viernes, 18 de diciembre de 2009

EL RAPTO

VIGOREXIA

¿Sabe lo que es eso?
Existen personas (generalmente mujeres jóvenes) que sufren de una condición que se llama anorexia nerviosa que presentan una percepción muy diferente de la que les devuelve el espejo: piensan que están muy gordas, cuando en realidad es que están muy delgadas.
Del mismo modo, existen personas (generalmente hombres) que piensan que no están lo suficientemente fornidos y pasan horas y horas en los gimnasios, desarrollando músculos y muchos de ellos tomando peligrosas sustancias anabólicas para hacer crecer más su musculatura.
Esto es o que se llama vigorexia, condición descrita en 1997 por Harrison Pope. Esta afección aún no está reconocida todavía por el Manual de Psiquiatría, pero existen evidencias de que es un trastorno del grupo de las obsesiones-compulsiones.
Los síntomas de la vigorexia son:
· Ir al gimnasio más de una vez por día ejercitándose más de una o dos horas por sesión.
· Hacer ejercicio absolutamente todos los días.
· Tener terror de engordar y por ello sigue haciendo ejercicios a pesar de sufrir lesiones musculares o tendinosas repetidas.
· Hacen del desarrollo de su musculatura el centro de su vida y por ello dejan a veces de ir al trabajo o la Universidad por ir al gimnasio.
De 10 millones de personas que van al gimnasio por lo menos un millón es vigorexica.Si la misma pasión por la belleza del cuerpo, la pusiéramos por la belleza del alma y el desarrollo del espíritu otra canción entonaría nuestro corazón.
El Rey David clamaba por encontrarse con Dios cada mañana.
Lo más importante en nuestra vida no es lo de afuera es lo de adentro.
¿Ya hablaste con él hoy?
Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré. Salmo 5:3
Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Salmo 57:8
Pero yo cantaré de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia. Salmo 59:16

PEDRITO EN EL DESIERO

Lectura: Éxodo 17:1-7.
"Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" Hebreos 4:2
En los años 60, un popular trío de cantantes popularizó una canción llamada «Pedrito en el Desierto». La balada cuenta la historia de un sediento vaquero que está cruzando el desierto y encuentra una bomba de agua manual. A su lado, Pedrito en el Desierto ha dejado una nota instando al lector a no tomar del jarro que está escondido allí sino que use su contenido para alimentar el surtidor.
El vaquero resiste la tentación de tomarse la jarra y usa el agua según las instrucciones de la nota. En recompensa a su obediencia, recibe una abundancia de agua fría y refrescante. Si no hubiese actuado con fe, sólo habría tenido para beber una jarra de agua tibia que no le habría satisfecho.
Esto me recuerda el viaje de Israel por el desierto. Cuando la sed del pueblo se hizo agobiante (Éxodo 17:1-7), Moisés buscó al Señor. Se le dijo que golpeara la roca de Horeb con su vara. Moisés creyó y obedeció y el agua salió a borbotones de la piedra.
Triste decirlo, Israel no seguiría el ejemplo de fe de Moisés con constancia. Al final, «no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (Hebreos 4:2).
Algunas veces, la vida puede parecer como un árido desierto. Pero Dios puede saciar nuestra sed espiritual en las circunstancias más increíbles. Cuando por fe creemos en las promesas de la Palabra de Dios, podemos experimentar ríos de agua viva y gracia para nuestras diarias necesidades.
Sólo Jesús, el Agua Viva, puede satisfacer nuestra sed de Dios.

jueves, 17 de diciembre de 2009

CORRE EL RIESGO

Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.
Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.
Demostrar sus sentimientos es correr el riesgo de demostrar su verdadero yo.
Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.
Amar es correr el riesgo de no ser amado.
Vivir es correr el riesgo de morir.
Esperar es correr el riesgo de desesperar.
Tratar es correr el riesgo de fracasar.
Corra el riesgo. Trepe y súbase a la rama donde está el fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida.
Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo.
Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron. Santiago nos dice: «No tenemos porque no pedimos».
En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo. Pero hoy es un día para correr riesgos.
Después de estas cosas vino la palabra del Señor a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Gen 15:1
Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Gen 46:3
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Jos 1:9

