martes, 29 de marzo de 2016


Aqui estamos alabado a Dios

SIETE DÍAS EN UNA CUEVA

La familia la formaban tres personas: Daniel Stolpa, joven de veintiún años de edad; su esposa Jennifer, de veinte años; y el hijito de ambos, Clayton, de cuatro meses.
Andaban juntos de turismo en Canadá. Sin rumbo específico, transitaban por un camino serpenteado hacia las alturas de una montaña. Y era invierno.
Todo iba bien, hasta que el automóvil se dañó. Tuvieron que abandonar el vehículo y andar a pie por la sierra nevada en busca de auxilio. Cuando menos pensaron, se hallaron en medio de una terrible tormenta de nieve.
Daniel halló una cueva en la montaña y pensó pasar esa noche en ella. Pero la tormenta arreció, y aunque estaban sin agua, sin comida y sin más protección que la ropa que traían puesta, no podían moverse de allí.
Pasaron siete días aguantando el intenso frío. Y por fin, Daniel dejó a su esposa y a la criaturita para buscar auxilio. Caminó veinticinco kilómetros hasta hallar asistencia, y al fin todos fueron rescatados. Aunque la baja temperatura congeló parte de sus pies, todos quedaron fuera de peligro.
Durante las interminables horas que Daniel y Jennifer pasaron en la cueva, solos y apretados uno contra otro protegiendo al hijito de cuatro meses, conciliaron todas las diferencias y resolvieron problemas matrimoniales que estaban teniendo. De ahí que declararan: «Tuvimos que estar siete días muy juntos en una cueva, muertos de frío, para que de nuevo brotara el calor del amor entre los dos.»
En efecto, es el calor del amor, ese fuego sagrado hecho por Dios, lo que mantiene unido al matrimonio. Desgraciadamente, la rutina del matrimonio muy pronto lo vuelve insípido, y cuando faltan el estímulo y la determinación de mantener encendido el fuego, éste se apaga.
¿Por qué ocurre esto? Porque por alguna razón, estúpida o ingenua que sea, creemos que nuestro amor, de por sí, se mantendrá para siempre en calor. Eso es imposible. Ningún amor entre dos personas puede mantenerse si esa relación no se nutre con actos de respeto y cariño.
Fortalezcamos nuestro matrimonio. Protejamos esa unión. Nutramos la relación conyugal. Nada en la vida es más importante que la relación con el cónyuge. El matrimonio que se preserva alcanza su más intensa satisfacción con el paso de los años. Cuidemos nuestro matrimonio. Es lo más sagrado que tenemos. Y con el correr del tiempo y la presencia de Dios en el corazón, será más bello aún. Pues si de veras estamos bien con Dios, lo estaremos también con nuestro cónyuge.
Hermano Pablo

DIARIO DE UNA JOVEN ASESINA

Era su librito de apuntes diarios, apuntes que iba haciendo, cada día, una joven de catorce años de edad. ¿Qué cosas podría escribir en ese diario? Cosas juveniles: impresiones de muchachos, actividades de colegio, paseos, fiestas.
Pero un día, justamente el primero de enero, la joven escribió: «Querido diario: Es principio de año, y ya no aguanto más. Tengo que quitarme de encima una carga que ya no puedo llevar. Yo maté a mi hermanita.»
El diario sigue narrando: «Fui hasta su cuarto y le dije que la quería mucho. Cubrí, entonces, su boca, y la sofoqué. Tú, mi querido diario, eres a quien primero le cuento. Gracias. Ahora me siento mejor.»
Ya hacía cinco meses que esta adolescente había matado a su hermanita de cuatro años de edad. Cuando hallaron el cuerpo de la chiquita, el médico forense determinó que era «muerte por asfixia traumática». La investigación no produjo ningún resultado. Pero sucedió que los padres de la hija mayor descubrieron su diario.
Por más que queramos callar la voz de nuestra conciencia, no podemos. Tarde o temprano su grito se oirá.
¿Qué está pasando en los hogares, en las familias, en los adolescentes? Esta joven no carecía de nada. Tenía buenos padres, buena casa, buen colegio, buenos amigos, buena ropa, buen calzado, buenas cosas. ¿Por qué, de un modo sorpresivo y brutal, mató a su hermanita?
En parte tiene que ver con la violencia que los adolescentes ven en la televisión, la cual se va acumulando en su psiquis. Cuando ésta se llena a más no poder, el adolescente no tarda en poner en práctica más de alguna de esas cosas.
Tampoco se descarta la posibilidad de los contactos con sectas extrañas. Lo que padres incautamente podrán llamar «chifladuras de adolescentes» puede que sean relaciones, incluso satánicas, cosa que está más extendida de lo que parece.
La fuerza moral más potente del mundo está en Jesucristo. Si nosotros, como padres, descuidamos nuestra propia vida espiritual, con eso dirigimos a nuestros hijos por el camino de la perdición.
Hagamos de Cristo el Señor de nuestra vida. Tanto nosotros como nuestros hijos necesitamos ese poder. Sólo Cristo nos pone a salvo de toda fuerza maligna. Él desea ser nuestro Señor. Coronémoslo Rey de nuestra vida hoy mismo.
Hermano Pablo

