jueves, 4 de abril de 2013
martes, 2 de abril de 2013
Amas a Dios de labios o de corazón? AMAS A DIOS DE LABIOS O DE CORAZON ?
San Mateo 7: 19, 20 “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”
En algún momento de tu vida, seguramente te has encontrado con personas que piensan de la siguiente manera: “Yo soy un buen cristiano, el hecho que haga cosas que no tengo que hacer no quiere decir que no ame a Dios”.
Muchos dicen amar a Dios, creer en El y “vivir para El”. Que fácil fuera la vida cristiana si solo fuera de decir palabras y ya esta. Las palabras el viento se las lleva. La vida cristiana no puede vivir solo de teoría, la vida cristiana es práctica, la Palabra de verdad se tiene que hacer Vida.
Jesús era muy claro en decir: “Por sus frutos los conoceréis” es decir, tu no puedes andar pregonando que amas a Dios si tus frutos dejan mucho que desear. Amar a Dios es honrarle y parte de honrarle es agradarle y eso solo se logra a través de una vida santa apartada del pecado, es decir, tratar cada día de cometer menos errores.
Pero dime una cosa, ¿Cómo una persona que anda en pecado constante puede decir que ama a Dios?, por esa razón siempre he dicho que las verdaderas personas que aman a Dios, no necesitan pregonarlo para que los demás lo sepan, solo es necesario ver su testimonio para darse cuenta que ama a Dios.
Si tu amas a Dios el resultado se verá en tu rostro, el corazón alegre hermosea el rostro dice la Biblia, las palabras que salen de tu boca, serán agradables, puesto que de la abundancia del corazón habla la boca, sin duda serás una persona de buen vestir en el sentido decoroso, puesto que hasta en eso querrás agradar a Dios, también serás una persona que aborrecerá el pecado y todo aquello que lleve a pisotear el nombre de Jesús.
Amigo mío, si hasta el momento siempre has confesado amar a Dios, pero tu testimonio no ha sido el de un hijo de Dios, este es un buen momento para pedirle perdón a tu Padre Celestial, reconocer que no ha existido en tu corazón un deseo real de amarlo y por ende llevar una buena manera de vivir. Es hora de reconocer tu error y comenzar a dar un verdadero fruto, un fruto del arrepentimiento genuino que existe en tu corazón.
Dios quiere que des fruto, pero un fruto que sea agradable delante de su presencia.
En algún momento de tu vida, seguramente te has encontrado con personas que piensan de la siguiente manera: “Yo soy un buen cristiano, el hecho que haga cosas que no tengo que hacer no quiere decir que no ame a Dios”.
Muchos dicen amar a Dios, creer en El y “vivir para El”. Que fácil fuera la vida cristiana si solo fuera de decir palabras y ya esta. Las palabras el viento se las lleva. La vida cristiana no puede vivir solo de teoría, la vida cristiana es práctica, la Palabra de verdad se tiene que hacer Vida.
Jesús era muy claro en decir: “Por sus frutos los conoceréis” es decir, tu no puedes andar pregonando que amas a Dios si tus frutos dejan mucho que desear. Amar a Dios es honrarle y parte de honrarle es agradarle y eso solo se logra a través de una vida santa apartada del pecado, es decir, tratar cada día de cometer menos errores.
Pero dime una cosa, ¿Cómo una persona que anda en pecado constante puede decir que ama a Dios?, por esa razón siempre he dicho que las verdaderas personas que aman a Dios, no necesitan pregonarlo para que los demás lo sepan, solo es necesario ver su testimonio para darse cuenta que ama a Dios.
Si tu amas a Dios el resultado se verá en tu rostro, el corazón alegre hermosea el rostro dice la Biblia, las palabras que salen de tu boca, serán agradables, puesto que de la abundancia del corazón habla la boca, sin duda serás una persona de buen vestir en el sentido decoroso, puesto que hasta en eso querrás agradar a Dios, también serás una persona que aborrecerá el pecado y todo aquello que lleve a pisotear el nombre de Jesús.
