viernes, 27 de enero de 2012

«DE TODOS MODOS, ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!»

José Canepa miró la fecha en el calendario: 7 de diciembre, día de su cumpleaños. Pero no toda ocasión de cumpleaños trae felicidad. Canepa sonrió y se encaminó al baño. Quiso encender un cigarrillo, pero había una fuga de gas en el baño, y hubo una explosión que lo dejó con quemaduras graves.

Llamó una ambulancia, pero en el camino al hospital la ambulancia chocó con otro vehículo. José sufrió la fractura de una pierna, así que lo subieron a otra ambulancia. Al llegar al hospital, se resbaló de la camilla y se dislocó un tobillo. Estas fueron las aventuras de José Canepa en su día especial.

El médico que tuvo que curarle las quemaduras, enyesarle la pierna y vendarle el tobillo le dijo: «De todos modos, don José, ¡feliz cumpleaños!»

Hay fechas en el año que obligan a hacer un saludo tradicional. Por eso decimos: «¡Feliz cumpleaños!», o «¡Feliz Navidad!» o «¡Feliz Año Nuevo!» Aunque ese día nos vaya tan mal como cualquier otro, de todos modos damos el saludo porque es lo correcto.

Sin embargo, lo cierto es que los días de nuestra vida están llenos de sorpresas, y éstas no discriminan entre días especiales y días ordinarios. El día menos pensado puede sonar la alarma, trayendo el sobresalto y la desventura. Nadie sabe, al levantarse en la mañana, de qué modo llegará al descanso nocturno. El día puede depararnos bienestar o calamidad.

¿Qué nos dice todo esto? Que debemos vivir con fe. Que como la vida es tan incierta, tan insegura, debemos tener cada momento de cada día nuestra fe y confianza puesta en el que lo tiene todo bajo control. Esa persona es Jesucristo: Señor, Salvador, Maestro y Amigo.

No obstante, debemos reconocer que el poner nuestra vida en las manos de Cristo no nos pone necesariamente a cubierto de problemas. Pero sí nos libra de la desesperación. Nuestro problema no es la desventura; es la desesperación. Es, en otras palabras, la manera como reaccionamos.

Cuando Cristo es nuestro Señor y Dueño, podemos confiar en que Él, a la larga, todo lo hace bien. No siempre comprenderemos el porqué de la desventura, pero podemos, siempre, tener fe en el amor y en la sabiduría de Dios. Más vale que recordemos que ninguno de nosotros tiene previo conocimiento. El único que conoce el futuro es Dios, que todo lo sabe y tiene nuestra vida en sus manos. Cristo es el Señor de toda circunstancia. Pongamos nuestra confianza en Él.

Hermano Pablo

SOMOS LA LUZ DEL MUNDO?

miércoles, 25 de enero de 2012

HEBREOS 11:1

ESPERA EN DIOS

Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaías 40:29-31.

Hace una hora que camino y corro bajo los cedros de un parque natural de los Estados Unidos. En este país hay muchos, poblados de vegeta­ción y de fauna natural. Ardillas traviesas que coquetean con los extraños; venados que corren, asustados, cuando se aproxima un transeúnte. Y aves; muchas de ellas, hermosas, coloridas y esplendorosas.

Estoy cansado. Esta es la última vuelta que doy antes de bañarme y sen­tarme delante de la computadora, para escribir el devocional. El cansancio trae a mi mente el versículo de hoy: Dios promete dar esfuerzo al cansado y multiplicar las fuerzas del que está agotado.

En esta vida, muchas veces sientes que no tienes fuerzas. Ya diste, de ti, todo lo que eras capaz de ofrecer; pero sientes que estás perdiendo el control de la embarcación. El mar de las dificultades te asusta, y no sabes qué hacer. Lo peor es que de una actitud tuya depende el bienestar de otras personas. Hay hijos que te miran como a un héroe, que jamás se cansa y nunca desiste.

En la soledad de tu alma, sin embargo, tú sabes que eres apenas un ser humano. Un padre o una madre que lucha para llevar la familia adelante; no una máquina infatigable que cumple mecánicamente sus funciones.
¿Qué hacer cuando nadie comprende tu debilidad? ¿Adónde ir, cuándo sientes que las fuerzas están llegando al límite?

El versículo de hoy menciona que hasta los muchachos se fatigan y se cansan, y los jóvenes flaquean y caen, pero aquellos que esperan en el Señor tendrán “nuevas fuerzas”. Dios no te promete aumentar la fuerza, sino darte nuevas fuerzas. Como si recién entrases en la lucha. No descansado, sino nuevo.

Es que Dios no solo reconstruye lo que está destruido, sino también “te hace de nuevo”. El pasado desapareció; solo existe un presente, en el que acabas de entrar, y un futuro maravilloso para recorrer.

Por eso, hoy, no hagas caso de tus fuerzas casi agotadas. Mira a Jesús, y recuerda que “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

SIGUE LA SEÑAL

Lectura: Salmo 119:1-8.
"¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!" Salmo 119:5
Un conductor que ignora las señales de tránsito es "un accidente a punto de ocurrir". Toda persona que pasa en rojo o que para distraída con la luz verde es un peligro para sí misma y para los demás. Aunque puede ser molesto encontrar muchos semáforos en rojo cuando uno tiene prisa, un accidente podría causar mucho más dolor.
Hace varios años, me alegré mucho cuando vi que, por fin, habían colocado una señal de tránsito en una esquina particularmente frustrante para mí. Esperar a veces porque el semáforo está en rojo es ahora un placer, al menos en esa intersección que me trae tan malos recuerdos.
Las Escrituras también tienen algunos "semáforos rojos" que deben controlar nuestra vida cristiana. Son las prohibiciones referentes a la envidia, el orgullo, el odio, la irreverencia, la lascivia y el egoísmo. Cuando el Espíritu Santo nos alerta porque están presentes, debemos frenar de inmediato. Asimismo, a medida que entramos en el tránsito intenso del diario vivir, debemos reaccionar rápidamente y obedecer las señales "verdes" de amabilidad, humildad, amor, adoración y pureza.
Las detenciones y los avances indicados por Dios procuran ayudarnos. Deberíamos tener el mismo miedo de ignorar un mandato de las Escrituras que de cruzar un semáforo en rojo.
Las señales de las Escrituras están para protegernos, corregirnos y guiarnos.

