sábado, 16 de mayo de 2009
HOY..RECORDARE QUE NECESITO MULTIPLICARME
Hoy necesito recordar que en menguar para que otro crezca no es disminución sino multiplicación.
Pastor X había estado por 16 años como líder nacional de una denominación, pero en ningún momento pensó que llegaría el día cuando Dios le pediría su cargo. Durante esos 16 años no preparó a nadie para que le sucediera. Cuando llegó la Convención Nacional, los delegados y pastores escogieron un nuevo líder. El corazón de X se llenó de amargura y resentimiento, la Convención fue para él, un golpe bajo y la historia terminó en una división de la denominación.
Le suena familiar? Claro que sí, estas historias abundan, porque la perspectiva del Servicio se nos rompió y necesitamos remendarla, recordando que hemos sido llamados para reproducirnos en otro y no para perpetuarnos y que el corazón nuestro sea como el de Juan el Bautista quien dijo: “Es necesario que yo mengue, para que él Crezca.”Existimos como siervos para cultivar, ayudar y edificar el ministerio de los creyentes. Nuestro ministerio existe para que el ministerio de los creyentes se desenvuelva. Mi ministerio existe hasta que ese ministerio llegue al punto en que la iglesia no precise más de mi…La meta de mi vida es ver que, en cada vida en particular, un ministerio se desenvuelve.
Que ellos maduren al punto que no necesiten más de mi. Si los estoy alimentando verdaderamente ellos van a crecer en la vida cristiana, hasta que no necesitan más de mi para sobrevivir espiritualmente….y entonces…..tomaré mi maleta….y me iré a otro lugar donde pueda comenzar de nuevo para volverme a reproducir.Hoy quiero recordar que reproducción es clave en el servicio….Perpetuidad es clave en el liderazgo. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en el Señor Jesús, quien no pensó en perpetuarse aquí en la tierra, sino en reproducirse, por ello tomó los 12 discípulos. Pablo pudo decir: “Lo que has visto de mi esto enseña”.
La habilidad de un líder no es hacer algo, es reproducir algo, es reproducirse en alguien. Reunir gente no es lo fructífero, porque los payasos reúnen gente en los circos y los políticos en las plazas; lo fructífero es reproducirse en alguien.Este día reflexiono en la necesidad de reproducirme en otros.
Señor, Tú me has llamado a invertirme en otros de tal manera que lo que me has dado se multiplique en la vida de otros. Quiero en este día reflexionar y dar los pasos de reproducción espiritual en otros. Amén.
LEEME ABUELITO ,LEEME
“Abuelito” James ajustó cuidadosamente sus anteojos, aclaró su garganta y comenzó a leer la acostumbrada historia. Nicole sabía las palabras de memoria y con emoción “leía” al unísono. A cada rato él omitía una palabra: ella delicadamente le rectificaba. “No, abuelito, no es eso lo que dice. intentemos de nuevo para que lo hagamos bien”.
Ella no tenía idea de cómo su pureza de corazón enternecía su alma o cómo su simple confianza en él, lo conmovía.
La infancia de James había sido diferente, caracterizada por una violencia existencia, recrudecida por un padre distante y exigente. Desde sus cinco años, su padre le hacía trabajar los campos de sol a sol. Los recuerdos de su niñez, a veces se prolongan para acarrear ira y dolor.
Esta primera nieta, sin embargo, trajo gozo y luz a su vida en tal magnitud que desplazó su propia infancia. Él retribuyó su amor y fe con gentileza y dedicación, proporcionando a su mundo seguridad y protección sin medida. La relación entre ambos se conservó siempre. Para Nicole, la misma le proveyó un cimiento para la vida. Para James, sanó un pasado de dolor.
“¡Léeme abuelito, léeme!”
James Dobson definió bien lo anterior, cuando dice: “Los niños no son huéspedes casuales en nuestro hogar.”
Proverbios 17:6Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres.
