miércoles, 28 de julio de 2010

DOBLE ABANDONO


«Quédate aquí —dijo la mujer aparentando afecto—. Aquí vas a estar bien. Verás correr a los perritos y te vas a entretener.» Luego puso una bolsa con pañales a su lado y una nota escrita que decía: «Me llamo John King; padezco la enfermedad de Alzheimer», y desapareció, abandonando al anciano en una pista de carreras de perros.

La que abandonó al anciano era Sue Gifford, mujer de cuarenta y un años de edad. El anciano abandonado era su propio padre, de ochenta y dos años, víctima de Alzheimer. Para librarse de la carga que significa esa enfermedad, la hija lo llevó a una pista de carreras de perros y lo abandonó en su silla de ruedas. El juez la condenó a seis años de prisión.

Este caso, que apareció en uno de los periódicos de Estados Unidos, conmovió a toda la comunidad. Se sabe que la enfermedad de Alzheimer es dolorosa. Deja a la persona totalmente inhabilitada. Ya no puede valerse por sí misma. Es un caso patético del ser humano que ha perdido lo mejor que tiene: la chispa de la inteligencia. Esa es la condición de la víctima de Alzheimer. Es una muerte en vida.

No obstante, hay una ley universal que descansa sobre el ser humano: «Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios» (Éxodo 20:12). Es el quinto mandamiento del decálogo de Moisés. Abandonar a los padres ancianos por cualquier causa que sea, y especialmente si es sólo por quitarnos de encima el estorbo que ellos nos resultan, es el colmo de la ingratitud y el desprecio.

En muchos lugares hay establecimientos excelentes que se especializan en prestar la atención debida a los ancianos. Y muchos hijos, con sabiduría y cariño, internan allí a sus progenitores inhabilitados. Pero no los abandonan. Los visitan. Y los hijos se toman el tiempo de estar con ellos, mostrando preocupación y ternura.

Sin embargo, cuando los hijos no tienen la facilidad de internar a sus padres en lugares como esos, tienen que ponerse en juego otros recursos. En tales casos hace falta un amor muy especial y un cariño único.

El mandamiento de honrar a nuestros padres viene de Dios. También vienen de Dios, para quien los desee, la inspiración, la paciencia y la determinación de proceder conforme a los eternos y justos mandamientos divinos. Honremos a nuestro padre y a nuestra madre. Algún día seremos nosotros los que recibamos esa honra.

Hermano Pablo

lunes, 26 de julio de 2010

VENENO EN LAS CALLES

La noticia cayó como una bomba en esa pequeña ciudad. Y no era para menos. La ciudad estaba envenenada. Sus calles estaban llenas de tóxico. Vivir ahí era exponerse al cáncer, a enfermedades nerviosas y aun a la muerte por intoxicación.

Era la ciudad de Times Beach en el estado de Missouri, Estados Unidos. Años atrás, la municipalidad había cubierto las calles no pavimentadas con una mezcla de aceite quemado y una sustancia llamada dioxina. Esa sustancia es eminentemente tóxica, y cuando las lluvias comenzaron a lavar las calles, la dioxina produjo emanaciones y contaminó las aguas.

«Hay muerte en esas calles —advirtió el gobierno—. Todos ustedes deben abandonar la ciudad.»

Fue notable el caso de la pequeña Times Beach. La dioxina usada para pavimento envenenó la ciudad. Lo mismo pasó en años anteriores en la ciudad de Sevesa, Italia, que usó la misma sustancia para pavimentar sus calles.

La gente respiraba veneno sin darse cuenta. Pisaba el veneno. Bebía el veneno que se infiltraba en las aguas, y el veneno comenzaba su obra funesta en las personas. Vivir en Times Beach era vivir muriendo.

Lo mismo podría decirse de casi cada ciudad grande o pequeña del mundo occidental. Porque las calles están llenas de veneno, y vivir en ellas es exponer el cuerpo, el alma y el espíritu. Vivir en una ciudad moderna es vivir en un arsenal, un cementerio, un lupanar expuesto y una cloaca abierta.

Se debe, en parte, al crimen violento al que nos vemos abocados cada vez que salimos a caminar; en parte, a la cantidad de cantinas y licorerías que ofrecen atractivamente su mercadería mortal; en parte, a la desvergonzada provocación de prostitutas y homosexuales.

Lo que se dijo de Sevesa y de Times Beach puede decirse de casi toda ciudad del mundo: «Hay muerte en esas calles.» Pero no es muerte por la dioxina sino muerte por el pecado. Sí, por el pecado del corazón humano que ya desborda para inundar todo: calles, casas, escuelas y oficinas.

