
miércoles, 18 de enero de 2012
martes, 17 de enero de 2012
RECETA PARA LA ANSIEDAD
domingo, 15 de enero de 2012
ENCERRADO CON TIGRES
El muchacho, de veinte años de edad, levantó el auricular del teléfono. No era una llamada inocente que hacía desde su casa. Era una llamada que le hacía a un grupo de periodistas desde una cárcel. «Quiero que me condenen a muerte. No soportaría estar preso toda la vida.»
Se trataba de Mark Scott, que había sido condenado a cadena perpetua por homicidio. El sólo pensar en permanecer toda la vida tras las rejas de una cárcel era más de lo que podía soportar. Por eso llamó a los periodistas, y posteriormente se le concedió su petición. Fue así como Mark Scott llegó a ser el condenado a muerte más joven de la prisión de San Quintín. Sólo tenía veinte años.
He aquí a un joven que quería morir. No quería cadena perpetua. «Para mí —dijo él—, estar preso toda la vida es como si me encerraran en un cuarto con tigres que, bocado a bocado, me fueran comiendo.»
Pero ¿cómo había llegado este estudiante inteligente a cometer dos años antes, teniendo apenas dieciocho años, un homicidio por el que lo condenarían a cadena perpetua? Precisamente al permitir, empleando su propia analogía, que un «tigre» le fuera comiendo pedazo a pedazo la moral y la conciencia.
Primero fue el «tigre» del egoísmo, el deseo insano de las satisfacciones egoístas, de vivir sólo para sí. Luego fue el «tigre» del cine y de la televisión, que fueron comiendo su conciencia pedazo a pedazo.
Después fue el «tigre» feroz de la drogadicción, que minó y desmenuzó su raciocinio. Por último fue el «tigre» de la codicia. Aquel joven, de sólo dieciocho años de edad, secuestró a Kelly Sullivan, enfermera de treinta y tres años, y la mató de tres balazos para robarle lo poco que llevaba en la cartera.
Hay muchos como Mark Scott, que permiten que los «tigres» les vayan comiendo el alma, pedazo a pedazo. Cada día se someten a los mordiscos del «tigre» hasta que son consumidos por completo. Son los que se abandonan a las pasiones, a los vicios, a la codicia y a la lujuria.
¿Hay alguien que pueda dominar estas fieras destructivas que parecen ensañarse con los seres humanos? Sí, lo hay. Jesucristo, el Señor que vive con plenitud de vida, tiene poder para venir en ayuda de cualquier víctima del pecado que clama desesperada.
Sólo Jesucristo nos libra de los «tigres» que nos consumen. Sólo Cristo tiene compasión y buena voluntad para librarnos. Sólo Él puede salvarnos.
Hermano Pablo
jueves, 12 de enero de 2012
LO QUE NO HIZO JESUS
miércoles, 11 de enero de 2012
CUARENTA Y UN AÑOS CON UN MUERTO
Fue muy severo el diagnóstico del médico: «Usted, señora, ha perdido su bebé, y lo más probable es que nunca más tendrá hijos.» La joven mujer, de apenas veintiún años de edad, se resignó a su suerte. Había perdido su primer bebé, como también las esperanzas de ser madre algún día.
Durante cuarenta y un años Irene McCarthy pensó en el hijo que había perdido. Lo llevó en sus sueños, lo llevó en sus lágrimas, lo llevó en su corazón. Pero sin darse cuenta, lo llevó también en el vientre.
Cuando cumplía sesenta y dos años de edad, a esta mujer canadiense, normalmente muy saludable, la operaron del vientre por otro motivo. Fue entonces que le hallaron el feto petrificado. Había llevado su hijo muerto durante más de cuatro décadas.
Aunque no es común en los anales médicos, ha habido casos de mujeres a quienes se les ha muerto el feto en el vientre y han pasado meses, o hasta años, antes de descubrirse el problema. El caso de Irene McCarthy es único por la enorme cantidad de años que llevó a su hijo muerto en sus entrañas: ¡cuarenta y uno!
Lo que sí es común son las personas, hombres y mujeres, que si bien no llevan un hijo muerto en las entrañas, llevan virtudes, valores morales, honor e integridad muertos. Llevan dentro de sí una conciencia muerta, en algunos casos no durante pocos años sino toda la vida.
Bien lo cantó el poeta español: «No son muertos los que yacen en la tumba fría; muertos son los que llevan muerta el alma, y viven todavía.»
Vivir sin conciencia es vivir muertos. Vivir sin temor de Dios es vivir muertos. Vivir sin respeto y reverencia a las normas divinas es vivir muertos. Vivir sin Cristo, fuente de verdadera vida, es vivir muertos. Vivir sin Dios —dice el apóstol Pablo—es vivir «muertos en sus transgresiones y pecados» (Efesios 2:1).
Jesucristo vino al mundo para ofrecer vida auténtica, vida verdadera, porque vivir sin Él es llevar dentro un cadáver. Uno de los milagros más sobresalientes en el ministerio de Jesús fue la resurrección de Lázaro en Betania. Es sobresaliente porque Jesús tomo un cuerpo de cuatro días de muerto y le dio vida. Vida auténtica. Vida verdadera.
Cristo tiene poder para dar vida. Él puede hacer vivir a los muertos, pues renueva a la conciencia muerta y al espíritu muerto. «Yo soy la resurrección y la vida» (Juan 11:25) son sus palabras magistrales. Él es resurrección. Él es renovación. Él es restauración. Él es vida. Permitámosle renovar nuestra vida.
Hermano Pablo
martes, 10 de enero de 2012
PUESTOS LOS OJOS EN JESUS
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” Hebreos 12:1-3 ¡Qué hermosos versículos para empezar un nuevo año! Recordando que estamos en medio de una carrera en la cual debemos despojarnos del peso y del pecado que arrastramos, y a la vez, de correr con paciencia y con la mirada puesta en Él. Todo fin de año nos lleva a reflexiones, a pensar en lo que fue nuestro año, lo que hicimos, lo que no hicimos, lo que queremos dejar atrás, las pruebas y victorias que pasamos. El nuevo año nos trae la esperanza de una nueva oportunidad, de volver a intentarlo, de nuevas metas y expectativas. Luego del análisis de lo que fue nuestro año para el Señor, Él nos anima a poner nuevas metas en nuestra vida como un regalo precioso a Sus pies. Metas Personales: ¿Hay áreas de mi vida que deben ser cambiadas o mejoradas? Puede ser mi carácter, mis actitudes hacia alguna persona en especial, un perdón que no he otorgado, un acercamiento que he evitado, una conversación conciliatoria. Quizás en relación a mí misma: áreas de debilidad que no he dejado que Dios moldee, algún pecado que me cuesta dejar. ¡Tantas cosas! Pero en este año…¡Qué hermoso sería poner a Sus pies metas personales que agraden a nuestro Padre! Metas Espir ituales ¿Cuánto tiempo dedico a la oración y estudio de Su Palabra? Sabiendo cuáles son las áreas que mas me cuestan…¿He memorizado versículos en relación a esto?. W.Candell dijo: “Acércate tanto a Dios que el diablo no pueda ponerse al medio” Metas espirituales que nos ayudarán a correr este año más livianos, con la mirada puesta en Él y el corazón en Sus manos. Metas ministeriales Siempre, siempre hay alguien que necesita una palabra de ánimo, una visita, una mano extendida. Mostrar la luz de Cristo a otros a través de un amor que se entrega, que dedica tiempo. Mirar a otros nos ayuda también a no mirarnos tanto a nosotros mismos. “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7 Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina |