sábado, 19 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

UNA MORBOSIDAD INTOLERABLE

Eran dieciséis páginas de fotos. Dieciséis páginas de fotografías en blanco y negro y en color, que horrorizaban a algunos, deleitaban a otros y repugnaban a los más. Fotografías de un crimen que sacudió a Francia y el mundo en 1981.

Un joven estudiante japonés, residente en París, había matado y descuartizado a su novia Renee Hartevelt, también estudiante. ¡Y hasta había comido partes del cuerpo de aquella joven holandesa! La revista Photo, que se editaba en París, había reproducido esas fotos secretas en una tirada de 243.000 ejemplares.

Un juez de la ciudad ordenó la confiscación de todos los ejemplares de la revista, y condenó «la atroz morbosidad de la gente que se deleita en tales fotografías».

Fue buena y moralizante la medida del juez. En nombre de la libertad de prensa se está poniendo ante los ojos del público, especialmente ante niños y adolescentes, escenas y relatos que nada tienen de científico, ni edificante ni moralizante.

Y ciertos comerciantes aprovechados y desaprensivos, conscientes de que siempre hay público para tal clase de publicaciones, las imprimen por millares. Así lo sucio y lo denigrante entra en los hogares y contamina la mente de niños y niñas.

No estamos abogando por la supresión de la libertad de prensa, ni estamos pidiendo que se publique una lista de libros y revistas reprobables. Es mejor la libertad de prensa, con todos sus riesgos, que la eliminación total de ella.

A quienes apelamos es a los padres y a las madres. Porque somos nosotros quienes debemos velar por la salud moral y espiritual de nuestros hijos. Así como somos celosos en la calidad de los alimentos que les damos a nuestros hijos, y por nada del mundo les daríamos comida rancia, o tóxica o contaminada, también deberíamos velar por el alimento espiritual que ellos toman.

Que la morbosidad, la obscenidad, la pornografía y la indecencia se la traguen los editores y publicadores de semejante basura, ¡pero no nuestros hijos! Lo que más necesitamos es un movimiento hogareño y familiar que le ponga un dique y un filtro a toda esa literatura.

Si necesitamos inspiración, exhortación, y base moral para tal movimiento, busquémoslas en Cristo. Sólo Él da la fuerza moral suficiente para luchar contra toda forma de corrupción y degradación. Sólo Cristo salva, purifica y mantiene puros al hombre, a la familia y al hogar.

Hermano Pablo

JESUS DIJO : YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

UN DIOS BUENO

Lectura: Salmo 46.
"Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia" Salmo 9:9
Cuando mi cuñado Chuck era misionero en Mali, Africa Occidental, tuvo un accidente de tránsito. Un hombre se cruzó en el camino, delante de su motocicleta. Como resultado del choque, mi cuñado y la moto se arrastraron por el suelo unos 60 metros. Poco después de recuperar el conocimiento, en el hospital, el doctor le dijo a Chuck que había "tenido mucha suerte". Él sonrió y contestó: "Dios es bueno".
Tiempo después, se puso a pensar en lo que había pasado ese día. El hombre al cual atropelló no tuvo heridas de importancia ni duraderas, y él también se recuperó. Pero ¿qué habría sucedido si alguno de ellos moría? Entonces, pensó: Dios seguiría siendo igualmente bueno.
Cuando experimentamos alguna tragedia, quizá dudamos de la bondad de Dios. ¿El Señor es siempre bueno? Si, lo es. Él no promete que nunca nos sucederán cosas malas, pero sí afirma que es "nuestro amparo y fortaleza" (Salmo 46:1). No nos asegura que jamás atravesaremos circunstancias desgarradoras, pero sí promete que no estaremos solos (23:4).
Dios es bueno; no importa el sufrimiento que estemos experimentando. Aunque no entendamos, podemos decir con Habacuc: "Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (3:18)
Dios prueba nuestra fe para que confiemos en Su fidelidad.

miércoles, 16 de marzo de 2011

EL VERDADERO HEROE

Lectura: Juan 3:22-30.
"Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" Juan 3:30
Louis B. Neumiller era conocido por su humildad, integridad y dedicación a la excelencia. Como presidente de la compañía Caterpillar Tractor, en 1941–1954, mantuvo su fábrica en actividad durante los desafíos de la Segunda Guerra Mundial y la convirtió en una empresa multinacional. En el libro En su tiempo: lecciones de los grandes líderes del siglo xx, los autores Mayo y Nohria describen el liderazgo de Neumiller como un «éxito sin fanfarria». Señalan que la marca de su grandeza fue que separó su identidad del negocio y «dejó que su empresa se convirtiera en el héroe en lugar de él».
Esta misma característica de generosidad la observamos en Juan el Bautista, el dinámico predicador que habitualmente declaraba que su misión era preparar el camino para el Mesías. Cuando los seguidores de Juan se preocuparon porque Jesús bautizaba gente y las multitudes lo seguían, él dijo: «Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. […] Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3:28,30).
Como seguidores de Cristo, ¿estamos exaltándolo a Él en vez de buscar nuestra propia honra? En lugar de decepcionarnos cuando nuestra contribución pasa desapercibida, deberíamos estar contentos, porque nuestro mayor privilegio es engrandecer al Señor. ¡Él es el héroe!
Honrarlo a Él es una marca de grandeza.
Para ser un gran creyente, sé pequeño y permite que Dios sea grande en tu vida.

