sábado, 1 de octubre de 2011

OPINION

Aquel niño tenía tan solo siete años. Su maestra lo dio por caso perdido. En presencia del pequeño habló con la madre y le dijo que era “vacío” y que era inútil que siguiera asistiendo a la escuela. La pobre mujer, avergonzada, le enseñó a leer personalmente en la casa. Aquel muchacho con el tiempo dejó su nombre escrito en cientos de patentes sobre inventos que afectaron la vida de toda la humanidad.
¿Su nombre? Thomas Alva Edison. ¿Sus inventos? Entre cientos de ellos, la luz eléctrica y el disco fonográfico. Es sorprendente cuán a menudo grandes hombres y mujeres fueron juzgados erróneamente antes de que se volvieran famosos.

De Abraham Lincoln se dijo que “sólo había ido cuatro meses a la escuela, que era un soñador y que se empeñaba en hacer preguntas estúpidas”. Pero el hombre llegó a la presidencia de su país, y desde ahí tomó decisiones tan dramáticas en su tiempo como la abolición de la esclavitud, y condujo con mano firme el gobierno a través de una guerra civil que acabó ganando, con lo que sentó las bases para la grandeza futura de su nación.

Del gran cantante Enrico Caruso se dijo que no tenía voz.

De Albert Einstein que era un estudiante muy malo, mentalmente lento, poco sociable y siempre soñador.

De Amelia Earhart, la pionera aviadora, se dijo que si bien era brillante y llena de curiosidad, tenía tanto interés por los insectos y demás cosas que se arrastran que jamás podría “pensar con altura”.

A Benito Juárez se le juzgaba “inferior” por su ascendencia totalmente indígena, al punto de que los conservadores mexicanos buscaron en Europa a alguien de “sangre azul” para que lo remplazara en el gobierno.

Hay algo interesante en la biografía de todos estos personajes, lograron probar que esas predicciones negativas eran erróneas. Descubrieron que con su esfuerzo podían superar las adversidades.

Descubrieron algo que usted y yo deberíamos descubrir también, que el poder con que Dios nos dotó, es mucho más fuerte que la opinión, quizá hasta sincera, con que los “expertos” quieran marcarnos.

Debemo tener una actitud resistente que se convierta en el método para manejar la opinión ajena desfavorable, como nuestro desafío para el futuro.

Filipenses4:13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Proverbios 12:18
Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina

Proverbios 22:17
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu corazón á mi sabiduría.

Habacuc 3:17 al 19
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque mienta la obra de la oliva, y los labrados no me den ni para mantenerme. Aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo eso yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Señor es mi fortaleza… y me hará andar sobre alturas”

OPERACION: N.T

Lectura: Efesios 1:3-6.
"… nos escogió en él antes de la fundación del mundo" Efesios 1:4
Cuando pensamos en la maravilla de la creación (que por la palabra de Dios el universo se creó, y se formó la tierra y todo lo que hay en ella), por lo general, nos vienen a la mente relatos del Antiguo Testamento.
Sin embargo, es alentador examinar el Nuevo Testamento para ver referencias a la creación en esta parte de la Biblia. Estos son algunos pasajes clave:
«Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo» (Mateo 13:35). Dios nos revela cosas que ha mantenido en secreto desde antes de la creación.
«Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mateo 25:34). Antes que la tierra fuera creada, Dios conocía a cada uno de nosotros y nuestro futuro.
«Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo» (Efesios 1:4). Aun antes que comenzara la obra de la creación, Dios estaba al tanto de cada uno de Sus futuros hijos.
Estos versículos del Nuevo Testamento nos consuelan con la verdad de que el conocimiento que Dios tiene de nosotros y Sus misterios eternos para nuestra vida señalan hacia aquella ocasión cuando, de manera especial, creó al ser humano, como se describe en Génesis. Lo único que podemos hacer es inclinarnos llenos de asombro ante Aquel cuyo conocimiento y capacidad creativa son eternos en naturaleza e ilimitados en poder. La creación: estilo Nuevo Testamento… ¡una razón más para alabar a Dios!
Reflexión: Cada persona es una expresión única del diseño amoroso de Dios.

