viernes, 7 de agosto de 2009

VALORES SOLIDOS

Marshall Field en una ocasión ofreció doce recordatorios para ayudar a las personas a obtener un sentido de sólido de valores.
1. El valor del tiempo.
2. El éxito de la perseverancia.
3. El placer del trabajo.
4. La dignidad de la simpleza.
5. El valor del carácter.
6. El poder de la bondad.
7. La influencia del ejemplo.
8. La obligación del deber.
9. La sabiduría del ahorro.
10. La virtud de la paciencia.
11. La mejoría del talento.
12. El gozo de existir.
¿Puedes establecer hoy el núcleo de los principios de tu sistema de valores? Para algunos, puede que sean los Diez Mandamientos. Para otros, los dichos de Jesús. Los valores sólidos son como las piedras sin manchas, lisas por completo. No importa lo que edifiques con ellas, puedes estar seguro que de seguir las leyes básicas de construcción, la estructura será sólida y todas tus decisiones permanecerán firmes.
Salmo 32:8: “Tú me dijiste: “Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti.”
Isaías 48:17 “Yo soy el Señor tu Dios; yo te enseño lo que es para tu bien, yo te guío por el camino que debes seguir”

CENTRO DE ENTRENAMIENTO DE DIOS

Lectura: Romanos 8:12-17.
“[Somos] herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él” Romanos 8:17
El libro de Lew Wallace, Ben-Hur, cuenta la historia de un aristócrata judío traicionado por su mejor amigo y condenado a servir como esclavo en una galera en la marina romana. Durante una marcha forzada hacia el barco, Judá Ben-Hur conoce a Jesús de Nazaret, cuya compasión le llena de esperanza. Finalmente, Ben-Hur salva al comandante romano durante la batalla. En gratitud, el comandante adopta a Ben-Hur como su hijo, elevándole al instante de la categoría de esclavo a heredero.
Eso es lo que nos sucede cuando Dios nos adopta para ser miembros de Su familia, pero este gran privilegio conlleva una gran responsabilidad. Pablo dijo que nos convertimos en «herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él» (Romanos 8:17). El Evangelio no dice: «Venid a Jesús y vivid felices para siempre». El plan de estudios de Dios para la educación de Sus hijos incluye el entrenamiento por medio de las dificultades.
Los años de penurias que Ben-Hur tuvo que soportar como esclavo romano le fortalecieron e incrementaron su resistencia. Al final, venció a su antiguo amigo, convertido ahora en enemigo, en una carrera de carros.
Así como la resistencia y la capacitación fueron factores clave para la victoria de Ben-Hur, también son vitales en la guerra del cristiano contra el pecado y el mal. Los tiempos difíciles que soportamos son la manera de Dios de prepararnos para un servicio más grandioso para Su gloria.
Conquistamos cuando perseveramos

UNA NUBE DE MOSQUITOS

El viejo avión DC-8 se acercaba al aeropuerto de Yakarta, Indonesia. El tiempo estaba algo tormentoso, pero no ofrecía peligro. El piloto hizo bajar las ruedas y puso los alerones. Por delante había una densa nube plomiza, pero no tenía mayor importancia. Sin embargo, no bien el avión entró en esa nube, los motores se apagaron.

El piloto, sorprendido, tuvo que hacer aterrizar el avión en plena selva. Los espesos árboles aminoraron el impacto. El avión, tras unos cuantos saltos, finalmente se detuvo. Los 142 pasajeros y la tripulación salieron golpeados pero vivos.

¿Qué había pasado? La densa nube gris que paró los motores eran miles de millones de mosquitos. Éstos habían taponado las turbinas, de modo que el avión había quedado sin fuerza motriz. Un solo mosquito o, incluso, algunos pocos, podrían ser molestos, pero se pueden matar de un manotazo. En cambio, millones de mosquitos formando una densa nube negra resultó ser devastador.

Así son los problemas de la vida. Cuando es uno solo, no provoca mayor preocupación. Pero cuando éstos se acumulan en la vida y nos hallamos ofuscados bajo el peso de ellos, se vuelven una carga onerosa.

Hay tres clases de problemas: los que nosotros mismos nos causamos con nuestro comportamiento, los que otros nos causan por la razón que sea, y los que existen solamente en nuestra imaginación. Y sean cuales sean, y vengan de donde vengan, cuando se amontonan uno sobre otro en pesada y densa nube, nos ofuscamos y no hallamos qué hacer. ¿Cuál será la solución?

