jueves, 14 de octubre de 2010

ESTAD QUIETOS

Lectura: Salmo 46.
"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra" Salmo 46:10
Mientras estaba sentado en la silla del dentista, me preparé para el taladro que se abriría camino hacia la raíz de una de mis muelas. Estaba listo para lo peor, y mi lenguaje corporal y expresión facial pusieron al descubierto lo aterrado que estaba. El dentista me miró y sonrió, diciendo: «Está bien, Bill. Intenta relajarte».
No es fácil hacer eso. De hecho es muy difícil intentar (lo cual requiere esfuerzo y ejercicio) relajarse (lo cual requiere una ausencia de esfuerzo y ejercicio). Intentar y relajarse simplemente parecen no encajar; no sólo en la silla del dentista, sino también en la esfera espiritual.
Con demasiada frecuencia me resisto con todas mis fuerzas a ir al consultorio del dentista. Y, en mi relación con Cristo, me doy cuenta de que no presiono para que se cumplan los propósitos de Dios, sino mis propios intereses. En esos momentos, lo más difícil para mí es «intentar relajarme» y tener una auténtica confianza en Dios en cuanto a los resultados de las pruebas de la vida.
En Salmo 46:10 leemos: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra». En esos momentos en los que mi corazón está angustiado, este versículo me recuerda que «esté quieto y conozca». Ahora bien, si puedo poner sólo eso en práctica y descansar confiadamente bajo Su cuidado, estaré en paz.
Dios conoce el futuro, así que, estamos a salvo en Sus manos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

¿SUICIDIO DE PERROS?

Primero fue un solo perro: un perro que se lanzó hacia abajo desde las barrancas del Río Paraná, en Rosario, Argentina. Se pensó que era un accidente, hasta que sucedió con otro perro, y otro, y otro. En el transcurso de un año hubo más de cincuenta perros que se lanzaron desde esas pintorescas barrancas de treinta metros de altura. Por eso la gente empezó a hablar de suicidios de perros.

Los expertos, sin embargo, dijeron que no, que ningún perro piensa en suicidio. La conclusión a que éstos llegaron fue que a los canes los engañaron ondas ultrasónicas, ya sea las que emiten los pájaros que pasan volando cerca de las barrancas o las que producen las lanchas rápidas que pasan por el río. No existe —sostuvieron los investigadores— el suicidio de perros.

Los expertos tenían razón. Los perros no se suicidan. Tampoco se suicidan los caballos, ni las vacas, ni los gorilas ni los tigres. No se suicida ningún animal, por mal que le vaya, porque no se le ocurre. Es más, el animal, sin saber que es un ser creado, respeta demasiado al Creador para hacer eso.

¿Quién se suicida? El hombre, que tiene conciencia, corazón y sentimientos. Se suicida el hombre que ve frustrados sus sueños, que pierde sus esperanzas, que huye de la ansiedad.

Se suicidan los que tienen una carga de conciencia porque han cometido un crimen y comprenden lo terrible del hecho. Se suicida el millonario que ha perdido toda su fortuna. Se suicida el político que ve hundidas sus aspiraciones. Se suicida el pobre que no le ve salida a su condición.

Pero no lo hace ningún animal. Son los hombres y las mujeres, los jóvenes y los niños, a quienes la carga de la vida se les hace insoportable, los que recurren al suicidio pensando que así aliviarán sus penas.

Con tantos problemas que hay en la vida, ¿qué impide que se suicide una persona? Que tenga temor de Dios, con Jesucristo como Señor y Dueño, y por consiguiente confianza absoluta en el mañana. A tal persona el futuro no se le hace insufrible. Por negras que sean las nubes, siempre tiene esperanza.

Los que tenemos fe en Cristo y nos hemos entregado de lleno a su divina voluntad tenemos con qué soportar la calamidad. Cuando Cristo es nuestro amigo, no andamos solos. Como fiel compañero que es, nos acompaña, nos protege, nos consuela, nos levanta el ánimo y nos libra de la desesperación.

Encomendémosle nuestra vida a Cristo. Él cambiará nuestro dolor en gozo y nos dará esperanza para el futuro.

Hermano Pablo

FANTASIA OLIMPICA

Lectura: 1 Reyes 10:4-10.
"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" Mateo 5:16
La ceremonia de apertura de las Olimpiadas de Pekín el 8 de agosto del 2008 impresionó al mundo. Yo la vi por televisión, mientras que más de 90 000 personas la presenciaron en vivo en el Estadio del Nido del Ave. Fue algo inspirador escuchar acerca de los 5 000 años de historia de China y los inventos con los que este país había contribuido al mundo: la elaboración del papel, la impresión con tipos móviles, el compás y los fuegos artificiales.
La reina de Sabá quedó muy impresionada con lo que vio al visitar a Salomón (1 Reyes 10:4-5). Las vistas de Jerusalén la abrumaron al punto de exclamar: «Ni aun se me dijo la mitad» (v.7). Por encima de todo, ella estaba impresionada con la sabiduría de Salomón (vv.6-7). Estaba convencida de que los súbditos del rey eran felices porque continuamente estaban delante de él y escuchaban su sabiduría (v.8). Concluyó alabando al Señor de Salomón por haberlo hecho rey, para que «h[iciera] derecho y justicia» (v.9).
El impacto que Salomón tuvo sobre su pueblo hizo que me preguntara acerca de nuestra contribución al mundo. No nos preocupa impresionar a los demás con nuestras posesiones o habilidades, pero todos deberíamos querer marcar una diferencia en las vidas de las personas. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros hiciera hoy algo que llevase a las personas a alabar al Señor?
Los cristianos son ventanas a través de las cuales Jesús puede brillar.

martes, 12 de octubre de 2010

EN LA DIRECCION DE DIOS

Mientras el tren 8017 cruzaba Salerno, Italia, el 2 de marzo de 1944, no daba señales del desastre que se aproximaba. El tren con sus resoplidos no chocó contra nada esa tarde lluviosa. Tampoco se descarriló ni se incendió. Poco después de la una de la mañana, el tren cargado con seiscientos pasajeros se movía con pesadez por la Galleria delle Armi.