Amigo mío, si hasta el momento siempre has confesado amar a Dios, pero tu testimonio no ha sido el de un hijo de Dios, este es un buen momento para pedirle perdón a tu Padre Celestial, reconocer que no ha existido en tu corazón un deseo real de amarlo y por ende llevar una buena manera de vivir. Es hora de reconocer tu error y comenzar a dar un verdadero fruto, un fruto del arrepentimiento genuino que existe en tu corazón.
Dios quiere que des fruto, pero un fruto que sea agradable delante de su presencia.
lunes, 1 de abril de 2013
UNA CITA FINAL
Lleno de angustia y tristeza, pero sereno, el joven subió a su auto.
Tenía una cita urgente. A las seis de la tarde, en la glorieta de la
Fuente de Agua en la Avenida Palma de la Ciudad de México, tenía un
último encuentro con su novia.
Lanzó su auto a toda velocidad. Corrió sin mirar el velocímetro,
ni altos ni luces rojas. Al acercarse a la glorieta, divisó a la joven.
El sólo verla acrecentó su dolor. Acelerando el vehículo a gran
velocidad, se estrelló contra el monumento. El accidente fue horrible.
El joven quedó muerto ahí mismo ante la mirada horrorizada de la mujer
que lo había abandonado.
Las crónicas periodísticas traen de todo. Esta vez fue una
historia romántica pero triste. Un joven, cuyo nombre no recogió la
crónica, le pidió a su novia, que lo había dejado, una última cita. Una
cita de despedida. Una cita que habría de ser la definitiva. Y, en
efecto, fue la definitiva, porque incapaz de soportar el desengaño, el
joven, en la forma más drástica, puso fin a sus días.
Muchas veces ocurren tragedias como esta en la problemática y
azarosa vida humana. Cuando más creemos haber encontrado la completa
felicidad, descubrimos que todo fue una ilusión, y la decepción nos
mata. Cuando pensamos que ya tenemos la fortuna en las manos, algo nos
hace perderlo todo y nos reduce a la pobreza. Cuando creemos alcanzar
el triunfo artístico, o deportivo o político, nos vemos de pronto
paladeando el amargo sabor de la derrota.
¿Qué hacer en esos momentos? ¿Cómo sobrellevar esas decepciones?
Muchos se entregan a la desesperación. Echan mano del veneno, o de
la horca o de la pistola, y acaban con su vida. Otros se sumergen en
un pozo de alcohol o de droga. Otros se vuelven eternos resentidos y
amargados. Y aún otros entran en un profundo e interminable período de
depresión.
¿Serán éstas las únicas opciones ante el fracaso? No, hay otra. Es
la opción espiritual. Aun en medio del más espantoso fracaso o de la
más triste decepción, siempre queda Dios.
Jesucristo, el Señor viviente, es el Salvador de los fracasados.
Él está cerca de cada persona necesitada que invoca su presencia. Y Él
está cerca de cada uno en este mismo momento.
Clamemos a Cristo. Él nos responderá y nos levantará de la
desesperación. Él nos dará la misma victoria que les ha dado a muchos
otros, porque nunca falla. Cuando toda otra supuesta solución ha
fracasado, siempre queda Dios.
