viernes, 9 de septiembre de 2011

EL ÚLTIMO ABISMO

El poema fue creación de un alma juvenil, confundida y traspasada de problemas. «Tinieblas —dice el primer verso—, vengan y llévenme al último abismo, donde el dolor y el odio, y la ira y la guerra, ya no queman más.»

Y siguiendo ese mismo tono, la poesía, compuesta de versos graves y tristes, termina con: «El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.» Así concluyó Elisabeth Garrison, de dieciséis años de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.

El alma del poeta se conmueve con las emociones más extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al común entre los mortales.

Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se habían entendido, y a los dieciséis años de edad, en medio de la desesperación, Elisabeth mató a su madre. Inmediatamente después, todavía en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos pedía que se le llevara al «abismo final, donde el dolor cesa. Porque —¡y qué expresión de una muchacha de apenas dieciséis años de edad!— el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.»

Ante esto nos preguntamos: ¿A qué profundidad de dolor, de desesperanza, habrá llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser más querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo más desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han caído en ese abismo.

Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperación nos ahoga, ese es el momento de clamar: «¡Señor, te necesito; por favor, ayúdame!»

El salmista David sufrió, así también, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: «¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.» Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: «Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto... ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!»

Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que lo busquemos con toda sinceridad, Él siempre nos responderá. Pongamos nuestra confianza en Dios. Él jamás nos defraudará.

Hermano Pablo

jueves, 8 de septiembre de 2011

FRASES QUE EDFICAN

Dios no elige personas capacitadas, Él capacita a los elegidos.

Uno con Dios es mayoría.

¿Quieres ayudar? Entonces involúcrate con quien necesita ayuda. ¿Quieres hacer la diferencia? Sé diferente. ¿Quieres ser usado por Dios? Ponte a Su disposición.

Nunca pongas un punto de interrogación, donde Dios ya puso un punto final.

Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios.

Dios no habla con personas apresuradas y sin tiempo.

Con Jesús, jamás una desgracia será la última noticia.

Moisés gastó 40 años pensando que era alguien, 40 años aprendiendo que no era nadie y 40 años descubriendo lo que Dios puede hacer con un NADIE.

Sólo tendré todo de Dios, cuando El tenga todo de mí.

Solamente soy un detalle, pero con Jesús, hago la diferencia.

La fe se ríe de las imposibilidades.

Nada está fuera del alcance de la oración, excepto lo que está fuera de la voluntad de Dios.

Perdonar es la mejor manera de vengarse.

La tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, la fe mira hacia arriba.

El tiempo es de lejos más valioso que el dinero, porque el tiempo es INSUSTITUIBLE.

No temas la presión, recuerda que ella transforma el carbón en diamante.

Lo más importante no es encontrar la persona correcta, y sí ser la persona correcta.

No confundas la voluntad de Dios, con el permiso de Dios, no todo lo que ocurre es de Su voluntad, pero nada ocurre sin Su permiso.

Uno no cree realmente en Dios, hasta que uno cree que Dios puede hacer lo imposible.

No es tu APTITUD, si no tu ACTITUD, lo que determina tu ALTITUD.

Job 34:2
Oid, sabios, mis palabras; Y vosotros, doctos, estadme atentos.

Salmos 107:43
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Dios?

Proverbios 1:5
Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo;

Proverbios 9:9
Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber.

Proverbios 11:30
El fruto del justo es árbol de vida: Y el que prende almas, es sabio.

Proverbios 27:11
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.

Un agradecimiento especial a Fabio Melendez por su aporte..!

SEGUIR INSTRUCCIONES

Lectura: Mateo 7:24-29.
"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca" Mateo 7:24
Uno de mis pasatiempos de la niñez era armar modelos de aeroplanos. Cada vez que abría una caja nueva, lo primero que veía eran las instrucciones, pero creía que no necesitaba seguirlas. En mi mente, sabía exactamente cómo armarlo. Recién después de haber pegado algunas piezas, me daba cuenta de que había salteado un paso importante: colocar al piloto en la cabina de mando.
Es fácil creer que no necesitamos instrucciones para la vida; sin embargo, al poco tiempo, nos damos cuenta de que hemos arruinado todo. Exactamente por esta razón, Jesús aconsejó que seguir Sus instrucciones es la manera de que la gente sabia desarrolle una vida sólida, segura y significativa (Mateo 7:24-29). El Señor recién acababa de decirles a las multitudes que lo escuchaban que pusieran la otra mejilla, que continuaran la segunda milla, que perdonaran a los enemigos y que vendieran los tesoros para poder dar a los pobres (5:39-44). No obstante, recibir instrucciones no basta. La clave está en seguirlas. «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca» (7:24).
El ser humano que no sigue las indicaciones es, como expresa Jesús, «insensato» (v. 26). Para el mundo, perdonar a tus enemigos y dar a los pobres puede parecer una manera ridícula de construir una vida; sin embargo, el Señor nos dice que es la forma sabia de hacerlo.
Para desarrollar una vida sólida, sigue las instrucciones de Jesús.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

FALIN Y ELENA






Nuestros Pastores, Falin y Elena. En el aeropuerto de Barcelona embarcando para viajar hacia E.E.U.U. Alli irán a cantar y predicar a las iglesias de Ricardo Di Rocco.

sábado, 3 de septiembre de 2011

«NUNCA LEVANTÓ LA VOZ SINO PARA CANTAR»

Vestida de blanco, la niñita de seis años de edad cantó en el culto religioso de la Iglesia Bautista en Filadelfia, Pensilvania. Era el año 1903. Con ese sencillo principio nació una cantante de voz extraordinaria, que conmovió al mundo.