Cuando las dos locomotoras que tiraban del tren llegaron al centro del túnel, las ruedas comenzaron a patinar. Arrojaron arena sobre las vías, pero fue en vano. Las ruedas perdieron tracción y el tren se detuvo. Todo lo que sigue es pura especulación ya que los dos maquinistas fallecieron. El monóxido de carbono cobró la vida de casi quinientas personas.

Cuando los investigadores analizaron los restos, descubrieron que la locomotora guía no tenía frenos, sus controles estaban en marcha atrás, pero su acelerador estaba colocado a toda máquina.

Las dos locomotoras halaron y empujaron la una contra la otra, ¡era obvio que para su desgracia los maquinistas tuvieron diferentes ideas sobre lo que había que hacer!

Algunos han especulado que no hubiera habido pérdidas humanas si los maquinistas solo se hubieran puesto de acuerdo en la dirección a seguir.

Haga una decisión hoy con su cónyuge de que los dos se moverán a través de la vida en la misma dirección de Dios, luego manténgase cerca de los controles de la mente.

La dirección de su concepto de la vida puede determinar el curso de su matrimonio.

Por sobre todas las cosas cuida tu corazón porque de él mana la vida. Proverbios 4:23

DETALLES, DETALLES

Lectura: Filemón 1:4-16.
"Dad gracias en todo" 1 Tesalonicenses 5:18
Los detalles marcan la diferencia. Si no, pregúntale al alemán que había planeado visitar a su prometida para Navidad, pero que terminó en la nevada Sydney, en Montana, en vez de en la soleada Sydney, en Australia.
Las preposiciones parecen detalles insignificantes en nuestro idioma, pero pueden marcar una gran diferencia. Tomemos las palabras «en» y «por», por ejemplo.
El apóstol Pablo escribió: «Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). Eso no significa que tengamos que estar agradecidos por todo. No tenemos que estar agradecidos por las malas elecciones que alguien hace, pero podemos estar agradecidos en cualquier circunstancia, porque el Señor puede usar para bien las dificultades que resultan de ellas.
La carta a Filemón ilustra esta idea. Pablo estaba encarcelado junto con Onésimo, un esclavo fugitivo. Ciertamente, él no tenía que dar las gracias por su mala situación. Sin embargo, esta carta está llena de gratitud, porque el apóstol sabía que Dios estaba usando dicha adversidad para bien. Onésimo había llegado a ser algo más que un esclavo; ahora era un amado hermano en el Señor (v.16).
Saber que Dios puede usar todas las cosas para bien es razón más que suficiente para dar gracias en todo. Dar gracias en circunstancias difíciles es un pequeño detalle que marca una gran diferencia.
Dios dice que habrá tormentas en la vida, pero nos protegerá mientras pasamos por ellas.

sábado, 9 de octubre de 2010

CUANDO EL INFIERNO ABRIÓ SU BOCA

Era un simple tubo de metal. Pero era un tubo que transportaba petróleo venezolano. El tubo estaba al descubierto, a unos 500 kilómetros al sureste de Caracas. A fines del mes de diciembre, un autobús se salió de la ruta y chocó contra el tubo, y el tubo estalló.

En cuestión de segundos, el vehículo se vio envuelto en enormes llamas. Treinta personas perecieron en aquel infierno. Alberto Restán, un joven pasajero que por milagro escapó vivo, dijo a los diarios: «La gente gritaba desesperadamente cuando se produjo el choque. Pero cuando el infierno abrió su boca, cesaron todos los gritos.»

«Cuando el infierno abrió su boca.» La frase es impactante. Por eso se usa con frecuencia en la literatura universal. La boca del infierno representa todo peligro genuino, toda amenaza verdadera, todo acto de maldad desatada y toda violencia incontenible.

En este sentido hay muchas situaciones simbólicas en que el infierno abre su boca. A veces es la puerta de una cantina adonde el padre de familia va a gastar el dinero de la semana. A veces es un negocio turbio donde el hombre deja enterrada integridad, conciencia y moral.

A veces lo que debiera ser lo más bello en esta vida, el matrimonio, resulta ser no sólo la boca del infierno sino el infierno mismo debido a insolencias y hostilidades. El orgullo y la rebeldía deshacen el hogar, quebrantan a los niños y convierten en llamas de horror lo que comenzó siendo nido de amor.

Somos nosotros los que provocamos nuestros infiernos. Es increíble el mal que nos hacemos a nosotros mismos. Creemos que cuando nos imponemos, forzando nuestra opinión y exigiendo que se respeten nuestras disposiciones, salimos ganando. Pero es todo lo contrario.

¿Por qué habrá tanta disensión en el mundo? ¿Por qué será que hermanos se matan unos a otros? ¿Por qué los recién casados, que comenzaron con las más grandes ilusiones de amor, llegan a odiarse? Por una sola razón: la rebeldía y el egoísmo. ¿Cuándo reconoceremos que el problema lo somos nosotros mismos?

El día en que nuestro mayor anhelo sea agradar a Cristo agradaremos a los que están a nuestro lado. Con eso estaremos, también, agradándonos a nosotros mismos. No nos sigamos destruyendo. Arreglemos hoy mismo nuestras cuentas con Dios. La paz con Dios trae paz a nuestra alma.

Hermano Pablo