viernes, 4 de junio de 2010

EL CIRCULO DEL MIEDO

Lectura: 1 Juan 2:1-11.
"Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" 1 Juan 2:1
Cuando el mítico grupo de rock The Eagles (Las Águilas) preparaba una nueva canción para algún concierto, todos los miembros se sentaban en un círculo con sus guitarras acústicas y sin amplificadores para ensayar sus intrincadas voces. Llamaban a esta rutina «el círculo del miedo» porque no hay dónde esconderse ni dónde ocultar cualquier error que se pueda hacer en la armonía. Esa sensación de absoluta exposición de sus errores es lo que hace que este ejercicio les cause tanto temor.
Lejos de Cristo sufriríamos un tipo de exposición muchísimo peor delante del Dios de toda justicia. Si no tuviéramos abogado ni escapatoria, tampoco tendríamos esperanza alguna. Pero en Cristo, el creyente tiene a un Defensor delante del Padre a nuestro favor. 1 Juan 2:1 dice: «Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo». Él asume nuestra defensa cuando son expuestos nuestros fracasos. Nuestro Defensor lleva nuestra relación con Dios más allá de un «círculo del miedo» hacia una comunión de gracia y verdad.
Nuestro desafío es vivir una vida de pureza e integridad que honre a nuestro Padre celestial. Pero, cuando fallamos, no tenemos que temer el abandono o el ridículo de parte de Él. Tenemos un Abogado que nos sostendrá.
Aquel que murió como nuestro Sustituto ahora vive como nuestro Abogado.

HOY...REFLEXIONO QUE PARA DIOS NO HAY NADA IMPOSIBLE

“Porque nada imposible hay para Dios” Lucas 1:37.
La sorpresa de la joven María era muy grande, no solo por la aparición de un ángel cerca de ella, sino por la naturaleza del mensaje que ese ángel le traía. Ella sería el canal a través del cual nacería un niño y su nombre sería Jesús. Su asombro fue roto por las palabras centelleantes del ángel que le decía: Porque nada imposible hay para Dios. Hoy, necesito dejar que las mismas palabras centelleantes alumbre en mi alma, porque los mensajes que recibo no soy muy alentadores y creo que es necesario reflexionar hoy, que Dios no ha cambiado y todavía no hay nada imposible para Dios.
Mi vida religiosa cada día debe ser una prueba de que Dios trabaja sobre imposibilidades. Mi vida religiosa debe ser a cada momento una demostración de las posibilidades de Dios operando en medio de una serie de imposibilidades que demuestran así el poder y la maravilla de Dios. El Dios que adoramos es el único Dios y no hay otro, él es el poderoso y a él debemos conocer y entender.
Hoy es la oportunidad que tengo de conocerlo más, entenderlo más y adorarlo más. Hoy no es el día para conocer un poquito de Dios, hoy es la gran oportunidad que tengo de conocer la plenitud del Dios omnipotente quien mora en mi y quién a prometido estar conmigo todos los días hasta el fin del mundo.
Cada día las imposibilidades me amenazan porque en este mundo se exalta con frecuencia las imposibilidades. Esas imposibilidades que son exaltadas son el terreno fértil donde puedo ver germinar las posibilidades de Dios en toda su magnitud y su fuerza, no para vanagloria del hombre sino para la exaltación de Dios en toda su majestad y grandeza. Hoy tengo la oportunidad de acercarme a Dios y permitir que su poder y su gloria operen con fuerza.
Señor: Gracias por ser el único y poderoso Señor. Gracias por darme la oportunidad de ser tu hijo y como hijo contemplar la belleza de tu gracia y de tu poder. Cuando llegue a tus pies por primera vez, jamás imagine la forma como vería tu poder en acción frente a las imposibilidades de la vida y ahora, veo tu gloria y tu fuerza en los cielos, en la tierra pero también en mi vida. Hoy nuevamente quiero reflexionar que para ti no hay nada imposible. Ante tu gloria las sombras de lo imposible se desvanecen y se deshacen. Amén.

