑOR ES TIEMPO BIEN EMPLEADO.
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