martes, 23 de noviembre de 2010

LA HISTORIA COBRA VIDA

Lectura: Éxodo 13:14-16.
"Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es […] la pascua" Éxodo 12:26-27
La película Noche en el museo describe las graciosas experiencias de un guardia en un museo de historia natural. La emoción comienza cuando las figuras exhibidas cobran vida por la noche.
Inspirados en esta película, los directores de un museo de verdad crearon una experiencia similar. El personal interpretaba figuras históricas como caballeros con armadura, damas de la época victoriana y miembros de la realeza egipcia. Cuando los niños llegaban, se les decía que los personajes habían cobrado vida y era necesario hacer que volvieran a su lugar. Al hacerlo, la historia cobraba vida para ellos.
Los niños no tienen por qué aburrirse con la historia. Esto es especialmente cierto en cuanto a las historias bíblicas. Tomemos a Moisés, por ejemplo. Escapó de la muerte siendo un bebé, fue educado como un príncipe, obró milagros y recibió los Diez Mandamientos. ¡Cuántos elementos emocionantes en una historia para enseñarles a los niños acerca de Dios!
Hace generaciones que a los niños se les han contado historias bíblicas, como en el período de Éxodo (caps. 12–13) y Deuteronomio (cap. 6). Moisés describió momentos en los que se les volvían a relatar hechos vitales de la historia judía.
¿Por qué no separar un tiempo para leerles historias bíblicas a los niños que son parte de tu vida? Después, ¡observa su emoción a medida que estas cobran vida!
Los tesoros de la Biblia los encuentran los que excavan para buscarlos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LA MALDITA MANZANA DELICIOSA

Era una simple manzana, una manzana roja, dulce, de piel aterciopelada, como todas las deliciosas manzanas que se producen en la provincia de Río Negro. Así que la pequeña Yesica Isabel Vilte, de Salta, Argentina, se la comió. Sus pequeños y filosos dientes se hincaron en la sabrosa pulpa... pero sólo para morir envenenada. Alguien —¡vaya a saber quién!— había inyectado en la fruta un poderoso veneno.

¿Quién iba a pensar que estaba saturada de veneno? Otros niños, incluso sus dos hermanitos, comieron manzanas del mismo canasto. Esas no estaban envenenadas. Alguien envenenó, adrede, esa singular manzana.

¿Qué enfermedad mental podría tener quien actuó de ese modo? ¿Qué resentimiento u odio le tendrá a la vida? ¿De dónde salen ideas tan destructivas? ¿Qué le está pasando a la raza humana?

¿Habrá alguna comparación entre esta fruta envenenada y aquella otra de la cual habla la Biblia? Nuestros primeros padres comieron una fruta que la tradición dice haber sido manzana. Como quiera, era una fruta agradable a la vista. Tenía incitante color y forma. Invitaba a probarla. Además de dulzor, prometía sabiduría y, más aún, aseguraba ser como Dios, que distingue entre el bien y el mal. Pero esa simple fruta —ya fuera manzana, pera o durazno—, la que la Biblia califica de fruta «del conocimiento del bien y del mal», produjo la muerte espiritual de la primera pareja y desencadenó todos los males que hay ahora en la tierra.

Cada vez que se prueba un fruto prohibido, parece dulce. El primer robo, el primer asalto, la primera estafa, parecen dulces. El primer adulterio es sabroso, así como la primera aventura galante de una mujer parece encantadora. Pero el resultado es la muerte, siempre la muerte. El diablo sabe pintar sus frutas tentadoras con los mejores colores, y perfumarlas con los mejores aromas, pero el resultado final es la muerte, siempre la muerte. Así fue en el Edén, y así ha sido siempre en todas las épocas de la historia. Todos los vicios y todas las pasiones al principio parecen deliciosos, pero al final, arrastran a la muerte.

Sólo Jesucristo puede salvarnos de las manzanas envenenadas de la vida. ¿Por qué sufrir la agonía que es fruto del pecado, cuando podemos rendirle nuestra vida a Él?