viernes, 30 de septiembre de 2011

CAMINANDO A LA RESTAURACIÓN


¿Has sentido el desanimo en tu vida? La tristeza, de dolor del corazón, ese pensamiento que te dice que ya no puedes mas, que no hay vuelta, que no sirves, que no hay mas oportunidad, que no tienes más fuerzas, que ya es tarde…

Veremos en el ejemplo de David un hombre que, a pesar de las pruebas, de su pecado, de las persecuciones, vivió la restauración de Dios y pudo plantar su bandera y decir: “mi porción es Jehová” (salmos 119:57-64). David vivió diversas situaciones y vamos a analizar algunas de ellas y como Dios le levantó y restauró en amor para que pueda seguir adelante.

Persecuciones

Vemos en 1 Samuel 18 el comienzo de las persecuciones que sufrió en manos de Saúl y sus hombres, su forma de conducirse y el cuidado de Dios en su vida.

1. Dios le cuida. 1 Samuel 18:8-14
2. Dios estaba con él. 1Sm.18:28
3. Dios le protege. 1 Sm.19:18-24
4. Dios le da ánimo a través de un amigo. 1 Sm.20:16-18

A la vez, podemos ver como es el actuar de David el cual debemos imitar en medio de las persecuciones o problemas con personas que pueden desanimarnos.

1. David se conducía prudentemente. 1 Sm.18:14
2. David mostró fidelidad. 1 Sm. 22:14
3. David busco la guía de Dios y obedecía. 1 Sm.23:2,10-11
4. David respeto al que le perseguía porque entendió la soberanía de Dios. 1 Sm.24:1-6
5. David dejo a Dios la venganza. 1 Sm. 24:12

Pecado

2 Samuel 11 y 12, Salmos 32:2-3, Salmos 51
Vemos la caída de David en pecado, las consecuencias del mismo en su vida, su cuerpo, su alma, y a la vez la restauración de Dios a un corazón arrepentido.
David confesó su pecado a Dios (Salmos 32:5-7, 2°Sm.12:13), se arrepintió y recibió el perdón de Dios ( Salmos 51), su disciplina ( 2°Samuel 12) y su restauración total (Sl.51:17-19) afirmando Dios que él era un hombre conforme a Su corazón: 1 Samuel 13:14, Salmos 89:20,Hechos 13:22.

Pruebas

David se encuentra frente a un gran desafío, GOLIAT, una gran prueba que debía vencer. El no se miro a sí mismo y entenderemos el por qué…

• Muchacho. 1 Sm.17:33
• Pastor de ovejas. 17:34
• Inexperto en la guerra. 17:39
• De apariencia débil .42

Sino que …

1. Miró la Grandeza de Dios. 1 Sm.17:26, 36
2. Miró la Fidelidad de Dios. 17:37
3. Miró el Poder de Dios 17:45

¿Cuál es tu Goliat? ¿Qué es eso que te desanima y no te deja ver a Dios? NO te mires a ti mismo y la magnitud de la prueba, mira a Dios y todo lo que Él es.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de el sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro animo no se canse hasta desmayar” Hebreos 12:1-3


Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
AlejandraL

lunes, 26 de septiembre de 2011

UNIDOS AL FIN

Las puertas de la sala de emergencia se abrieron de par en par. Una camilla conducida por enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el hombre murió.

Treinta minutos más tarde otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital, víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.

Los llevaron, entonces, a la morgue, y los pusieron uno junto al otro.

¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.

Este es un caso patético. Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se habían hablado por cuarenta años, aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en la morgue, hombro a hombro, pero ya muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando tuvieron tiempo de hacer la paz, no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban separados para siempre.

¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la puerta se haya cerrado para siempre?

La obstinación es uno de los pecados más absurdos del ser humano. Nos herimos a nosotros mismos. Arruinamos nuestra propia vida. Destruimos nuestro propio ser, y todo por el orgullo que no nos deja decir: «Perdóname.»

Lo triste de esta obstinación es que el que sufre es el que no perdona. El que no perdona lleva una vida solitaria. El que no perdona no conoce la paz. El que no perdona sólo conoce amargura. El que no perdona no puede ni perdonarse a sí mismo. Y lo peor de todo es que el que no perdona no puede hallar el perdón de Dios.

