domingo, 10 de julio de 2011

«ESTOY MURIENDO DE SIDA»

Era abril en el Parque Central de Nueva York, el inmenso pulmón refrescante de la gigantesca urbe. Y una vez más las ruedas del tiempo trajeron la verde y florida diosa primaveral al parque. Un hombre joven, de menos de treinta años de edad, estaba sentado en un banco: flaco, amarillo, ojeroso, triste.

Sobre su pecho escuálido descansaba un cartel: un cartel humano, un cartel patético, símbolo de la época. El cartel decía: «Estoy muriendo de SIDA. No tengo domicilio. No sé qué hacer. Ayúdenme.» Y los ojos del hombre joven, sin luz, sin vida, sin esperanza, miraban a la nada.

Hace muchos años otro hombre se sentó en ese mismo banco de ese mismo parque, y puso también un cartel sobre su pecho. Aquel cartel decía: «Hoy es primavera, y yo soy ciego.» Conmovía con esto a la gente, que le echaba monedas en el sombrero.

¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes la ceguera era la gran calamidad, y aunque lo sigue siendo, ahora ha hecho su aparición el SIDA. Y el SIDA ha copado el gran escenario de las tragedias humanas. Hoy día el SIDA es la nube negra más ominosa que se cierne en el horizonte de la raza humana.

La ceguera, ciertamente, es penosa. Pero hay personas ciegas que se sobreponen a su mal, y llevan una vida abundante y feliz. Leen, estudian, se casan, engendran hijos, hacen negocios, practican profesiones. Fuera de que sus ojos carecen de luz, llevan una vida perfectamente normal y feliz.

La ceguera no mata; el SIDA sí. El enfermo de SIDA, además de estar condenado a muerte, sufre el estigma del mismo mal, la vergüenza de haber contraído una enfermedad que, en la gran mayoría de los casos, a duras penas se mantiene a flote en las aguas sucias del pecado.

¿Cómo se libra nuestra sociedad de este implacable mal? La ciencia médica lo dice: no teniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio. Por algo exige Dios obediencia a sus divinos mandamientos morales. No hacerle caso al: «No cometerás adulterio» destruye no sólo el hogar, sino también al individuo.

La homosexualidad, el adulterio, la lujuria, la promiscuidad en todas sus formas, nunca han traído ningún bien al mundo. En cambio, la monogamia, es decir, el sexo sólo dentro del matrimonio, produce la normalidad social que todo ser humano desea. Sólo Cristo puede darnos la fuerza moral necesaria para llevar una vida así. Rindámonos a la voluntad de Dios. Sólo eso nos traerá la verdadera felicidad.

Hermano Pablo

viernes, 8 de julio de 2011

100% OFF ( QUERER PARA PODER RECIBIR )

¿Alguna vez te han sorprendido con un regalo que no esperabas? ¿Alguna vez te han ofrecido solución a un problema que te agobiaba, de manera gratuita y sin intereses de por medio?

Cuando se trata de recibir sin tener que dar nada a cambio, nos apuramos a estirar la mano para tomar lo que nos ofrecen, sea un mes gratis de TV satelital, una entrada a algún espectáculo o una muestra de perfume. Nos empujamos entre la posible competencia, no sea que cuando llegue nuestro turno debamos irnos con las manos vacías. En situaciones como estas, parece irracional negarnos, decir “no, gracias” o simplemente ser indiferentes con nuestro benefactor.

En el actual mundo en el que vivimos, estamos acostumbrados a que si nos regalan algo, si no nos cuesta nada, simplemente lo tomamos, ya veremos si lo nec esitamos más adelante, en todo caso siendo que es gratis, lo tomamos sin pensar demasiado, aunque la pieza no parezca muy útil al principio, no desaprovechamos la oportunidad, no se sabe si en el futuro podrá sernos útil, pensamos.

Paradójicamente, con la gracia de Dios sucede lo contrario. Cuanto menos interés hay de parte del dador por sacar su propio rédito, más desconfiamos, cuanto más prima nuestro bienestar, comenzamos a sentirnos invadidos y preferimos rechazar la oferta antes de ver cercenada nuestra libertad. Más vale seguir cargando con lo que nos agobia a recibir algo que pueda llegar a comprometernos de alguna manera.

