domingo, 13 de febrero de 2011

CENA DE REUNION

Lectura: Apocalipsis 19:1-9.
"Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero" Apocalipsis 19:9
Muchos chinos recorren grandes estensiones para asistir a una tradicional cena anual de reunión familiar. Levada a cabo en la víspera del Año Nuevo Lunar, esta cena suele realizarse en la casa de los padres o de los hermanos mayores.
Los chinos que trabajan en el extranjero deben reservar sus viajes con anticipación para estar seguros de tener pasajes en los vuelos sumamente repletos y en los autobuses. Si no lo hacen temprano, corren el riesgo de perderse la reunión familiar.
La Biblia habla de una cena de reunión aún más importante en el cielo. Apocalipsis 19:9 la llama «la cena de las bodas del Cordero». Pero, a diferencia de la reunión familiar china, nadie sabe la fecha de este acontecimiento, excepto Dios (Mateo 24:36). Tampoco debemos preocuparnos de hacer las reservaciones para el viaje.
¿Quiénes están invitados a esta cena de reunión celestial? Todos los que pertenecen a la familia de Dios, «...a los que creen en Su [de Jesús] nombre, [...] los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios» (Juan 1:12-13).
¿Estarás en la cena de reunión en el cielo? Puedes asegurarte un lugar en el banquete celestial si hoy confías en Jesucristo como tu Salvador y Señor.
Creer en Cristo es recibir la salvación y asegurarse el cielo.

¿ES USTED LA ESPOSA DE DIOS?

Es un frío día de diciembre en la ciudad de Nueva York. Un jovencito de unos 10 años estaba parado, descalzo, ante una tienda de zapatos en Broadway, asomándose al escaparate, y temblando de frío.
Una dama se acercó al muchacho y le dijo: “Mi jovencito, ¿qué es lo que miras con tanta insistencia en el escaparate?
“Le estaba pidiendo a Dios que me diese un par de zapatos”, fue la respuesta del muchacho.
La dama lo tomó de la mano y entraron a la tienda, le pidió al vendedor que trajese una media docena de calcetines para el muchacho. Entonces, le preguntó si podía conseguirle una vasija con agua y una toalla.
Él se las trajo rápidamente. Ella se llevó al muchacho a la parte trasera de la tienda y, quitándose sus guantes, se arrodilló, lavó sus piecitos y los secó con la toalla.
Para entonces, el vendedor había regresado con los calcetines.
Colocando un par en los pies del muchacho, entonces ella le compró un par de zapatos, y atando el resto de los pares de calcetines, se los entregó. Le dio una palmadita en la cabeza y le dijo: “No hay duda, mi amiguito, te sentirás más cómodo ahora”.
Al salir, el asombrado muchacho le tomó la mano y, mirándola al rostro, con lágrimas en sus ojos, le contestó con estas palabras: “¿Es usted la esposa de Dios?”
Desconocemos el Autor
No hay duda que cuando somos compasivos nos parecemos a Dios, porque Dios es Compasivo. Extendemos nuestra mano amiga y tierna.
Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.Mateo 5:16.
Y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito: “Por eso te alabaré entre las naciones; cantaré himnos a tu nombre.”Romanos 15:9.

sábado, 12 de febrero de 2011

ENVIAR LUZ

Lectura: Filipenses 2:12-18.
"Hijo de Dios sin mancha en [...] una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares..." Filipenses 2:15
El empresario norteamericano Mark Bent gastó 250,000 dólares para desarrollar y fabricar una linterna solar económicamente accesible. Miles de esos artefactos han sido distribuidos gratuitamente o a un precio módico a personas que viven en campos de refugiados en Africa. Una carga solar diaria brinda siete horas de iluminación vivificante a quienes se encuentran en casas, escuelas y clínicas médicas donde la oscuridad ha fomentado el crimen y la violencia.
El contraste entre la oscuridad y la luz es una imagen destacada en la presentación que hace la Biblia acerca de Jesús, el Mesías. «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (Isaías 9:2). «En él [Jesús] estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella» (Juan 1:4-5).
Como seguidores de Jesús, hoy tenemos el privilegio de ser quienes llevamos su luz. Pablo instó a los creyentes de Filipos a ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación perversa y maligna, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Filipenses 2:15).
En vez de tenerle miedo a la oscuridad espiritual que nos rodea y sentirnos oprimidos por ella, podemos descansar en la gracia que Dios da a sus hijos, para que brillen para él.
Jesús vino a iluminar un mundo en tinieblas.

viernes, 11 de febrero de 2011

«TOMA MI MANO, PRECIOSO SEÑOR»

«Fue Dios quien nos unió», manifestó Thomas. Los jóvenes esposos se amaban profundamente. Y aún mayor fue el arrobamiento cuando se supo que una criaturita venía en camino. Pero algo no andaba bien. La joven mujer murió al dar a luz, y al día siguiente el bebé que había nacido siguió a su madre por el camino hacia las estrellas. Fue la primera gran tragedia de varias en su vida.

