jueves, 1 de octubre de 2009

POR UN TIEMPO LIMITADO

Lectura: Santiago 4:13-17.
“Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Santiago 4:14
Una fría y despejada mañana de octubre apareció en nuestro periódico local la deslumbrante fotografía de unos álamos temblones bañados por el sol, cuyas hojas habían cambiado de color a un dorado otoñal. La leyenda decía: Sólo por tiempo limitado. La irresistible invitación a dar un paseo por las montañas para saborear los brillantes colores transmitía la urgencia de hacerlo rápidamente. Las hojas de otoño que hoy son doradas a menudo ya no están mañana.
Nuestras oportunidades de obedecer lo que Dios nos induce a hacer también son fugaces. Santiago advirtió contra una arrogancia que asume que los días para llevar a cabo nuestras buenas intenciones serán eternos «. . . cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece… Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado» (4:14,17).
¿Existe algún acto de amabilidad o aliento que Dios te haya instado a hacer por alguien en Su nombre? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde ese primer llamado? Con tantas demandas sobre nuestro tiempo, las tareas urgentes demandan nuestra atención mientras que las cosas importantes pueden posponerse. Pero llegará un momento cuando incluso lo importante ya no pueda hacerse.
Si seguimos ahora la exhortación de Dios con nuestros actos, hoy será un día de oro.
Hacer lo que es correcto hoy significa que no habrá nada que lamentar mañana.

CORTE DE ELECTRICIDAD

Hace unos años (1998) el este de Canadá fue azotado por una inolvidable tempestad de lluvia heladiza. Causó veintiún muertos y millones de dólares en pérdidas. Cerca de cuatro millones de personas fueron afectadas por la tragedia: transportes, abastecimientos… Miles tuvieron que abandonar su hogar. No había electricidad, por consiguiente tampoco había luz, ni agua, ni calefacción. En ese período de interrupción eléctrica, que duró varios días, se pudo comprobar cuán indispensable es la electricidad. Los damnificados aprovecharon los abrigos provisionales que el gobierno puso a su disposición. También comprendieron que «solidaridad» no era una palabra vana.
A veces atravesamos días sombríos; tenemos la sensación de estar hundidos en la oscuridad, perdemos nuestros puntos de referencia. Para estas situaciones, entre otras, Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). En este mundo no existe otra fuente de verdadera y durable luz. Las filosofías y las religiones entusiasman el espíritu momentáneamente, pero a la larga dejan un gran vacío interior.
Es el momento de preguntarme si tengo un corte de luz espiritual, si deseo encontrar la verdadera luz o si prefiero permanecer en la oscuridad eternamente. Acudamos a quien dijo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Juan 12:46).
Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.
Juan 12:35

NIÑOS DE CARTON

Lectura: Proverbios 1:8-19.
“Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas” Proverbios 1:10
Cuando Miguel comenzó a publicitar su compañía de letreros, no sabía lo útil que llegaría a ser su trabajo. Algunos de sus letreros eran cuadros de cartón de niños de tamaño natural, los cuales puso cerca de la calle.
Además de publicitar su negocio, los letreros tuvieron otro efecto. Los automovilistas pensaron que las figuras recortadas eran niños reales y comenzaban a bajar la velocidad. Ahora Miguel vende niños de cartón a aquellos padres que quieren que los conductores que pasan por sus áreas bajen la velocidad. Miguel dijo: «En verdad esperamos que algunos de nuestros letreros ayuden a controlar la velocidad en los vecindarios por todo el país».
Los padres se esfuerzan por proteger a sus hijos del peligro físico. Pero también hay otros peligros. A Salomón, el autor de Proverbios 1, le preocupaban las personas que pudieran representar un peligro espiritual para su hijo. Le advirtió a éste acerca de aquellos que le engañarían para hacer el mal (vv. 10-14) y le dijo:«No andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas, porque sus pies corren hacia el mal» (vv. 15-16).
Necesitamos proteger a nuestros hijos enseñándoles la Palabra de Dios y capacitándoles para que eviten las malas influencias. Las calles muy transitadas son peligrosas para nuestros hijos, pero la atracción hacia un camino de maldad es muchísimo más peligrosa.
El mundo del mañana tendrá la forma de lo que les enseñemos a nuestros hijos hoy.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