CONVIERTE LO IMPOSIBLE EN POSIBLE

Caminar sobre la luna era algo considerado imposible, y a pesar de todo Neil Armstrong y Buzz Aldrin hicieron justo eso el 20 de julio de 1969.
Michael Collins, el astronauta que quedó en la nave, escribe sobre otra posible imposibilidad de ese día:
“No había estado afuera durante mucho tiempo cuando los tres nos llevamos una gran sorpresa. ¡El presidente de los Estados Unidos comenzó a hablar en la radio! El señor Nixon decía: Neil y Buzz, les estoy hablando por teléfono desde la Oficina Oval en la Casablanca, y esta debe ser por cierto la más histórica conversación telefónica… Porque debido a lo que ustedes hicieron, los cielos ahora forman parte del mundo humano. Mientras ustedes nos hablan desde el mar de la Tranquilidad, nos inspiran a redoblar nuestros esfuerzos para traer paz y tranquilidad a la Tierra”.
Nuestras oraciones son como comunicaciones invisibles que se trazan del cielo a la tierra.
Las cosas que alguna vez fueron tratadas de imposibles se convierten en posibles cuando esa comunicación es establecida de forma firme.
Lo imposible desaparece cuando un hombre y su Dios confrontan una montaña.
Mateo 19:26
Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.

miércoles, 2 de junio de 2010

TOMAR LA VIDA EN VERSO

Los versos estaban mal compuestos, pero de todos modos, eran versos. Es difícil lograr la rima y la cadencia de un Rubén Darío o de un Guillermo Valencia. Los versos decían así: «No debiste matar de noche / ni debiste matar de día. / Ahora debo sentenciarte / a prisión por toda tu vida. / Mataste a tu dulce esposa, / que tanto amor te tenía. / Ahora te han castigado: / ¡era lo que merecías!»

Los versos los compuso el juez Robert Fitzgerald para condenar a cadena perpetua a David Schoenecker, de cincuenta y un años de edad. Schoenecker había matado a su esposa. Es la primera sentencia en verso que se conozca.

Parece que el criminal había escrito también unos versos cuando mató a su esposa. Y aun después de oír la sentencia, escribió una cuarteta más: «Cuando yo escribí mis versos, / me encontraba muy enfermo. / Cuando el juez escribió los suyos, / no sufría de mal alguno.»

No tomar uno en serio sus ofensas, no sentirse avergonzado de sus agravios, no sentir remordimiento ante el daño que uno provoca, es añadirle mal al mal. Ponerle nombres bonitos a las cosas feas no las mejora en nada. Y escribir versos para constatar un asesinato no cambia en nada el horrendo acto. Incluso, los versos del juez, de amargo buen humor, no alivian tampoco la sentencia. Con todo y versos, el hombre habría de pasar el resto de su vida en la cárcel.

No hay que prodigar elogios al delito. No hay que cantarle loas a la muerte. No hay que pronunciar alabanzas al pecado. Algunos quieren hablarle con sarcasmo a la vida y proferir insultos al destino, pero no son más que pobres recursos del despecho que en nada aminoran el crimen.

Las palabras del rey David, confrontado por su pecado de tomar como mujer a Betsabé, esposa del soldado Urías, y de enviar a Urías al frente de batalla para que lo mataran, no eran palabras de un rey arrogante. Eran las de un pecador contrito y humillado. «Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor.... Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu» (Salmo 51:1,10).

Y cuando Cristo quiso enseñarnos cómo debe un malhechor responder ante sus delitos, lo hizo poniendo una oración en labios de un desgraciado recaudador de impuestos. Las palabras son éstas: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» (Lucas 18:13).

No miremos con impudencia nuestro pecado. No hay ni gracia ni perdón para el que no confiesa su mal. Reconozcamos nuestra rebeldía, admitamos nuestra indocilidad, confesemos nuestro pecado, y Dios en un instante nos perdonará y nos limpiará de toda maldad.

Hermano Pablo

DEVOLVER EL FAVOR

Lectura: Juan 13:3-15.
"Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis" Juan 13:15
Cadena de favores es una película que trata de un niño de 12 años que quiere marcar una diferencia en el mundo. Motivado por un maestro de su colegio, Trevor invita a un hombre sin hogar a dormir en su garaje. Ignorante de este arreglo, la madre de Trevor se despierta una noche para encontrar al hombre que estaba arreglándole la camioneta. A punta de pistola, ella le exige que se explique. Él le muestra que ha logrado arreglar la camioneta, y le cuenta acerca de la amabilidad de Trevor. Le dice: «simplemente estoy devolviendo el favor».
Creo que esto es lo que Jesús tenía en mente en una de las últimas conversaciones con Sus discípulos. Quería mostrarles hasta dónde llegaba Su amor. Así que, antes de su última cena juntos, se quitó el manto, se ciñó una toalla alrededor de la cintura y comenzó a lavarles los pies a Sus discípulos. Esto fue algo escandaloso porque sólo los esclavos lavaban los pies. Era un acto de servidumbre y un símbolo que señalaba el sacrificio, la pasión y la humillación de Jesús en la cruz. Lo que Él les pidió a Sus discípulos fue: «Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros» (Juan 13:14). Debían «devolver el favor».
Imagina lo diferente que se vería nuestro mundo si les diéramos a los demás el tipo de amor que Dios nos ha dado por medio de Jesús.
Para conocer el amor, abre tu corazón a Jesús. Para mostrar el amor, abre tu corazón a los demás.

lunes, 31 de mayo de 2010

¡AAHH!