A los pocos días se sentó al piano y compuso una canción. Le puso por título: «Toma mi mano, precioso Señor». Así comenzó la carrera musical de Thomas Dorsey, hombre de raza negra de los Estados Unidos. Escribió canciones espirituales hasta que murió a los noventa y tres años de edad. Ese primer himno, nacido del dolor, se tradujo a cincuenta idiomas.

Fue larga la vida de Thomas Dorsey, hijo de un pastor protestante del estado de Georgia. Con su increíble talento musical tocó el piano en clubes nocturnos en orquestas de jazz hasta los veintiséis años. A esa edad tuvo una transformación espiritual y se dedicó, desde ahí en adelante, a componer himnos y cantos espirituales. Compuso más de mil.

Muchos de sus himnos se cantan todavía en las iglesias y figuran en muchos himnarios. Pero el favorito de todos fue el primero que compuso, aquel titulado: «Toma mi mano, precioso Señor».

¿Qué es lo que uno está diciendo cuando canta: «Toma mi mano, precioso Señor»? ¿Tendrá algún valor una petición así? ¿Escuchará Dios el clamor desesperado de sus hijos? ¿Valdrá la pena pedir de Dios su ayuda?

La respuesta, muy firme y categórica, es: sí. Muchas veces, en el transcurso de sus noventa y tres años, Dorsey levantó su mano al cielo en busca de consuelo. Y por su continua dedicación a Dios, durante tantos años, siempre halló la mano cálida y amistosa de Cristo dispuesta a estrechar la suya.

¿Necesitamos hoy una mano amistosa? Quizá nuestro matrimonio esté en problemas. Tal vez algún hijo nos esté haciendo la vida imposible. O quizá nos hayan comunicado que tenemos una enfermedad mortal. ¿Qué podemos hacer? Lo que hizo Thomas Dorsey: levantar la mano al cielo y pedir: «Toma mi mano, precioso Señor.»

De hacerlo así, esa mano divina que los clavos horadaron en la cruz tomará la nuestra. Cristo nunca deja de respondernos, nunca nos niega su mano, nunca ignora nuestro clamor. ¿Queremos estrechar esa bendita mano? Él sólo espera que le extendamos la nuestra.

Hermano Pablo

martes, 8 de febrero de 2011

ELOGIO DE LA LENTITUD

Lectura: 2 Pedro 3:1-9.
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza” 2 Pedro 3:9
Si hubiera un concurso para determinar cual es la virtud más popular, sospecho que «rápido» derrotaría a «mejor». Muchas partes del mundo parecen estar obsesionadas con la velocidad. Sin embargo, la locura de lo «rápido» nos está conduciendo rapidamente a ninguna parte.
«Ha llegado la hora de poner un freno a nuestra obsesión de hacer todo con más rapidez», dice Carl Honoré en su libro Elogio de la lentitud. «La velocidad no es siempre la mejor política».
Según la Biblia, tiene razón. Pedro advirtió que, en los últimos días, la gente dudaría de Dios porque parece lento («retarda») en cumplir Su promesa de regresar. No obstante, también señaló que Su aparente lentitud es algo bueno. En realidad, el Señor está demostrando Su paciencia al dar más tiempo para que la gente se arrepienta (2 Pedro 3:9), y también al ser coherente con Su carácter, que es paciente o tardo para la ira (Éxodo 34:6).
Nosotros también debemos ser lentos para enojarnos y para hablar (Santiago 1:19). Según
Santiago, la «prontitud» está reservada para nuestros oídos. Se supone que debemos ser rápidos para escuchar. Piensa cuantos problemas podríamos evitarnos si aprendiéramos a escuchar (escuchar en serio, no sólo para de hablar) antes de decir algo.
En nuestro apuro por alcanzar las metas y cumplir con los plazos, acordémonos de acelerar los oídos y desacelerar el carácter y la lengua.
Cuando estés a punto de perder la paciencia con alguien, recuerda lo paciente que ha sido Dios contigo.

