sábado, 7 de febrero de 2009

HOY..CAMINARE POR LA AVENIDA DE LA ORACION


“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” Efesios 3:14.
La oración es la avenida maravillosa para recorrer y entrar en el país de la sanidad. Cuando me acerco a Dios y digo, OH Señor, que sea hecha tu voluntad, mi personalidad y mi naturaleza más profunda toca el lugar santísimo.
La oración me hace como niño, porque me hace depender del Padre celestial, en quién pongo toda mi confianza. Se sin embargo, que mi gran lucha en este día es comenzar sin oración y sin mi tiempo de meditación, porque la sociedad en la que vivo, los periódicos, la televisión, las conversaciones y los compromisos intentaran echar al piso el tiempo que necesito pasar en oración. Pero hoy quiero primero que nada caminar por las veredas de la oración.
La vida es dura en si misma y por ello debo tener mi tiempo de oración para enfrentar la dureza de esta vida. Hoy no quiero escoger la oscuridad del mundo, más buscar la luz de Dios a través de la avenida de la oración. Hoy he elegido regocijarme en la presencia de Dios. Regocijarme en el hecho de su crucifixión y resurrección.
Es fácil tener fe en Dios cuando la vida se despliega en la manera como nosotros queremos, pero el verdadero poder de la fe se ve actuar cuando parece que nuestras oraciones no son contestadas y solo lo que rodea nuestra vida es la imagen de los tres días de crucifixión. Sin embargo, si persisto en la avenida de la oración, a pesar de las sombras que puedan rodearme al final esa avenida me llevará a la gran plaza de la mañana de la resurrección. Y entonces comprenderé que la esperanza no se pierde.
Cuando camino por la avenida de la oración entonces mi mente se alinea con la mente de Dios. Cuando recuerdo que soy un hijo de Dios, entonces mi mente se alinea con Dios y puedo ver que el poder que abrió el Mar Rojo , cuando Moisés oró, es el mismo poder que rodea mi vida. Hoy quiero alinear mi mente con la mente de Dios y la única manera de hacerlo es caminando por la avenida de la oración.
Gracias Señor, Porque me has dado el regalo de la oración. Amén.

HABILIDADES PARA RESOLVER PROBLEMAS

¿Cómo resuelve los problemas en su trabajo? Este breve cuestionario le ayudará a evaluar (y mejorar) su habilidad para resolver problemas. Las respuestas parecen simples, pero piense con cuidado antes de responder.
1. ¿Cómo pone una jirafa dentro de un refrigerador?
2. ¿Cómo pone un elefante dentro de un refrigerador?
3. El rey león organiza una conferencia de animales y un animal no va. ¿Cuál?
4. Va a un río que es conocido por ser habitado por muchos cocodrilos. ¿Cómo lo atraviesa?
Respuestas:
1. Abra el refrigerador, coloque a la jirafa, y cierre la puerta.
Objetivo: ¿Tiende a resolver cosas simples de manera complicada?
2. Abra el refrigerador, saque a la jirafa, ponga al elefante y cierre la puerta. ¿Recordó sacar la jirafa?
Objetivo: Esto prueba su habilidad para pensar en las repercusiones de sus acciones.
3. El elefante, ¡todavía está en el refrigerador!
Objetivo: ¿Es buena su memoria y su sentido de continuidad?
4. Puede cruzar el río a nado, tranquilo. Todo los cocodrilos están en la conferencia de animales que hizo el león.
Objetivo: ¿Qué tan rápido aprende de sus errores anteriores?
Si los resultados de este cuestionario no fueron muy buenos, no se desespere. Cerca del noventa por ciento de los profesionales respondieron de manera incorrecta las cuatro preguntas. Los niños, por lo general, las responden bien.
No hay nadie más tonto que aquel que cree que es muy sabio.

Proverbios 13:20El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado.

DESVIO

Lectura: Hebreos 2:1-9
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. —Hebreos 2:1
En la película muda de 1923 Our Hospitality (Nuestra Hospitalidad), el comediante y acróbata Buster Keaton realizó una osada proeza cerca de unas cataratas. Una cuerda de aguante, llamada cable de «retención», escondida en el agua y atada a él, le impedía ser llevado hacia las cataratas.
Durante la filmación, el cable se rompió, y Keaton fue arrastrado hacia las cataratas. Él se las arregló para asirse de una rama que colgaba, a la que se aferró hasta que el equipo pudo rescatarle. La dramática escena aparece en la película terminada.
Ser desviado hacia peligros no buscados puede dar resultado para las emocionantes secuencias de una película. Sin embargo, en la vida real los peligros de este tipo generalmente se marcan con señales de advertencia para evitar que las personas se aventuren por caminos que les causen daño.
De manera similar, la Biblia nos ha brindado señales de advertencia en cuanto a desviarnos de la seguridad de la Palabra de Dios. «Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos» (Hebreos 2:1).
Es fácil desviarnos cuando no nos aferramos a la Palabra de Dios por medio del estudio y la reflexión. Al igual que una corriente rápida, las atracciones de este mundo caído nos llevan hacia el pecado. Pero, al meditar en las Escrituras y buscar la guía del Espíritu Santo, aprendemos la realidad de nuestra ancla espiritual y nos mantenemos seguros, incluso en los peligros de la corriente del mundo.
La brújula de la Palabra de Dios te mantendrá lejos del naufragio espiritual.

