miércoles, 4 de febrero de 2009

EL CHINO CONVERTIDO

Un chino que se había convertido dijo: Estaba caído en un pozo, casi ahogado por el barro, clamando que alguien me ayudara. En eso apareció un anciano de aspecto venerable que me miró desde arriba y me dijo: -Hijo, este es un lugar muy desagradable.

-Sí que lo es. ¿No puede usted ayudarme a salir?

-Hijo mío, me llamo Confucio. Si hubieras leído mis obras y seguido lo que ellas enseñan, nunca hubieras caído en el pozo.

Y con eso se fue. Pronto vi que llegaba otro personaje, esta vez un hombre que se cruzaba de brazos y cerraba los ojos. Parecía estar lejos, muy lejos.

Era Buda, y me dijo: -Hijo mío, cierra tus ojos y olvídate de ti mismo. Ponte en estado de reposo. No pienses en ninguna cosa desagradable. Así podrás descansar como descanso yo. Mí, padre, lo haré cuando salga del pozo. ¿Mientras tanto?…

Pero Buda se había ido. Yo ya estaba desesperado cuando se me presentó otra persona, muy distinta. Llevaba en su rostro las huellas del sufrimiento, y le grité: -Padre, ¿puedes ayudarme?

Y entonces bajó hasta donde yo estaba. Me tomó en sus brazos, me levantó y me sacó del pozo. Luego me dio de comer y me hizo descansar. Y cuando yo ya estaba bien no me dijo: “No te caigas más”, sino “Ahora andaremos juntos”. Y desde entonces andamos juntos.

Así contaba el chino la historia de la compasión del Señor Jesucristo.

¡Dios les bendiga!
Amén.

martes, 3 de febrero de 2009

LA FRAGANCIA DE TU PRESENCIA


Entre un jardín de flores
Bebí el néctar de tus amores

Me embriagó la fragancia de tu presencia
Que calmó los vacíos de tu ausencia.

Sangraste heridas por mis dolores
Refrescaste mi alma con tus olores

Fragancia divina que da excelencia
Sobrepasa el dinero y toda ciencia.

Patricia J. Olivera Costilla

LLUVIAS

Tenía afición a los días de lluvia. Cuando el cielo se encapotaba de gris y las nubes comenzaban a regar el suelo seco con sus gratas gotas, Moisés Shabatai, israelí de veintinueve años de edad, cambiaba de humor. Se sentía renovado, reconfortado.

Lamentablemente, entonces salía a realizar su ocupación favorita: asaltar a mujeres solas en los parques de Tel Aviv. Pero en el último día de lluvia que escogió para sus fechorías, le cayó una lluvia de policías. Nada menos que treinta representantes de la ley le cayeron encima y lo apresaron.

Después le cayó una lluvia de denuncias y una lluvia de leyes. Como resultado, el juez le aplicó una lluvia de años de condena: nada menos que treinta.

Es cierto que los días de lluvia tienen cierto encanto especial. Son días que invitan a recogerse en el hogar, a leer el libro favorito, a jugar con los niños, a conversar con el cónyuge sobre las experiencias del ayer. Pero para Moisés Shabatai esos días eran días de delitos.

¿Por qué hay personas que transforman lo bueno en algo malo? La vida tiene mucho que es lindo y bueno, que empleado legítimamente conduce a la alegría y la satisfacción. Pero el abuso o el mal uso de lo que es esencialmente bueno lo convierte en malo.

El amor, por ejemplo, ¿acaso no es una de las fuerzas más maravillosas que hay bajo el sol, quizá la más maravillosa de todas? Bien orientado, el amor, como Dios lo manda, es una fuente estupenda de felicidad; pero mal orientado, se vuelve una psicopatía, una aberración.

Con el sexo pasa lo mismo. Esa poderosa fuerza encauzada dentro de las normas divinas es también fontanal de profundo placer. Pero encauzada indebidamente, fuera del matrimonio, fuera de las leyes divinas, es pecado. Y el pecado —ya lo sabemos por la Palabra de Dios— es muerte. Sólo Jesucristo puede darnos la sabiduría necesaria para hacerlo todo bien y en su punto.

lunes, 2 de febrero de 2009

PUENTES

Los puentes son como ciertas personas:
Su importancia se valora cuando ya no están, o cuando están rotos y no se los puede usar…….

Existe una cantidad impresionante de puentes:
Cortos y largos, anchos y estrechos, seguros e inseguros, caros y económicos…..

Todos tienen sin embargo, algo en común:
Sirven para unir dos orillas……

Atravesándolos, uno siente que, de algún modo, lleva un mensaje al otro lado……

También las personas estamos llamadas a ser puentes, para facilitar el encuentro, para superar aflicciones, para estimular el perdón……

Hacer de puente a veces cuesta, pero cuando da resultado, la gratificación es grande……

Quiero ser para ti como un puente sobre el río…

Del lado de acá está tu hoy….. Del lado de allá tu mañana……

Entre los dos lados, el río de la vida, a veces sereno, a veces turbulento, a veces traicionero y a veces profundo y revuelto……

ES NECESARIO ATRAVESARLO……

No soy Dios ni pretendo jugar a ser Dios..
Sólo Él puede llevarte con seguridad al otro lado……
Pero yo quiero ser el puente que haga más fácil la travesía……

Si crees que no es bueno pasar sólo, usa mis hombros…

Si me balanceara, no tengas temor…Dios me ha colocado en tu camino para ayudarte a cruzar el río……

No dudes en utilizarme, y cuando llegues, déjame, si quieres……

Si, me entiendes bien, déjame donde estoy. Otros han pasado por medio de mi, igual como tu pasaron……

Pero quiero que continúes tu marcha……

Soy tu puente para muchas travesías de la vida, pero aún tengo otro nombre……

SOY UN PUENTE LLAMADO AMISTAD …….

