domingo, 30 de enero de 2011

DETRAS DEL VELO

Lectura: Lucas 23:39-43.
"Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" Lucas 23:43
El pastor y escritor Erwin Lutzer escribió: «En cuanto te deslices detrás del velo rasgado, te encontrarás disfrutando de una bienvenida personal por parte de Cristo o percibiendo el primer atisbo de condenación, como nunca antes experimentaste. Sea como sea, tu futuro estará irrevocablemente determinado y permanecerá eternamente inmutable».
Lucas registró un breve pero importante relato que describe a dos hombres que están a punto de atravesar el velo de la muerte. Cuando Jesús fue crucificado, dos hombres fueron colgados junto a Él. Según Marcos, ambos lo insultaban (15:32).
Sin embargo, el corazón de uno de los ladrones fue transformado al darse cuenta de que Jesús era inocente, de que él era pecador y de cuál era su destino. Entonces, reprendió al otro ladrón y le pidió al Señor que se acordara de él cuando viniera en Su reino. Estas palabras fueron una señal de arrepentimiento y de fe sencilla. Jesús respondió: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43). Ese hombre fue salvo de inmediato. Ese día supo dónde pasaría la eternidad.
Reconocer que somos pecadores y colocar nuestra confianza en la muerte y la resurrección de Cristo nos asegura poder saber de inmediato dónde pasaremos nuestros mañanas por toda la eternidad, una vez que nos deslicemos detrás del velo rasgado.
Para prepararte para el mañana, confía en Jesús hoy.

SEMILLAS DE REFLEXION

Deja que estas semillas germinen hoy en tu corazón y produzcan fruto deseado.

Primero, digámonos a nosotros mismos lo que queremos ser; entonces hagamos lo que tenemos que hacer.
Epictetus

La paz en la tierra vendrá a quedarse cuando vivamos la Navidad cada día.
Helen Steiner Rice

No podemos llegar a ser lo que necesitamos permaneciendo como somos.
Oprah Winfrey

Los pescadores saben que el mar es peligroso y las tormentas terribles, pero nunca han considerado estos peligros como razón suficiente para permanecer en tierra.
Vincent Van Gogh

Cuando sentimos que hemos llegado al límite de nuestra vida y que no podemos pasar más allá, démosle a ese obstáculo un último empujón porque bien pudiera ser ese el que abra aquella pesada puerta al éxito. Si no lo intentamos esta última vez, nunca sabremos. Atrevámonos.
Sarah Margaret Bradbury

En un año a partir de hoy, pudiésemos estar deseando haber comenzado hoy.
Karen Lamb

Conozco el precio del éxito: dedicación, trabajo duro, y una devoción que no se rinde a las cosas que queremos que pasen.
Frank Lloyd Wright

El logro más grande no consiste en nunca caer, sino en volver a levantarnos una vez que hemos caído.
Vince Lombardi

Una actitud saludable es contagiosa pero no esperemos a que otros nos la pasen; seamos portadores.
Autor Desconocido

Mateo 13:32
El cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.

Marcos 4:31
Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra.

sábado, 29 de enero de 2011

CORRER LA CARRERA


Lectura: 1 Corintios 9:19-27.
"¿No sabéis que los que corren en el estadio, […] uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" 1 Corintios 9:24
Spiridon Louis no es muy conocido en el mundo, pero sí en Grecia. Esto se debe a lo que sucedió en 1896, cuando los Juegos Olímpicos resurgieron en Atenas.
En las pruebas de aquel año, a los griegos les fue bastante bien, ya que fue la nación que ganó más medallas. Pero el evento que se convirtió en el verdadero orgullo de Grecia fue el primer maratón en la historia. En esta carrera, compitieron 17 atletas, en aquella ocasión de 40 kilómetros (24,8 millas), pero la ganó Louis, un simple obrero. Por sus logros, el rey y la nación lo honraron, y se convirtió en héroe nacional.
El apóstol Pablo utilizó el correr una carrera como ilustración para describir la vida cristiana. En 1 Corintios 9:24, no sólo nos desafió a correr, sino a hacerlo como para ganar. Dijo: «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis». Pablo no sólo enseñó esta verdad, sino que la puso en práctica en su propia vida. En su última epístola, declaró: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Timoteo 4:7). Después de haber completado la carrera, el apóstol gozosamente anticipaba el momento de recibir la corona de victoria de manos del Rey del cielo.
Como Pablo, corre tu carrera terrenal para ganar y para agradar a tu Rey.
La carrera del creyente no es de velocidad; es un maratón.

