
lunes, 8 de noviembre de 2010
¿COMO IBA A SABERLO?
"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención" Efesios 4:30
Era la temporada de los conciertos de la escuela secundaria y los estudiantes de música se estaban preparando para la gran fiesta navideña. La profesora había comunicado claramente cada detalle a los estudiantes y a los padres en dos ocasiones distintas, y la hora, fecha y lugar del ensayo obligatorio estaban claramente establecidos.
Pero el día del ensayo una madre nerviosa llamó durante la práctica para averiguar a qué hora se suponía que su hija adolescente debía presentarse. Otra llamó para decir, «Oh, estamos llevando a Tomás a lo de la abuela. No hay problema si se pierde el ensayo, ¿cierto?» Cuando la profesora les recordó a los padres que era una práctica obligatoria y que ya había comenzado, escuchó a alguien decir: «¿Por qué nadie me avisó? ¿Cómo iba a saberlo?»
Así como esta profesora se sentía molesta porque sus claras instrucciones fueron ignoradas, ¿será posible que Dios se sienta atribulado por nuestra tendencia a ignorar Sus claras instrucciones? En 1 Tesalonicenses, Pablo nos recuerda que el mensaje de inspiración divina nos dice «cómo [n]os conviene conducir[n]os y agradar a Dios» y que esas instrucciones fueron dadas «por el Señor Jesús» (4:1-2). Pablo explica que al Señor le entristece que ignoremos Sus enseñanzas y vivamos como nosotros queramos (Efesios 4:30-5:2).
Hagamos que leer las instrucciones de Dios y luego vivir conforme a ellas, sin excusas, sea nuestro objetivo.
No hay una buena excusa para ignorar a Dios.
sábado, 6 de noviembre de 2010
CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA
Takeo Juruna hacía su recorrido habitual por la enorme planta. Era el guarda nocturno de una fábrica electrónica de Tokio, Japón. Estaba rodeado de maravillas electrónicas como los robots, que siguen haciendo perfectamente su trabajo aunque ningún operario los maneje. Juruna se sentía orgulloso de trabajar allí.
De pronto un enorme brazo de hierro realizó un movimiento totalmente fuera de orden. Tomado por sorpresa, el hombre no pudo esquivar el golpe. Quedó muerto en medio de los robots. ¿Qué había pasado? Una interferencia electromagnética había afectado al robot y lo había llevado a realizar un movimiento totalmente desordenado.
«Fue una niebla electrónica —explicaron los técnicos—, una contaminación electromagnética que afectó al robot.»
He aquí una nueva contaminación, de las muchas que ya hay en la tierra. La «niebla electrónica» o «contaminación electromagnética» se produce por el funcionamiento de juegos de video, amplificadores caseros, teléfonos portátiles y muchos aparatos electrónicos más. Esta contaminación puede afectar los robots de las fábricas, y prácticamente «volverlos locos».
Está comprobado que el hombre contamina todo lo que toca: aire, ríos, lagos, mares, atmósfera y estratosfera. Contamina el comercio, la política, la religión y la moral. Contamina también el amor, el hogar y el matrimonio, así como a los niños y a la juventud. Contamina la mente, el corazón y el alma.
Con razón hay quienes dicen que esta vida es un martirio. Todos contaminamos lo que nos rodea y luego nos extraña que todo nos vaya mal. Le pedimos a Dios el milagro del socorro y luego nos extraña que Él no corresponda a nuestro clamor, cuando somos nosotros mismos los que producimos los males que nos acosan. Sembramos odio, rencor, ira y contienda, y cosechamos agonía, dolores, sufrimientos y muerte.
¿Podrá haber algo que quiebre esa secuencia fatídica de acontecimientos? Sí, pero sólo en el sentido individual, no colectivo. La persona que desea quitarse de encima las consecuencias que la están acabando debe tener un cambio de corazón. Eso lo produce sólo un profundo arrepentimiento. Si nos arrepentimos de corazón, Dios cambiará nuestra vida.
Hermano Pablo
viernes, 5 de noviembre de 2010
ES POSIBLE CONVERTIR TUS CICATRICES EN ESTRELLAS
En el palacio real de Teherán, en Irán, puede verse uno de los más hermoso trabajos en mosaico del mundo. Los techos y paredes resplandecen como diamantes en reflejos multifacéticos.
