lunes, 6 de abril de 2009

HOY..PENSARE EN EL PRINCIPIO DE LA SIEMBRA

“Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará: Gálatas 6:7
La mayoría de la gente en este mundo tiene miedo al fracaso. De hecho compañías de seguro o programas de jubilación envían cuestionarios para averiguar que inversiones riesgosas que estamos teniendo.
Los pensamientos de las bolsas de valores de tener un viernes negro es cada vez más fuerte. En mi vida diaria, las decisiones o elecciones que yo haga hoy, estarán estrechamente ligadas con mis sentimientos o pensamientos acerca del fracaso. Cuando un sembrador esparce su semilla en el terreno, quiere estar seguro que tales semillas no se perderán más redundarán en semillas de fruto abundante.
Una siembra que se multiplique maravillosamente. Si conectamos estos ejemplos al crecimiento y vida de la iglesia, entenderemos que es necesario que sembremos muchas semillas del evangelio en muchos corazones. La mejor siembra es la siembra espiritual.
He pensado últimamente que hemos sido bombardeados0 con estos versículos que hablan de la siembra y de la cosecha solo para hablar de dinero, pero en este día se que no sólo es aplicable al dinero, sino a las diferentes áreas de la vida. Hoy quiero pensar en el valor de la siembra espiritual.
Si yo siembro la semilla del evangelio en un amigo, familiar o vecino , un día esa semilla germinará -. Un día un señora a quién yo no conocía sembró la semilla de la fe en mi corazón siendo un adolescente. Ella me regalo una Biblia me dijo: Léela, porque este libro te guiará e tu camino de joven. Esa semilla unos meses más tarde dio su fruto en una conversión.
Hoy quiero entender el principio de siembra en términos de la siembra espiritual en un corazón hambriento.
En este día entiendo que una de mis labores principales en la vida es sembrar semillas. Este pensamiento es simple. Hoy sembraré semilla de fe y esperanza y del crecimiento se encarga Dios. Es el Señor quién envía el Espíritu Santo para que haga germinar la semilla.
Mi única labor es sembrar y regar y el crecimiento de la vida la dará el Señor. Se que los corazones están hambrientos de Dios y cuando existe hambre el terreno del corazón se encuentra ampliamente preparado. Todo lo que el hombre sembrare eso también segará.
Hoy quiero sembrar la semilla del evangelio en un corazón dispuesto y un día cosecharé esa semilla.

Gracias Señor por este principio de la semilla. Sembrar una semilla de fe y esperanza en un corazón hambriento es una de las más grandes experiencias que le has dado a tus hijos.
Hoy quiero sembrar esa semilla en un corazón hambriento. Señor, como un sembrador de tu palabra te pido que me des sabiduría para entender cuales son los corazones que están listos y abiertos para responder a la semilla de el evangelio de la paz. Amén.

YO SONRIO

Hace unos años, el cantante Russ Lee sacó una canción titulada I Smile [Yo sonrío]. Cuando uno descubre cómo cambió Jesucristo su vida se da cuenta por qué canta una canción que dice: “Yo sonrío cuando pienso en la manera en que Tú cambiaste mi vida. Sonrío cuando pienso en la felicidad que en Ti encontré.”
Cuando Russ tenía 17 años, sus días fueron desperdiciados en las drogas, el alcohol, el aburrimiento y el dolor. Su vida estaba llena de problemas que él mismo se ocasionaba y de falta de esperanza. Un día, mientras escuchaba una vieja canción de rock titulada I Can’t Get No Satisfaction (No encuentro satisfacción), se dio cuenta de que la misma describía su vida. Dos días después, un amigo lo invitó a la iglesia. Allí Russ escuchó que la verdadera satisfacción viene de conocer a Jesucristo. Así que acudió a Él por fe.
Entonces, ¿qué fue lo primero que hizo Russ después de confiar en Cristo? Según el libro Touched By The Savior [Tocado por el Salvador], de Mike Yorkey, Russ dijo: “Regresé a mi auto. En el maletero había una bolsa de basura llena de drogas que yo había estado vendiendo. Ya no voy a necesitar esto –pensé–, y tenía razón. Deseché la bolsa. Desde ese día, Dios transformó mi vida de adentro hacia afuera. Me convertí en una nueva criatura.”
No es de extrañar que Russ Lee pueda cantar con exuberancia: “Yo sonrío.” ¿Sonríes tú?
2 Corintios 5:17De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.

