jueves, 17 de diciembre de 2009

CORRE EL RIESGO

Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.
Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.
Demostrar sus sentimientos es correr el riesgo de demostrar su verdadero yo.
Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.
Amar es correr el riesgo de no ser amado.
Vivir es correr el riesgo de morir.
Esperar es correr el riesgo de desesperar.
Tratar es correr el riesgo de fracasar.
Corra el riesgo. Trepe y súbase a la rama donde está el fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida.
Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo.
Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron. Santiago nos dice: «No tenemos porque no pedimos».
En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo. Pero hoy es un día para correr riesgos.
Después de estas cosas vino la palabra del Señor a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Gen 15:1
Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Gen 46:3
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Jos 1:9

HOY..DECIDO AMAR CON AMOR REDENTOR

“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11
Hoy Dios me manda a amar a otros. Dios no me pide que los ame naturalmente, porque quizá en mi naturaleza me cuesta o no encuentro amor allí en ese terreno natural, pero él me pide que los ame con el amor redentor. Amor redentor es la clase de amor con la que Dios me ama.
Esta clase de amor esta demostrado en la vida del profeta Oseas. La esposa del profeta lo dejo a él y se fue a vivir con otro hombre y Oseas tuvo la humillante experiencia de comprarla de regreso para él desde la triste condición de adultera. Que experiencia es comprar otra vez lo que ya es suyo. Este es el cuadro hermoso del amor redentor de Dios. Nos compró con la sangre de Jesús a pesar de que ya éramos suyos.El amor redentor no conoce la vergüenza, ni está interesado en que lo amen, ni está basado en los sentimientos. Jesús no tuvo compasión de si mismo cuando estaba en la Cruz y por lo tanto jamás dijo: Oh , pobre de mi.. Oseas cuando compró a su esposa de regreso, tomo el pecado de ella y la desgracia de ella como suyo propio y por amor redentor a ella, la tomó, pagó la deuda voluntariamente y la trajo segura a casa otra vez.
El amor redentor me ata a los otros y me hace permanecer a la lado a pesar de …..La esposa de Oseas, nunca más dejo a su esposo Oseas. El amor redentor es la atadura más fuerte que puede existir en este mundo carente de amor. Hoy el Señor quiere que yo amé con ese amor redentor.
Hoy no puedo copiar el amor redentor de Dios. No es asunto de tratar de hacer un esfuerzo para hacerlo, porque ese sería el amor natural. Yo no puedo determinar cuando amo a los otros. Por eso Pablo dijo hablando del matrimonio que los esposos deben amar a la esposa como Cristo amó a la Iglesia.
Mi única esperanza está en recibir y expresar el amor redentor de Dios. Ese amor en derramado en mi corazón por el Espíritu Santo y entonces la más natural de mis relaciones llega a estar bajo el amor espiritual y redentor de Dios. Por eso es que el apóstol Juan dice: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11. Hoy me acerco para que Dios derrame ese amor redentor dentro de mi ser para tocar a otros con ese amor.
Señor. Gracias por tu amor redentor que me ha alcanzado. Yo hoy quiero caminar en ese amor y tocar a otros con ese amor. Ayúdame a acercarme a ti de tal manera que pueda permitir que el Espíritu Santo me bautice internamente con ese amor redentor para así compartirlo con todos aquellos que hoy me rodeen. En tu amor, yo encuentro amor y en tu amor…yo comparto el amor redentor. Amén.

CUANDO EL SUBMARINO SE HUNDE


Llevaba allí cuarenta y nueve años, casi medio siglo, descansando sobre blandas arenas, recostado sobre un flanco en medio del silencio y de la oscuridad. Dentro de él estaban los cuerpos de cincuenta marinos alemanes: la tripulación completa.

¿Qué era? Un submarino alemán de 80 metros de eslora, identificado como U-1226. Fue hundido en acción de guerra frente a las costas del Canadá, y fue descubierto casi medio siglo después. Lo halló el buceador Edward Michaud el 5 de junio de 1993.

El submarino debió de haber sufrido uno de los tantos dramas del mar que en su caso se tradujo en tragedia. Navegando frente a la costa atlántica del Canadá, fue cañoneado en octubre de 1944. Se hundió lenta e irremisiblemente, transformándose en la sepultura de sus cincuenta tripulantes. Pronto lo rodearon el silencio, la oscuridad y la eterna calma del fondo de los mares.

Fue un final trágico para esos cincuenta hombres. No hubo forma de salvarse. Eran prisioneros dentro del casco de acero que terminó siendo su sepultura. Así es la guerra, y así es la vida.

¿Qué hace uno cuando, aunque no se encuentre dentro de un submarino hundido, de todos modos se encuentra dentro de una situación adversa que parece tragárselo vivo? Ve uno, poco a poco, hundirse su vida en el mar de la desesperación, y no hay nada que puede hacer para detener el naufragio. ¿Qué hace uno? ¿A quién acude? ¿Hay alguna solución?