Comencemos pidiéndole a Dios calma en sincera oración. Es difícil pensar cuando ruge la tormenta. Luego sentémonos a una mesa o escritorio, y con lápiz y papel en la mano, comencemos a escribir. Anotemos con detalles cada uno de los problemas. Lo primero que notaremos es lo difícil que es pasar al papel el problema. Es porque, en gran parte, el problema es una reacción emocional y no algo, en sí, específico. En cuanto nos damos cuenta de eso, el problema empieza a disiparse.

Cuando terminemos de elaborar la lista, llevemos cada problema a Dios en oración, comenzando con el más leve. El apóstol Pedro dice: «Depositen en él [Cristo] toda ansiedad, porque él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7). Cuando con calma invocamos la ayuda divina, las soluciones comienzan a aparecer. Lo que antes era una confusión tormentosa se convierte en un remanso de paz, todo por acción de Cristo. Él está esperando que clamemos a Él para darnos esa paz.

Hermano Pablo

¿QUE HACEMOS CON LAS BENDICIONES DE DIOS?

¿Qué hacemos con las bendiciones de Dios?


De acuerdo a lo que La Palabra de Dios (Biblia) nos enseña, todo lo que tenemos o somos proviene de Dios. Como hijos suyos, El nos provee con todo lo necesario para vivir y subsistir.

Argumentos como: Dios me bendijo con un esposo o esposa…, Dios me bendijo con hijos…, Dios me bendijo con un trabajo…, Dios me bendijo con dones espirituales…, Dios me bendijo con un ministerio…, Dios me bendijo haber nacido en un hogar cristiano…, etc., etc., son comunes en nuestras conversaciones y al momento de recibirlas (las bendiciones) nos gozamos, emocionamos y agradecemos a Dios en nuestras oraciones por ellas. Pero, ¿por cuanto tiempo?

Qué sucede en nosotros cuando surgen crisis matrimoniales, o cuando nuestros hijos pierden el interés por lo “del Señor”, o tenemos problemas en el trabajo, o in convenientes en el ministerio?
El peor enemigo de las bendiciones que Dios nos da por Gracia (sin merecerlas) es que con el pasar del tiempo, consciente o inconscientemente, pierdan el valor que en un comienzo tuvieron. Más aún; cuando con lo que Dios nos bendijo no marcha bien, muchas veces hasta nos atrevemos a reclamarle.
El primer reclamo lo encontramos en Génesis: …“la mujer que me diste…”

Es interesante descubrir en La Biblia que ella está llena de recomendaciones, sobretodo en tiempos de crisis, para que las bendiciones que Dios nos da (cónyuge, hijos, bienes, ministerios, etc.), permanezcan en el tiempo.
El desconocimiento de los consejos de Dios, es lo que nos lleva a tomar decisiones equivocadas. En vez de aplicar lo que La Biblia nos enseña, nos ponemos a experimentar según nuestra propia opinión y conveniencia.

En esta breve exposición, no he mencionado ninguna cita bíblica exceptuando el ejemplo de Adán cuando le reclama y s e excusa ante Dios, pretendiendo obviar toda responsabilidad.
La razón principal que me motiva, es invitarte a reflexionar sobre tus propias experiencias. También, deseo despertar en ti el interés de leer La Biblia bajo el aspecto de descubrir en ella los hermosos y sabios consejos para que tu vida, a pesar de las circunstancias, sea una bendición continua.
Descubre el valor de La Palabra de Dios como lo expresa el salmista en el Salmo 119.

Si te das cuenta que has sido negligente con lo que Dios te ha bendecido, se sincero/a como el rey David en reconocer tus errores y pide perdón y sabiduría a Dios para no volver a cometerlos. Lee y estudia La Palabra de Dios como que si fuese una carta (mensaje) personal para ti y en una actitud auto analítica, descubre si hubiese sido importante haber cuidado todo aquello con lo que Dios te ha bendecido.

En amor fraternal,
Juan Paulus

enviado por JEPF.

jueves, 6 de agosto de 2009

DI ORO POR HIERRO

Con sus arcas nacionales agotadas debido a las costosas guerras el rey Federico Guillermo III de Prusia encontró a su nación, al intentar reconstruirla, seriamente escasa de fondos. Rehusó capitular con sus enemigos y no podía enfrentarse con la frustración de su pueblo.
Después de pensarlo profundamente, pidió a las mujeres de Prusia que trajesen su oro y plata para ser fundidos y utilizados en reemplazo de las cosas que tan desesperadamente necesitaba la nación. Al traer cada mujer sus joyas, se le daba un “adorno” de bronce o hierro como símbolo de gratitud del rey. En el adorno estaba grabado: “Di oro por hierro, 1813″
La respuesta fue abrumadora. ¡Las mujeres llegaron a valorar más los regalos del rey que sus antiguas alhajas! Estos adornos eran la prueba de que se habían sacrificado por su rey. Es más se volvió altamente fuera de moda usar alhajas en Prusia a los comienzos del siglo diecinueve, pero muy de moda usar una cruz de hierro. De allí nació la “Orden de la Cruz de Hierro”.
El significado de la vida no yace en la posesión de cosas, ¡sino más bien de cómo usar esas cosas para dar a la vida su verdadero significado!
No mida su riqueza por las cosas que posee, sino por lo que tenga y por lo cual no se aceptaría dinero.
Lucas 12:15
Porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.