Hermano Pablo
“PERO, SEÑOR…”
Muchas
veces las oraciones que elevamos se convierten en monólogos acerca de
lo que necesitamos, deseamos o agradecemos. La voz de Dios se hace
audible cuando leemos o recordamos sus promesas, pero no parece tener el
mismo tono cuando nos insta al servicio, a la acción. Esa orden ya no
suena tan fuerte y clara, en cambio, nuestras razones y argumentos
inundan el pensamiento. Ya no estamos seguros de que aquello sea
realmente la voluntad de Dios… Es que si lo fuese todo debería darse más
fácil, no? Las excusas no se las damos al Señor, generalmente nos las damos a nosotros mismos para convencernos de que lo que pensamos y queremos. Imaginemos pararnos ante Él y decirle que recapacite ante nuestras razones… Pero, Señor: -No tengo tiempo “No mirando n osotros las cosas que se ven, si no las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales , pero las que no se ven son eternas” 2°Corintios 4:18 Quizás el tiempo sea el mejor parámetro para conocer dónde está puesto nuestro corazón. Sólo es cuestión de comparar cuanto tiempo dedicamos a cada cosa de nuestra vida. Este pasaje pone en evidencia lo menor que resulta lo temporal con respecto a lo eterno y cómo enfocamos nuestra mirada sobre lo que resulta fugaz. Nuestra mirada y nuestro tiempo ¿están puestos en el Reino? -No es el momento. Más adelante quizás lo sea, pero ahora es realmente complicado “Entonces el Reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. (…) Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. (…)Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” Mateo 25: 1, 10 y 13. El hecho de postergar no sólo muestra prioridades sino que también habla de seguridades. No nos animamos porque no confiamos en que podamos. Una vez más, la seguridad está puesta en nosotros y no velamos sino que postergamos a lo que hoy nos debemos. -No puedo sobrecargarme, estoy agotado. “Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. ” Isaias 40:30-31 La realidad pesa sobre nuestro cuerpo y nuestra mente cansada, es verdad. Como así también es verdadera esta palabra. Cuando vemos con asombro a los siervos fieles que superan obstáculos, enfrentan y salen victoriosos de las pruebas y situaciones más terribles, ¿acaso no reconocemos que la m ano de Dios es la que los sostiene? ¿No ansiamos ver milagros en nuestras vidas? ¿No anhelamos remontarnos y volar como águilas por encima de la mediocridad? -No estoy preparado. No sirvo para ese ministerio. “Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y Él : Ve, porque yo estaré contigo… ” La gran mentira del enemigo nos ha convencido. Claro, es el rey en lo que a mentiras se refiere. Pero una vez mas debemos recordar: El que hizo los cielos y la tierra, el alfa y el omega, el que sopló aliento de vida, el gran Yo Soy; ese mismo es el que nos dice: “Yo estaré contigo”. Nuestra voz comienza a mermar y comenzamos a escuchar al Padre decir que no es nuestro tiempo, que no son nuestras manos las que harán ni que dependemos de nuestras capacidades. Que nos ama y nos quiere en sus manos. Y la paz que sólo Él nos da calla de una vez por todas a las excusas. No d ebemos olvidar que somos herramientas que serán útiles sólo en las manos del que hace la obra. |
jueves, 28 de marzo de 2013
¿DÓNDE ESTABAS TÚ CUANDO YO TE NECESITABA?
Solemne, transcurría el funeral. Yacía en la caja un eminente clérigo
que había dedicado toda su vida a servir a la humanidad. Largas filas
de personas que habían recibido de él algún consejo sabio, alguna ayuda
espiritual, incluso algún beneficio material, testificaban cuándo,
cómo y en qué circunstancias el reverendo les había ayudado.
En eso se acercó al ataúd un joven de unos treinta años de edad.
Estaba mal vestido, sucio, con barba de una semana y con todas las
trazas de alcohólico. Miró detenidamente al cadáver en la caja y, con
emociones encontradas como de tristeza mezclada con resentimiento y
odio, dijo: «Papá, ahora me doy cuenta dónde estabas tú cuando yo más
te necesitaba.»
Esta historia verídica, con profundo sentido humano, de un pastor
eminente que dedicó toda su vida a proveer ayuda espiritual y consejo
profesional a miles de personas, pero que no tuvo tiempo de prestarle
atención a su propia familia, nos deja una tremenda lección.
El proverbista Salomón, entre sus sabias máximas, escribió la
siguiente: «Me obligaron a cuidar las viñas; ¡y mi propia viña
descuidé!» (Cantares 1:6). Qué fuerte reprensión es ésta a los padres
que cuidan de todo y de todos, pero se olvidan de ser amigos,
consejeros y verdaderos padres de sus propios hijos.
El pastor de la historia aconsejó a miles, hasta tener en su
archivo más de tres mil tarjetas con nombres de personas a quienes
había ayudado psicológica y espiritualmente. Pero entre esas tarjetas
no aparecía la de su hijo.
¿Quiénes deben tener prioridad en el corazón, en los sentimientos y
en el calendario de un esposo y padre? Su esposa y sus hijos. Nadie
tiene más derecho que ellos a la atención, al amor, al cuidado y a la
protección de ese padre.