Probablemente la mayoría de nuestras adversidades tienen una causa humana y, por lo tanto, una solución humana. Gran parte del tiempo somos nosotros mismos los que provocamos nuestras tragedias. Volviendo sobre nuestros pasos podemos, muchas veces, hallar dónde y cómo comenzó nuestro mal. Y si en humildad nos despojamos de toda rebeldía y pedimos perdón a quien hemos ofendido, allí queda resuelto nuestro problema.

Sin embargo, otras veces parece no haber solución. Todas las puertas están cerradas y no hay escape. Es en esos momentos y para esas situaciones que tenemos que deponer nuestro orgullo y confesarle a Dios nuestra inhabilidad. La obstinación es nuestro enemigo número uno, ya que no nos deja encontrar a Dios. Y sin embargo, es Él quien puede librarnos del naufragio.

Humillémonos ante nuestro Creador. Dios nos ama. Él sólo espera escuchar nuestra oración. Digámosle: «Señor, te necesito. ¡Ayúdame, por favor!» De hacerlo así, Él nos rescatará.

Hermano Pablo

DESCBRIMIENTO


Lectura: 1 Corintios 2:6-16.
"Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu" 1 Corintios 2:10
¡Imagina la mañana de Navidad sin papel de regalo! El gozo duraría poco, por cuanto gran parte de la emoción es la expectativa de descubrir lo que hay en el paquete.
Aparentemente, Dios nos creó con un dispositivo de funcionamiento «normal» que hace que disfrutemos el proceso de descubrimiento, porque encontrar algo a menudo es más emocionante que tenerlo. Después de todo, esa es la razón por la que envolvemos los presentes.
Muchos pasajes en las Escrituras hacen alusión a este concepto. En Proverbios leemos lo que dice la sabiduría: «Me hallan los que temprano me buscan» (8:17). Y el profeta Jeremías escribió acerca del Señor: «Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón» (29:13).
Dios pudo haber revelado toda la verdad a todas las personas desde el mismísimo principio, pero eligió revelarse gradualmente (1 Corintios 2:7-8). Tal vez esa sea la razón por la que valoramos más las cosas cuando tenemos que buscarlas y esperarlas.
Dios no está jugando cruelmente al escondite con nosotros. Nos está permitiendo que disfrutemos del proceso de descubrir quién es Él y qué es lo que planea para el universo.
Así que no te desalientes por lo que no sabes acerca de Dios. Emociónate con desenvolver todo lo que todavía queda por descubrir.
El regalo de Dios de Sí mismo para nosotros es un presente que siempre estaremos desenvolviendo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

HOY..QUIERO ABRIR LA PUERTA DE MI CORAZON

"He aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta entraré a el” Apocalipsis 3:20
Una de las cosas que más aprecio en mi casa es la puerta. Esa puerta es símbolo de autoridad y de firmeza. Le abro la puerta a quién yo deseo que entre y la cierro firmemente si encuentro que en el lado exterior de mi casa hay algo que me amenaza a mi y a mi familia. Por ello el Señor, queriendo hablar de intimidad dice que está tocando la puerta y si alguien oye su voz y le abre, entonces él entrará, y yo quiero hoy darle la oportunidad para que entre a mi vida.
Cual es su deseo hoy? Anhela las cosas celestiales o está meramente embriagado por las terrenales? Anhela usted disfrutar la doctrina alta del amor de Dios? Desea hoy libertad y una comunión más cercana con el Señor? Aspira conocer las medidas del amor divino en su altura, anchura, profundidad y altura? Entonces usted es candidato para oír la voz del Señor y el toque suave de su mano sobre la puerta de su corazón.
Cuando el toca al corazón es porque desea una estrecha comunión con nosotros y quiere compartir la unción del santo. Él tiene todas las llaves de las cámaras secretas de Dios y sin embargo no va a entrar en tu corazón a menos que tu mismo le abras la puerta.
Hoy quiero abrir la puerta y disfrutar de su dulce compañía sabiendo que cuando él entra no solo me trae paz y amor y sobre todo salvación sino que también trae los tesoros de Dios de las cámaras secretas del Padre.
Se que él hará de mi corazón su residencia permanente, con él llega la provisión del espíritu , él vendrá con el amor que siempre he anhelado sentir, él vendrá con el vino nuevo y las manzanas dulces de amor y traerá el aliento y salud que necesito en medio de mi enfermedad. Cuando yo le abra la puerta él no solo entrará sino que él dejará afuera los enemigos. Oh amor tan sin igual que trae tal invitado. Hoy quiero abrir esa puerta y dejarlo entrar y nunca, nunca más dejarle ir.
Para que dejarle ir, si ya he vivido muchos años solo. Otros han tocado la puerta y yo la he abierto y los he invitado a seguir, pero desde el mismo momento que abrí la puerta me dejaron un hondo sabor amargo en espíritu. No tenían nada que ofrecerme. Invité al Señor religión, al señor filosofía, al señor éxito, a la señorita vanidad, a doña orgullo y a don gruñón y nada me dejaron….como no he de invitar al Señor Jesús..si en él encuentro gozo y felicidad, verdadero amor y profunda ternura.
“ Señor. Se que tocas la puerta de mi corazón y quieres entrar, no te quiero dejar fuera. Te necesito y anhelo que toques mi vida y me llenes de tu amor y bondad. Tú prometes entrar e mi ser y que más anhelo yo si no es eso. Tu presencia es importante y maravillosa. La puerta de mi corazón cede ante la insistente y amorosa persuasión de tu Espíritu. Ven Señor Jesús. Amén.