Por eso es necesario reaccionar y tomar una decisión: la de no permitir que la corrupción de las calles invada nuestro hogar, nuestra familia y nuestro propio corazón. Invitemos a Cristo a que venga a vivir en nuestro corazón. Sólo así podremos librarnos de toda corrupción.

Hermano Pablo

A PESAR DE TODO... VUELA

Cuando el camino se hace cuesta arriba…
NO LO DEJES
Cuando las cosas andan mal…
NO ABANDONES
Cuando no consigas resultados y se sumen los problemas…
NO TE RINDAS
Cuando quieras sonreír y sólo puedas suspirar…
NO TE CAIGAS
Cuando la suerte, te sea adversa y no encuentres fuerzas para seguir…
NO RENUNCIES
Cuando no encuentres compañeros de lucha…
NO TE APURES
¡Hay manos que sostienen las tuyas!
Cree y siente cada minuto de tu vida, deja que tu alma “vuele libre” por los jardines hermosos de la confianza en Dios, que llega donde nuestra visión no puede alcanzar, pero sí nuestro corazón puede sentir.
¡Tu alma desea estar libre para darte fuerza y estímulo!
INTÉNTALO
Cierra los ojos por algunos minutos y deja tus pensamientos volar por sitios de amor.
No podemos cambiar el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra, ni tener ya, resueltos todos nuestros problemas, pero podemos mirar con amor, cada minuto de nuestra vida..
Si pensamos que todo es pasajero, miremos con Amor lo negativo, que te encamina a la perfección, y luego observaremos con felicidad el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.
Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que nos hicieron llorar ayer.
Nuestras faltas de hoy, también son las alegrías de mañana.
Las personas se van, los amores se pierden en el tiempo, los problemas se solucionan, hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al día siguiente… no te quedes en el medio del camino porque allá, adelante… ¡te espera la recompensa de Jesús!
Autor Desconocido.
Dios te hizo para volar.
Para ir por encima de las circunstancias de la vida y mirar hacia el cielo.
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Éxodo 19:4.
Y dije: !!Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Salmo 55:6
Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos. Salmo 57:1

MODELOS DE CONDUCTA

Lectura: Filipenses 2:12-18.
"Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha" Filipenses 2:14-15
Durante un verano de escándalos deportivos internacionales que involucraban apuestas y abuso de sustancias prohibidas, dos atletas recibieron aplausos tanto por su carácter como por sus logros profesionales. Una multitud que alcanzó la cifra récord de 75.000 espectadores vitoreó a Cal Ripken Jr. y a Tonny Gwynn durante su inclusión en el Salón de la Fama del Béisbol del 2007. «Nos guste o no —dijo Ripken—, en nuestra calidad de jugadores de las grandes ligas somos también modelos de conducta. La única pregunta es, ¿será esto algo positivo o negativo?»
Gwynn hizo eco del sentimiento: «Hay mucho más en juego que simplemente jugar béisbol… Somos responsables, tenemos que tomar buenas decisiones y mostrar a las personas cómo se supone que se deben hacer las cosas».
Cada día, las personas nos observan. Como seguidores de Cristo, el desafío de Pablo nos guía a ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Filipenses 2:15).
Comprometernos hace que los demás se desilusionen, mientras que mostrar entereza de carácter alberga la esperanza. Cuando la vida de nuestro Salvador fluye desde nuestro interior, podemos alentar a los demás e indicarles el camino hacia Él.
¿Qué tipo de modelo de conducta seremos hoy para quienes nos están observando?
Los mejores modelos de conducta se parecen a Cristo.

domingo, 25 de julio de 2010

HAREMOS O INTENTEMOS

Comencemos los “haremos” y hagamos a un lado los “intentemos”. Despertemos a la realidad o durmamos con mentiras memorizadas de cómo vivimos verdaderamente vivos.
¡Por favor, despertémonos!
Sólo despertemos y veamos… con un hábil ojo entrenado para ver más allá del horizonte lo que realmente fuimos creados para ser.
No más sueños de batallas sin cuartel por dentro. Cuando nos levantamos, la verdad y el conocimiento comenzarán. Sutilmente y sin embargo, de manera absoluta, estos cambios nos infundirán vigor frente a la oscuridad que se nos había pegado. Nuestra realidad se disipará dejando un conocimiento y lecciones de un maestro desconocido.
¡La respuesta está aquí! Es una verdad tan evidente. Hagamos a un lado los “intentemos” y comencemos con los “haremos”.
Sheree Cedres y Parker Lee Blake, copyright 2005
El Pensamiento del Capellan.
Este es el día para hacer, ayer ya lo intentamos y no lo logramos. Dios está esperando tu paso de acción hoy.
Entonces dijo el Señor a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.
Y tú, levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo; y los hijos de Israel pasarán por en medio del mar, sobre tierra seca.
Èxodo 14:14,15

