jueves, 11 de febrero de 2010

MIGUEL CASSINA - EL VIVE

EL PERDÓN NO ES UNA OPCIÓN

Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica. Primero, su marido tuvo un accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.

La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.

Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.

Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable. ¡Jamás lo perdonaré!»

El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago. Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.

¿Cuántas veces no habremos repetido el Padrenuestro? Comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Más adelante dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:9,12,13). Es decir: «De la misma manera en que yo, Señor, perdono, perdóname tú a mí.» Perdonar no es una opción. Es un mandamiento divino.

Cuando Jesús agonizaba en la cruz, mirando a la multitud, dijo: «Padre, perdónalos» (Lucas 23:34). El que más sufrió, el que fue clavado en una cruz, al referirse a sus verdugos dijo: «Padre, perdónalos.» Así nos enseñó el Maestro.

Así es el perdón divino —gratis, eterno y perfecto—, y sin embargo cualquiera puede ser salvo. Pero eso demanda que también nosotros perdonemos. Así como hemos recibido el perdón de Dios, tenemos que perdonar a los demás. No es una opción; es un mandato. Pero Cristo nos da la fuerza para cumplirlo.

Hermano Pablo

POR NO EQUIVOCARME

Echando un vistazo al menú de un café, una mujer notó que ofrecían, un emparedado de ensalada de pollo y un emparedado de pollo. Decidió ordenar el emparedado de ensalada de pollo, pero distraídamente escribió en la orden emparedado de pollo, ella protestó inmediatamente, insistiendo en que el camarero se había equivocado.
La mayoría de los camareros le habrían mostrado la orden para que viera que ella había cometido el error. Pero él en lugar de lamentar el error, recogió el emparedado, lo llevó a la cocina y un momento después le trajo un emparedado de ensalada de pollo a la mujer.
Mientras se comía el emparedado miró su orden y vio el error que había cometido. Cuando llegó el momento de pagar, se disculpó con el camarero y ofreció pagar por ambos emparedados. El camarero le dijo: No señora. Todo está bien. Estoy contento de que me haya perdonado por no equivocarme.
Tacto es el arte de llamar la atención sin hacerse de enemigos.
Proverbios 12:18
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.

EL CAMINO A LA HUMILDAD

HUMILDADLectura: Salmo 131.
"Humillaos delante del Señor, y él os exaltará" Santiago 4:10
Un amigo me hizo esta declaración al tiempo que intentaba mantener un rostro serio: «¡Estoy tan orgulloso de mi humildad!» Eso me recuerda el chiste acerca de un líder que recibió un premio por su humildad. Debido a que había aceptado el premio, ¡se lo quitaron a la semana siguiente!
David parecía estar cometiendo el mismo error cuando dijo, «no se ha envanecido mi corazón» (Salmos 131:1). Sin embargo, cuando entendemos el texto, sabemos que él no estaba alardeando acerca de su humildad. Más bien, en respuesta a la acusación de traición hecha por los hombres de Saúl, David declaró que él no se consideraba tan importante ni pensaba tan bien de sí como para verse con ojos «enaltecidos». En vez de ello, David aprendió a ser como un «niño destetado» en los brazos del Señor (v. 2). Al igual que un bebé que depende completamente de sus padres, él esperaba en Dios para recibir Su protección mientras huía perseguido por el rey Saúl. En su hora más oscura, David se dio cuenta de su necesidad y después aconsejó a su pueblo: «Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre» (v. 3).
El camino a la humildad tiene dos aspectos. Involucra saber quiénes somos —tener una autoestima apropiada en vez de pensar demasiado bien de uno mismo. Pero lo que es más importante, requiere saber quién es Dios— tenerle en la más alta estima y confiar en que recibiremos lo mejor de Él en Su tiempo.
Cuando creemos que somos humildes... no lo somos.

miércoles, 10 de febrero de 2010

MIRE MAS ALLA

Un hombre se acercó cierta vez a una construcción y observó a tres individuos que sacaban paladas de tierra de una larga zanja. Le preguntó al primer hombre qué estaba haciendo. Este se enderezó y respondió lo que para él era evidente: Estoy cavando una zanja.
Se acercó al segundo obrero y le preguntó lo mismo. La respuesta fue apenas un poco más amable: Trabajo para vivir, solo eso… Para alimentar a mi esposa e hijos.
Cuando le preguntó al tercer hombre qué hacía, este respondió con énfasis y una actitud positiva: Vea señor, estoy construyendo parte de una serie de canales de irrigación que convertirán este árido valle en una rica zona cultivable que producirá alimentos para combatir el hambre en el mundo.
Mire más allá de las tareas aparentemente insignificantes y de los errores nimios de hoy y concéntrese en la totalidad del cuadro, en lo que finalmente sirve a los demás. Hallará mayor satisfacción en el yugo diario si se considera un creador de joyas para la corona del Señor en vez de un simple pulidor de rocas.
Uno debe tener objetivos a largo plazo para evitar la frustración de los errores a corto plazo.
Habacuc 2:3
Aunque la vision tarda en cumplirse, se cumplirá a su tiempo, no fallará.
Aunque tarde, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará.

¿QUE HAY DE CENAR?