PORQUE SUS MANOS NOS SUSTENTAN

TITANIC

El naufragio del Titanic dejó, pues, una imborrable huella en la memoria humana. El descubrimiento de los restos, hace unos años, permitió que los expertos emitieran una hipótesis que explicara cómo ese espléndido transatlántico, maravilla de la técnica, zozobró en tres horas después de chocar con el iceberg.
Muchas fueron las causas secundarias, pero una de las explicaciones de los expertos, después de haber examinado algunas muestras de los restos del buque, fue la poca resistencia de los remaches de ensamblaje del casco. Unos cuantos de ellos parecen haberse soltado, abriendo unas vías de agua que inevitablemente condenaron al naufragio al palacio flotante, reputado como insumergible.
“Dios mismo no lo podría hundir”, repitieron algunos. Tal desafío nos impresiona. Bastaron unos remaches defectuosos para que ese 15 de abril de 1912 la humanidad recibiera una severa y magistral lección de humildad, al ver que su obra de arte se hundía en las heladas aguas del Atlántico.
¡Qué contraste con el primer “gigante de los mares”, el arca, construida por Noé y dirigida por Dios mismo! Navegó cerca de un año en medio de un diluvio sin parangón en la historia, y preservó a todos los pasajeros.
A los que quieren vivir sin Dios se les dice:
“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban… vino el diluvio y los destruyó a todos” (Lucas 17:26-27).
Esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
1 Pedro 3:20

martes, 29 de septiembre de 2009

PARA QUE SEPAS

Lectura: 1 Juan 5:6-13.
"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna" 1 Juan 5:13
Un día, mientras Wim estaba en el mercado en Holanda, entabló conversación con una mujer que hizo la observación de que se puede llegar al cielo haciendo buenas obras.
El intento de Wim por explicar que es por la gracia de Dios que somos «salvos por medio de la fe» (Efesios 2:8) provocó una sonrisa en la mujer mientras ésta repetía con confianza: «y . . . haciendo buenas obras». Luego otra mujer se ofreció a comentar: «Usted puede tener la esperanza de que irá al cielo, pero no puede estar seguro». La afirmación de Wim de que lo sabía con certeza recibió un «nadie lo sabe con certeza» entre dientes.
Wim le mostró luego a la mujer lo que 1 Juan 5:11-13 dice. Le explicó: Vea, aquí no dice para que esperéis, sino para que sepáis. No convencida, ella respondió: «Al igual que usted, mi pastor dice que tenemos que tener fe, pero en realidad nunca sabemos si hemos sido lo suficientemente buenos. Puede que usted piense que lo ha sido, pero, ¿quién puede estar seguro de ello?»
Para algunos, puede que la confianza de Wim parezca increíble. Pero él basó sus palabras en esta declaración: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras» (Efesios 2:8-9).
Es verdad. No podemos ser lo suficientemente buenos. Nunca podemos hacer suficientes cosas buenas. Pero podemos estar seguros del cielo si simplemente creemos en el Señor (Hechos 16:31).
Somos salvos por la misericordia de Dios, no por nuestro propio mérito; por medio de la muerte de Cristo, no por nuestras acciones.

CUANDO SE PARAN LOS MOTORES

El aeropuerto de Anchorage, Alaska, reportaba cielo azul y visibilidad ilimitada. El avión volaba a veinte minutos del aeropuerto, y no había pronósticos de mal tiempo. Pero de pronto el jet de la línea holandesa KLM entró en una nube espesa. Sólo que no era nube de agua; era nube de ceniza volcánica. Los motores del avión se pararon, y el capitán dio el anuncio de aterrizaje forzoso.

Pero en eso el capitán Vanderlest hizo virar violentamente el avión 45 grados a la derecha. Logró así salir de la ceniza. Aire puro comenzó a entrar en los motores, éstos se encendieron de nuevo, y las 268 personas que venían a bordo del KLM llegaron sanas y salvas a su destino.

Hay aquí una poderosa lección. El capitán Vanderlest sabía, por la interrupción del funcionamiento de los motores, que había un problema, y él sabía que el problema no eran los motores. El problema era la nube de ceniza. Él también sabía que tendría que hacer algo drástico para hacer reaccionar los motores. ¿Cuál fue la solución? Hacer virar violentamente el avión hasta salir de la nube.

Nosotros también, aun sin estar a quince mil metros de altura, sufrimos dificultades. Nuestro mundo está pasando por muy serios problemas. Algunos son problemas políticos: gobiernos en confusión, guerras civiles, conflictos internacionales. Otros son problemas sociales: drogadicción, asaltos, robos, homicidios. Y otros son problemas familiares: hogares en bancarrota, hijos perdidos, matrimonios destruidos. Los motores de la nave están fallando, y estamos a punto de ser destruidos.

Pero el problema no son los motores, es decir, no son los gobiernos, ni la sociedad, ni la familia ni el individuo. El problema es el quebrantamiento de las leyes morales de Dios. Ese pecado es la nube de ceniza que nos está ahogando.

¿Qué podemos hacer? Tenemos que darle un giro violento a nuestra nave para salir de la nube. Tenemos que regresar al aire fresco y puro de las normas divinas, pues si no lo hacemos, todo continuará yéndonos mal. Fallará la sociedad, así como fallarán las relaciones con nuestro cónyuge y con nuestros hijos, y la vida entera continuará siendo un desastre. Y todo esto porque no vivimos de acuerdo con las leyes morales de Dios.

Sólo cuando Jesús es nuestro Señor absoluto, y sólo cuando le rendimos a Él nuestra voluntad, es que nuestra vida se endereza. Él desea ser nuestro Señor. Más vale que nosotros deseemos ser súbditos suyos.

Hermano Pablo