Lectura: Romanos 11:33-36.
"¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" Éxodo 15:11
Un borrascoso día de junio, la familia estaba de vacaciones en las Montañas Rocosas de Canadá y fuimos a un sitio turístico que había sido anunciado como un "lugar obligado de visita". No me apetecía mucho ir debido al frío viento, hasta que vi a un grupo de personas que regresaban del punto panorámico. "¿Vale la pena?", pregunté. "¡Totalmente!", fue su respuesta. Eso nos dio el incentivo para continuar. Cuando finalmente llegamos al lugar, su belleza nos dejó virtualmente sin habla. "¡Aahh!" fue todo lo que pudimos decir.
Pablo llegó a este punto cuando escribió acerca de la obra de Dios para salvar a los judíos y griegos en el libro de Romanos. Tres cosas acerca de Dios hicieron que él dijera "¡Aahh!".
Primero. Dios es todo sabiduría (11:33). Su plan perfecto de salvación muestra que tiene soluciones muchísimo mejores para los problemas de la vida de los que nosotros seamos capaces de idear.
Segundo. Dios es todo conocimiento. Su conocimiento es infinito. No necesita de consejero alguno (v. 34) ¡y nada le sorprende!.
Tercero. Dios es todo suficiencia (v. 35). Ninguna persona puede darle a Dios lo que Él no le haya dado a este primero. Tampoco puede jamás corresponder a Su bondad.
Podemos decir junto a Moisés: "¿Quién como tú, magnifico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" (Éxodo 15:11). ¡Qué maravilloso es el Dios a quien servimos!
Vemos la majestad de Dios en Su carácter y Su creación.

CUANDO EL TECHO SE NOS VIENE ENCIMA

El grupo de niños jugaba muy alegre. David Bertolotto, instructor de natación que tenía diecisiete años de edad, estaba dando la clase a catorce estudiantes que tenían entre cuatro y seis años de edad. Era una piscina cubierta de una Asociación de Jóvenes en Roxbury, Massachussets, Estados Unidos.

En plena clase, un crujido siniestro los hizo mirar hacia arriba. El techo de cemento, a quince metros de altura, comenzó a desplomarse. David elevó una oración rapidísima: «¡Señor, ayúdanos!», y frenéticamente empezó a sacar niños de la piscina y del edificio. Cuando hubo retirado al último, el techo cayó del todo. Un trozo de cemento le pegó a David en un lado del cráneo. No lo mató, pero le desgarró parte del cuero cabelludo.

«Cuando se hunde el piso o se desploma el techo —dijo David en el hospital—, lo mejor es clamar de inmediato a Dios.»

David tenía toda la razón. Había obtenido empleo temporal como instructor de natación de niños pequeños en esa institución. En la primera sesión había ocurrido lo inesperado. Y en ese momento terrible, su fe en Dios le había hecho, primeramente, clamar a Dios en forma instantánea, y luego disponerse animosamente al trabajo del rescate. Así salvó la vida de todos los niños.

¿Qué podemos hacer cuando el techo se nos viene encima? No el techo de un edificio sino el de nuestra vida: nuestra situación económica, nuestra condición familiar, nuestra salud, nuestras emociones. Cuando todo parece desplomarse y venírsenos encima, ¿qué podemos hacer?

Algunos salen corriendo desesperadamente, tratando de huir de la situación. Otros se sumergen en un lago de alcohol, tratando de no pensar. Otros se dan a los estupefacientes para insensibilizarse. Y otros se encierran en su problema y no tienen nada que ver con nadie. Pero nada de esto resuelve el problema. Al contrario, lo empeora.

La solución es hacer lo que hizo David Bertolotto: clamar a Cristo, fuente viva de toda ayuda, todo socorro y toda respuesta. Es fácil acudir a Cristo en cualquier emergencia de la vida cuando Cristo es nuestro amigo de todos los días, es decir, cuando vivimos acostumbrados a la oración. ¿Cómo logramos eso? Buscando su amistad, entregándole nuestra voluntad, nuestro afecto y nuestra confianza. No es difícil; Cristo nos está esperando.

Hermano Pablo