VERDADERA CONFIANZA
"No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras se manifiesten en él" Juan 9:3
Si no lo conocieras, pensarías que todo está a favor de Nick Vujicic. Nick nunca ha tenido problemas en las rodillas. Nunca se ha aplastado el dedo con una puerta, nunca se ha dado en los dedos del pie, ni se ha golpeado la rodilla contra la pata de una mesa. Pero eso es debido a que Nick no tiene dedos del pie. Ni dedos. Ni rodillas. Ni brazos. Nick nació sin brazos ni piernas. Antes de que comiences a lamentarte por Nick, lee sus palabras. "Dios no dejaría que nada nos suceda en la vida a menos que tenga un buen propósito para ello. Yo entregué mi vida por completo a Cristo cuando tenía 15 años, después de leer Juan 9, Jesús dijo que la razón por la que el hombre había nacido ciego era 'para que las obras de Dios se manifiesten en él'... Ahora veo esa gloria revelada cuando Él me usa tal y como soy de maneras en que los demás no pueden ser usados". Nick viaja por el mundo para difundir el Evangelio y el amor de Jesús. Él dice: "Si puedo confiar en Dios en las circunstancias que me encuentro, entonces tú puedes confiar en Dios en las circunstancias que te encuentres... El mayor de todos los gozos es tener a Jesucristo en mi vida y vivir el propósito piadoso que Él tiene para mí". ¿Podemos nosotros decir eso? ¿Podemos ver más allá de nuestras limitaciones y tener la misma confianza en Dios que transformó a un hombre sin brazos ni piernas en un misionero de Jesús?
Confiar en Dios convierte los problemas en oportunidades.
jueves, 14 de mayo de 2009
EVANGELIZACION
|
Enviado por: JEPF.
CUATRO JINETES APOCALIPTICOS
«Tengo miedo de ser un muchacho negro y estar creciendo en el mundo de las drogas —admitió Marquette, joven de diecisiete años—. No quiero ser un Don Nadie.»
Teodoro, de dieciséis años, manifestó: «El problema mío es la envidia. Envidio al que tiene más que yo. Los muchachos de mi edad ganan mucho dinero vendiendo drogas.»
Antonio, también de dieciséis años, declaró: «Yo siento mucha culpa. Es degradante estar preso. Yo nunca pensé que sería la vergüenza de mi familia.»
Y Mickey, de quince, añadió: «La codicia es una enfermedad destructiva. Nunca queda satisfecha.»
Estas fueron las declaraciones de cuatro muchachos que estaban en la cárcel en una de las grandes metrópolis del mundo. ¿Su crimen? La venta de drogas.
He aquí cuatro jinetes apocalípticos modernos: el miedo, la envidia, la culpa y la codicia. Los cuatro galopan entre la juventud de esta era. El mayor tráfico de drogas en la actualidad se realiza entre jóvenes y adolescentes. Unos la venden, otros la compran, y muchos la consumen.
Estos cuatro jinetes son como tempestades que agitan el alma y la vida de nuestros jóvenes y de toda la sociedad. Casi no hay una sola persona que no sea víctima, en una forma u otra, de esta tormenta universal. El miedo, la envidia, la culpa y la codicia imperan, imbatibles, en todos los sectores y capas sociales de todos los países del mundo.
¿Cómo combatirlos? ¿Cómo superarlos? ¿Cómo librar a sus víctimas de su dominio opresivo y demoledor?
Lo hemos dicho una y mil veces, y lo seguiremos diciendo hasta que muramos. Y si Dios nos lo permite, quedará constancia grabada y por escrito para, aun después de partir de esta vida, seguir pregonando esta gran verdad universal: «Jesucristo cambia el corazón humano.»
La única solución para el desbarajuste de nuestra sociedad, que ha quedado ya casi sin valores morales y espirituales, es una sujeción a una autoridad superior. Esa autoridad es Jesucristo, el Hijo de Dios. Cuando Él no es el Señor de nuestra vida, no tenemos ni mapa, ni brújula, ni timón ni piloto que nos conduzca por los caminos de la cordura y la razón. Sin Dios estamos a la deriva.
Por el bien de nuestra propia vida, de nuestro cónyuge y de nuestros hijos, rindámonos a Cristo. Invitémoslo a que sea el Señor de nuestra vida. Él cambiará nuestra depresión en paz y nuestra confusión en luz. Él quiere ser nuestro Señor.
Hermano Pablo.
HOLA DIOS ! ¿CÓMO ESTÁS?...
Te escribo para saludarte y porque ahora sí tengo que surtirme, pues la “canasta básica” con que me mandaste al mundo, se me ha ido agotando a lo largo de estos años. Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia.
Ya me quedan poquitas esperanzas y el frasquito de fe, esta también apurandose.