domingo, 13 de diciembre de 2009

SUPERA ESO

La “voluntad” es lo que genera la energía y el valor para crear.
El “querer”, por sí mismo, no es suficiente. Estar “dispuesto” nos mueve más allá de nuestras limitaciones y hacia la grandeza.
Las aves vuelan, los peces nadan y los seres humanos crean. Esa es nuestra naturaleza. Al final del día, tanto los optimistas como los pesimistas están siempre en lo correcto. ¿Por qué esperar entonces cuando podemos crear?
Cuando damos por sentado nuestro éxito, no nos brindamos la oportunidad de aprender del proceso y aplicarlo en otras áreas de nuestra vida. El fracaso es simplemente un resultado que difiere del que esperábamos.
Podemos tener éxito ahora o más tarde; depende sólo de nosotros. El éxito está esperando, aquí y ahora. No le importa de dónde venimos, lo que hacemos o lo que hicimos anteriormente. Está disponible a todo aquel que lo quiere y está preparado para salir a tomarlo.
“No siempre podemos obtener lo que queremos” podrá ser una buena letra de una canción, pero es un lema terrible para la vida.
Entre más practiquemos el crear éxito en un área, más fácil será el crearlo en otras. Si estás intentando crear algo perfecto, tengo dos palabras de advertencia para ti: ¡Supera eso!
Para ser exitosos, lo que hacemos, debe importanos. Crear éxito es asunto de cumplir o manifestar el propósito para el cual nacimos.
Cuando nuestra mente está despierta, atenta y lista para ser usada, hallaremos que podemos crear cualquier cosa que estemos dispuestos a tener. Nuestra mente nos da el poder tanto para crear como para destruir.
Citado de “Elementos del Éxito” de Nisandeh Neta, copyright 2003; enviado por el autor
Fuente: www.motivateus.com
Recordemos que como hijos de Dios, necesitamos ser como él. Dios es creador y él espera que nosotros como sus hijos seamos creativos y dejemos de lamentarnos del ayer. Supera eso…Dios está a tu lado.
Y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra. Gen 14:19
Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan.
Isa 42:5

LA NOVELA POLICIACA ¿QUIEN LO HIZO?

Lectura: Génesis 1:1,20-17.
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" Génesis 1:26
Todo el mundo conoce las novelas policíacas y la pregunta que siempre surge de ellas es: «¿Quién lo hizo?». La novela policíaca más importante de todos los tiempos es la que hace esta pregunta con respecto a la creación.
Algunas personas desearían que la Biblia dijera: «En el principio Dios no era necesario». Para ellas, es inaceptable decir, «en el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). O «hagamos al hombre a Nuestra imagen» (v. 26).
En vez de ello, creen que, después de una explosión de energía y materia, de alguna manera se formó una atmósfera propicia para la vida. Luego, organismos unicelulares se desarrollaron hasta convertirse en las formas de vida extremadamente complejas que conocemos hoy.
No hay necesidad de Dios, dicen, porque todo sucedió naturalmente. En una tierra y en una atmósfera cuya creación no tiene autor, se unieron fuerzas con un plano diseñado por nadie para hacer de la tierra el ambiente perfecto para que se desarrollara la vida.
Lo que hacemos con «en el principio Dios» se encuentra en el meollo de todo esto. Debemos creer en Su Palabra —y en todo lo que Su Palabra afirma—, o creer que nuestras vidas sin sentido fueron el resultado de una reacción en cadena accidental y mecánica. ¡Qué contraste tan marcado con «hagamos al hombre a Nuestra imagen»!
En el principio. ¿Fue Dios? ¿O fue la casualidad? Nuestra respuesta a esta novela policíaca revela si verdaderamente adoramos o no al imponente Dios de la creación.
Sólo Dios puede crear el cosmos de la nada.

sábado, 12 de diciembre de 2009

UN SAMARITANO MODERNO

Una mujer llamada Ana Smith llegó al hogar de una familia muy pobre en donde el jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores. La mujer entró a visitar este hogar con el propósito de hablarles algo acerca de Cristo. Pero el hombre de muy mal talante dijo a la mujer: “No quiero que nadie ore aquí ni lea la Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas.”
Inmediatamente Ana Smith aseguró al hombre y a la esposa afligida que haría algo para ayudarlos, y se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia.
Cuando la señora Smith regresó, el hombre que bruscamente le había prohibido que orara o leyera la Biblia le dijo: “Léame por favor la historia del Buen Samaritano.” La señora Smith lo hizo con gusto, y cuando terminó de leer dijo el enfermo: “He visto muchos sacerdotes y levitas, pero nunca antes había visto un buen samaritano.” La amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron por causa de una buena acción de una cristiana.—Arnold
Lerı́n, A. 500 ilustraciones
No intentemos hablar de Cristo sino estamos listos para hacer algo demostrando el amor de Dios. Muchos son los que predican y hablan pero pocos son los que viven un mensaje palpable. Conviértete hoy en un Samaritano y la gente responderá dando su corazón a Dios.
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión, y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: “Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré.” ¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.
Luc 10:33-37

