domingo, 29 de mayo de 2011

FILIPENSES 4: 6 -7

NUNCA DIGAS NUNCA

Lectura: Hechos 9:1-22.
"En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios" Hechos 9:20
Mientras caminaba con un amigo por un sendero junto al antiguo Muro de Berlín, él me dijo: «Este es uno de esos lugares “nunca digas nunca” de mi vida». Me explicó que, durante los años en que el muro dividía la ciudad, había hecho una docena de viajes a través del paso fronterizo Checkpoint Charlie para alentar a los miembros de la iglesia que vivían bajo constante vigilancia y oposición en Alemania del Este. En más de una ocasión, los guardias de la frontera lo habían detenido, interrogado y hostigado.
En 1988, él llevo a sus hijos a Berlín Occidental, y les dijo: «Miren bien este muro porque, algún día, cuando traigan a sus hijos aquí, seguirá estando». Un año después no estaba más.
Cuando Saulo de Tarso comenzó a atacar a los seguidores de Jesús, nadie se imaginaba que alguna vez se convertiría en discípulo de Cristo. «Jamás. Imposible». Sin embargo, Hechos 9:1-9 registra la historia del encuentro enceguecedor de Saulo con Jesús en el camino a Damasco. Pocos días después de ese acontecimiento que le cambió la vida, Saulo estaba predicando en las sinagogas de aquella ciudad y diciendo que Jesús era el Hijo de Dios, lo cual llenaba de asombro a todos los que lo escuchaban (vv. 20-21).
En lo que respecta a la obra de Dios en las personas más complicadas que conozcamos, nunca deberíamos decir «nunca».
Nunca digas «nunca» cuando se trata de lo que Dios puede hacer.

sábado, 28 de mayo de 2011

UNO COSECHARA LO QUE SIEMBRA

Una mañana una mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista...

y miro claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas buenas de la vida. Su abrigo era nuevo. Parecía que nunca se había perdido de una comida en su vida. Su primer pensamiento fue: “Solo se quiere burlar de mi, como tantos otros lo habían hecho...
"Por Favor Déjeme en paz !! gruñó el Indigente...
Para su sorpresa, la mujer siguió enfrente de el. Ella sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos deslumbrantes. "¿Tienes hambre?" preguntó ella. "No", contestó sarcásticamente. "Acabo de llegar de cenar con el presidente ...
Ahora vete."

La sonrisa de la mujer se hizo aún más Grande. De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el brazo. "¿Qué hace usted, señora?" -preguntó el hombre enojado. “Le digo que me deje en paz” !! Justo en ese momento un policía se acercó. "¿Hay algún problema, señora?" -le preguntó el oficial...
"No hay problema aquí, oficial, contestó la mujer .. "Sólo estoy tratando de ayudarle para que se ponga de pie ...
¿Me ayudaría? El oficial se rascó la cabeza. "Si, el Viejo Juan, Ha sido un estorbo por aquí por los últimos años. ¿Qué quiere usted con él?" Pregunto el oficial ...
"Ve la cafetería de allí?" -preguntó ella. "Yo voy a darle algo de comer y sacarlo del frío por un ratito." "¿Está loca, señora?" el pobre desamparado se resistió. "Yo no quiero ir ahí! Entonces sintió dos fuertes manos agarrandolo De los brazos y lo levantaron.

"Déjame ir oficial, Yo no hice nada .."
"Vamos Viejo, esta es una Buena oportunidad para ti," el oficial le susurro al oido ." Finalmente, y con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al Viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa en un Rincón de la cafetería. Era casi mediodía , la mayoría de la gente ya había almorzado y el grupo para la comida aún no había llegado ...
El gerente de la cafeteria se acercó y les pregunto. "¿Qué está pasando aquí, oficial?" "¿Qué es todo esto? Y este hombre esta en problemas?" "Esta señora lo trajo aquí para que coma algo," respondió el policía. "Oh no, Aquí no !" el gerente respondió airadamente. "Tener una persona como este aquí es malo para mi negocio !!! El Viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes. "Señora, se lo dije. Ahora, si van a dejarme ir ?. Yo no quería venir aquí desde un principio."

La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió .. "Señor, ¿está usted familiarizado con Hernandez y Asociados ??, la firma bancaria que esta a dos calles ?" "Por supuesto que los conozco", respondió el administrador con impaciencia. "Ellos tienen sus reuniones semanales en una de mis salas de banquetes." "¿Y se gana una buena cantidad de dinero con el suministro de alimentos en estas reuniones semanales?" PREGUNTO La Señora ...
"¿Y eso que le importa a usted?

