sábado, 28 de noviembre de 2009

¡ALEGREM ENTE!

Lectura: Salmos 100.
"Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra" Salmos 100:1
El Salmo 100 es uno de los grandes cánticos de acción de gracias de la Biblia. Nos llama a darnos cuenta de que pertenecemos a Dios nuestro Hacedor (vv. 3-4) y a alabarle por Su bondad, misericordia y verdad (v. 5).
Sin embargo, durante una reciente lectura, quedé atónito ante una frase que habla de expresar agradecimiento de una manera tangible y de buen grado: «Servid a Jehová con alegría» (v. 2). Muchas veces mi servicio a Dios es más a regañadientes que con alegría. Hago lo que considero mi deber, pero no estoy feliz al respecto.
Oswald Chambers puso el dedo en la llaga en cuanto a mi actitud desagradecida cuando dijo: «La voluntad de Dios es lo más alegre, brillante y abundante que podamos concebir, y sin embargo, algunos de nosotros hablamos de ella con un espantoso suspiro: 'Bueno, supongo que será la voluntad de Dios', como si Su voluntad fuera lo más calamitoso que pudiera acontecernos... nos convertimos en llorones espirituales y hablamos patéticamente acerca de 'padecer la voluntad del Señor' ¡Dónde está la vitalidad majestuosa y el poder del Hijo de Dios en cuanto a eso!»
El verdadero agradecimiento es más que estar agradecido por lo que poseemos. Es una actitud que cala en nuestra relación con el Señor para que podamos servirle con alegría y gozo.
Para el cristiano, la acción de gracias no es cosa de tan sólo un día sino una forma de vida.

jueves, 26 de noviembre de 2009

¿ESTA DIOS ENCENDIENDO SUS LAMPARAS?

“Una calurosa tarde de verano, se cubrió el cielo repentinamente de negras nubes y pronto el vívido resplandor de los relámpagos anunciaba una tempestad que se aproximaba. Retumbó el trueno en las alturas y el relámpago en zigzag resplandecía con siniestro brillo.
La señora Moreno estaba en pie al lado de la cama de su niñito de cinco años, que estaba observando cómo los relámpagos jugueteaban alrededor de su cama.
Como los relámpagos se sucedían uno tras otro, la señora se puso temerosa; entonces su niñito se volvió a ella, y mirándola con sus grandes ojos azules, le dijo: “¿Verdad que es brillante, mamá? ¿Está Dios encendiendo sus lámparas?”
El corazón de la madre se enterneció con la pregunta del niño, y todo temor la abandonó; reconoció que era Dios en verdad el que permitía la tempestad, y que él podía proteger a sus hijos en medio de ella. La confianza de su hijito había reprendido sus temores.
La fé de un niño puede enseñarnos que realmente Dios nos cuida. Los adultos somos propensos al temor mientras un niño puede descansar tomado de la mano con Dios. Que hoy podamos confiar en Dios como un niño.
Salmo 131:1-3
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.
Marcos 10:15
Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.”

EL PUENTE DE AMOR

Los padres de Luis vivían en la playa de un hermoso lago de Suiza. Su padre trabajaba en el lado opuesto. Un día Luis y su hermano fueron a través del lago al encuentro de su padre. La madre les vigilaba desde la ventana. Todo iba bien, pero de repente se dio cuenta de que el hielo sobre el cual andaban estaba partido. El hermano mayor saltó fácilmente al otro lado, pero la madre exclamó sollozando desde la ventana: "¡El pequeño! El pequeño no puede saltar". Entonces vio como el hermano mayor extendía su cuerpo entre los dos hielos y el pequeño pasaba por encima de él.

¿No es esto lo que Cristo hizo con su propio cuerpo? Lo puso como puente por el cual el hombre pudiera llegar hasta Dios.

GRACIAS

ATRAPA Y SUELTA

Lectura: Romanos 6:16-23.
“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” Juan 8:34
Soy un pescador del tipo «atrapa y suelta», lo que significa que no mato a las truchas que pesco, sino que las atrapo con una red, las trato delicadamente y las libero. Es una técnica que garantiza la «sostenibilidad», como les gusta decir a los conservacionistas, y evita que las truchas y otras especies objetivo desaparezcan en aguas de pesca industrial.
Rara vez libero una trucha sin recordar las palabras de Pablo acerca de aquellos que «están cautivos» en el lazo de Satanás para hacer su voluntad (2 Timoteo 2:26), por cuanto sé que nuestro adversario el diablo no atrapa y suelta sino que captura para consumir y destruir.
Puede que pensemos que podemos pecar deliberadamente de una manera limitada por un corto periodo de tiempo y luego librarnos. Pero, tal y como Jesús nos enseña, «Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Juan 8:34). Incluso los «pecaditos» llevan a una cada vez mayor falta de rectitud. El pecado se convierte en la consecuencia del pecado. Nos encontramos atrapados y esclavizados y, al igual que una trucha desafortunada, no podemos zafarnos.
El pecado nos esclaviza. Pero, cuando nos rendimos en obediencia a Cristo y clamamos a Él pidiéndole la fortaleza para hacer Su voluntad, somos «liberados». El resultado es una mayor justicia (Romanos 6:16).
Jesús nos asegura: «Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36).
Cristo nos libera de la esclavitud del pecado hacia la libertad de la salvación.