miércoles, 11 de julio de 2012
«NADA CON EXCESO»
VOCES CONTRARIAS
Desde Laquis, el rey de Asiria mandó a sus oficiales a decirle a Ezequías y al pueblo: “... ¿En qué basan su confianza para permanecer dentro de Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? ¿No se dan cuenta de que Ezequías los va a hacer morir de hambre y de sed? Él los está engañando cuando les dice que el Señor su Dios los librará de mis manos. (...) ¿Es que no se han dado cuenta de lo que yo y mis antepasados les hemos hecho a todas las nacio nes de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi mano? Pues así como ninguno de los dioses de esas naciones que mis antepasados destruyeron por completo pudo librarlas de mi mano, tampoco este dios de ustedes podrá librarlos de mí. ¡No se dejen engañar ni seducir por Ezequías! ¡No le crean! Si ningún dios de esas naciones y reinos pudo librarlos de mi poder y del poder de mis antepasados, ¡mucho menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de mi mano!” (2 Crónicas 32: 10-12; 14-15, NVI).
Además de esto, los oficiales del rey de Asiria le gritaban al pueblo para infundirles miedo, inclusive lo hacían en lengua hebrea; también se referían al Dios de Jerusalén como si fuera igual a los otros dioses, fabricados por manos humanas (vs. 18-19).
A causa de esto, Ezequías clamó al cielo en oración: “Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has h echo los cielos y la tierra. Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente. (...) Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, por favor, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú, Señor, eres Dios.” (2 Reyes: 15-16; 19, NVI).
Dios respondió la oración de Ezequías y lo salvó a él y al pueblo de la mano de Senaquerib, y de todos sus enemigos (2 Crónicas 32: 22).
Muchas veces como cristianos nos encontramos en situaciones parecidas a la descrita anteriormente, nos disponemos a buscar a Dios, nos preparamos cada día para vivir en santidad e integridad, nos comprometemos con el servicio en la iglesia y parecería como que esos fueran los motivos suficientes para comenzar a recibir voces contrarias, es decir, frases y dichos de personas que nos quieren desanimar en nuestra determinación de mantenernos fieles a Dios.
< br />A veces esas voces suelen venir de nuestro entorno más íntimo, de personas a quienes amamos, que no aceptan nuestra fe y nuestra decisión de seguir a Cristo. Es posible que nuestras amistades intenten desanimarnos con argumentos que pretendan refutar la existencia de Dios o la verdad del evangelio.
Posiblemente ante un momento difícil de la vida tengamos que enfrentarnos a frases similares a las que Senaquerib le mandó a decir a Ezequías y al pueblo: “No creas”, “¿En qué se basa tu confianza?”, “Mira tu realidad”, “No te dejes engañar”, “¿No te das cuenta de que no tienes salida?”.
Aunque esas voces que se levantan en contra suenen sofisticadas, contundentes y realistas, nunca tendrán la fuerza y la vehemencia de las palabras simples de una oración elevada al cielo provenientes de un corazón sincero, confiado y fiel.
Patricia Götz
lunes, 9 de julio de 2012
DE QUE TAMAÑO
OCuentan que un día, muy temprano, salió a pescar una persona con mucho ánimo y contento, ya que presentía que pescaría mucho.
Tenía todas las condiciones perfectas para hacer una gran pesca.
Se monta en su bote, comenzó a remar y llegando no muy lejos de la orilla, allí lanzó el ancla.
Prepara el hilo, prepara la carnada, pero antes de comenzar a pescar se puso en pie y comenzó a hacer una oración a Dios dando gracias por un día tan precioso y declarando la gran pesca de ese día.
Acto seguido, comenzó a pescar.
Mientras el pescaba, a pocos metros de distancia había una persona observándolo con mucha atención.
Esta persona notaba que cuando el pescador cogía un pez, lo media y decía: “Este mide 15 centímetros”; lo sacaba y lo colocaba en una cesta donde acomodaría toda la pesca del día, y continuaba pescando.
Luego saca otro pez, y haciendo lo mismo dijo: “Este mide 16 cm.”; lo echa en la cesta y continua su pesca.
El observador nota que el próximo pez que el pescador saca era bien grande, más del triple de los que había sacado anteriormente, y se sorprende cuando le oye decir: “Este mide mucho”, al tiempo que lo devuelve al agua.
Este patrón fue repetido en varias ocasiones, lo que llamó la atención de tal manera al observador, que decidido, comenzó a remar acercándose sútilmente al bote; saludando al pescador le pregunta: -”He visto que ha tenido muy buena pesca, pero he notado que los peces bien grandes los devuelve al agua. Porque siendo tan grandes los devuelve y no hace esto con los de menor medida?
-El pescador contesto: ” Lo que sucede es que los peces grandes no caben en mi sartén que solo mide 16 centímetros”.
A veces pedimos a Dios grandes bendiciones y no estamos preparados para recibir todo lo bueno que Él tiene para nosotros.
Debemos expandir nuestra mente para poder recibir las cosas grandes que Dios nos tiene preparadas.
¿Cuánto mide tu sartén?
Pide con fe, y espera con la certeza de que Dios te escucha… y que eres su hijo muy amado. Recuerda que nada es mucho para el que AMA.
M.E. Winston Pauta Avila
Mateo 25:21
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.