Yo, señor, soy Penélope Hernandez, presidente y dueña de la compañía ". “Oh Perdon !! dijo el gerente ... La mujer sonrió de nuevo .. "Pensé que esto podría hacer una diferencia en su trato." Le dijo al policía, que fuertemente trataba de contener una carcajada. "¿Le gustaría tomar con nosotros una taza de café o tal vez una comida, oficial?" "No, gracias, señora", replicó el oficial. "Estoy en servicio". "Entonces, quizá, una taza de café para llevar ?" "Sí, señora. Eso estaria mejor".

El gerente de la cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden. – “Voy a traer el café para usted de inmediato señor oficial " El oficial lo vio alejarse. Y opino :"Ciertamente lo ha puesto en su lugar", dijo. "Esa no fue mi intención “ dijo la señora ... Lo crea o no, tengo una buena razón para todo esto". Se sentó a la mesa frente a su invitado a cenar. Ella lo miró fijamente... "Juan ¿te acuerdas de mí?"

El viejo Juan miro su rostro, el rostro de ella, con los ojos lagañosos "Creo que sí - Digo , se me hace familiar". "Mira Juan , quiza estoy un poco mas grande , pero mirame bien", dijo la Señora .. "Tal vez me veo mas llenita ahora ... pero cuando tu trabajabas aqui hace muchos años vine aqui una vez, y por esa misma puerta, muerta de hambre y frio." Algunas lágrimas posaron sobre sus mejillas...

"¿Señora?" dijo el Oficial, No podía creer lo que estaba presenciando, ni siquiera pensar que la mujer podría llegar a tener hambre. "Yo acababa de graduarme de la Universidad en mi pueblo", la mujer comentó. "Yo había llegado a la ciudad en busca de un trabajo, pero no pude encontrar nada. Con la voz quebrantada la mujer continuaba: Pero cuando me quedaban mis últimos centavos y me habían corrido de mi apartamento. Caminaba por las calles, y era en febrero y Hacía frío y casi muerta de hambre. vi este lugar y entre con una poca posibilidad de que podría conseguir algo de comer. " Con lágrimas en sus ojos la mujer siguió platicando ...

Juan me recibio con una sonrisa. "Ahora me acuerdo", dijo Juan. "Yo estaba detrás del mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó si podría trabajar por algo de comer”. “ Me dijiste que estaba en contra de la política de la empresa". Continuó la mujer.. -Entonces, tu me hiciste el sándwich de carne mas grande que había visto nunca... me diste una taza de café, y me fui a un rincón a disfrutar de mi comida. Tenía miedo de que te metieras en problemas. Luego, cuando miré y te vi a poner el precio de la comida en la caja registradora, supe entonces que todo iba a estar bien ".

"Así que usted comenzó su propio negocio?" El viejo Juan dijo. " Si, encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro, y me fui hacia arriba con la ayuda de Mi Padre Dios. Eventualmente empecé mi propio negocio que, con la ayuda de Dios, prosperó .." Ella abrió su bolso y sacó una tarjeta. "Cuando termines aquí , quiero que vayas a hacer una visita al señor Martínez. Él es el director de personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura de que encontrará algo para que puedas hacer algo en la oficina ".

Ella sonrió. "Creo que incluso podría darte un Adelanto, lo suficiente para que puedas comprar algo de ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está siempre abierta para ti Juan." Hubo lágrimas en los ojos del anciano. "¿Cómo voy a agradecer? , preguntó. "No me des las gracias", respondió la mujer. "A Dios dale la gloria. El me trajo a ti." Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y antes de irse por su lado .. "Gracias por toda su ayuda, oficial." Dijo La Sra. Hernandez.”

“Al contrario, dijo el oficial,", "Gracias. Vi un milagro hoy, algo que nunca voy a olvidar. Y ... Y gracias por el café. "..... Que Dios te bendiga siempre y no te olvides que cuando tiramos el pan sobre las aguas, nunca sabes cuando será devuelto a ti .. Dios es tan grande que puede cubrir todo el mundo con su amor y a la vez tan pequeño para entrar en tu corazón. Cuando Dios te lleva al borde del acantilado, confia en él plenamente y dejate llevar.