EL APRENDIZ

Lectura: Josué 1:1-7.
“Como estuve con Moisés, estaré contigo” Josué 1:5
Cuando se les preguntó a algunos empresarios cuáles eran las características de un buen aprendiz, respondieron que, al contratar a un nuevo empleado, ellos buscan a «alguien que quiera aprender».
En la Biblia, Josué es un buen ejemplo de esa clase de aprendiz. Recordamos a Josué marchando alrededor de los muros de Jericó. También tuvo algunas responsabilidades importantes como espía (Números 13:16) y guerrero (Éxodo 17:10). Pero a menudo estuvo a la sombra de otra persona -Moisés. Durante cuarenta años, Josué sirvió a Moisés como su asistente, asesor y aprendiz (Éxodo 24:13).
Dios se toma Su tiempo para prepararnos para el servicio. Algunas veces, ese periodo de espera es tan valioso como el aprendizaje de todas las estrategias y las metas necesarias. Josué observó la fe de Moisés en Dios. Aprendió lo que significaba ser humilde (Números 12:3), cómo recibir instrucción (Éxodo 17:10) y cómo ser un verdadero siervo de Dios (Josué 1:1; 24:29). Incluso una muestra de la furia de Moisés (Números 20:7-12) fue una oportunidad para observar y aprender. Al pasar tiempo con Moisés, Josué aprendió cosas que no se podían leer en un libro.
Josué estaba a punto de convertirse en un líder. Y cuando llegó el momento, él pudo confiar en la promesa que Dios le había hecho: «como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5).
Una persona que no está dispuesta a seguir no está preparada para guiar.

miércoles, 5 de agosto de 2009

CINCUENTA MILLONES

Eran cincuenta millones. Cincuenta millones de dólares. No estaban en las arcas de un banco, ni pertenecían a una empresa petrolera, ni eran los fondos de una compañía de bienes raíces, ni representaban el presupuesto de una película de Hollywood.

Esa fabulosa suma de dinero estaba en las manos de un joven hispano de diecinueve años, que intentaba entrar en los Estados Unidos. Mejor dicho, estaba en el tanque de gasolina de su camioneta, en forma de cocaína pura escondida en herméticos receptáculos metálicos. Habría sido un contrabando perfecto de no haber sido descubierto.

Cincuenta millones de dólares... ¿Cuántas cosas buenas pudieron haberse hecho con esa cantidad de dinero? Pudo haberse resuelto la crisis de un sinnúmero de personas alrededor del mundo que padecen de hambre o de enfermedades incurables. O pudieron haberse comprado recursos escolares para millones de estudiantes pobres que no los tienen. O pudieron haberse ofrecido becas a miles y miles de jóvenes deseosos de cursar estudios universitarios. O pudieron haberse creado oportunidades de empleo para miles de desempleados.

En fin, esa fortuna pudo haberse invertido en uno o en varios de tales proyectos, pero sucedió lo contrario. No se invirtió sino que se subvirtió su verdadero valor, condensándolo en cocaína destinada a enfermar, envilecer y estropear más aún la mente, la conciencia y la moral de millones de drogadictos y de adictos en potencia, ¡dispuestos a jugarse la vida consumiendo drogas! Injusticias como esta que ocurren a diario en el mundo, síntoma del desbarajuste moral que resulta de una absurda tergiversación de valores y virtudes, tarde o temprano provocarán la intervención divina.

En el libro de Apocalipsis, Juan el evangelista tiene una visión del fin del mundo en que Dios interviene de manera radical, como cuando envió el diluvio en los días de Noé, como cuando arrasó con fuego a Sodoma y Gomorra en los días de Lot. Allí la voz de los mártires nos recuerda el clamor del salmista David: «¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto?»,1 pues claman: «¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra...?»2 Lo cierto es que el castigo llega sin demora, pues esos habitantes terminan gritando a las montañas y a las peñas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la mirada del que está sentado en el trono y de [su] ira..., porque ha llegado el gran día del castigo! ¿Quién podrá mantenerse en pie?»3

por Carlos Rey