jueves, 20 de marzo de 2008

CUESTION DE VIDA O MUERTE

Lectura: Romanos 8:12-18
. . . si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. --Romanos 8:13.
La naturaleza es violenta. La vida y la muerte son la ley de la selva. El león ronda a la gacela. La garza se queda inmóvil al borde de una laguna, con su afilado pico sereno y listo para matar. En las alturas, por encima de su cabeza, un halcón de cola roja sostiene sus mortales garras cerca de su cuerpo buscando atentamente a ver si se mueve algo en la grama de abajo. La familia del leopardo existe a expensas de la zebra. Cada uno sobrevive por el fallecimiento de otro. Esto suena lo suficientemente natural, pero es más gráfico de lo que la mayoría de nosotros quiere mirar.
El principio de que nada vive a menos que otra cosa muera se extiende más allá de la naturaleza a nuestro diario andar con Dios. Los intereses de la carne deben sucumbir por los intereses del Espíritu, o si no, los intereses del Espíritu sucumbirán a los intereses de la carne (Romanos 8:13). En la selva de nuestro propio corazón, algo debe morir siempre para que otra cosa pueda vivir.
No podemos estar comprometidos con Cristo y con el mundo al mismo tiempo. No podemos estar llenos de Su Espíritu si estamos protegiendo la vida de intereses egoístas. Es por eso que nuestro Señor dijo de manera tan aguda que todos tendremos que morir diariamente a nosotros mismos si hemos de andar con Él (Lucas 9:23-24). Debemos escoger continuamente lo que tendrá que morir para que Cristo pueda vivir libremente en nosotros.
PARA VIVIR PARA CRISTO DEBEMOS MORIR AL YO.

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