Sólo 1 de 2 cosas va a suceder, o él te sostiene cuando tu te caes, o te va a enseñar a volar! El poder de una frase! Dios va a cambiar las cosas hoy y pondra todo a tu favor

viernes, 27 de mayo de 2011

CUANDO SE NOS CAE EL ESCENARIO

Todo iba perfectamente bien en el ensayo general. El Teatro de la Maestranza, en Sevilla, España, lucía como en sus mejores tiempos. Una compañía francesa habría de estrenar la célebre ópera «Otello» del gran maestro Verdi. Se hallaban en el primer acto, y cantaba Plácido Domingo.

De pronto, con estrépito, toda la tramoya se vino abajo. Cien personas que estaban en el escenario corrieron despavoridas. Diez de ellas salieron heridas, y una joven francesa, Annitk Jossette, quedó muerta en la escena.

Pocas veces ocurre que todo el escenario de un teatro se derrumbe por completo. Accidentes de menor cuantía abundan en la vida del teatro, pero que en un sólo ensayo, y con cien personas en escena, todo se venga abajo, ocurre muy pocas veces. «Gajes del oficio», comentó uno de los heridos.

Ahora bien, podrá caerse la tramoya de un teatro, pero es cosa muy distinta que se venga al suelo la estructura entera de nuestra vida.

¿Qué hacer cuando lo que hemos pacientemente creado, edificado y cuidado a lo largo de muchos años —una buena posición económica, una linda familia, prestigio social, un agradable círculo de amistades y deleitosas actividades— se viene de pronto abajo?

¿Cuando el médico, por ejemplo, nos dice: «Lo que usted tiene, señor, es cáncer, y sólo le quedan seis meses de vida», qué podemos hacer?

O ¿qué hacer cuando por un derrumbe económico todo lo que teníamos ganado se reduce a nada, y casa y ahorros y trabajo se esfuman?

O ¿qué puede hacer la señora cuando el esposo, padre y jefe del hogar anuncia que otra mujer ha tomado el lugar de ella?

Los del Teatro de la Maestranza de Sevilla comenzaron a retirar con paciencia todas las tablas, telones, cables y luces que se habían venido abajo, y a los dos días reiniciaron el ensayo. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer?

Cuando todo se viene abajo, necesitamos dos cosas. Una, por supuesto, es la solución a nuestro problema inmediato. La otra, y esta es la más importante porque permanece toda la vida, es una fe inquebrantable en la persona de Jesucristo. Cuando sabemos que Dios, en la persona de Cristo, es nuestro amigo, la vida entera, con todos sus problemas, se hace soportable.

Cristo desea estar a nuestro lado para ayudarnos a través de las vicisitudes de esta vida. Invitémoslo a que sea nuestro amigo.

Hermano Pablo

ENTRE EL MUNDO Y EL CIELO

"Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí, el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
El enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas han pasado.
Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas." (Apocalipsis 21:3-5)
"La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera." (Apocalipsis 21:23)


No nos alcanza la imaginación para pensar el cielo futuro. Resulta casi imposible imaginar un lugar donde nada, absolutamente nada nos aqueje, nos preocupe, nos apene. D onde sólo exista el gozo y donde podamos ver a nuestro Padre. Donde residen la justicia y el bien, ese cielo tan hermoso y maravilloso que no podemos pensar.

Nuestro mundo, en cambio, nos ofrece otro panorama: familias destrozadas, hijos abandonados, violencia, generaciones perdidas por las drogas, villas, personas que mueren cada segundo de hambre, sed o sida, pobreza, corrupción, desdicha, guerras, asesinatos, inseguridad, gente en las calles hurgando la basura para comer… la lista es cada vez peor y demasiado extensa.

Entre el cielo prometido y el mundo en que vivimos hay un abismo: contrapongamos las calles de oro con nuestras calles plagadas de miseria donde la basura y el hombre son la misma cosa. O la ausencia de muerte y la alegría con el dolor de ver morir de hambre a millones.

Y en el medio, nosotros, los cristianos que vivimos hoy en este planeta pero ya hemos comenzado a vivir el cielo, porque somos ciudadanos del Reino de Cielo s, porque el Señor está aquí con nosotros y nos deja gozar de sus beneficios también en esta vida. Hoy hay pena pero tenemos consuelo. Hoy hay preocupaciones pero tenemos esperanza. Y es que hoy contamos con Él en nuestra vida.

Pero hay todo un mundo que aún solo experimenta tristeza, un mundo que ve cada vez más oscuro el futuro y la esperanza es una palabra linda que sólo suena en las canciones. ¿Dónde está el cielo para ellos?

Nosotros tenemos nuestro cielo ahora pero no siempre lo compartimos y nos quedamos absortos viendo como este mundo se pudre.