CAMBIA DE PARECER

Lectura: Hechos 26:12-23.
"Conviértete a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento" Hechos 26:20
Una de mis tiras cómicas favoritas, Snoopy y Carlitos, muestra a Carlitos Brown diciéndole a Snoopy: «Oí que estás escribiendo un libro de teología. Espero que tengas un buen título». Snoopy responde: «Tengo el título perfecto: ¿Alguna vez se te ocurrió que tal vez estés equivocado?»
Este título nos recuerda que, a veces, tenemos una idea equivocada de Dios y de lo que demanda de nosotros. Como nuestras creencias erróneas generan comportamientos equivocados, necesitamos «conv[ertirnos] a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento» (Hechos 26:20).
La palabra griega para «arrepentimiento» es metanoeo, «cambiar de parecer». Como Pablo indicó, arrepentirse no significa asentir amablemente en señal de coincidencia con Dios y luego seguir por donde íbamos. Cuando enfocamos la mente en Dios —cuando realmente estamos de acuerdo con Él sobre lo correcto— nuestro comportamiento seguirá esa nueva línea de pensamiento. Como un automóvil, vamos en la dirección que se nos señala. Así que, cuando verdaderamente volvemos la mente y el corazón hacia Dios, nuestras acciones cambian.
En vez de ir felices por la vida, asumiendo que nuestras elecciones son las correctas, debemos detenernos con regularidad y hacernos la pregunta de Snoopy. Como Pablo enseñó, sólo cuando admitimos nuestro error, podemos tener seguridad de estar bien con Dios.
O conformamos nuestros deseos a la verdad o conformamos la verdad a nuestros deseos. - Os Guinness

sábado, 24 de julio de 2010

¿UN PIE O LA VIDA?

Con un seco y sonoro ¡clic! se cerró la trampa. Era una trampa de acero, silenciosa y traicionera, oculta en la nieve por hojas de pino. Serge Cherblinko, cazador de osos en los bosques de Siberia, andaba de cacería. Sin darse cuenta, pisó donde no debió haberlo hecho, y la trampa clavó en él sus dientes de acero.

Serge sabía que por sí solo le sería imposible librarse de la trampa. El dolor era intenso, y la noche se aproximaba, con sus fríos, sus lobos y sus osos. Ahí mismo, solo y en medio del bosque, tomó una decisión drástica. Con su cuchillo de monte, se amputó el pie y, renqueando y arrastrándose como pudo, regando sangre por el camino, cubrió los dos kilómetros hasta llegar al refugio. Perdió un pie, pero se salvó la vida.

Esa noticia en la prensa internacional, aunque muy triste, nos deja una tremenda y clara lección. Es mucho mejor perder un miembro del cuerpo que perder toda la vida. Si la opción es perder un pie, o un ojo, o un miembro cualquiera del cuerpo, o perder la vida, cualquiera cedería uno de sus miembros antes que entregarse a la muerte.

¡Cuántas no han sido las veces que el cirujano se acerca a la cama del paciente y le dice: «Para salvarle la vida tenemos que amputarle la pierna»! Y como más vale la vida que una pierna, el paciente se somete. La vida misma siempre vale más que cualquier miembro del cuerpo.

Así mismo sucede con la vida espiritual, la vida eterna. Jesucristo conocía el incalculable valor de la vida eterna, así que un día, al predicarles a las multitudes, dijo: «...si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él vaya al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mateo 5:29‑30).

Si la vida física vale más que cualquier miembro de nuestro cuerpo, con mayor razón la vida espiritual, que es eterna, vale más que cualquier cosa en esta vida. Y sin embargo, ¡qué fácil nos es apegarnos a nuestros antojos injustos e inmorales aunque así perdamos la vida eterna! Jesús lo expresó con una claridad diáfana al decir que si ganamos el mundo entero, pero perdemos nuestra alma, lo hemos perdido todo. No cedamos lo eterno por lo efímero. Ni cedamos la gloria celestial por la vanagloria de este mundo. Al contrario, pidámosle a Cristo que sea el Señor y Dueño de nuestra vida.

Hermano Pablo