Lectura: Génesis 22:1-12. "Aconteció… que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí" Génesis 22:1 Sería impensable invitar a unos buenos amigos a cenar y luego servirles unas sobras recalentadas en el microondas. Pero, si lo hiciera, eso diría mucho acerca de mis verdaderos sentimientos con respecto a ellos. Darle a Dios las sobras de nuestras vidas dice muchísimo acerca del verdadero valor que Él tiene para nosotros. Cuando Dios le pidió a Abraham que le entregase a Isaac como un acto de adoración, Génesis 22:1 lo llama una prueba. Una prueba para ver si había algo en la vida de este hombre que él atesorara más que a Dios. No es diferente con nosotros. Hay momentos en los que Dios requiere algo realmente importante para hacer que se cumpla Su obra. Él nos pedirá que renunciemos a nuestros instintos naturales de buscar venganza para que podamos comunicar Su amor misericordioso perdonando a nuestros enemigos. Puede que nos llame a sacrificar parte de nuestro tiempo, dinero o comodidades para hacer avanzar Su causa. O puede que requiera que permitamos que nuestros hijos e hijas vayan a lugares remotos para hablarles a otros acerca de Su amor Salvador. La manera en que respondemos a lo que Él requiere dice muchísimo acerca de cuáles son nuestros verdaderos sentimientos con respecto a Él. Cualquiera puede ofrecer las sobras. Pero los que aman a Dios más que a cualquier otra cosa Le entregarán lo mejor a Él. Ningún sacrificio que hagamos es demasiado grande para Aquel que lo sacrificó todo de sí mismo.

martes, 9 de febrero de 2010

«LA PROSTITUTA DE LA LAGUNA»

«Sólo conocía a los hombres en su momento más deshumanizado.... [en] que no tomaban de ella sino el instante de su sed, como un jarro de agua de la laguna....

»Pero, en un momento imprevisible para todos, la inconcebible regeneración comenzó.... Nadie volvió a traspasar la estera. Pero nadie creyó en su voluntad de purificación. De nada le valió. El pasado impuro y cercano la tenía presa en su jaula como a una cotorra.... Salu’í seguía siendo para todos la [prostituta] de la laguna.... La iban a expulsar del campo.... [Pero] en eso cayó la guerra, y la evacuación de la población civil salvó [del destierro] a la pecadora....

»Al día siguiente entró a trabajar en el hospital.... Y ahora estaba allí,... en medio de repentinos fogonazos.

»Todo el convoy se ponía en movimiento con un apuro ciego y desordenado....

»[Algún tiempo después], a media mañana, los camiones llegaban a un nuevo cañadón....

»—La entrada [al temido paso] Garganta de Tigre....

»Ahora se escuchaba más cercano el intermitente cañoneo...

»—¡Avión enemigo!...

»Un júnker..., al descubrir el convoy, [bajó en picada] sobre él con un poderoso rugido ametrallándolo a quemarropa.... Un aguatero y el furgón sanitario forcejeaban para desprenderse de las huellas, pero ya el avión volvía en una pasada rasante escupiendo fuego, y lanzando ahora también una bomba, que cayó sin explotar cerca del sanitario. Sus tripulantes saltaron enloquecidos y huyeron hacia el boscaje. El camillero cayó tumbado por la ráfaga. El camión aguador estaba inmóvil en la cuneta. A través del parabrisas hecho añicos, se veía al conductor caído de bruces sobre el volante, la cabeza empapada por la sangre....

»Aquino tendió de repente su brazo hacia el sanitario.

»—¡Miren eso!

»Entre las ruedas se veía un bulto oscuro y cilíndrico. Era la bomba que había caído sin estallar.

»—¡Puede reventar en cualquier momento!...

»En un súbito impulso, Salu’í salió [disparada] hacia el furgón. Su decisión fue tan rápida, que Aquino nada pudo hacer para impedirla. Sólo alcanzó a gritarle:

»—¡No vayas! ¡Es peligroso!

»Ella siguió corriendo sin hacerle caso y llegó al vehículo.... Rebuscó en el interior... Sacó un botiquín de primeros auxilios, cargó en un brazo medicamentos, paquetes de venda, todo lo que pudo, y regresó a escape hacia el bosque, en momentos en que el avión hacía una nueva pasada ametrallando el abra. La rápida estela de nubecitas de polvo cruzó mordiendo el camino muy cerca de ella....

»Los camioneros estaban asombrados....

»—No acaba uno de conocer a la gente —dijo... Silvestre [más tarde]...— Creí que lo tuyo era un capricho no más.... ¡Estás naciendo de nuevo, Salu’í!

Así narra el autor paraguayo Augusto Roa Bastos, en su novela Hijo de hombre, uno de los episodios de la Guerra del Chaco con Bolivia, guerra en la que él mismo participó como voluntario a la edad de catorce años. Gracias a Dios, a Él no le tenemos que comprobar que nos hemos regenerado para tener su aprobación. Al contrario, como Dios no envió a su Hijo Jesucristo al mundo para condenarnos sino para salvarnos, nos trata como trató a la mujer sorprendida en adulterio a quien los fariseos querían apedrear. Al pecador arrepentido Dios lo acepta tal como es, lo regenera Él mismo mediante el nuevo nacimiento espiritual y le dice que no vuelva a pecar.

Carlos Rey