A cada uno de los que somos padres nos conviene examinarnos en
este sentido. ¿Les hemos dado a nuestros hijos la atención, el tiempo y
el interés que ellos tanto necesitan de nosotros? Nuestra
responsabilidad primaria es, sin excepción, la familia: esposa e hijos.
Nadie ni nada en este mundo debe ser más importante que nuestra
familia.
Jesucristo, que es el Señor de la vida, puede hacer de un hombre,
desde el más sencillo hasta el más ilustre, un gran padre. Él quiere
ayudar a cada uno. Basta con que nos postremos ante Él y le digamos con
toda sinceridad: «Señor, me entrego a ti. ¡Ayúdame!»
Hermano Pablo
miércoles, 27 de marzo de 2013
GRITOS DEL ALMA EN MOMENTOS DE DOLOR
“Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está
atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo, a causa de la
voz del enemigo, por la opresión del impio; porque sobre mi echaron
iniquidad, y con furor me persiguen. Mi corazón está dolorido dentro de
mi, y terrores de muerte sobre mi han caido, temor y temblor vinieron
sobre mi, y terror me ha cubierto. Y dije: Quien me diese alas como de
paloma, volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en
el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la
tempestad” Salmos 55:1-8
Esta plegaria describe el dolor intenso de una prueba horrible, y su clamor desesperado puede palparse desde que uno está dando lectura a este salmos.
Su vida ha caído en un grave peligro, una tremenda crisis que ha golpeado todo su ser. Emocionalmente está acabado y podríamos pensar que su estado mental ya no da más.
Es tanta la presión, que desea huir de la guerra que ha caido sobre él, desea estar solo, olvidar su tierra, olvidar su misma vida terrenal.
Pide a gritos, lo que su alma anhela en ese momento, y pide alas de paloma para irse al desierto.
Sobre el siervo de Dios, ha caido golpe tras golpe de maldad, abuso, engaños, traiciones y fraudes. Por su mente no pasa el deseo de estar en el palacio, o saboreando un rico platillo de carnero de Bazan,
Tampoco está pensando en escribir salmos, o cantar alabanzas con el arpa. El dolor es tan intenso, que su mismo corazón se siente morir, y por esa razón, siente que los terrores de muerte lo cubren.
En este mismo instante hay en el mundo, millares de hombres y mujeres, pasando por la misma situación de David, quemándose en el calor de las pruebas, sufriendo en cuerpo y alma la angustia del bombardeo de las guerras del enemigo, que lanza disparos uno tras otro, y a veces en la misma herida, la vuelve a golpear.
El dolor es tan intenso que no hay quien pueda mitigarlo, no hay lecturas, no hay canciones, no hay paños tibios en la frente, no hay medicina alguna que calme el dolor de ese momento.
El golpe está dado, el alma sufre, el horizonte se ha perdido, el siguiente minuto dolerá también y la siguiente hora y el siguiente día. El plan de solución parece pendiente o engavetado en la eternidad, y solamente la huída, la escapada, es la que está en la mente, pero no hay a donde ir, y además de eso, la herida es muy profunda.
De un momento a otro, todo se vino encima. El dolor del alma es real, existe, y el que lo sufre, se siente morir, el rostro se pone caliente, el corazón se acelera, no quiere nada de alegría a su alrededor, y la soledad es la única que es su aliada.
Pero aún enmedio de las llamas del sufrimiento, o en la soledad de un extranjero; aún traicionado por el ser que más amas o acabado por el destrozo financiero; aún cuando todos te abandonen, se burlen de ti y una hormiga tenga más precio que tu vida, siempre Dios pensará en ti, sigue clamado, porque Dios vendrá en tu ayuda, aunque sientas que la locura te incluye entre sus miembros, continúa con esperanza en medio de la noche espesa.
Eso está manifestado en el mismo Salmos, ya que luego de tanto sufrimiento y dolor, el mismo salmista lo dice:
“Echa sobre Jehová tu carga, y el te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. Salmos 55:22
Tu vida no es el plan terminado, lo que tenias antes no era todo lo que tendrias en este planeta; la persona que te ha traicionado, no es la unica que queda en la vida. Dios tiene algo mejor para ti, un plan maravilloso, algo que te sorprenderá de por vida, algo que no habías imaginado.