Originalmente, cuando fue diseñado, el arquitecto hizo colocar grandes paneles de espejos en las paredes. Cuando llegó el primer embarque desde París, encontraron horrorizados que los espejos estaban rotos.
El contratista los tiró a la basura y le llevó las tristes nuevas al arquitecto. De forma sorprendente, el arquitecto ordenó que se recogiesen todos los trozos rotos, los rompió en pequeños pedazos y los pegó en las paredes para convertirlas en un mosaico de plateados, brillantes, espejados trozos de vidrio.
¡Quebrarse para embellecerse! Es posible convertir sus cicatrices en estrellas. Es posible mejorar a causa del quebranto. Es extremadamente raro encontrar en los grandes museos del mundo objetos antiguos que no estén rotos. En realidad, algunas de las piezas más preciadas del mundo son sólo fragmentos que permanecen como un sagrado recuerdo de un glorioso pasado.
Nunca debemos subestimar el poder de Dios para reparar y restaurar.
Salmos 147: 3 Él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas.
UNA BUENA ACICALADA
"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón" Salmo 26:2-3
Nuestra perra, Dolly, es una terrier escocesa de siete años de edad. Le encanta escarbar en la tierra, lo cual significa que se ensucia mucho. La bañamos en casa una vez a la semana más o menos, pero de vez en cuando termina tan mugrienta y enredada que tenemos que llevarla a una peluquería canina para un tratamiento profesional.
Dolly detestaba ir allí porque la mujer que la atendía siempre estaba con prisa, y solía tener mal humor y ser muy dura. Hacer que atravesara la puerta era una lucha. Tan sólo ver el local hacía que quisiera huir.
El año pasado decidimos probar en otro salón y descubrimos que nuestra perra estaba menos renuente a ir, aunque la idea jamás la llenó de gozo. Eso se debe a que la persona que la atiende es amable con ella aún cuando deba bañarla a fondo, lo que le causa incomodidad.
Cuando el pecado y la maldad se acumulan en nuestro interior, necesitamos que se nos limpie. Al igual que el salmista David, debemos pedirle a Dios que examine y pruebe nuestras mentes y corazones, y nos señale los pensamientos, las actitudes y las acciones viles (Salmo 139:23-24). Puede que el Señor nos cause incomodidad, ya que la exposición es a menudo difícil, pero podemos acercarnos a Él sin temor.
Aunque algunas veces es doloroso, cuando el Señor nos examina, lo hace con amabilidad y gentileza.
El arrepentimiento es el dolor que lleva a la sanidad.
jueves, 4 de noviembre de 2010
CUIDA TU CORAZON PONIENDO TUS OJOS EN JESUS
SEMILLAS Y FE
"Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" Gálatas 6:7
Leí una fábula acerca de un hombre que estaba mirando en una tienda cuando hizo el pavoroso descubrimiento de que Dios estaba detrás del mostrador. Así que el hombre se acercó, y preguntó: «¿Qué vendes?» Dios respondió: «¿Qué desea tu corazón?» El hombre dijo: «Quiero felicidad, paz mental y libertad del temor […] para mí y para todo el mundo». Dios sonrió y dijo: «Aquí no vendo frutos. Sólo semillas».
En Gálatas 6, Pablo enfatizó la importancia de sembrar semillas de comportamiento que honren a Dios, porque «todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (v.7). No podemos esperar experimentar el fruto de las bendiciones de Dios si no reconocemos la importancia de hacer nuestra parte.
Seguir el ejemplo de otros que han sembrado buena semilla puede ayudarnos. Samuel Shoemaker dijo que un buen ejemplo puede inspirarnos o hacernos decir: «Ah, sí, él (o ella) es así. Los cambios de humor, los nervios, la impaciencia o la preocupación no le suponen un problema como en mi caso; simplemente tiene mejor temperamento». Shoemaker continuó: «Puede que no se nos ocurra que tal vez esta persona haya tenido que luchar por su serenidad y que también podríamos triunfar si hiciéramos lo mismo».
¿Estás cansado de tu manera de ser? Pídele ayuda a Dios y comienza hoy a sembrar las semillas de nuevas acciones y respuestas. A su debido tiempo, el Espíritu dará el crecimiento.
Las semillas que sembramos hoy determinan el tipo de fruto que cosecharemos mañana.