sábado, 18 de junio de 2011

LA BUENA NOTICIA

Lectura: Lucas 23:44–24:3.
"Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús" Lucas 24:2-3
Según un experimento realizado en la Universidad de Chicago, la gente tiende a recordar más las imágenes negativas. Aunque declaran que quieren alejarse del aluvión de noticias malas que transmiten los medios de comunicación, este estudio indica que sus mentes son atraídas hacia este tipo de historias.
A Katherine Hankey (1834–1911) le interesaba más la «buena noticia». Deseaba profundamente que las mujeres jóvenes conocieran a Cristo. En 1866, se enfermó gravemente. Mientras yacía en cama, pensaba en aquellas a quienes les había compartido la historia de la redención en Jesús, y deseaba que alguien la visitara y la consolara con «la antigua historia». Entonces, escribió la poesía que luego se convirtió en un himno:
Nunca nos cansamos de escuchar la historia que nos dice que Dios, en Su gran amor, envió a Su único Hijo a esta tierra (Juan 3:16). Jesús vivió una vida perfecta, cargó nuestro pecado al morir en la cruz y, tres días después, resucitó (Lucas 23:44–24:3). Al aceptarlo como Salvador, recibimos vida eterna y nos convertimos en hijos de Dios (Juan 1:12).
Cuenta la antigua historia de Jesús y de Su amor. Se necesitan buenas noticias.
La buena noticia de Cristo es la mejor noticia del mundo.

jueves, 16 de junio de 2011

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CORRE

Lectura: 1 Corintios 9:19-27.
"¿No sabéis que […] en el estadio, todos […] corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" 1 Corintios 9:24
En la película Carrozas de Fuego, ganadora de varios premios, uno de los personajes es el legendario corredor velocista británico Harold Abrahams. Harold está obsesionado por ganar; pero, en las eliminatorias para las Olimpíadas de 1924, en la carrera de 100 metros, es rotundamente vencido por su rival, Eric Liddell. Entonces, reacciona con una profunda decepción. Cuando su novia Sybil trata de animarlo, él dice enojado: «Yo corro para ganar. Si no puedo ganar, ¡no corro!». Ella le responde con sabiduría: «Si no corres, no puedes ganar».
La vida está llena de reveses, y nosotros, como creyentes, no estamos excluidos de experimentar decepciones que nos llevan a querer rendirnos. Sin embargo, en la carrera de la vida cristiana, Pablo nos desafía a seguir corriendo. Les dice a los corintios: «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis» (1 Corintios 9:24). Debemos correr con fidelidad, dice Pablo, estimulados por saber que corremos para honrar a nuestro Rey y que recibiremos de Él una corona eterna.
Si flaqueamos en esta carrera, si dejamos de servir a Dios o cedemos al pecado ante las dificultades, corremos el riesgo de perder una rica recompensa que podríamos haber recibido si hubiésemos corrido de la mejor manera que podemos.
Sybil tenía razón. «Si no corres, no puedes ganar».
Mejor que ganar cualquier medalla será escuchar al Maestro decir: «¡Bien hecho!».

lunes, 13 de junio de 2011

reflexiones cristianas

PANDA TIRADOR

Lectura: 2 Timoteo 2:1-15.
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero […] que usa bien la palabra de verdad" 2 Timoteo 2:15
En su entretenido libro Come, dispara y se va, Lynne Truss se lamenta del problema del mal uso de la puntuación. Muchas veces, esto también se extiende a las traducciones. Truss narra la historia de un panda que entra en un café, pide un emparedado, lo come y, luego, saca una pistola y comienza a disparar. Cuando un mozo le pregunta por qué actuó así, el animal le entrega una guía sobre vida silvestre, mal puntuada y mal traducida, y le dice que busque la descripción de un panda. Decía: «Panda: Mamífero de gran tamaño, color blanco y negro, parecido a un oso, nativo de China. Come, dispara y se va».
Colocar una coma después de la palabra come, en inglés eat, puede confundir por completo al traductor. Las palabras dispara (en inglés, shoot, también significa brotes) y se va (en inglés, leaves, también significa hojas) se usaron erróneamente en lugar de aludir a plantas para comer. En realidad, la guía debía decir: «Come brotes y hojas».
El correcto uso del idioma también es importante para el estudio bíblico. Pablo lo describió así: «usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). La frase «usa bien» se empleaba para describir a un artesano talentoso que cortaba algo derecho. En el contexto espiritual, significa un estudio diligente y minucioso, guiado por Espíritu Santo; enseñar la verdad de manera directa y correcta. Esta debe ser la prioridad de todo creyente aplicado.
Sé aplicado para estudiar la Biblia y aplícala a tu vida.