El regalo por excelencia, inmerecido, totalmente gratuito y pagado con la sangre de Cristo para ser concedido a quien cree que lo necesita, se vuelve muchas veces algo que no nos animamos a recibir. Miramos con desconfianza, nos preguntamos qué habrá de oculto y preferimos seguir nuestra marcha arrastrando como podamos nuestra carga, pero siempre dueños de nuestra propia vida y su aparente libertad.

Si es gratis y Dios no se cansa de ofrecerla, seguramente podremos solicitarla en otra oportunidad, pensamos, y seguimos adelante.

La maravillosa y multiforme gracia de Dios es algo que, racionalmente como hombres, nunca llegaremos a comprender de manera plena y profunda. Nos halaga y nos incomoda al mismo tiempo, la deseamos pero nos resistimos a tomarla, la envidiamos en otros porque no logramos comprenderla en todas sus aristas y hasta podemos llegar a considerar a Dios injusto por repartirla bajo las mismas condiciones a todo el mundo. A veces intentamos ganarla, hacer algo para merecerla, nos cuesta aceptar que no dependa de nosotros ni de nuestros méritos.

Si bien es gratis y no podemos hacer nada para comprarla, para recibir el hermoso regalo de la gracia de Dios hay algo que no podemos eludir: debemos ser conscientes de que la necesitamos y debemos desear obtene rla. Está allí disponible, Dios la ha provisto sin limitaciones, pero como todas las cosas, no puede ser dada a quien no está dispuesto a recibirla.

Estirar nuestros brazos espirituales para aceptarla, implica reconocer que tenemos un problema y que Dios ha provisto solución a ese problema. Implica estar dispuestos a mirar el problema de nuestro interior, lo negro de nuestra miseria y reconocer que necesitamos la solución que nos ofrece la misericordia divina.

La gracia está siendo derramada a diario, Dios la derrama hoy y lo seguirá haciendo aún por un tiempo, ignorar al dador de la gracia, porque de todos modos podremos reclamarla mañana no debería llevarnos a posponer nuestra decisión. Más bien deberíamos preguntarnos: ¿Qué cambiará mañana que estaré dispuesto a recibirla? ¿Por qué no hacerlo hoy? ¿Qué me detiene?

La gracia de Dios no solo provee solución a una vida sin sentido, sino que da acceso al Padre, vida eterna, perdón y una nueva razón para vivir. Cambia nuestras prioridades, abre nuestros ojos, nos llena de paz y esperanza, y nos permite gozar de la vida abundante que Dios ha prometido para quienes en Él creen.

Si aún no has experimentado la gracia de Dios en tu vida, ¡disponte a aceptarla! No debes pelear por ella, no debes ser mejor persona para poder recibirla, está allí al alcance de tu mano, sólo debes creer que Cristo la compró para ti en la cruz del calvario.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
EricaE

¿COMPARTES EL MENSAJE DE DIOS?

Un hermano mientras oraba en la Iglesia de pronto se levantó gritando “Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor”, corrió hacia una cantina que estaba en la esquina, entró y gritó “Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor”

El dueño, enojado, llamó a los guardias y se lo llevaron preso, al otro día lo soltaron y cuando llegó a la Iglesia, los hemanos, que habían amanecido orando por él, preocupados se alegraron y saltaron de alegría al verlo, él les contó que no importaba que hubiera estado preso, el mensaje había sido entregado.

En la reunión de la noche en la iglesia, llega el dueño de la cantina corriendo desesperado, por que esas palabras le resonaban en su mente toda la noche y todo el día, se convierte a Cristo, cambia el rubro de la Cantina por dulcería y ésta, después de 97 años, permanece en la misma esquina como dulcería, siendo un mudo testimonio de que; “Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor”

¿Del dueño de la cantina?, solo puedo decirles que de su descendencia han salido 4 pastores y dos pastoras.