LA TAREA PERMANECE

Lectura: Salmos 112.
"No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová" Salmos 112:7
Nuestra vida siempre había sido bastante sencilla. Cuando mi esposa y yo nos casamos, no buscábamos riqueza ni fama, sino tan sólo una manera de glorificar a Dios con lo que fuera que Él nos mandase hacer. Ese propósito se mantuvo claro en todos los campos de nuestra vida. Cuando nuestros hijos crecieron y yo comencé a trabajar en Ministerios RBC, nuestra meta seguía centrándose en glorificar a Dios.
Pero luego, en el 2002, recibimos la peor de las malas noticias. Nuestra tercera hija, Melissa, de 17 años, partió inesperadamente al cielo. De repente, nos vimos forzados a reconsiderar las cosas. ¿Podríamos, en nuestra nueva condición de padres desconsolados, encontrar todavía una manera de glorificar a Dios? ¿O acaso estas circunstancias insoportables alterarían nuestra perspectiva y nuestra meta?
Hemos pasado mucho tiempo meditando en esa pregunta. Sería fácil dejar de confiar, servir y mostrarles a otros el camino hacia Dios cuando Aquel a quien Le has encomendado tus hijos permite que uno de ellos parta. Pero las palabras del salmista nos mostraron el camino. Él dijo que la persona que teme a Dios «no resbalará jamás;... su corazón está firme» (Salmo 112:6-7). Y también nosotros —y tú, sin importar lo que estemos enfrentando— podemos continuar «firme[s], confiado[s] en Jehová».
Incluso ante «malas noticias» la tarea permanece: Glorifica a Dios.
La confianza a través del sufrimiento trae consigo el triunfo sobre la tristeza.

martes, 15 de diciembre de 2009

LA DECISIÓN DE ZINZENDORF

Un célebre pintor de la antigüedad, fue conmovido por las preguntas insignes de una gitanilla que, acudiendo como modelo a su estudio, quedó admirada de un cuadro de la crucifixión que el pintor estaba ultimando. La niña no había oído contar nunca la historia del amor del Salvador y cuan do el pintor se la refirió para que no le importunase más con sus preguntas, ella exclamó ingenuamente:

-¿Debe usted amar mucho a quien hizo todo esto por usted?

Estas palabras penetraron en el corazón del pintor, quien reconoció que no amaba a Cristo como debía y se convirtió de veras a El, uniéndose a un grupo de creyentes evangélicos de su ciudad, en quienes halló verdaderos adoradores del Cristo crucificado.

Stenburg sentía un amor ardiente por su Salvador. Todo lo hizo por mí, pensaba. ¿Cómo podré hablar a los hombres de aquel amor sin límites que se dio por ellos para darles la salvación? ¿Cómo podré hacer que la luz de vida que ha entrado en mi alma penetre en otros corazones también? No soy orador, aunque tratase de hablar no podría. Pensando de este modo un día empezó a diseñar al azar un tosco bosquejo de una cabeza coronada de espinas. Una idea cruzó por su mente. "¡Puedo pintar!" -dijo-. "Mi pincel deberá proclamarlo"'. En aquel retablo que conmovió a la gitana Pepita, su cara era todo angustia y agonía, pero eso no era la verdad. Amor indecible, compasión infinita, sacrificio voluntario, esto hay que expresar.

Cayó de rodillas y oró para que Dios le hiciera digno de pintar y proclamar a Cristo de ese modo.

Y luego trabajó. El fuego de la inspiración ardió; subió hasta la más alta fibra de sus dotes artísticas. El cuadro del Cristo crucificado era una maravilla. No quiso venderlo; lo dio corno regalo a su ciudad natal, fue puesto en el Museo y allá acudieron las gentes a verlo. Los corazones se emocionaban ante él y volvían las gentes a sus casas comprendiendo mejor el amor de Dios, y repitiendo por lo bajo las palabras que en letra clara el pintor había escrito:

"Esto hice yo por ti. ¿Qué has hecho tú por Mí?"

Stenburg acudía también, observando desde un rincón a la gente que se reunía junto al cuadro y oraba a Dios para que bendijese su sermón pintura. ­Entre los visitantes, vino un día el joven conde Zinzendorf. Pasó varias horas admirando el cuadro y orando a Dios. Cuando volvió a su casa, dio respuesta a la pregunta del cuadro consagrando toda su fortuna a aliviar la suerte de los perseguidos cristianos moravos, fundando en sus posesiones las colonias de donde partieron centenares de mensajeros del amor del Salvador a los países paganos.