lunes, 29 de marzo de 2010

TRES HOMBRES DE EXITO

Escuché una anécdota sobre tres hombres de negocios que comparaban ideas acerca de lo que significaba tener éxito.
—Diría que lo alcancé—dijo el primero—, si fuera llamado a la Casa Blanca para una entrevista personal y privada con el presidente de los Estados Unidos.
—Para mí—dijo el segundo—, el éxito sería estar reunido con el presidente en el Salón Oval, que suene el teléfono para emergencias y ver que el presidente lo ignora.
—No, los dos están equivocados—dijo el tercero—. Eres un éxito si estás en una consulta privada con el presidente, suena el teléfono de emergencias, él lo levanta y dice: «Es para usted».
El problema de muchas personas sin éxito es que se toman demasiado en serio.
Piensan del éxito en la misma forma que las personas de la anécdota. Pero el éxito depende más de su actitud que de lo importante que piensa que usted es.
La vida debería ser divertida. Aun si su trabajo es importante y deba tomarlo en serio, eso no significa que usted se tome en serio.
Irá más lejos en la vida y lo pasará mejor al hacerlo si mantiene un buen sentido del humor, especialmente cuando se trata de usted mismo.
Maxwell, J. C. 2003; 2003. El mapa para alcanzar el exito; Your Road Map for Success . Thomas Nelson, Inc.
No se tome tan en serio. Hay personas que no se toman un monento en el día para reir, disfrutar del niño jugando con él, leer algo que no tenga que ver con sus compromisos, disfrutar de su pareja tomando te o café. Éxito es saber caminar en la vida, sabiendo a donde vamos y en el trayecto, pararnos para reir un poco, tomar más oxigeno, eleva una oración y abrazar al que está a nuestro lado.
Así no nos apartaremos de ti; Vida nos darás, e invocaremos tu nombre. Salmo 80:1
Al Señor cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva. Salmo 104:33
Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán. Proverbios 3:2

¿HAS DEJADO PROPINA?

Lectura: 2 Corintios 8:1-9.
"Que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico" 2 Corintios 8:9
La práctica de dejar propina es comúnmente aceptada en muchos países. Pero me pregunto: ¿Habrá influido este gesto de cortesía en nuestra actitud en cuanto a dar dinero a la iglesia?
Muchos cristianos consideran sus ofrendas financieras como apenas algo más que un gesto de buena voluntad hacia Dios por el servicio que Él nos ha prestado. Creen que, mientras hayan dado su diezmo a Dios, el resto es para que ellos hagan con ello como les plazca. ¡Pero la vida cristiana significa muchísimo más que el dinero!
La Biblia nos dice que a nuestro Creador Le pertenecen «los millares de animales en los collados» (Salmo 50:10). «Mío es el mundo —dice Dios—, y su plenitud» (v. 12). Todo proviene de Él y todo lo que tenemos Le pertenece a Él. Dios no sólo nos ha dado todos los bienes materiales que poseemos, sino que también nos ha dado a Su Hijo, el Señor Jesucristo, quien nos provee nuestra propia salvación.
Pablo usó a los cristianos macedonios como una ilustración de cómo debe ser nuestro ofrendar a la luz de la increíble generosidad de Dios hacia nosotros. Los macedonios, quienes estaban en «profunda pobreza», dieron con «generosida» (2 Corintios 8:2). Pero «se dieron primeramente al Señor» (v. 5).
Dios el Creador del universo no necesita nada de nosotros. No quiere una propina. ¡Nos quiere a nosotros!
No importa cuánto des, no puedes superar a Dios.

domingo, 28 de marzo de 2010

EL PESO INSOPORTABLE DEL DINERO

Salvador García trabajaba de cargador para una compañía de transportes en Madrid, España. Su oficio consistía en descargar los camiones y almacenar la mercancía en grandes bodegas. Con eso tenía para el sustento de su familia.

Esa mañana Salvador comenzó temprano su trabajo. Pero era un cargamento descomunal. Se trataba de cajas llenas de monedas. Lamentablemente, por un mal movimiento, se le vino encima una pila de éstas. El hombre maniobró para esquivarla, pero no con suficiente rapidez para librarlo del golpe. Por lo pequeño y flaco que era, Salvador no soportó el peso de tantas monedas encima, en total 410 kilos.