Proverbios 17:17 En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia..

Mateo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.

1 Pedro 3:8-9 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”

LA RUEDA LOCA

El circo daba su función en Buenos Aires, Argentina. Estaba repleto de gente que, entusiasmada, esperaba cada actuación con gritos y aplausos. Los payasos hacían desternillarse de risa a chicos y a grandes. Entre ellos se destacaba Peporrete, que con sus saltos y piruetas acaparaba la atención de todos.

Su acto final, cada noche, era tomarse de los tobillos, formar una rueda con el cuerpo y rodar así por toda la pista. La gente aplaudía a rabiar.

Esa noche Peporrete hizo lo mismo. Pero al rodar en la rueda loca, se le clavó en el pecho la punta de un tornillo que estaba oculto bajo la lona. El hombre sintió la punzada, pero siguió como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, la contusión interior, igual que la quebradura de un cristal que se raja, fue avanzando poco a poco. Una semana después, en plena actuación, Peporrete murió de un aneurisma.

¡A qué extremos llega un artista, exponiendo su arte, para traer felicidad al público! He aquí un hombre que vivió para hacer reír. Tenía una facultad inimitable. Su acto final, «La rueda loca», acto que él mismo había creado, lo ejecutaba con entusiasmo y dedicación. Pero esa dedicación le costó la vida.

Esto nos lleva a hacer dos reflexiones. La primera es que lo que no se hace con entusiasmo no merece hacerse. ¡Son tantas las personas que llevan una vida muerta, que no tienen pasión! Esa no es la vida que nuestro Creador quiso que tuviéramos. Él nos creó para vivir con entusiasmo, con arrebato. Él quiere vernos alegres y optimistas. Peporrete murió, pero la vida que llevó la vivió al máximo.

La otra reflexión es más emocional y sensible. Peporrete no es el único hombre que haya llevado una herida en el corazón. Y no es tampoco el único que haya muerto lentamente por esa herida.

¡Cuánta mujer, cuánta esposa fiel y buena, ha sido engañada por su marido, lastimando su corazón para siempre! ¡Y cuánto hombre hay, también fiel y bueno, a quien su esposa le falló, y aunque hubo reconciliación, la herida ha quedado, mucho más dolorosa que cualquier herida del cuerpo!

¿Hay alguna cura para las heridas del alma? Sí, la hay. El gran Médico divino, Jesucristo, sana por completo las heridas del corazón. Él alienta a los afligidos, devuelve la paz a los atribulados y consuela a los enlutados. Los que sufren no tienen que hacer más que acudir a Él, buscarlo de todo corazón y clamar desde el fondo de su angustia. Cristo, el Amante Pastor, viene entonces para consolar y curar.

Entreguémosle nuestro dolor a Cristo. Él transformará nuestras lágrimas en gozo.

Hermano Pablo

SEÑALES DE LOS TIEMPOS I PARTE

Mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin … todo esto será el principio de dolores. Mateo 24:6,8

Primera diapositiva de una serie de 3 sobre los eventos y acontecimientos cercanos al fin del mundo.

LA JOYA QUE PERDIÓ EL ÁRABE

Se cuenta que, cruzando el desierto, un viajero vio a un nómada sentado al pie de una palmera. A poca distancia descansaban sus caballos, pesadamente cargados con objetos de valor.

El viajero se le acercó y le preguntó: —¿Puedo ayudarle en algo? Me parece verlo muy preocupado. —Tiene razón —respondió el árabe—. Estoy muy afligido porque acabo de perder la más preciosa de las joyas. Extrañado, el viajero preguntó: —¿Y qué joya era esa?

—Era una joya como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la vida, y había sido hecha en el taller del tiempo. La adornaban veinticuatro brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban sesenta joyas más pequeñas. Prenda igual no podrá producirse jamás.

—Su joya debió haber sido preciosa —repuso el viajero—. ¿Pero no cree que con suficiente dinero se pueda fabricar otra igual?

—¡Imposible! —exclamó el árabe—. Es que la joya perdida era un día, y un día que se pierde no vuelve a recuperarse jamás.

Moisés, el legislador de Israel, le pide a Dios: «Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría» (Salmo 90:12).

Hay tres días en la vida de todo ser humano: ayer, hoy y mañana. El día de ayer no lo volveremos a vivir jamás. Una vez que se cumplan las veinticuatro horas del día, cae para siempre en el pasado irrecuperable.

El día de mañana no nos pertenece. El futuro pertenece al Autor del tiempo y de la vida. Desperdiciar el día de hoy sólo porque habrá un mañana es no reconocer que ese mañana no es nuestro.

El único día que es nuestro es hoy. Hoy es el día que podemos aprovechar para construir un mañana feliz, o desperdiciar y así echar a perder nuestro futuro. El hoy se nos ha dado con dos propósitos: prepararnos un buen mañana aquí en esta tierra, y preparar nuestra alma para toda la eternidad. Si queremos disfrutar de un buen fruto mañana, tenemos que sembrar buena semilla hoy. Y para nuestra alma, como dice la Biblia: «Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón» (Hebreos 3:7,8).

Este es el día más importante de nuestra vida. Tal como el nómada de Arabia, reconozcamos el valor de este día, que es nuestro. Con Cristo en el corazón, tendremos quien nos enseñe cómo aprovecharlo para vida eterna. Cuidemos esta joya así como cuidamos nuestra propia alma.

Hermano pablo.