Hermano Pablo

EXISTENCIA FRAGIL

Lectura: Job 1:13-22.
"Para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios" 2 Corintios 1:9
Me fascinan las formaciones geológicas en el Parque Nacional de Yellowstone. Pero, cuando camino entre los géiseres, soy consciente de lo cerca que estoy del peligro. Estoy caminando sobre uno de los volcanes más grandes y activos en el mundo.
Cuando leo el libro de Job, es como si estuviera caminando por Yellowstone y el volcán entrase en erupción, haciendo que la frágil corteza de la tierra explote y cause un gran desastre.
Al igual que los turistas en Yellowstone, Job estaba disfrutando de la vida. No estaba al tanto de que sólo un muro lo separaba del desastre (Job 1:9-10). Cuando Dios quitó ese muro y permitió que Satanás probara a Job, su vida explotó (vv.13-19).
Muchos creyentes viven en circunstancias en las que parece que Dios, por alguna razón, ha quitado Su muro de protección. Otros, también por razones desconocidas, viven en relativa calma, aparentemente ignorantes de su frágil existencia. Al igual que los amigos de Job, asumen que nada malo les pasará, a menos que hagan algo para merecerlo.
Sin embargo, a partir de lo que aprendemos de Job, Dios permite algunas veces que a las personas buenas les sucedan cosas malas. Aunque el desastre puede ocurrir en cualquier momento, nada tiene el poder de destruir a aquellos que confían en Cristo (2 Corintios 4:9). Ningún desastre puede separarnos del amor de Dios.

El amor de Dios sigue en pie cuando todo lo demás ha caído.

domingo, 21 de noviembre de 2010

UN CORAZON DISPUESTO

“Mi corazón está dispuesto, oh Dios…” Salmos 108 :1a

¿Qué podría hacer Dios con un corazón dispuesto?, bueno creo que Dios podría hacer grandes cosas, podría mostrarse a nuestras vidas de una manera sobrenatural y podríamos experimentar muchas bendiciones de Dios. Y es que hoy en día hay muchas personas que son simpatizantes de la Palabra del Señor, es decir personas que les gusta oír y leer sobre la Palabra de Dios pero que realmente no tienen un corazón dispuesto a que Dios pueda actuar libremente en sus vidas. Pero solo ser simpatizante no basta, sino que el objetivo de Dios es que podamos disponer nuestros corazones para que El pueda hablar a nuestra vida de diferentes formas para mostrarnos el camino que debemos seguir o para cumplir el propósito suyo para el cual estamos acá. Lastimosamente muchos de nosotros no tenemos un corazón dispuesto, vamos a nuestras congregaciones o a reuniones en donde se comparte la Palabra de Dios, pero no hay aquel anhelo de llevar a la práctica aquello que estamos escuchando. Muchos antes de disponer su corazón se fijan en quien compartirá la Palabra y dependiendo de ello disponen su corazón para ser ministrados, otros se fijan quien cantara o que alabanzas entonaran como para disponerse por completo a adorar al Señor. ¡Qué equivocación más grande! ¿Qué haría Dios con una persona que tiene un corazón dispuesto?, sin duda haría cosas maravillosas, te ministraría de una manera única, tu vida no fuera la misma, tu corazón sincero y humilde estaría lleno de la presencia de Dios, pero volvamos a la realidad: ¡Cuánto nos cuesta disponer nuestro corazón! Hoy quiero motivarte a que dispongas tu corazón cada vez que vayas a la casa de Dios, cada vez que escuches una alabanza o una predicación, cada vez que leas un articulo como este o como los que escriben otras personas, que no importando quien sea puedas disponer tu corazón para que Dios pueda hablarte, porque estoy seguro que Dios está con la intención de bendecirte si tan solo dispones tu corazón. ¿Cuántas bendiciones hemos evitado para nuestra vida por la falta de disposición?, ¿Cuántas veces hemos ido a escuchar palabra solo por ir, pero que realmente nuestra mente está en otro lugar, y salimos de esos lugares como que nunca hubiéramos entrado?, hoy es día de cambiar eso, estamos viviendo unos tiempos en donde se necesita que haya sensibilidad espiritual y esta jamás se lograra si no existe disposición de corazón. Amados, ya no es tiempo del prejuicio, ya no es tiempo de la crítica ni mucho menos de creernos los perfectos y espirituales, seamos humildes, reconozcamos que por la gracia de Dios somos lo que somos y que sin El no somos nada, vivamos cada día con la misma humildad con la cual iniciamos este caminar, con hambre de Dios, con hambre de su presencia, con la necesidad que El nos toque, con el anhelo de que haga de nosotros lo que bien le parezca, que nos use de la manera que nos quiera usar, deja a un lado todo aquello que esta estorbando tu caminar, fija tus ojos en Jesús y camina derecho, sin ver a los lados. Estoy seguro que Dios hará cosas maravillosas en un corazón dispuesto, basta ya de toda soberbia, de toda altivez, de todo aquello que me impide encontrarme libremente con el Señor, no seas sabio en tu propia opinión, no creas que eres mejor que los demás, simplemente dispón tu corazón y deja que Dios te ministre, recuerda que Dios resiste al soberbio, pero al humilde da gracia.

