viernes, 9 de marzo de 2012
AMAR ES CUIDAR
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).
LOS HISTORIADORES nos hablan de un personaje llamado Dirk Willumsoon que se convirtió al protestantismo. Como resultado de ello, fue condenado a ser torturado hasta la muerte. De alguna manera, pudo librarse y empezó a correr para salvar su vida. Un soldado fue tras él.
Corrió hasta que finalmente llegó a un gran lago. El lago estaba helado, pero el hielo era débil porque el invierno estaba llegando a su fin. A Willumsoon no le quedaba otra salida. Decidió correr por el hielo. Mientras corría, el hielo del lago comenzó a resquebrajarse. Pero no se detuvo. Quería evitar la terrible muerte que le esperaba si era capturado.
A grandes zancadas avanzó hasta que, con gran esfuerzo, pudo saltar a la orilla. Mientras recuperaba sus fuerzas para seguir corriendo, oyó un grito de terror a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio que el soldado que lo perseguía había caído en el agua y se debatía intentando aferrarse al hielo.
No había nadie cerca para ayudar al desdichado, solo Dirk. Aquel soldado era su enemigo. Arrastrándose con cuidado por el quebradizo hielo, alcanzó al soldado. Lo sacó del agua helada y, tirando de él por el hielo, lo acercó a la orilla. Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Por los amigos, podemos entenderlo…
Pero, ¿por nuestros enemigos? Leamos las palabras de Jesús: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mat. 5:44). Para el que sigue a Jesús, amigo o enemigo, da lo mismo.
Amar a nuestros enemigos no es fácil. Amar a nuestros enemigos no significa necesariamente que tengamos que ser los mejores amigos, sino que queremos su bien y oramos por ellos. Aquí se esconde un secreto: Si hacemos esto, hay muchas posR ibilidades de que esa persona en poco tiempo ya no se sienta enemiga nuestra.
jueves, 8 de marzo de 2012
¡SOMOS VENCEDORES!
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" Romanos 8:37
A todo el mundo le gusta ganar. Por eso, cuando leemos en Romanos 8:37 que, como seguidores de Cristo, somos "más que vencedores", nos entusiasmamos. Pero ¿qué significa esa frase?
El apóstol Pablo empezó Romanos 8 hablando de la gracia de Dios manifestada al enviar a Su Hijo Jesús a morir para pagar la pena por nuestros pecados (vv.1-3). Continuó diciendo que los creyentes también tienen la ayuda del Espíritu Santo para vencer el poder del pecado en la vida diaria (vv. 4-17).
Pablo habló después del inalterable amor de Cristo (v. 35). Algunas circunstancias pueden hacernos sentir solos y derrotados, pero, en todas las situaciones, somos vencedores porque nada nos puede "separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (v. 39).
Cuando era niño, sufrí un castigo particularmente duro que me aplicaron en Singapur. Me obligaron a arrodillarme sobre la cáscara espinosa de una durian (una fruta asiática grande). Me enojé, y la amargura estaba consumiéndome la vida. Sin embargo, cuando supe acerca del amor que Dios me tiene y puse mi fe en Cristo, Él no solo perdonó mis pecados, sino que me enseñó a perdonar a los demás. Ya no estuve más preso de mi pecado ni de mi ira. Empecé a descubrir que "somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v. 37).
Gracias a Cristo y a Su inalterable amor por nosotros, somos vencedores.
Piensa más en el poder de Cristo y menos en el que ejercen las cosas sobre ti.