El que a un hombre lo aplaste el peso del dinero no es nada fuera de lo común. Al contrario, es algo que sucede todos los días. Lo extraordinario del caso es que lo que aplastó al hombre fue el peso físico del dinero y no el peso mental. ¿Por qué será que hay tanta gente que muere bajo el peso de la obsesión con el dinero?

«¡Dinero, dinero! —exclamó Eca de Queiroz, escritor portugués—. ¿Qué no hacen los hombres por el dinero? ¡De todo! Aun vender su alma inmortal.»

El apóstol Pablo, en una carta a su discípulo Timoteo, le dice: «Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores» (1 Timoteo 6:10). Es interesante notar cómo el apóstol describe el peligro del dinero: el amarlo «es la raíz de toda clase de males».

¿Qué es el amor al dinero? Es la pasión obsesionante y enfermiza de querer más y más, de nunca tener lo suficiente. A algunos la obsesión los hace ahorrar y ahorrar sin saber ni para qué. A otros la obsesión los hace gastar y gastar, y de lo que obtienen nunca hay fin. El dinero que en forma desmedida obtenemos, y todo lo que conseguimos que va más allá de nuestras necesidades, nunca bastarán para satisfacer nuestra avaricia. Si sólo anhelamos lo material, viviremos ansiosos toda la vida.

De los labios de Roger Bacon, monje inglés de la edad media, salieron las siguientes palabras, que son oro: «El dinero es como el estiércol. Amontonado, apesta, pero desparramado por el mundo, fertiliza.»

Sólo cuando Jesucristo es nuestro Señor podemos ser libres de la pasión por el dinero y del peso mortal de la avaricia. Porque Cristo nos da el equilibrio necesario para saber usar el dinero, sin dejarnos dominar por él.

Hermano Pablo

MAS GRANDE POR DENTRO QUE POR FUERA

Un hombre llevó a su pequeña hija a un parque de diversiones y ella inmediatamente corrió a un quiosco y pidió un algodón de azúcar.
Cuando el dependiente le entregó una inmensa bola de algodón, el padre le preguntó: «Cariño,¿estás segura que puedes comértelo todo?»
«No te preocupes, papá» le respondió ella. «Soy mucho más grande por dentro que por fuera».
En su ingenuidad esta niña dijo una gran verdad. Por dentro somos más grandes que por fuera. Por dentro somos tan grandes que la misma Biblia dice que el mismo Espiritu Santo mora en nosotros. Podemos imaginar eso?
El Espíritu Santo morando dentro de nosotros. Que increíble declaración. Sin embargo cuantas veces nos vemos limitados por mirar o creer que somos pequeños. Quizas sí por fuera..pero por dentro Dios nos hizo grandes para creer en un Dios grande y por lo tanto hacer cosas grandes para Él.
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
1 Corintios 6:19,20

SOY INOCENTE

Lectura: Santiago 1:19-24.
"Sed hacedores de la Palabra" Santiago 1:22
Todos los estudiantes de un colegio en Florida —2.550 en total— estaban en problemas. Un sistema de mensajes notificó a cada uno de los padres que su hijo (o hijos) quedarían castigados ese fin de semana por mal comportamiento. Muchos niños alegaron su inocencia, pero algunos padres de todas maneras impusieron el castigo. Una madre, Amy, admitió que le gritó a su hijo y se aseguró que éste se presentara en el colegio el sábado para recibir su castigo.
Para alivio de 2.534 niños y vergüenza de algunos padres, se descubrió que el mensaje automático había sido enviado por error a todo el cuerpo estudiantil, ¡cuando en realidad sólo 16 estudiantes merecían el castigo! Amy se sintió tan mal por no haber escuchado y creído a su hijo que esa mañana le invitó a desayunar fuera.
Todos tenemos historias que contar acerca de circunstancias que nos han mostrado nuestra necesidad de escuchar antes de hablar. Somos naturalmente tentados a hacer juicios rápidos y a reaccionar con ira. El libro de Santiago nos da estas tres exhortaciones prácticas para tratar las situaciones estresantes de la vida: «Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Santiago 1:19).
En las tensiones de la vida, seamos hoy «hacedores de la palabra» (v. 22) y tomemos tiempo para escuchar y restringir nuestras palabras y nuestra ira.
Escucha para entender, y luego habla con amor.