Ahora la pregunta es: ¿compartes del mensaje de Dios?, hay muchas formas de poder compartir el mensaje de la Palabra, con tratados, con audio, mediante evangelismo personal, pero sobre todo con tu testimonio.

Enviado por Bebita

Nunca calles cuando Dios te impulsa a hablar, podría ser el inicio de una vida nueva para alguien.

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.
Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien. Marcos 16:15-18.

EL DRAMA DE MARÍA

María era una bella niña de dieciséis años de edad que vivía en una de las grandes ciudades de América Latina. Una tarde ella regresó de la escuela a su casa con una honda pena. Sus padres habían salido, pero eso le era un alivio, porque la preocupación que María traía era un embarazo. A esa temprana edad María estaba embarazada y no sabía qué hacer.

Angustiada hasta más no poder, tomó una resolución drástica. Con un alambre retorcido, ella misma se hizo un aborto. Pero sufrió una fuerte hemorragia y tuvo que internarse en el hospital.

¿Qué es esto? Es el drama de cientos de miles de muchachas que como María, en plena edad juvenil —en la edad de los estudios, de los amigos y de los primeros bailes— tienen un tropiezo. Y como la naturaleza no perdona, ese tropiezo se convierte en un embarazo no deseado. Ahí comienza el drama.

¿Cómo detener esa marea creciente de embarazos juveniles? ¿Cómo curar las profundas heridas que produce? ¿Cómo ser un orientador para las jóvenes que enfrentan, todos los días, la insistencia de muchachos que no saben lo que hacen, o las inclinaciones naturales que esas jóvenes no comprenden?

Se ofrecen muchas soluciones, pero ninguna de ellas es, de veras, una solución eficaz. Todas tratan el síntoma y no la causa.

La raíz de esta tragedia es una combinación del despertar de apetitos naturales, y una sociedad dada a la inmoralidad desenfrenada que los padres les pasan a los hijos. Esto explica la degradación de nuestra sociedad.

Si hacemos caso omiso de Dios, no podemos menos que sufrir las consecuencias, y éstas producen desprecio por todo lo moral y lo puro. Por un lado somos víctimas de inclinaciones pecaminosas heredadas de la caída de nuestros primeros padres, y por el otro tenemos la flojera moral de nuestra sociedad, que ofrece un ambiente propicio para vivir en el pecado. Con razón nos estamos hundiendo.

¿Cuál es la solución? Dios. Dios en el corazón. Dios en la vida. Dios en la familia. Dios en la sociedad. El día en que toda la raza humana obedezca los mandamientos morales de Dios, habrá paz en este mundo.

¿Cómo llegamos a conocer a Dios? Por medio de su Hijo Jesucristo. Sólo tenemos que abrirle nuestro corazón y darle entrada. «Mira que estoy a la puerta y llamo —dice el Señor—. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20). Esa es la única solución.