TODA INFRACCIÓN INDIGESTA

Era un pequeño restaurante, uno de esos que llaman «de comida rápida». El hombre, de treinta y ocho años de edad, entró a comer un sándwich de pavo. Comió bien, pero luego, además de no pagar, asaltó al cajero y le sacó ocho dólares.

El plan le salió tan bien que Guillermo Molina siguió haciendo lo mismo por tres meses. Comía comidas suaves y lo hacía rápidamente. Luego asaltaba al cajero, extrayendo el dinero que hubiera en caja, y se iba lo más campante.

Cuando lo arrestaron, el juez lo condenó a veinticinco años de prisión: un año por cada comida rápida que consumió y no pagó. De ahí en adelante, durante veinticinco años consecutivos, tendría comida, si no buena y abundante, por lo menos gratis: comida de cárcel.

¡Cuántas personas hay que comen cosas que parecen ser agradables, sin saber que se están indigestando! El hombre y la mujer que hacen el mal tienen la tendencia a encubrir sus faltas, y buscan justificar todo lo que hacen. Se juzgan a sí mismos y se declaran inocentes. Y siguen haciendo el mal hasta que la conciencia, cansada de acusar, deja de insistir.

Hay personas que viven en adulterio por años. Piensan que es una comida agradable. Hasta se sienten satisfechos de hacerlo, pensando que son triunfadores. No obstante, es comida que indigesta matrimonio, relaciones, vida y alma.

Tarde o temprano, la consecuencia de esa comida producirá tal indigestión que desearán morir. Cuando familiares, especialmente hijos, les den la espalda, querrán borrar para siempre esa mancha. Pero una vez hecha, queda para siempre. Toda infracción indigesta. Todo pecado hace mal. Toda maldad, en una forma u otra, mata.

¿Qué debemos hacer, una vez que hemos caído? ¿Qué esperanza nos queda, una vez que nuestro pasado ha quedado manchado? ¿Cómo podemos limpiar esa mancha?

El primer paso es reconocer que hemos caído. Cuando reconocemos nuestro error y deseamos levantarnos, ese deseo es el comienzo de nuestra restauración: toca el corazón de aquellos a quienes hemos herido, y despierta en ellos el deseo recíproco de mostrarnos amor y aceptación.

Además de eso, el arrepentimiento sincero toca también el corazón de Dios. Cuando Él ve en nosotros una humildad genuina, entra a nuestra vida con su gracia salvadora y nos cambia por completo. Cristo sana, limpia, justifica y regenera. Permitámosle que lo haga. Él nos dará una nueva vida.

Hermano Pablo

viernes, 28 de enero de 2011

ISAIAS 41:10

EL ALFARERO

LA CARPINTERIA

"Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos."

1 Corintios 12:14

Cuentan que en una carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El MARTILLO ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? hacía demasiado ruido Y, además se pasaba todo al tiempo golpeando.


EI martillo aceptó su culpa, pero a su vez pidió la expulsión de LA LIJA. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado EL METRO, que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. El metro, ante el ataque pidió a su vez la expulsión de EL TORNILLO, dijo que había que darles muchas vueltas para que sirviera para algo.

En eso entró EL CARPINTERO - se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó al martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.


Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra EL SERRUCHO y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos"

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad.


Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.


La Biblia, refiriéndose a la Iglesia como un cuerpo, expresa lo siguiente: "Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular." (1 Corintios 12:14-27)

¡Es tan fácil encontrar defectos! Cualquier tonto puede hacerlo, pero, con la ayuda de Dios, podemos encontrar cualidades en otros, de tal manera que nos capacite a inspirar todos los éxitos humanos.

¿Te esforzarás en ser como el "carpintero"? Yo trat


¡Dios les bendiga!