Mostremos las puertas al cielo, compartamos la felicidad de experimentar a Cristo en la vida y gocemos que muchos otros gocen el cielo con nosotros. Mostremos la mano que a nosotros nos rescató, el camino que un día decidimos tomar. Ese que nos hace vivir hoy y mañana al cielo mismo.

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
meryrueda

SER SANADO

Lectura: Juan 5:1-9.
"¿Quieres ser sano?" Juan 5:6
Las uvas de la ira, la novela de John Steinbeck, ganadora del premio Pulitzer, comienza con una escena en Oklahoma, una zona arrasada por la sequía durante la Gran Depresión. Entre las semillas resecas y la tierra ahogada por el polvo, las mujeres miraban a los hombres para ver si se derrumbaban bajo tanta presión. Al ver que ellos estaban dispuestos a seguir adelante, ellas cobraron ánimo. Steinbeck escribe: «En lo profundo de su ser, las mujeres y los niños sabían que, si los hombres se mantenían enteros, ninguna desgracia sería demasiado tremenda». El tema no era la felicidad, ni la prosperidad ni la satisfacción, sino la entereza. Esto es lo que más necesitamos todos.
En la versión Reina-Valera de la Biblia, la palabra sano suele utilizarse al narrar situaciones donde Jesús curaba físicamente a las personas. Por eso, cuando el Señor se encontró con un hombre que había estado paralítico durante 38 años, le preguntó: «¿Quieres ser sano?» (Juan 5:5-6). Entonces, después de sanarlo, lo desafió para que también alcanzara la plena sanidad espiritual, diciéndole: «Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor» (v. 14).
Si sólo buscamos algo que Jesús pueda hacer a nuestro favor, nuestra relación con Él será limitada. Cuando lo que queremos es a Él mismo, eso trae plenitud a nuestras vidas. Para Cristo, lo primero y más importante es sanar todo nuestro ser.
Sólo Jesús puede sanar completamente una vida quebrantada.

jueves, 26 de mayo de 2011

«ESTAS MANOS ME SALVARON LA VIDA»

Era un viejo edificio de apartamentos en la ciudad de Nueva York. El ascensor era tan viejo como el edificio. Rebeca Rosario, al dejar a sus tres hijitas en su apartamento, les dijo: «Vuelvo en seguida. No tengan miedo.» Y la señora fue hasta el ascensor del piso número 14, donde vivía.

Abrió la puerta y dio un paso hacia adentro. Pero en lugar de entrar en la cabina, cayó al vacío. La puerta no debió haberse abierto, pues la cabina estaba en el primer piso. Pero era un edificio viejo, y era, así mismo, un ascensor viejo.

En su desesperación, Rebeca atinó a agarrarse de los cables mohosos del aparato. Sintió el terrible dolor de la raspadura, como fuego brotando de sus manos, pero aminoró la caída. Se quebró ambos tobillos, pero no se mató.

En el hospital, algunos días después, Rebeca mostró sus manos quemadas casi hasta el hueso, y dijo: «Estas manos me salvaron la vida.»

¡Qué significativa la frase de aquella mujer de treinta años de edad! Al caer por el hueco de un ascensor desde el decimocuarto piso, atina a agarrarse de los cables, y al cabo de su odisea declara: «Estas manos me salvaron la vida.»

Las manos son un instrumento maravilloso, genial diseño de Dios. Con ellas se puede empuñar un hacha o un bisturí. Se puede pintar a brochazos un gallinero o, con un delicado pincel, un cuadro como «La Última Cena».

Con las manos se puede proporcionar el puñetazo más violento al enemigo, o la caricia más dulce al ser amado. Se puede con ellas robar descaradamente lo ajeno, o con honradez proveer el pan de la familia. Las manos de Rebeca Rosario sirvieron para salvarle la vida.

Hay en la historia universal otras manos que, sin salvar la vida de quien las extendía, fueron traspasadas para obtener la salvación de la humanidad entera. Fueron las manos benditas del divino Redentor, el Señor Jesucristo. Sus manos fueron clavadas a la cruz del Calvario a fin de que Él diera su vida por la de todo ser humano.

Ahora cualquier persona de cualquier raza, pueblo, color o idioma, de cualquier condición económica, clase social o religión, puede ser eternamente salva con sólo creer que Jesucristo es el Hijo de Dios y que dio su vida en la cruz del Calvario como precio de rescate para su salvación.

Para ser eterna y gratuitamente salvos, basta con que creamos en Jesucristo y lo recibamos como eterno Salvador. Hoy puede ser el día de nuestra salvación.

Hermano Pablo