Hermano Pablo

EL MILAGRO ESTA EN TU BOCA

En tu boca hay un milagro...
iCuantas veces habrás dicho: "Yo creo en Dios"! Pero aun debes hacer algo mas que creer en tu corazón. La Escritura afirma: iCONFIESALO CON TU BOCA!
En algún momento de tu vida necesitaras un milagro de Dios! Puede ser para ti, o para un miembro de tu familia. Sin duda ya tu habrás encontrado muchas veces en estas circunstancias!
Muchos de los que lean estas líneas estarán en gran necesidad ahora. Necesitan hoy un milagro en sus vidas.¿Es alguna dolencia o tal vez una temida enfermedad que amenaza sus vidas? ¿Es acaso una montaña de problemas familiares o financieros? ¿Es quizás un hijo descarriado? ¿O alguna fuerza invisible que les Ilena de temor?¿Ansían y buscan un milagro?
Puedes recibir un milagro de Dios porque El es el hacedor de milagros. En la Biblia se mencionan muchos de ellos. Léela y veras a tu Dios. El dijo en Malaquias: "Porque yo, el Señor, no cambio". "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". (Hebreos 13:8).
Me enseñaron que "el día de los milagros" ya había pasado. Un día, sin embargo, descubrí que nunca hubo "un día de milagros" sino que hay un DIOS DE MILAGROS y !El nunca cambia!
¿Donde esta ese milagro que necesitas tan desesperadamente?¿Como puedes alcanzarlo?
Muchos corren de acá para allá en busca del milagro que tanto necesitan. Van de una persona a otra, con esperanza, buscando, anhelando y esperando. Algunos obtienen ayuda, claro esta, pues Dios usa vasijas escogidas, pero los que no, quedan decepcionados. ¿Donde podemos hallar un milagro?
Veamos la Palabra de Dios.
"Mas, ¿que dice? Cerca de ti está la palabra, en tu BOCA y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si CONFESARES CON TU BOCA que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levanto de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la BOCA se confiesa para salvación". (Romanos 10:8-10).
ii EL MILAGRO ESTA EN TU BOCA!!
Las promesas de Dios son buenas. Ninguna palabra de Dios esta desprovista de poder, "así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". "Dios cuida de Su palabra para cumplirla". Estas promesas están en tu BOCA. atrévete a decirlas! atrévete a confesarlas!
iCuantas veces habrás dicho: "Yo creo en Dios"! Pero aun debes hacer algo mas que creer en tu corazón. La Escritura afirma:
iCONFIESALO CON TU BOCA!
iLa confesión de fe se hace PARA salvación! El milagro esta allí en tu lengua, en tu boca. ¿Que a que me refiero con esto? A que la promesa de Dios está allí. Dios, que no miente, te ha dado muchas promesas.
El milagro esta en TU BOCA. Atrévete a pronunciar en voz alta estas promesas. !Dilas a ti mismo! !Dilas al demonio! !Dilas a la enfermedad! !Dilas a la montaña de problemas que tienes! !Confiésalas aun viendo que toda la evidencia esta en tu contra! !!Dilas cuando todavía el dolor este presente!! !!Dilas cuando tu encuentres tan enfermo que casi no puedas pensar coherentemen
Dios desde lo alto te sonríe. Se deleita en que tu "le traigas a la memoria" Su Palabra. El Señor ciertamente hará que Sus promesas se conviertan en realidad. !!Cuando DECIMOS Y CONFESAMOS Su Palabra, El hace que el milagro se realice en nuestras vidas!!
!! LA CONFESIÓN SE HACE PARA SALVACIÓN!!

jueves, 7 de julio de 2011

VELOCIDAD DE CARACOL

Lectura: Romanos 5:1-5.
"El sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza" Romanos 5:3-4 (NVI)
Uno de las primeras cosas que recuerdo de mi niñez era observar los caracoles en las flores del jardín del patio trasero de nuestra casa. Me fascinaba ver esta pequeña criatura con un caparazón, una pequeña panza alargada y ojitos que se convertían en una especie de periscopios. Pero lo que realmente parecía extraño era la lentitud con que se movía.
¿A qué velocidad se traslada un caracol? Un estudio determinó que recorre aproximadamente 12,20 m en una hora. ¡Con razón usamos la frase más «lento» que un caracol…!
Aunque los caracoles se mueven con paso lento, tienen una virtud que los caracteriza: la paciencia. Charles Spurgeon, el gran predicador del siglo xix, señaló con ironía: «Por su perseverancia, el caracol llegó al arca».
Según el apóstol Pablo, la perseverancia es un elemento clave en el desarrollo del carácter. Lo explicó así: «El sufrimiento produce perseverancia» (Romanos 5:3, NVI). Luego, sobre ese fundamento, se construyen el carácter y la esperanza (v. 4). La palabra griega original que se traduce «perseverancia» significa «resolución, constancia y resistencia». Se empleó para referirse a los creyentes que son constantes en su andar en la fe, a pesar de las pruebas numerosas y angustiantes.
¿Las dificultades te han hecho volver tan lento como un caracol? Cobra ánimo. Dios no exige que lleguemos rápido, Él espera que progresemos con perseverancia.
Todo gran logro requiere una gran perseverancia.

lunes, 4 de julio de 2011