CUANDO DE REPENTE SE PIERDE LA VISTA

A los nueve años de edad tenía vista de lince, gran aptitud para correr, e inteligencia sobresaliente. Pero a los diez, en un juego de cricket, recibió un terrible pelotazo en el ojo derecho, y a las pocas semanas Cyril Charles, un niño de la isla Trinidad, quedó casi totalmente ciego.

¿Qué hace un niño de diez años de edad que de repente pierde la vista? Hace lo que, por lo general, no hacen los adultos. En esto podríamos nosotros los adultos aprender de los niños.

Cyril Charles, sin amilanarse, comenzó de inmediato a aprender el braille y, mientras lo aprendía, continuó cursando sus estudios. Aunque lo muy poco que veía aparecía borroso, continuó también practicando el fútbol y el atletismo. Con el paso del tiempo Cyril no sólo se convirtió en un estudiante singular, sino que sobresalió en el deporte. Y a los veinte años ganó una maratón para minusválidos.

Al año de ganarse esa carrera, con los adelantos de la ciencia fue operado de la vista, y Cyril recuperó su visión. Había pasado muchos años en sombras, pero resurgió, por fin, a la luz y a esperanzas cumplidas.

Una desgracia física no es el fin de la vida. El mundo no se detiene porque uno haya sufrido un percance. Es cierto que hay que hacer ajustes. A veces es cuestión de enfrentar un nuevo régimen de acción, pero la vida sigue. Y la esperanza, la fuerza de voluntad, la férrea resolución, la tenacidad y la constancia traen, con el tiempo, el triunfo.

No perdamos la fe. La fe en uno mismo y la confianza en los semejantes producen una esperanza que trasciende toda tragedia humana. El cuerpo físico puede nacer contrahecho o débil. Puede deteriorarse. Puede, incluso, perder uno de sus miembros o uno de sus sentidos físicos. Pero si dentro del cuerpo tenemos el alma viva y pujante, triunfaremos porque ésta nos sostendrá.

No perdamos la fe. Creamos, más bien, en Dios. La fe en Dios nuestro Creador produce una fuerza en nosotros mil veces mayor que la fuerza humana. Las competencias deportivas para minusválidos que se realizan ya en casi todas partes del mundo están demostrando que cojos, mancos, paralíticos, ciegos y otros muchos impedidos pueden vencer obstáculos increíbles.

No perdamos la fe. Aferrémonos, más bien, a la mano de Dios. Creamos como creía el apóstol Pablo, que dijo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).

Hermano Pablo

REFRIGERIO PARA EL ALMA

Su Palabra es el refrigerio que necesita nuestra alma día a día para seguir adelante. Algunos bellos versículos que animarán nuestro corazón en el día de hoy.

Dios es Consuelo.

“Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques.” Salmos 84:5-6

“El oro tiene que ser metido en el fuego purificador, antes de que pueda ser moldeado o martillado en un ornamento de belleza para el Rey”

Dios es Descanso.

Podemos poner en El todo nuestro ser y descansar en que El tiene el control. Mateo 11:28
“echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” 1°Pe. 5:7

Dios es Paz .

Filipenses 4:6-7
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.


La ansiedad... nos quita el descanso y hace bajar nuestra mirada del Señor. Y Dios, en su amor para con nosotros, nos da en Filipenses 4:6-7 la forma correcta para vencer.
La oración produce el mismo efecto, nos acerca tanto a nuestro Dios que podemos volar junto a Él, sobre aquellas cosas que nos producen ansiedad.

Dios es Bueno.

Nahum 1:7, Juan 10:11 Tito 3:4
“Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones” Salmos 100:5

El es el buen Pastor, es bueno…SIEMPRE!!!!

Dios es Protección.

“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de las alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido” Salmos 63:7-8
“ Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano” Salmos 139: 5
Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.
Salmos 40:17

Dios es Refugio. .

Salmos 91: 1-4 “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente, diré yo a Jehová: Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quién confiaré”. “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”.

No hay nada mejor que estar bajo sus alas y sentirme allí segura. Él está allí, Él está aquí, a mi lado, a tu lado. No tienes nada que temer…¡¡ está cubriéndote con Sus alas… hasta que pasen los quebrantos!!. Salmos 57:1

¿Se o lvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.
He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org