¡Dispongamos hoy nuestro corazón al señor!

sábado, 20 de noviembre de 2010

PRECIOSO FRUTO

Lectura: Gálatas 5:22-26.
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" Gálatas 5:22-23
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una fruta? En Japón, alguien pagó más de 6 000 dólares por una sandía Densuke. Esta bella esfera de color verde oscuro, que sólo crece en la isla Hokkaido, al norte de Japón, parece una bola de bolos. La sandía de casi nueve kilos fue una de unos pocos miles que estuvieron disponibles ese año. La rareza de la fruta ocasionó un precio astronómico en el mercado.
Los cristianos tienen un fruto muchísimo más precioso que la sandía Densuke. Se lo llama el fruto del Espíritu: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22-23). Cada «fruto» es un aspecto diferente de la semejanza a Cristo. En los Evangelios, vemos cómo Cristo ejemplificó estas virtudes. Ahora Él quiere producirlas en nuestros corazones, en lo que decimos, en nuestra manera de pensar y de responder a la vida (Juan 15:1-4).
Puede que una fruta rara y deliciosa ocasione un precio elevado en el mercado, pero el carácter a semejanza de Cristo tiene un valor muchísimo mayor. Al confesar todo pecado conocido y rendirnos al Espíritu de Dios que vive dentro de nosotros, nuestras vidas serán transformadas a la semejanza de Cristo (1 Juan 1:9; Efesios 5:18). Este fruto espiritual llenará nuestras vidas de gozo, bendecirá a los que estén alrededor de nosotros y durará por toda la eternidad.
Ser fructíferos para Cristo depende de nuestra comunión con Él.

viernes, 19 de noviembre de 2010

LA LLAVE DESTRUCTORA

Era el año 1944, y la Segunda Guerra Mundial hervía en su última etapa. Estaba por comenzar la batalla final, la de Berlín, Alemania.

Fue entonces que la fábrica Mercedes Benz recibió un pedido oficial. Tenía que fabricar un automóvil completamente a prueba de balas. Esto incluía puertas blindadas, cristales irrompibles y un motor de 400 caballos de fuerza, capaz de hacer correr el vehículo a más de 200 kilómetros por hora. Debía estar tapizado con el más fino cuero, contar con teléfono, radio y aire acondicionado, y ser completamente automático. Estaba destinado al Mariscal Goering. Como último detalle, debía proveérsele de un mecanismo especial, en que con sólo al mover una llave, esa joya mecánica pudiera desintegrarse instantáneamente.

El Mariscal Goering lo usó muy poco tiempo. Poco después Berlín cayó. A todos los jefes alemanes los arrestaron. Hitler se suicidó, y Goering mismo, ingiriendo una pastilla de veneno, también se quitó la vida.

El famoso Mercedes Benz fue confiscado por las tropas invasoras y posteriormente vendido a un coleccionista por 165.000 dólares. El nuevo dueño, que compró el auto para exhibirlo, poseía ahora no sólo una joya mecánica sino también una reliquia histórica. Pero era así mismo dueño de una bomba, pues con el más pequeño descuido el mal uso de esa llavecita haría desintegrar por completo ese tesoro.

El ser humano, como aquel Mercedes Benz, es un tesoro de incalculable valor. Y tiene también una llavecita que controla su vida. Esa llave es su voluntad, que es el elemento dentro de él que lo distingue de la bestia. La voluntad es esa parte muy especial del ser humano que le da la capacidad de imaginar, de creer, de soñar, de amar. Es la parte que le permite tener fe, experimentar esperanza, creer en sí mismo y conocer a Dios. Pero esa misma voluntad lleva en sí, también, la capacidad de destruir, porque usada para engañar, para deshonrar, para odiar y para matar, se convierte en la llave que puede desintegrar totalmente el tesoro que es él mismo.

Nuestra voluntad nos destruirá si no está sometida a la voluntad de Dios. No podemos, sin Dios, regir nuestra vida sin destruirnos a nosotros mismos. Entreguémosle nuestra vida al Señor Jesucristo. Sólo así podremos ser el tesoro que Dios quiso que fuéramos.

Hermano Pablo

jueves, 18 de noviembre de 2010