lunes, 23 de enero de 2012

EL ARADO ABLANDA

Don Roberto, hombre muy rico, tenía de todo en abundancia. Podía comprar lo que se le antojara. Una tarde tomó en sus brazos a Margarita, su pequeña hija de diez años de edad, y después de juguetear con ella por un momento le preguntó:

—¿Has pensado en lo afortunada que eres por ser hija del hombre más rico de esta ciudad?

—Sí, papá, todos te envidian. ¡Cómo quisieran tener ellos tu felicidad!

Todo le iba bien a don Roberto. Pero la vida tiene sus giros imprevistos, y a los pocos meses Margarita murió en un horrible accidente. Esto era más de lo que Roberto podía sobrellevar, así que se dio a la bebida, al juego y a la vida licenciosa. Con el tiempo perdió todos sus bienes.

Quebrantado de espíritu, dejó la ciudad donde había sido tan popular, y se fue peregrinando en busca de paz y consuelo.

Al pasar por una población, vio que un hombre revolvía el trigo con una gran pala.

—¿Por qué no dejas en paz esos granos? —le preguntó.

—Para que no se pudran —fue la respuesta.

Pasando luego por un campo, vio a otro que araba la tierra con una reja muy aguda.

—¿Por qué cortas tan profundo la tierra? —inquirió.

—Para que sea más blanda, y así se empape bien de lluvia y sol —respondió el campesino.

Mientras pasaba por un viñedo, observó que un obrero cortaba, con tijeras, los sarmientos de las matas.

—Amigo —preguntó Roberto—, ¿por qué atormentas esos sarmientos?

—Para que den una cosecha buena y abundante —contestó el obrero.

Don Roberto se quedó muy pensativo. Caminó hacia la soledad de un bosque cercano, cayó de rodillas, alzó reverentemente los ojos al cielo y exclamó: «¡Señor mío!, yo soy el trigo que has revuelto para que no me pudra. Soy la tierra que has cortado para que me vuelva blando. Y soy el sarmiento que has podado para que dé buen fruto. Ayúdame a someterme a tu mano fuerte para llegar a ser el siervo útil que Tú quieres que sea.»

Don Roberto comprendió que los golpes de la vida producen madurez, fuerza y gracia, y una verdadera paz inundó todo su ser. A pesar de haberlo perdido todo, llegó a comprender que podía ser un hombre verdaderamente feliz.

Feliz es la persona que en medio de la disciplina aprende su lección. La Biblia declara que todas las cosas les ayudan a bien a los que a Dios aman. Pidamos de Dios esa clase de fe, y veremos que cuanto más oscura es la noche, más glorioso es el amanecer. Cristo quiere ser nuestro compañero de viaje en nuestro peregrinaje por este mundo.

Hermano Pablo

FORTALEZA PARA TU VIDA

Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad. Colosenses 1:11.

WordReference nos dice que longanimidad es Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades.
El escritor griego Esopo, que vivió allá por el siglo VI, cuenta la historia de un anciano león que, incapaz ya de obtener alimentos por sus propios medios, decidió valerse de la astucia, para sobrevivir. Se dirigió, entonces, a una cueva, y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. Los animales, conmovidos al ver al rey enfermo, iban a visitarlo; pero, él los atrapaba y se los comía. Un día, la zorra fue a verlo y, sin entrar en la cueva, desde una distancia prudencial le preguntó:

-¿Cómo está su salud, señor león?
El rey de los animales, jadeante y cansado, le pidió:
-¿Por qué no entras a visitarme?
-Claro que entraría -le respondió la zorra-, si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que salga.
El enemigo de Dios actúa como el león: finge, disfraza, engaña y seduce. Te hace creer que el poder combina con los gritos y los golpes; te hace pensar que la fuerza está relacionada con el dominio, el abuso y el maltrato. Pero Pablo, en el texto de hoy, afirma que la “potencia de su gloria” sirve para toda paciencia y longanimidad.

Los cminos de Dios son diferentes de los senderos establecidos por el príncipe de las tinieblas de este mundo. El Señor Jesucristo murió, y no obs­tante venció. Los hombres pensamos que la muerte es derrota. El Príncipe del universo se humilló y fue exaltado; pero los seres humanos pensamos que la exaltación está relacionada con palco, luces y aplausos.

El consejo de hoy es que, a fin de percibir la vida desde la perspectiva di­vina, es necesario ser fortalecidos por Jesús. Eso significa vivir en comunión diaria con él; convivir minuto a minuto, día a día, mes tras mes, hasta que el carácter del Maestro sea reproducido en nosotros.

Que este sea un día de sumisión y de entrega al poder divino. Que el compañerismo con Jesús sea la gran preocupación de tus horas; y que el carácter de Jesús, reflejado en tu vida, sea una inspiración para los que están a tu lado.

Sal, determinado a enfrentar los embates de la vida en el nombre de Je­sús. Y sé “fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad”.