ENCONTRANDO A JESUS

Lectura: Apocalipsis 3:4-22.
"He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él Conmigo" Apocalipsis 3:20.
Si hiciera la pregunta "¿Dónde está Waldo?", seguro que te acordarías de esos populares libros ilustrados para niños en los años 80. A ese muchachito de camisa de rayas rojas y blancas y con sombrero le encantaba esconderse en las páginas en medio de una recargada secuencia de imágenes que hacían casi imposible encontrarle.Gracias a Dios, encontrar a Jesús es mucho más fácil que encontrar a Waldo. Jesús no juega al escondite. Él dice: "He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo" (Apocalipsis 3:20). Puedes encontrarle a la entrada de tu corazón -la esencia de tu existencia- esperando entrar. No quiere simplemente conocerte en la iglesia, o que Le mantengas a raya en las periferias de tu vida. Más bien, Él anhela estar en el centro de tus sueños, decisiones y deseos. Quiere una relación de verdad con tu verdadero yo.Y con todo lo maravilloso que es eso, tengo que advertirte que puede que sea un poquito inquietante. Sin duda alguna, tu corazón está albergando algunas cosas que Él quiere trabajar. Pero no hay nada más valiosos que la intimidad con Él. Recibe a Jesús, y Él limpiará todo el desorden hasta que el aire se sienta fragante y fresco con la pureza, el poder y el placer de Su presencia.¿Quién está llamando a la puerta de tu corazón? ¡Es Jesús! ¡Que maravilloso!.
Jesús está a la entrada de tu corazón, ¡recíbele!.

domingo, 5 de abril de 2009

CORO


Aquí esta el coro de la iglesia la Paz esta mañana alabando a Dios.

PRESENTACIÓN DE LOS UJIERES

Esta mañana también se hizo la presentación de todos los ujieres de la iglesia evangélica la Paz.

PRESENTACIÓN

Esta mañana se hizo la presentación de este bebe (Darwin) que su madre, Marlenis, quiso entregarle a Dios para que lo cuide y lo guarde de todo mal.
Los que tenemos a Cristo en nuestros corazones en vez de presentar la palma presentamos niños a Dios.

CUANDO EL SUBMARINO SE HUNDE

Llevaba allí cuarenta y nueve años, casi medio siglo, descansando sobre blandas arenas, recostado sobre un flanco en medio del silencio y de la oscuridad. Dentro de él estaban los cuerpos de cincuenta marinos alemanes: la tripulación completa.

¿Qué era? Un submarino alemán de 80 metros de eslora, identificado como U-1226. Fue hundido en acción de guerra frente a las costas del Canadá, y fue descubierto casi medio siglo después. Lo halló el buceador Edward Michaud el 5 de junio de 1993.

El submarino debió haber sufrido uno de los tantos dramas del mar que en su caso se tradujo en tragedia. Navegando frente a la costa atlántica del Canadá, fue cañoneado en octubre de 1944. Se hundió lenta e irremisiblemente, transformándose en la sepultura de sus cincuenta tripulantes. Pronto lo rodearon el silencio, la oscuridad y la eterna calma del fondo de los mares.

Fue un final trágico para esos cincuenta hombres. No hubo forma de salvarse. Eran prisioneros dentro del casco de acero que terminó siendo su sepultura. Así es la guerra, y así es la vida.

¿Qué hace uno cuando, aunque no se encuentre dentro de un submarino hundido, de todos modos se encuentra dentro de una situación adversa que parece tragárselo vivo? Ve uno, poco a poco, hundirse su vida en el mar de la desesperación, y no hay nada que puede hacer para detener el naufragio. ¿Qué hace uno? ¿A quién acude? ¿Hay alguna solución?

Probablemente la mayoría de nuestras adversidades tienen una causa humana y, por lo tanto, una solución humana. Gran parte del tiempo somos nosotros mismos los que provocamos nuestras tragedias. Volviendo sobre nuestros pasos podemos, muchas veces, hallar dónde y cómo comenzó nuestro mal. Y si en humildad nos despojamos de toda rebeldía y pedimos perdón a quien hemos ofendido, allí queda resuelto nuestro problema.

Sin embargo, otras veces parece no haber solución. Todas las puertas están cerradas y no hay escape. Es en esos momentos y para esas situaciones que tenemos que deponer nuestro orgullo y confesarle a Dios nuestra inhabilidad. La obstinación es nuestro enemigo número uno, ya que no nos deja encontrar a Dios. Y sin embargo, es Él quien puede librarnos del naufragio.

Humillémonos ante nuestro Creador. Dios nos ama. Él sólo espera escuchar nuestra oración. Digámosle: «Señor, te necesito. ¡Ayúdame, por favor!» De hacerlo así, Él nos rescatará.

Hermano Pablo