Recuerda que todo el tiempo que Dios ha dedicado a cuidarte, no lo perderá, Dios no desperdicia su tiempo, porque si Él, ha estado trabajando en tu vida desde hace mucho tiempo, no te dejará tirado en el piso, Él no deja abandonados a sus soldados heridos, además de eso, Dios tiene un testimonio que demostrar ante el mundo, ante los ángeles y ante los demonios, y es el hecho de levantar a todos los que claman a Él.
Respira profundo, tienes derecho a expresar como te sientes, dícelo a Dios, David lo dijo, y tu también puedes hacerlo.
Esta plegaria describe el dolor intenso de una prueba horrible, y su clamor desesperado puede palparse desde que uno está dando lectura a este salmos.
Su vida ha caído en un grave peligro, una tremenda crisis que ha golpeado todo su ser. Emocionalmente está acabado y podríamos pensar que su estado mental ya no da más.
Es tanta la presión, que desea huir de la guerra que ha caido sobre él, desea estar solo, olvidar su tierra, olvidar su misma vida terrenal.
Pide a gritos, lo que su alma anhela en ese momento, y pide alas de paloma para irse al desierto.
Sobre el siervo de Dios, ha caido golpe tras golpe de maldad, abuso, engaños, traiciones y fraudes. Por su mente no pasa el deseo de estar en el palacio, o saboreando un rico platillo de carnero de Bazan,
Tampoco está pensando en escribir salmos, o cantar alabanzas con el arpa. El dolor es tan intenso, que su mismo corazón se siente morir, y por esa razón, siente que los terrores de muerte lo cubren.
En este mismo instante hay en el mundo, millares de hombres y mujeres, pasando por la misma situación de David, quemándose en el calor de las pruebas, sufriendo en cuerpo y alma la angustia del bombardeo de las guerras del enemigo, que lanza disparos uno tras otro, y a veces en la misma herida, la vuelve a golpear.
El dolor es tan intenso que no hay quien pueda mitigarlo, no hay lecturas, no hay canciones, no hay paños tibios en la frente, no hay medicina alguna que calme el dolor de ese momento.
El golpe está dado, el alma sufre, el horizonte se ha perdido, el siguiente minuto dolerá también y la siguiente hora y el siguiente día. El plan de solución parece pendiente o engavetado en la eternidad, y solamente la huída, la escapada, es la que está en la mente, pero no hay a donde ir, y además de eso, la herida es muy profunda.
De un momento a otro, todo se vino encima. El dolor del alma es real, existe, y el que lo sufre, se siente morir, el rostro se pone caliente, el corazón se acelera, no quiere nada de alegría a su alrededor, y la soledad es la única que es su aliada.
Pero aún enmedio de las llamas del sufrimiento, o en la soledad de un extranjero; aún traicionado por el ser que más amas o acabado por el destrozo financiero; aún cuando todos te abandonen, se burlen de ti y una hormiga tenga más precio que tu vida, siempre Dios pensará en ti, sigue clamado, porque Dios vendrá en tu ayuda, aunque sientas que la locura te incluye entre sus miembros, continúa con esperanza en medio de la noche espesa.
Eso está manifestado en el mismo Salmos, ya que luego de tanto sufrimiento y dolor, el mismo salmista lo dice:
“Echa sobre Jehová tu carga, y el te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. Salmos 55:22
Tu vida no es el plan terminado, lo que tenias antes no era todo lo que tendrias en este planeta; la persona que te ha traicionado, no es la unica que queda en la vida. Dios tiene algo mejor para ti, un plan maravilloso, algo que te sorprenderá de por vida, algo que no habías imaginado.
Recuerda que todo el tiempo que Dios ha dedicado a cuidarte, no lo perderá, Dios no desperdicia su tiempo, porque si Él, ha estado trabajando en tu vida desde hace mucho tiempo, no te dejará tirado en el piso, Él no deja abandonados a sus soldados heridos, además de eso, Dios tiene un testimonio que demostrar ante el mundo, ante los ángeles y ante los demonios, y es el hecho de levantar a todos los que claman a Él.
Respira profundo, tienes derecho a expresar como te sientes, dícelo a Dios, David lo dijo, y tu también puedes hacerlo.
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