sábado, 11 de junio de 2011

DETENERSE A AYUDAR

Lectura: Lucas 10:30-37.
"Amarás […] a tu prójimo como a ti mismo" Lucas 10:27
El Dr. Scott Kurtzman, jefe de cirugía del Waterbury Hospital, en Connecticut, iba camino a dar una conferencia cuando presenció un terrible accidente que involucró 20 vehículos. El doctor se puso inmediatamente en acción, se abrió paso entre los trozos de metal, y comenzó a gritar: «¿Quién necesita ayuda?». Después de prestar asistencia durante 90 minutos, y una vez que las víctimas fueron llevadas a hospitales regionales, el Dr. Kurtzman comentó: «Una persona con capacitación como la mía, simplemente no puede pasar de largo sin atender a una persona herida. Me niego a vivir mi vida sin actuar así».
Jesús relató una parábola sobre un hombre que se detuvo a ayudar a otro (Lucas 10:30-37). Un judío había sido atrapado en una emboscada, desnudado, robado y dejado por muerto. Un sacerdote judío y un ayudante del templo pasaron por allí, vieron al hombre y cruzaron al otro lado del camino. Después pasó un samaritano despreciado, vio al hombre y sintió una tremenda compasión. Su compasión se convirtió en acción: le curó las heridas y se las vendó, lo llevó a una posada, lo cuidó mientras pudo, pagó todos los gastos y después le prometió al posadero que regresaría para pagar cualquier otro gasto adicional que surgiera.
A nuestro alrededor hay personas que están sufriendo. Movidos por la compasión que genera su sufrimiento, seamos de aquellos que se detienen a ayudar.
La compasión siempre es sinónimo de actividad.

viernes, 10 de junio de 2011

SALVAMENTO EN EL MAR

La tempestad era espantosa, con vientos de 120 kilómetros por hora, y rachas que llegaban a los 170. El pesquero ruso «Briz», de seis mil toneladas, se anegaba en las aguas del mar del Norte.

Cuando el capitán Sverdlovsk, del pesquero ruso, vio que su nave se hundía, irradió una llamada de auxilio, y un remolcador holandés, el «Carlot», acudió en su ayuda. Pero el salvamento se hacía casi imposible. Era como si toda la furia de los vientos y las inmensas olas del mar se hubieran propuesto no permitir el rescate de ninguno de los cincuenta y seis marineros a bordo del «Briz».

Después de algún tiempo de tratar de ejecutar el salvamento y de agotar todos los recursos sin poder transferir a un solo hombre, el capitán del remolcador «Carlot», André Ruyg, de cuarenta y dos años de edad y creyente en Dios, hizo lo que para un capitán era insólito. Pidió ayuda divina: «¡Dios mío —rogó—, ayúdanos! Sólo tú puedes calmar este vendaval.»

De repente los vientos comenzaron a calmarse y las inmensas olas perdieron su furia. El salvamento pudo llevarse a cabo, y aunque el pesquero «Briz» se hundió, no pereció ninguno de los marineros.

Las batallas del hombre contra el mar tienen siempre acentos épicos. ¡Es tan grande el océano y son tan pequeños los barcos! ¡Son tan altas las olas y tan frágiles los cascos! Por eso el marinero sabe clamar a Dios, y al igual que en aquella célebre tormenta en el mar de Galilea de dos mil años atrás, Jesús viene en auxilio caminando sobre las olas.

Aprendamos a orar. No es cuestión de aprender ciertos rezos ni oraciones redactadas de cierto modo, sino de establecer una relación permanente con Dios. Practiquemos la presencia de Dios. Vivamos con la línea de comunicación abierta. Que nunca haya un momento en que no estemos en contacto con Dios.

Si no tenemos una relación con Dios, entablemos una sin demora. Si hemos cortado la relación que teníamos, comencemos desde este momento a restablecerla. Así, pase lo que pase, en medio del dolor podremos clamar con la seguridad de que Dios nos está escuchando.

Jesucristo desea ayudarnos en todas las tragedias de la vida. Él puede reprender los vientos y calmar las olas. Lo único que tenemos que hacer es expresarle nuestro temor y esperar con fe en la respuesta. Cristo dijo: «»Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre» (Mateo 7:7‑8).

Hermano Pablo