viernes, 6 de febrero de 2009

DULCE ORACIÓN

Dulce rincón
Que revela tu faz
Hermosa oración
Donde inunda tu Paz.

Placer matutino
Que embriaga de Dios
Y vuelvo a ser niña
Cuando escucho tu voz.

Preciosas noticias
recibo señor,
con tus caricias
Me lleno de amor.

Me trae el perdón
Envuelve mi ser
Cuan dulce oración
Donde vuelvo a nacer.

Patricia J. Olivera Costilla

TÚ ERES MI CÁNTICO

Tú eres mi cántico
Divino creador
A ti elevo mi voz,
la alabanza y el honor.

Cántico que trae
Paz en la aflicción
Concierto donde rae
Todo mal del corazón.

Apasionas hoy mi alma
Tú mi canto ¡Mi Señor!
Canción que trae calma
A tu fiel adorador.

.

Patricia J. Olivera Costilla.

LA ESCUELA DEL DESIERTO

La escuela del desierto


Es muy probable que muchos se pregunten qué es lo que se quiere decir con ello. Algunos quizás piensen ¿a quién se le ocurriría construir una escuela en el desierto? Es muy probable que alguien encuentre la idea interesante, pero se preguntará si se trata de alguna escuela técnica y qué es lo que en ella se enseña ó para qué sirve una escuela en el desierto.
Bueno, en la Biblia encontramos una tal escuela y que su programa educacional duró largos 40 años. Se trata de la historia del pueblo de Israel, a quién Dios sometió a este largo proceso de formación.

No es intención de esta breve reseña, abordar en detalle la historia del peregrinaje de Israel desde Egipto a la Tierra Prometida (Canaán).
La distancia de Egipto a Canaán es de aproximadamente 400 km. Se piensa que ese tramo el pueblo lo hubiese hech o en un mes, si es que hubiesen caminado en línea recta. A pesar de la promesa de Dios de pelear las batallas por ellos, en su Omnisciencia Dios prefirió conducirlos por otros caminos para evitarles el enfrentamiento con los filisteos, pues sabía que el pueblo iba a desfallecer en su fe. (Ex. 13: 17-18). Fue así que los condujo hacia el Mar Rojo, lugar en dónde Dios se glorificaría mostrándoles su Gran Poder y favor para con ellos (Ex. 14 al 19). Hechos, que debían fortalecer la confianza (fe) en Dios. Fe, como sinónimo de creerle a Dios, actuar y vivir de acuerdo a los Mandamientos que les daría luego en Sinaí (Ex. 20).

Lo único que Dios esperaba de Su Pueblo, fue que le creyera a El (fe) y fuese obediente a Sus Ordenanzas. Estos dos elementos eran necesarios para poder tomar posesión de la Tierra Prometida. ¿Por qué tomar posesión? La razón es que Canaán estaba ocupada por pueblos que les iban a hacer guerra y Dios necesitaba enseñar a Su Pueblo a tener fe y con fianza de que El pelearía las batallas por ellos, como se lo había prometido.

Después de dos años de acampar a los pie del monte Sinaí, Dios les ordena marchar en pos de la Tierra Prometida. En once días habían llegado a la frontera sur de Canaán. ¡Qué maravilla! Sólo les restaba pasar la frontera para que se cumpliera la gran ansiada promesa (Dt. 1:21). Pero, dudan y piden a Moisés que envíe espías para que reconozcan la tierra (Dt. 1:22). Diez de los doce espías al regresar de la misión, reportan negativamente de la tierra y de los pueblos que la habitaban. Sin hacer caso al reporte positivo, alentador y lleno de confianza en el Dios de los Ejércitos, de Josué y Caleb que también fueron enviados como espías, el pueblo se revela en contra de Moisés y de Dios. De esta forma desconocen todos los favores y promesas de Dios (Nm. 14), transformándose en un pueblo incrédulo y desobediente. Por esta razón, Dios decide no dejarles entrar a Canaán y los envía a vagar, por otros largos 38 años, al desierto. A repetir la lección de la fe y de la obediencia, para que aprendan a doblegar su ego y para que entendiesen de una vez por todas el por qué Dios los había escogido… Para lo mismo que nos ha escogido a ti y a mí; ser luz y sal al mundo.