SU ÚLTIMO MENSAJE

—Estoy sumamente deprimido —dijo Ricardo Leiva a sus compañeros de trabajo—. Estoy tan deprimido que ni siquiera siento dolor.

Y puso el brazo sobre la llama abierta de una cocina de gas.

Al mediodía pidió permiso en el trabajo para ir a su casa. Como no regresó en la tarde, el jefe lo llamó por teléfono.

Este es Ricardo Leiva —contestó una voz doliente y apagada.

Pero era una grabadora.

—He decidido acabar con mi vida —siguió diciendo el mensaje grabado—. La vida me ha consumido. He tomado catorce pastillas en los últimos cuarenta minutos. Si eso falla, usaré mi pistola 45.

Cuando la policía abrió la puerta de su casa, Ricardo estaba muerto. Pero su teléfono seguía contestando:

—Este es Ricardo Leiva...

He aquí otro que se suma a lo que ha llegado a ser una interminable lista de suicidas.

Ricardo Leiva era un ingeniero electrónico que llevaba cinco años trabajando en la misma empresa. Vivía bien. Tenía pocos amigos, es cierto, pero en su trabajo se llevaba bien con todos. De pronto entró en una profunda depresión, y no encontró más recurso que catorce pastillas somníferas y el tiro de una pistola.

¿Qué lo llevó a esa extrema resolución? Conjeturas hay muchas, pero hay una sola causa básica, que siempre es la misma. Esa causa básica es la falta de fe. No es la falta de religión. Lo cierto es que los suicidas suelen tener religión. Suelen ir mucho a la iglesia. Muchos, incluso, le piden perdón a Dios por lo que van a hacer. En sus notas de suicidio dicen con frecuencia: «¡Que Dios me perdone!»

Religión tienen. Lo que no tienen es fe, fe verdadera y comunión constante y viva con Cristo, fuente de vida espiritual. Por eso viven propensos a las depresiones y a las desilusiones de la vida.

Todo el que está siendo invadido por alguna depresión y por la tentación de quitarse la vida, sepa que hay un Dios que lo ama profundamente. Él lo trajo a este mundo para vida, no para muerte. La fe viva en Cristo, en su omnipotencia, en su amor, le traerá la paz que disipará esa depresión. Apártese ahora mismo en algún lugar donde pueda estar solo, y en la forma más sencilla posible, dígale a Dios en tantas palabras: «Te necesito, Señor. Ayúdame, por favor. Yo me someto a tu voluntad. Entra a mi corazón y tráeme tu paz.»

Si hablamos así con Dios, Él corresponderá a nuestro clamor. Hagámoslo ahora mismo. No esperemos. Pidamos con fe y seguridad al Creador de todo lo que existe. Él vendrá en nuestro auxilio, y la depresión se alejará de nosotros.

Hermano Pablo

martes, 15 de marzo de 2011

ULTIMA LINEA DEFENSIVA

Lectura: Romanos 8:31-39.
"Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" Romanos 8:37
En Gettysburg, Pennsylvania, se libró una batalla que determinó el destino de la Guerra Civil en los Estados Unidos. Uno de los puntos cruciales del conflicto fue un montículo rocoso llamado Little Round Top, donde el coronel Joshua L. Chamberlain y los hombres del 20〫. Batallón de Infantería de Maine resistieron con todas sus fuerzas. Si las tropas confederadas hubiesen vencido a estos hombres, algunos historiadores creen que el ejército de la Unión habría sido rodeado y que posiblemente habría perdido la guerra. El "20〫de Maine" era la última línea defensiva.
Los seguidores de Cristo también participan de una guerra crucial. Al luchar "contra las asechanzas del díablo" (Efesios 6:11), se nos llama a vestirnos con la armadura de Dios y a resistir firmes en la lucha (vv. 10-18).
Y, al igual que los soldados de Gettysburg, tenemos una "última línea defensiva". No obstante, en nuestro caso, esta defensa es más poderosa que cualquier fuerza humana. En Romanos 8:31-39, Pablo dice que nuestra confianza, en última instancia, se basa en el amor imperecedero de Cristo. Nuestra protección es tan completa que nada "nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (v. 39).
Cuando el enemigo nos abruma y todo parece estar perdido, recuerdo que tenemos una última línea defensiva imbatible: "Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v. 37)
El plan de Dios siempre conduce a la victoria.