Cantó en los mejores teatros de Europa en la década de 1920. Cantó para varios presidentes en la Casa Blanca de Washington, Estados Unidos. Fue la primera de su raza en cantar en la Casa de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Y llenó estadios en todo el mundo, armonizando el espíritu de millones de personas con su hermosa voz.

En abril de 1993, a los noventa y siete años de edad, dio su último canto. Fue un suspiro, el suspiro que la trasladó a la eternidad.

¿Quién era esa extraordinaria mujer con una voz tan excepcional? Era Marian Anderson, la muy notable cantante negra de fama mundial. Entre los muchos comentarios que se hicieron de ella, tal vez el más recordado sea el de Arturo Toscanini, que dijo: «La suya es una voz que se escucha una vez cada cien años.» Pero el comentario más significativo fue el siguiente: «Nunca levantó la voz sino para cantar.»

No puede haber elogio más grande que el decir de alguien que nunca usó la voz sino para elevar el ánimo de los demás, para infundir aliento, para consolar al triste. Entre las causas grandes de esta vida, entre los móviles que mueven al bien, está el de levantar el espíritu del que se siente abandonado.

Al otro extremo está el que sólo habla para maldecir; el que nunca tiene una palabra de consuelo; el que sólo arroja amargura, desagrado, tormento y dolor; el que nunca sonríe, nunca alaba, nunca conforta, nunca alienta.

Jesucristo dijo en cierta ocasión: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Marian Anderson cantaba porque todo su corazón era un canto. De su interior salía el canto que animó a medio mundo a lo largo de casi un siglo entero. Su canto era su alma, y su alma era su canto.

Adaptando las palabras de Cristo, podríamos decir: «Del contenido del alma se expresa la voz.» Es decir, lo que tenemos en el corazón determina tanto las palabras que decimos como el tono de voz con que las emitimos.

¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras palabras negativas en palabras positivas? Cambiar el contenido de nuestro corazón. A eso se debe que digamos con tanta insistencia que cuando Cristo mora en nuestro corazón, tenemos paz y gozo. Y las palabras que decimos y la actitud que tenemos reflejan ese gozo. Él quiere cambiar nuestra tristeza en paz. Démosle entrada hoy mismo. De hacerlo así, nuestra vida será, en su totalidad, una vida nueva. Dejémoslo entrar.

Hermano Pablo

VER MARAVILLAS


“Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley”. Salmo 119:18

No siempre mantenemos la mirada puesta en la voluntad del Padre o buscando su Gloria, de modo que perdemos de vista nuestro objetivo de vida. Andamos enceguecidos; hemos perdido el rumbo.

Cuando el salmista pide a Dios la apertura de sus ojos, está pidiendo que lo ayude a comprender las palabras de sus estatutos reconociendo que en ellas se hallan las maravillas que hoy no puede alcanzar. Hay cosas que le son ocultas.

¿Cuándo estamos ciegos a estas cosas?

Cuando miramos para otro lado. Cuando nuestros ojos están puestos en los tesoros terrenales como el trabajo, el éxito, la economía, estamos mirando para otro lado; y no sólo eso, si que nuestro corazón está depositado tambié n en ello.

Cuando estamos enceguecidos por falsos resplandores. Hay muchas luces de colores que llaman la atención y nos engañan. El mundo ofrece las más variadas y atractivas respuestas ante la búsqueda espiritual del hombre. Alternativas que brillan pero nada tienen de verdadero.

Cuando andamos en penumbras. A veces nos alejamos tanto de la luz que alumbraba nuestro camino, que comenzamos a andar en la oscuridad sin saber hacia dónde estamos yendo. El bien se confunde con el mal y ya no podemos discriminar lo que hacemos ni hacia dónde vamos.

Cuando no queremos ver. Muchas veces nos ocurre esto último. Nuestra fe nos alcanza para experimentar lo tibio del banco de la iglesia los domingos. Sabemos que Dios está, pero no nos interesa mas allá de nuestro encuentro dominical en el que las palabras resuenan en nuestras cabezas por unas horas hasta que alguna otra cosa logra acallarlas. Lo cierto es que no queremos ve r, no queremos ni ansiamos despertar de nuestro cómodo letargo.

Lo que no estamos viendo, son maravillas que Dios ha preparado para nuestros ojos y que sólo podremos experimentar en la medida que Él abra nuestros ojos.

¿De qué nos estamos perdiendo?

Sin entrega no conoceremos el poder del Dios de Gedeón.

Sin fe no conocernos la misericordia y la fidelidad del Dios de Abraham.

Sin entrega no veremos hecho realidad lo imposible y el milagro que Dios hizo en María.

Sin fe, sin entrega, no veremos maravillas, no veremos mares abiertos, no veremos milagros de sanidad, no veremos el resplandor de la Gloria del Padre, no veremos aquellas cosas que no podemos imaginar…

“… Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las cosas que Dios ha preparado para quienes lo aman” 1° Corintios 2.

¿Queremos ver estas maravillas reservadas a los ojos de sus Hijos? ¡Ab re nuestros ojos, Oh Dios, para que podamos verte!

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
meryrueda

ALABASTRO ALABANZA "TE ALABARE"