VÉRTIGO A TEMPRANA EDAD

Al bebé, de dieciocho meses de edad, lo llevaron al hospital. Estaba en estado comatoso. Presentaba grandes hematomas en la cabeza y golpes en diferentes partes del cuerpo. No pudieron salvarlo. Murió en las manos del médico.
Acto seguido, se dieron a la tarea de hallar al responsable de las heridas. No había duda de que la criatura había sido golpeada. Se trataba de homicidio.
Tras rondar un poco por el barrio de donde venía el bebé, encontraron al padre y a la madre. Los dos eran los culpables. La policía no dio a conocer sus nombres. Eran menores de edad; tenía dieciséis años él, y quince ella.
Aquí tenemos un caso de vértigo, de vertiginoso aturdimiento juvenil. Una pareja de adolescentes hace vida conyugal cuando él tiene sólo catorce y ella apenas trece años de edad. Pasan dos años y tienen un bebé porque, de todos modos, tienen la capacidad biológica para engendrar.
Pero un matrimonio así no puede funcionar sin caer en el vértigo. Las peleas son constantes. Los insultos vuelan como chispas. Y cada dos por tres se van a las manos. El bebé con sus inocentes llantos contribuye a agravar la situación, y en cierto momento, ciego de rabia, el padre agarra un bate de béisbol y le da en la cabeza. Vértigo. Aturdimiento vertiginoso, producto de la impaciencia juvenil.
Todo se ha vuelto locura. Hay violencia por todos lados. Hay frenesí de fiestas. Hay delirio de danzas. Hay furia de drogas. Hay enloquecimiento de pasiones. Hay torrentes de discordias.
Podríamos seguir multiplicando las metáforas, pero la verdad está ahí, y es pasmosa. El mundo está en vértigo y no hay quien lo rescate. ¿Por qué se pusieron a vivir juntos dos adolescentes que recién estaban emplumando? ¿Dónde estaban los padres de estos jóvenes? ¿Quién bendijo esa unión?
El vértigo arrebata a nuestros hijos cada vez más temprano. La adolescencia comienza a los diez años. La juventud se quema a los veinte. A los treinta, hombres y mujeres están hastiados de todo, y a los cuarenta, si sobreviven a las inclinaciones suicidas, se hunden en el remolino de esta loca vida.
Lo que el ser humano necesita es paz. Paz en el alma. Paz en la mente. Y esa paz sólo Dios la da. Cuando permitimos que Cristo sea nuestro Salvador, la vida adquiere un ritmo normal. El corazón se calma, la conciencia descansa, el espíritu se serena, y entonces encontramos la paz. Sólo Cristo puede librarnos del vértigo de la vida. Entreguémosle nuestro corazón. Él quiere darnos su paz.
Hermano Pablo

lunes, 21 de marzo de 2016

DÍA DEL PADRE

Este pasado domingo en el Auditorio Kairos celebremos el dia del padre felicitemos a nuestro padre espiritual porque nos da de comer, nos protege, nos cuida, vela por nosotros y nos quiere bien, etc,etc,etc...
Pero sobre todo y ante todo felicitamos (y no solo ayer sino cada dia) a nuestro Padre celestial Dios.

viernes, 18 de marzo de 2016

miércoles, 16 de marzo de 2016

lunes, 14 de marzo de 2016

PRIMICIAS

 

Este pasado domingo en el Auditorio Kairos 
una gran fiesta especial para nuestro Dios;(aunque todo lo que se haga para Dios repercute en nosotros).
Fue una mañana espectacular donde celebremos la Fiesta de las Primicias.