sábado, 20 de noviembre de 2010

PRECIOSO FRUTO

Lectura: Gálatas 5:22-26.
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" Gálatas 5:22-23
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una fruta? En Japón, alguien pagó más de 6 000 dólares por una sandía Densuke. Esta bella esfera de color verde oscuro, que sólo crece en la isla Hokkaido, al norte de Japón, parece una bola de bolos. La sandía de casi nueve kilos fue una de unos pocos miles que estuvieron disponibles ese año. La rareza de la fruta ocasionó un precio astronómico en el mercado.
Los cristianos tienen un fruto muchísimo más precioso que la sandía Densuke. Se lo llama el fruto del Espíritu: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22-23). Cada «fruto» es un aspecto diferente de la semejanza a Cristo. En los Evangelios, vemos cómo Cristo ejemplificó estas virtudes. Ahora Él quiere producirlas en nuestros corazones, en lo que decimos, en nuestra manera de pensar y de responder a la vida (Juan 15:1-4).
Puede que una fruta rara y deliciosa ocasione un precio elevado en el mercado, pero el carácter a semejanza de Cristo tiene un valor muchísimo mayor. Al confesar todo pecado conocido y rendirnos al Espíritu de Dios que vive dentro de nosotros, nuestras vidas serán transformadas a la semejanza de Cristo (1 Juan 1:9; Efesios 5:18). Este fruto espiritual llenará nuestras vidas de gozo, bendecirá a los que estén alrededor de nosotros y durará por toda la eternidad.
Ser fructíferos para Cristo depende de nuestra comunión con Él.

viernes, 19 de noviembre de 2010

LA LLAVE DESTRUCTORA

Era el año 1944, y la Segunda Guerra Mundial hervía en su última etapa. Estaba por comenzar la batalla final, la de Berlín, Alemania.

Fue entonces que la fábrica Mercedes Benz recibió un pedido oficial. Tenía que fabricar un automóvil completamente a prueba de balas. Esto incluía puertas blindadas, cristales irrompibles y un motor de 400 caballos de fuerza, capaz de hacer correr el vehículo a más de 200 kilómetros por hora. Debía estar tapizado con el más fino cuero, contar con teléfono, radio y aire acondicionado, y ser completamente automático. Estaba destinado al Mariscal Goering. Como último detalle, debía proveérsele de un mecanismo especial, en que con sólo al mover una llave, esa joya mecánica pudiera desintegrarse instantáneamente.

El Mariscal Goering lo usó muy poco tiempo. Poco después Berlín cayó. A todos los jefes alemanes los arrestaron. Hitler se suicidó, y Goering mismo, ingiriendo una pastilla de veneno, también se quitó la vida.

El famoso Mercedes Benz fue confiscado por las tropas invasoras y posteriormente vendido a un coleccionista por 165.000 dólares. El nuevo dueño, que compró el auto para exhibirlo, poseía ahora no sólo una joya mecánica sino también una reliquia histórica. Pero era así mismo dueño de una bomba, pues con el más pequeño descuido el mal uso de esa llavecita haría desintegrar por completo ese tesoro.

El ser humano, como aquel Mercedes Benz, es un tesoro de incalculable valor. Y tiene también una llavecita que controla su vida. Esa llave es su voluntad, que es el elemento dentro de él que lo distingue de la bestia. La voluntad es esa parte muy especial del ser humano que le da la capacidad de imaginar, de creer, de soñar, de amar. Es la parte que le permite tener fe, experimentar esperanza, creer en sí mismo y conocer a Dios. Pero esa misma voluntad lleva en sí, también, la capacidad de destruir, porque usada para engañar, para deshonrar, para odiar y para matar, se convierte en la llave que puede desintegrar totalmente el tesoro que es él mismo.

Nuestra voluntad nos destruirá si no está sometida a la voluntad de Dios. No podemos, sin Dios, regir nuestra vida sin destruirnos a nosotros mismos. Entreguémosle nuestra vida al Señor Jesucristo. Sólo así podremos ser el tesoro que Dios quiso que fuéramos.

Hermano Pablo

jueves, 18 de noviembre de 2010

ARIEL KELLY EN LA IGLESIA LA PAZ

ARIEL KELLY EN LA IGLESIA LA PAZ

ARIEL KELLY EN LA IGLESIA LA PAZ

ARIEL KELLY EN LA IGLESIA LA PAZ

¡NO HAY TRATO!

Lectura: Lucas 4:1-13.
"Escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" Lucas 4:4
Todos hemos visto y escuchado anuncios publicitarios que nos tientan a tomar atajos hacia la felicidad. ¡Compre nuestro producto y no pague más durante todo un año! ¡Gratificación instantánea!
Cuando el diablo tentó a Jesús (Lucas 4:1-13), le ofreció un atajo hacia la «satisfacción». Trató de tentar a Jesús para que tomase el asunto en Sus propias manos en vez de confiar en Su Padre.
Cuando Jesús tuvo hambre, tras 40 días de ayuno (v.2), Satanás sugirió que usara Su poder para convertir las piedras en pan. Si el Señor lo hubiese hecho, habría estado usando Sus poderes para Su propio beneficio, pero se negó a hacerlo.
¿Por qué Jesús no aceptó el ofrecimiento del diablo de gobernar todos los reinos del mundo de inmediato? (vv.5-7). Podría haber evitado la cruz. Pero eso habría ido contra el plan de Dios para Él; es decir, que diera Su vida en la cruz, resucitara y se sentara a la diestra del Padre en Su reino. El atajo que Satanás le ofrecía no era nada ventajoso.
Cuídate de las tentaciones que parecen representar un costo pequeño en el presente. Satanás espera lograr que hagas las cosas a su manera. Y no se rinde con facilidad. Aun después de que Jesús venciera la tercera tentación, Satanás sólo se fue «por un tiempo» (v.13).
Siempre que te hagan una oferta para un atajo hacia la felicidad, ¡fíjate quién está detrás del mostrador!

La mejor manera de escapar a la tentación es correr hacia Dios.