La oración más conocida de todos, el Padrenuestro, dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:12). Es como decir: «Perdóname, Señor, de la misma manera en que yo perdono.» Y si nosotros, en obstinación, no perdonamos, no podemos obtener el perdón de Dios.

Cristo nos mostró el camino al reconciliarnos con Dios. Perdonemos nosotros, para vivir en paz y para disfrutar del perdón de Dios.

Hermano Pablo

viernes, 23 de septiembre de 2011

DIOS ES AMOR


Dios es Amor, Verdad inconfundible.
Dios es Amor. Y es tal su inmensidad,
que ante su Amor no existe el imposible,
y al pecador le ofrece eterna Paz.

Indigno soy de que El en mí pensara.
Yo sé que no merezco su perdón.
Mas con su Amor me limpia y fiel me ampara.
Su Gracia tengo cual precioso don.

Dios es Amor, y lo es, de tal manera,
que a Su Hijo dio por mi alma redimir,
y en cruz murió para que yo tuviera
en su mansión, eterno porvenir.

Dios es Amor. Mas lo que no comprendo,
es que el mortal rechace su Bondad.
Desprecie el don de Dios, y esté escogiendo
su perdición por propia voluntad.

Dios es Amor, y mi alma lo celebra
dando alabanzas a mi Salvador.
Por su Bondad cambió mi suerte negra,
y hoy brilla en mí la lumbre de su Amor.


(Daniel Nuño)

lunes, 19 de septiembre de 2011

«LA MAFIA DE LAS ABUELITAS»


Eran dieciocho mujeres. Mujeres ancianas, de cabello blanco. Mujeres que tenían el porte y el semblante de personas honestas, dignas, aplomadas en lo moral y maduras en lo espiritual. Dieciocho mujeres que iban y venían entre California y otros estados, como quien pasea de lo más desaprensivamente.

Sin embargo, formaban una mafia, «la mafia de las abuelitas», como la llamaron los diarios. Esas ancianas se dedicaban al tráfico de drogas. Y llegaron a acumular una fortuna calculada en veinticinco millones de dólares. Cuando por fin cayeron presas, fue motivo de gran asombro para todos los vecinos y conocidos.

Las blancas cabezas y los serenos semblantes presentaban un agudo contraste con el trabajo que realizaban. «Eran todas mujeres respetables en su comunidad —comentó el jefe de la policía de Los Ángeles—. Pero uno nunca termina de desengañarse de la gente.»

Siempre se ha supuesto que los años, las arrugas y las canas traen consigo la sabiduría. En los años de nuestra juventud se nos concede que hagamos travesuras y locuras, y que violemos normas y leyes. Pero al llegar los años de la senectud, se supone que debemos calmarnos y entrar en una vida reposada, sabia y serena. Aquellas ancianas hicieron todo lo contrario.

Todas ellas, con más de sesenta años de edad y ya abuelas, en lugar de ponerse a tejer conjuntos para sus nietos, como toda abuela normal, entraron en el negocio del narcotráfico. Y escudadas en su edad, su porte, su semblante y su buen nombre, cometieron un delito que las leyes penan severamente.

Es que los años y las canas no compran la sabiduría por sí solos. La vejez no es necesariamente, de por sí, la edad de la bondad, la justicia y la sabiduría. La verdad es que el ser humano puede ser tan malo a los ochenta años como lo fue a los veinte, los treinta o los cincuenta. El corazón no se cambia por sí solo. Carece de fuerza suficiente para ello. Nadie se autorregenera por más que se lo proponga o lo desee. Quien cambia al individuo, a cualquier edad, es Cristo. Y sólo Cristo puede tomar a un pecador, ya sea adolescente, joven, adulto o anciano, y transformarlo por completo.

¡No es posible exagerar la importancia de entregarle nuestra vida y nuestro corazón a Cristo cuanto antes en la vida! «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos», dice la Biblia (Eclesiastés 12:1). Hoy mismo, antes que pase más tiempo, démosle nuestra vida a Cristo.

Hermano Pablo

domingo, 18 de septiembre de 2011