ABSOLUTAMENTE NADIE

Lectura: Éxodo 4:10-17.
"Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, ni tengo entendimiento de hombre" Proverbios 30:2
Él quería ser un don nadie. En 1992, un hombre de Seattle que postuló para el cargo de Sub-Gobernador del estado de Washington, se cambió legalmente el nombre a «Absolutamente Nadie». Al momento de entrar en la carrera, dijo que quería saludar a los votantes diciéndoles: «Hola, soy Absolutamente Nadie. Voten por mí». Más tarde admitió que el propósito de su campaña era abolir el cargo de Sub-Gobernador.
Este hombre hizo uso de un nombre como un ardid, pero la Biblia tiene mucho que decir a aquellos de nosotros que nos presentamos ante los demás diciendo que no somos nadie. El tipo correcto de humildad es saludable. Los compositores de Israel sabían lo importante que es ver nuestra insensatez lejos de Dios (Salmo 73:22; Proverbios 30:2). Jesús mismo nos mostró que sin Dios no logramos nada de valor perdurable (Juan 5:30;15:5).
Pero leemos una advertencia en la historia de Moisés. Hay un inconveniente en insistir en que somos «don nadie» si se trata de evitar hacer lo que Dios manda (Éxodo 4:1-17). Nuestros motivos nos convierten en alguien que se resiste a los propósitos amorosos de Dios.
Puede que nos tratemos a nosotros mismos y tratemos a los demás como personas sin valor. Pero recuerda, Dios no hace a don nadies. Al igual que Moisés, si nos rendimos a Dios, podemos hacer cualquier cosa que Dios quiere que hagamos —con Su fuerza.
Sin Cristo no podemos hacer nada. Con Él podemos hacer todo lo que Él quiere que hagamos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

ALMUERZO CON DIOS

¿CRISTO Ó CESAR?

No fue mera casualidad que Jesús fuera a Cesárea de Filipo donde había un templo, en forma de gruta, dentro de una roca blanca, en el cual se adoraba la imagen de César como Dios manifestado en carne.

Jesús fue allá para preguntarles: "¿Quién dicen los hombres que yo soy?" Los discípulos querían que Jesús reuniera fuerzas, en aquel lugar apartado, para luchar contra el César; y lo estaba haciendo. Pero de una manera tan completa y de tan vastos alcances como nunca podían soñarlo. Fue allí donde empezó la gran batalla.

Auto Stanley Jones

FUEGO CONTRA FUEGO

La joven, de veintitrés años de edad, se paró frente a una librería de Minneapolis, Minnesota. Largo rato estuvo contemplando los libros y revistas exhibidos en las vidrieras. Luego, con gesto de sufrida y callada resignación, hizo algo insólito.

Se roció la cabeza y el cuerpo con gasolina y se prendió fuego. Eran las siete de la noche del 10 de julio de 1984. La joven se llamaba Ruth Christenson, y así como la Ruth de la Biblia, tenía firmes convicciones morales. De ese modo protestaba contra la literatura pornográfica que vendía la librería.

He aquí un acto de legítima protesta, que aunque es discutible en su forma, no lo es en manera alguna en su fondo. Ruth Christenson, una joven cristiana, estaba indignada por el auge mundial de la literatura pornográfica, así que quiso hacer algo para detener ese comercio inicuo. Y no encontró mejor forma que prenderse fuego a sí misma.

La pornografía, que es un negocio mundial que obedece a oscuros y siniestros intereses, está pervirtiendo a la juventud y amenazando los hogares. Con el pretexto de que hay libertad de prensa, que todas las ideas son libres, y que un desnudo femenino es arte y no algo obsceno, se produce por millares de toneladas una enorme masa de material indecente.

Son mentes juveniles las que absorben toda esa enorme masa. La compran libremente en kioskos y librerías, y la absorben impensadamente, por ese interés morboso que tiene la indecencia.

Estudiosos serios de varios países —psicólogos, educadores, sociólogos y religiosos— nos dicen continuamente que hay una relación bastante estrecha entre la literatura y el cine pornográficos y la delincuencia juvenil, los asaltos a mujeres, las violaciones y los ultrajes. La pornografía es el disparador que acciona la bomba de las pasiones latentes.

«Con fuego de gasolina puedo contrarrestar simbólicamente ese fuego de la pornografía que abrasa la mente, la moral y los sentimientos de la juventud», pensó la joven Ruth.

Hay algo que nosotros, los padres y las madres conscientes de este vicio, podemos hacer al respecto: podemos examinar detenidamente todo material de lectura de nuestros hijos. Y podemos permitir que Cristo sea el Señor y Maestro de nuestra familia y de nuestro hogar.

Hermano Pablo