Así como al antiguo pueblo de Israel, Dios se ve muchas veces obligado a enviarnos a la “Escuela del Desierto” para transformarnos de personas independientes a personas dependientes de El. Nos hace pasar por necesidades, para que aprendamos a depender de El. Permite situaciones y circunstancias críticas y difíciles en nuestra vida, para que aprendamos a pedirle sabiduría y así, no volver a incurrir en los mismos errores una y otra vez.

La “Escuela del Desierto” tiene como objetivo principal, el transformar nuestras vidas en lo que a nuestra relación con Dios se refiere. Por lo que si reconoces que Dios te ha llevado al “desierto”, da gracias a El por ello, pues eso es reflejo de Su Amo r por ti. El desea cambiar tu vida para Su Gloria y con la Sabiduría que le pidas te ayudará a enfrentar y a sobrevivir a las circunstancias que te aquejan y que, posiblemente, sean producto de tus propias (malas) decisiones.

Querida amiga, querido amigo; es interesante darse cuenta que Dios lo menos que desea es llevarnos a la “Escuela del Desierto”. Su Palabra – La Biblia – está llena de enseñanzas, que si las aplicáramos nos privarían de tal experiencia.

"No quiero que desconozcan, hermanos, que nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube y que todos atravesaron el mar.
Todos ellos fueron bautizados en la nube y en el mar para unirse a Moisés.
Todos también comieron el mismo alimento espiritual y tomaron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo.
Sin embargo, la mayoría de ellos no agradaron a Dios, y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Todo eso suced ió para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos.
No sean idólatras, como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: "Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se entregó al desenfreno."
No cometamos inmoralidad sexual, como algunos lo hicieron, por lo que en un sólo día perecieron veintitrés mil.
Tampoco pongamos a prueba al Señor, como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes.
Ni murmuren contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor.
Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos.
Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer."
1Co 10:1-12 (NVI)

El tiempo de estadía en la “Escuela del Desierto”, lo puedes determinar tú. Mientras más luego te rindas al Señor de tu vida y te des cuenta que no eres más que un si ervo suyo, más luego saldrás de ella.

Bendiciones,
Juan Paulus

Enviado por: Jepf.

LA MANO MÁS RARA DEL MUNDO

Es una mano rara. Tiene sólo tres dedos: un pulgar y otros dos. Pero los otros dos no son dedos de la mano. Son dedos del pie del mismo dueño de la mano. Y el dueño de esa mano es el doctor Francisco Bucio, cirujano plástico de Tijuana, México.

Cuando el notorio terremoto del 19 de septiembre de 1985 azotó la ciudad de México, el doctor Bucio, joven entonces de veintisiete años de edad, quedó atrapado por cuatro días enteros con la mano derecha bajo una viga. La única manera de salvarlo fue amputarle cuatro dedos de la mano atrapada.

Tras muchas operaciones, mucha fe, mucha esperanza y horas interminables de agonía y ejercicio, el doctor Bucio, con dos dedos del pie injertados en la mano, volvió a ser el experto cirujano que había sido antes. Sería una mano rara, pero tenía, otra vez, maestría y arte.

He aquí otra de esas historias de increíble y maravillosa recuperación. El doctor Francisco Bucio, después de sufrir lo que normalmente hubiera sido el fin de su carrera, logró regresar a la sala de cirugía a ejercer su profesión igual o mejor —afirman algunos— que antes.

Su mano derecha, la que con maestría sujetaba el bisturí, quedó destrozada, pero no su fe ni su determinación. El doctor Bucio no se dio por vencido. Venció la calamidad que para muchos hubiera sido el fin de su carrera.

¿En qué consisten las derrotas en nuestra vida? No consisten en las tragedias que nos ocurren sino en cómo reaccionamos ante ellas.

Algunos reaccionan sin esperanza alguna, viéndolo todo como el fin de la vida, mientras que para otros las tragedias son un reto que los empuja, más aún, a seguir luchando. Para éstos últimos, cada derrota termina en éxito, y lo que hubiera sido un total fracaso resulta ser, más bien, una victoria.

Una reacción positiva así la tiene el que sabe que su vida es el producto de designio divino. Quien se ha puesto en manos de Dios y ha hecho de Cristo el Señor de su vida no vive en constante derrota. Aunque esa persona sabe que hay problemas en este mundo, no se permite ser víctima de ellos.

Sometámonos al señorío de Aquel que desea dirigir y ordenar nuestra vida. Él es un amigo fiel. Si se lo permitimos, nos ayudará a realizar el plan que ha trazado para nuestra vida. Digámosle con toda sinceridad: «Entra, Señor, a mi corazón, y sé mi Dios desde hoy en adelante. Yo te rindo mi voluntad. Sé tu mi guía, mi Señor y mi Dios.»

Hermano Pablo.