HOY..DECIDO AMAR CON AMOR REDENTOR

“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11
Hoy Dios me manda a amar a otros. Dios no me pide que los ame naturalmente, porque quizá en mi naturaleza me cuesta o no encuentro amor allí en ese terreno natural, pero él me pide que los ame con el amor redentor. Amor redentor es la clase de amor con la que Dios me ama.
Esta clase de amor esta demostrado en la vida del profeta Oseas. La esposa del profeta lo dejo a él y se fue a vivir con otro hombre y Oseas tuvo la humillante experiencia de comprarla de regreso para él desde la triste condición de adultera. Que experiencia es comprar otra vez lo que ya es suyo. Este es el cuadro hermoso del amor redentor de Dios. Nos compró con la sangre de Jesús a pesar de que ya éramos suyos.El amor redentor no conoce la vergüenza, ni está interesado en que lo amen, ni está basado en los sentimientos. Jesús no tuvo compasión de si mismo cuando estaba en la Cruz y por lo tanto jamás dijo: Oh , pobre de mi.. Oseas cuando compró a su esposa de regreso, tomo el pecado de ella y la desgracia de ella como suyo propio y por amor redentor a ella, la tomó, pagó la deuda voluntariamente y la trajo segura a casa otra vez.
El amor redentor me ata a los otros y me hace permanecer a la lado a pesar de …..La esposa de Oseas, nunca más dejo a su esposo Oseas. El amor redentor es la atadura más fuerte que puede existir en este mundo carente de amor. Hoy el Señor quiere que yo amé con ese amor redentor.
Hoy no puedo copiar el amor redentor de Dios. No es asunto de tratar de hacer un esfuerzo para hacerlo, porque ese sería el amor natural. Yo no puedo determinar cuando amo a los otros. Por eso Pablo dijo hablando del matrimonio que los esposos deben amar a la esposa como Cristo amó a la Iglesia.
Mi única esperanza está en recibir y expresar el amor redentor de Dios. Ese amor en derramado en mi corazón por el Espíritu Santo y entonces la más natural de mis relaciones llega a estar bajo el amor espiritual y redentor de Dios. Por eso es que el apóstol Juan dice: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11. Hoy me acerco para que Dios derrame ese amor redentor dentro de mi ser para tocar a otros con ese amor.
Señor. Gracias por tu amor redentor que me ha alcanzado. Yo hoy quiero caminar en ese amor y tocar a otros con ese amor. Ayúdame a acercarme a ti de tal manera que pueda permitir que el Espíritu Santo me bautice internamente con ese amor redentor para así compartirlo con todos aquellos que hoy me rodeen. En tu amor, yo encuentro amor y en tu amor…yo comparto el amor redentor. Amén.

CUANDO EL SUBMARINO SE HUNDE


Llevaba allí cuarenta y nueve años, casi medio siglo, descansando sobre blandas arenas, recostado sobre un flanco en medio del silencio y de la oscuridad. Dentro de él estaban los cuerpos de cincuenta marinos alemanes: la tripulación completa.

¿Qué era? Un submarino alemán de 80 metros de eslora, identificado como U-1226. Fue hundido en acción de guerra frente a las costas del Canadá, y fue descubierto casi medio siglo después. Lo halló el buceador Edward Michaud el 5 de junio de 1993.

El submarino debió de haber sufrido uno de los tantos dramas del mar que en su caso se tradujo en tragedia. Navegando frente a la costa atlántica del Canadá, fue cañoneado en octubre de 1944. Se hundió lenta e irremisiblemente, transformándose en la sepultura de sus cincuenta tripulantes. Pronto lo rodearon el silencio, la oscuridad y la eterna calma del fondo de los mares.

Fue un final trágico para esos cincuenta hombres. No hubo forma de salvarse. Eran prisioneros dentro del casco de acero que terminó siendo su sepultura. Así es la guerra, y así es la vida.

¿Qué hace uno cuando, aunque no se encuentre dentro de un submarino hundido, de todos modos se encuentra dentro de una situación adversa que parece tragárselo vivo? Ve uno, poco a poco, hundirse su vida en el mar de la desesperación, y no hay nada que puede hacer para detener el naufragio. ¿Qué hace uno? ¿A quién acude? ¿Hay alguna solución?

Probablemente la mayoría de nuestras adversidades tienen una causa humana y, por lo tanto, una solución humana. Gran parte del tiempo somos nosotros mismos los que provocamos nuestras tragedias. Volviendo sobre nuestros pasos podemos, muchas veces, hallar dónde y cómo comenzó nuestro mal. Y si en humildad nos despojamos de toda rebeldía y pedimos perdón a quien hemos ofendido, allí queda resuelto nuestro problema.

Sin embargo, otras veces parece no haber solución. Todas las puertas están cerradas y no hay escape. Es en esos momentos y para esas situaciones que tenemos que deponer nuestro orgullo y confesarle a Dios nuestra inhabilidad. La obstinación es nuestro enemigo número uno, ya que no nos deja encontrar a Dios. Y sin embargo, es Él quien puede librarnos del naufragio.

Humillémonos ante nuestro Creador. Dios nos ama. Él sólo espera escuchar nuestra oración. Digámosle: «Señor, te necesito. ¡Ayúdame, por favor!» De hacerlo así, Él nos rescatará.

Hermano Pablo

DESCBRIMIENTO


Lectura: 1 Corintios 2:6-16.
"Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu" 1 Corintios 2:10
¡Imagina la mañana de Navidad sin papel de regalo! El gozo duraría poco, por cuanto gran parte de la emoción es la expectativa de descubrir lo que hay en el paquete.
Aparentemente, Dios nos creó con un dispositivo de funcionamiento «normal» que hace que disfrutemos el proceso de descubrimiento, porque encontrar algo a menudo es más emocionante que tenerlo. Después de todo, esa es la razón por la que envolvemos los presentes.
Muchos pasajes en las Escrituras hacen alusión a este concepto. En Proverbios leemos lo que dice la sabiduría: «Me hallan los que temprano me buscan» (8:17). Y el profeta Jeremías escribió acerca del Señor: «Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón» (29:13).
Dios pudo haber revelado toda la verdad a todas las personas desde el mismísimo principio, pero eligió revelarse gradualmente (1 Corintios 2:7-8). Tal vez esa sea la razón por la que valoramos más las cosas cuando tenemos que buscarlas y esperarlas.
Dios no está jugando cruelmente al escondite con nosotros. Nos está permitiendo que disfrutemos del proceso de descubrir quién es Él y qué es lo que planea para el universo.
Así que no te desalientes por lo que no sabes acerca de Dios. Emociónate con desenvolver todo lo que todavía queda por descubrir.
El regalo de Dios de Sí mismo para nosotros es un presente que siempre estaremos desenvolviendo.