1Corintios 6:20
Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu.
El profeta Haggeo levantó una voz de reclamo al pueblo porque habían descuidado lo más importante, la reconstrucción del templo, mientras que todos los pobladores se concentraron en construir sus buenos palacios. Ellos habían invertido las inversiones del banco celestial al banco terrenal y cuando examinaron sus depósitos encontraron que los intereses logrados eran demasiado bajos.
Muchas veces en mi vida lo he experimentado y hoy no quiero repetirlo. Esas veces han sido aquellas cuando he hecho mucho y logrado muy poco. He gastado días enteros pensando y pensando mientras mi alma entra en turbación acerca de más cosas materiales, más ahorros, más compañías de seguros y hasta en mi jubilación.
Hoy necesito vivir en la perspectiva del cielo y pensar en la inversión del Reino, sin dejar de ser cuidadoso con lo que pertenece a la tierra.
La Palabra del Señor dice que él suplirá lo que hace falta conforme a sus riquezas en gloria. Lo que Dios me enseña es que mi corazón jamás debe estar cimentado en lo humano y terreno, sino en lo eterno y divino. Cuando invierto mi corazón aquí descubro que siembro mucho y recojo poco, bebo mucho y siempre tengo sed….como y no quedo satisfecho. Me abrigo y no tengo calor aun me siento frío y lo mas triste recibo mi salario y lo hecho en bolsillo roto.
Que triste es vivir así..sin perspectiva divina… Así vive la gente en el mundo…ese es el desespero de los que no tiene a Dios, pero quienes tenemos a Dios vivimos para otra dimensión. La dimensión de lo eterno y de lo que siempre trae satisfacción.
Cuando pienso en la multiplicación de los panes y los peces para alimentar a cinco mil además de encontrar allí el poder de Jesús como hijo de Dios y Dios mismo, también puedo ver la ejecución de las leyes del Reino de los cielos, una de esas leyes es que lo poco en las manos de Dios basta para cinco mil y todavía sobra, pero que los cinco mil en las manos del hombre no alcanzan para alimentar a una sola persona.
Señor. Que grande es tu amor. Lo has hecho todo para derramar tu amor sobre nosotros los pecadores. Ayúdame Señor a invertir cada minuto de mi vida hoy, cada centavo de mis ganancias hoy y cada pensamiento de mente hoy para lo eterno. Señor cuando no te tomo en cuenta mis días son corto y llenos de insatisfacción, pero cuando tú eres el primero en mi vida , mis días son largos y mis inversiones se prolongan y sobre todo la genuina satisfacción inunda mi corazón. Señor, quiero invertir mi vida y lo que tengo no en saco roto, sino en los depósitos de tu amor en el Reino. Amén.
Por demasiados años habían estado en guerra el gobierno musulmán del Sudán en el norte y los rebeldes anmistas cristianos en el sur. En disputa estaba la imposición de la ley islámica del gobierno del norte para todo el país. Las armas iban desde la muerte voluntaria por inanición, a bombas y balas. En total se perdieron más de un millón trescientas mil vidas.
El acuerdo para el cese al fuego fue hecho en la época que tradicionalmente era la de la lucha más escarnizada. ¿Fueron solamente los poderes de persuación de Carter los que lograron el acuerdo? Lamentablemente no, dijo un oficial del Departamento de Estado: “El cese al fuego fue negociado a causa del parásito de guinea”. Parece que los combatientes aceptaron el cese de las hostilidades por largo rato para permitir a los médicos tratar a los que sufrían de una terrible enfermedad parasitaria.
Toda interrupción en un conflicto tan sangriento es bienvenido… ¡Aun si para ello es necesario un pequeño gusano!
Ocurrió cerca de Marsella, Francia, en el mar Mediterráneo. André Guillot, joven todavía, caminaba muy pensativo por la playa. Lo inquietaban hondas nostalgias y queridas memorias. Llevaba bajo el brazo una pequeña caja de metal, y dentro de la caja, las cenizas de su esposa fallecida.
En un momento dado, abrió la caja y desparramó las cenizas donde diez años antes había pasado su luna de miel. Pero, por esa acción, a André lo arrestaron y lo multaron. ¿La infracción? «Desparramar basura en la playa.»
He aquí una situación de hondo sentido humano con valores contrapuestos. Lo que eran memorias venerables para uno era basura para otro. Lo que eran emociones de profundos recuerdos puros para uno, eran desechos para otro. En este caso la ley no tomaba en cuenta el significado de un amor que fue fiel hasta la muerte.
¿Por qué será que tantas personas califican de inútil, de vano, incluso de reprochable, lo que para otros es de valor incalculable?
A la señorita Brenda Acosta la molestaban sus compañeras de colegio porque ella mantenía su virginidad. Hasta que un día ella les dijo: «Yo puedo ser como ustedes en cualquier momento que quiera. Ustedes jamás podrán ser como soy yo.» Para estas compañeras la virginidad no tenía importancia. Para Brenda era un tesoro preciado. Y los ejemplos de esta antítesis son muchos.
La fidelidad conyugal, que es la virtud que solidifica los hogares y da al matrimonio dignidad, honorabilidad y nobleza, se considera como anticuado y monástico, mientras que el adulterio, que ha sido la causa de tanta destrucción de hogares en todo el mundo, se toma como algo común y corriente, sin ser motivo de vergüenza ni razón de alarma.
La integridad y la justicia son virtudes que garantizan el respeto y la honra de nuestros semejantes, y largos y fructíferos años de vida. Sin embargo, para quienes lo ven todo con ojos de avaricia buscando sólo ganancias deshonestas, no son más que prácticas de un santurrón, y desperdicio de grandes oportunidades.
¿Cuándo hemos de abrir los ojos para comenzar a tomar en cuenta las consecuencias? Todos somos, hoy en día, el producto de nuestros hechos pasados. Es por eso que tiene tanta importancia que hagamos de Jesucristo el Señor de nuestra vida. Sólo cuando Él reina en nuestro corazón podemos vivir en triunfo. No sigamos vendiendo nuestra virtud por una conveniencia destructiva.
Hermano Pablo
Santiago 1:19
Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír.