viernes, 30 de enero de 2009

DESCANSAR EN DIOS

“Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.” (Lucas 12:29).

Los obstáculos del camino dificultan el transitar por ellos. Entre más dificultades existen, más difícil es avanzar. Sin embargo hay quienes avanzan velozmente a pesar; de los obstáculos y pareciera que no encuentran; ninguna dificultad. Pero la pregunta es ¿Como avanzas tú por las sendas de la vida? ¿Te parece muy difícil transitar por el camino que Dios te puso?

Yo pienso que a veces sí resulta difícil; pero el problema se presenta cuando la dificultad te detiene en tu caminar hacia la meta.

La dificultad no debe detenerte, más bien debe alentarte para avanzar más rápido. Pero tú debes preguntarte ¿Cómo puedo hacerlo? El capítulo 12 de San Lucas te da la respuesta, aquí Jesús te dice: No te preocupes, tu vida descansa en las manos de Dios.

Debes recordar siempre que tú vales mucho para Dios, él dio a su único hijo para que tú tuvieras paz, para que tuvieras a quien acudir (Juan 6:68) y para darte vida eterna (Juan 5:24). Dios nos ama y por eso fue que envió a su hijo, por ti y por mí, ¿qué muestra más grande de amor se puede dar?

Dios se preocupa por ti, aunque estés afligido y necesitado, aunque te sientas destruido, aunque pienses que estas solo (Salmos 40:17).
Muchas veces nos llegamos a sentir tan mal que nos olvidamos que hay un Dios al que le preocupamos y que no solamente se preocupa de nosotros sino que también tiene cuidado de nosotros, eso es algo que jamás debemos olvidar en cualquier circunstancia en que nos encontremos, pues no estamos solos Cristo prometió estar todos los días de nuestra vida junto a nosotros, aunque las cosas se vean distintas, o parezca que estamos solos.

Él está a tu lado para que deposites tus ansiedades en él (1 Pedro 5:7; Mateo 11:28), y siempre estará contigo, aunque pierdas lo que más amas, aunque no entiendas lo que ocurre, e incluso; aunque a veces no sepas que hacer.

En muchas etapas de nuestras vidas nos enfrentamos con situaciones que no entendemos, pero de todas esas cosas tiene cuidado Dios, ciertamente hay cosas que son difíciles para nosotros que no sabemos que hacer o cómo actuar, la mente nos falla no podemos pensar bien, todo parece que nos sale mal, pareciera que el mundo se nos viene encima y que vamos a ser derrotados y destruidos con facilidad, pero con Cristo tomándonos de la mano y llevándonos por en medio de cualquier situación, por difícil y adversa que parezca, estaremos seguros en las manos de nuestro Señor, ¡Aleluya!.

Sin importar que necesites, Dios sabe que lo necesitas, y él tiene en su control todas las cosas, y no dejará que nada te dañe (San Lucas 12:30).Pero muchos cristianos caen en; un error, pues dicen: “Dios sabe lo que necesito, así que yo no tengo porque estarle pidiendo, pues él lo sabe todo”; y amen, gloria a Dios, porque él lo sabe todo, pero no es así como debemos hacer, pues en Filipenses 4:6 dice :”…
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”, O sea ciertamente él conoce nuestras necesidades, pero él quiere oír tu voz , quiere que tú te presentes delante de él para pedirle lo que necesitas. Él quiere que tú descanses en él, pues él tiene lo que tu necesitas; él sabe como calmar la tempestad, él puede hacer lo que para ti es imposible (San Lucas 1:37).

Llénate de él todos los días de tu vida, y recuerda que él suplirá todas tus necesidades (Filipenses 4:19), él te dará los anhelos de tu corazón (Salmos 37:4), en él estarás seguro.

La frase “debes confiar en Dios” se usa con mucha frecuencia, y es muy fácil decirla cuando no estas en dificultades; pero cuando te encuentras en esos grandes problemas no basta con decir una frase, allí es cuando debes vivir tu confianza en Dios; allí es donde te das cuenta que la confianza en Dios no es algo que solamente se expresa, sino que debe vivirse para que sea real y eficaz .

DE VERAS ME AMABA

—No tomes esa foto —advirtió Lawrence Collier—; es peligroso.

Lawrence, un joven australiano, conocía esa reserva y conocía la ferocidad de las fieras.

—Pero son leones mansos y, además, está permitido —le contestó la muchacha, despreocupada.

La joven, Judith Damien, también australiana, era amiga de Lawrence. Se habían conocido en Australia, y había un interés más que de amigos entre ellos. Los dos habían ido como turistas a la reserva de Masai Mara en Nairobi, Kenya.

La joven preparó su cámara, e iba acercándose a una de las fieras cuando, de repente, los leones se abalanzaron sobre ella. Todo ocurrió en un instante.

Lawrence, que vio todo desde el vehículo, saltó en medio e interpuso su cuerpo entre ella y los leones. La pareja de felinos hizo presa de él, matándolo en el acto. Judith, aterrorizada, logró ponerse a salvo a pesar de estar herida.

Esa tarde, de vuelta al campamento, Judith dijo: «Él puso su vida por la mía. Nunca me dijo claramente que me amaba. Ahora sí sé que de veras me amaba.»

No hay como una tragedia para revelar quiénes son nuestros verdaderos amigos. El dolor, la agonía, la calamidad, revelan quiénes son las personas que de veras nos estiman. La calamidad ahuyenta a los distantes, pero acerca a los que nos aprecian. Es una especie de ley muda pero cierta. La tragedia, el accidente, la enfermedad, la muerte de un ser querido, tienen su manera de atraer a nuestro lado aquellos que son, de veras, nuestros amigos.

Esto nos lleva a hacer la pregunta: ¿Cuánto amor tuvo que tener Jesucristo para impulsarlo a entregar su vida en la cruz por nosotros, el género humano? Cristo mismo da la respuesta: «Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos» (Juan 15:13).

Todo amor se prueba con los hechos. Palabritas dulces las hay a montones, y el infame seductor sabe usarlas bien. Pero una cosa es el amor genuino, y otra, los hechos que lo comprueban.

Jesús expuso y dio ejemplo de la doctrina del amor verdadero. Él mismo, por amor, dio su vida por nosotros. Su amor fue perfecto, y se materializó en un sacrificio perfecto.

Jesús probó su amor hacia nosotros tomando nuestro lugar en la cruz. ¿Qué podemos nosotros darle a Él? Podemos corresponder a su amor. Podemos decirle: «Gracias, Señor, por lo que hiciste por mí. Mi vida es tuya para siempre.»

Hermano Pablo.

jueves, 29 de enero de 2009

EL NOMBRE DE JESÚS

El nombre de Jesús
Ha roto mis cadenas
Por su muerte en la cruz
Ha hecho cosas nuevas.

El nombre de Jesús
Renueva con poder
Cubriéndoles de luz
si se atreven a creer.

Patricia J. Olivera Costilla.

NI MIL POEMAS

Ni mil poemas darían
Homenaje a tu amor sublime
Ni mil poemas serían
Suficientes para quien me redime.

Ni mil poemas hablarían
De lo mucho que he recibido
Ni mil poemas pagarían
A mi Cristo por lo vivido.

Patricia J. Olivera Costilla.

HOY..VERE LA FIDELIDAD EN MEDIO DE LA NECESIDAD

“Tú solo eres El Señor. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejercito, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que está en ellos. Tú vivificas todas las cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” Nehemías 9: 6La fecha fue 445 A-C-, el Lugar: Jerusalén. La Ocasión: Un día de arrepentimiento del pueblo de Dios. Después de Nehemías haber dirigido la reconstrucción de la pared que rodeaba a Jerusalén, Ezra, condujo a la nación en un tiempo de renovación espiritual.
Nehemías Capítulo 9 registra la oración larga por los Levitas y en ella se recuenta como la mano de Dios trabajo en la vida de Israel a través de todas las generaciones. A pesar de la incredulidad de la gente, Dios una y otra vez mostró su fidelidad inmutable hacia ellos. Se que su fidelidad hoy también es inmutable para mi.
En Nehemías 9:13-21 se narra la historia de la fidelidad de Dios durante los cuarenta años en el desierto. Dio dio la ley y proclamó el Sábado, Dios envió el maná del cielo y agua de la roca. El Señor perdonó el pueblo que comenzó a adorar un ternero. Dios los condujo con la nube y la columna de fuego.
Dios los instruyó con su Espíritu y los mantuvo por cuarenta años en el desierto y a ellos no les faltó nada. En el verso 20 menciona que su buen Espíritu instruyó a Israel en el desierto. Esto puede referirse a esas ocasiones en Exodo 28 y 31 cuando ciertos hombres talentosos ayudaban a construir el tabernáculo y para diseñar el ropaje sacerdotal o puede referirse en un sentido más grande a todo lo que Dios hizo durante el desierto y cómo él los instituyó acerca de la santidad.
Se que el Espíritu del Señor es el Espíritu de bondad. Porque Dios es bondadoso. Todo lo que él hace es bueno y todo lo que él produce es bueno. Gálatas 5:22 habla de los frutos del Espíritu y entre ellos menciona la bondad. Dios en su fidelidad anhela producir en mi fidelidad y bondad. Todo lo que Dios necesita en un corazón dispuesto y el Espíritu de bondad quiere comenzar su trabajo de gracia en mi.


Señor, cuán rápidamente yo dudo de tu bondad y tu fidelidad mientras marcho por el desierto de la vida. Hoy te agradezco las veces que no me has abandonado. Amén.

UN OSO EN LA CUEVA


Una antigua historia habla de dos adolescentes que exploraban una cueva cuando vieron lo que parecían ser las enormes y profundas huellas de un oso dentro de un cavernoso túnel. Decidieron seguir avanzando dentro de la oscura caverna, pero caminaban despacio y con mucha cautela. Hacían brillar la luz de sus linternas en cada rincón, y mantuvieron los ojos y los oídos abiertos en el caso de que se fueran a encontrar con un oso.
De pronto, detrás de una roca saltó el oso de la apariencia más feroz que vieran jamás. Parado ante ellos, el oso gruñó como un león, haciendo un eco de un sonido horrible que rebotaba en las paredes. Los dos asustados muchachos corrieron a la entrada de la cueva con el oso rugiéndoles detrás. Entonces uno de los muchachos se dejó caer en el suelo, con rapidez se desató las botas de escalar, se las quitó y se puso las zapatillas de correr.
Su amigo le gritó: ¡Apúrate! ¡Salgamos de aquí! ¿Por qué se te ocurre cambiarte de zapatos? De todas formas, ¡no tenemos muchas posibilidades de correr más rápido que el oso!.
Poniéndose de pie enseguida y comenzando a correr, el primer joven dijo: Yo no tengo que correr más rápido que el oso, tengo que correr más rápido que tú.
Jesús dijo en la Biblia que un amigo es alguien que está dispuesto a dar su vida por ti, al igual que Él hizo por todos nosotros. Pero un amigo de tiempos buenos es uno que solo estará a tu lado mientras no se corra ningún peligro. ¿Qué clase de amigo eres tú?
Juan 15:12-13Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar la vida por sus amigos.

EL GRAN NARRADOR DE CUENTOS

Lectura: Lucas 15:11-24
Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba. —Mateo 13:34
En su libro Teacher Man (Hombre Maestro), el ganador del premio Pulitzer, Frank McCourt, reflexiona sobre sus 30 años como maestro en la enseñanza secundaria de Nueva York. En sus clases de inglés y de redacción creativa hacía uso de varias técnicas, pero una que parecía emerger una y otra vez era el poder de una historia cautivante para captar la atención y fomentar el aprendizaje.
Este método de instrucción fue usado por el más grande de todos los Maestros: el Señor Jesucristo. El líder y erudito religioso Nicodemo le dijo a Jesús: «Sabemos que has venido de Dios como maestro» (Juan 3:2). Pero, cuando Jesús se dirigía a las multitudes que Le seguían, no recitaba las grandes verdades del Talmud. Más bien, hablaba con el estilo popular de un narrador de cuentos.
Las parábolas de Jesús perduran porque reflejan asuntos del corazón. Por medio de la historia del fariseo y el publicano (Lucas 18), aprendemos acerca de la gracia y el perdón de Dios. Y la historia del hijo pródigo (Lucas 15) muestra el amor de Dios para los pecadores arrepentidos.
Las parábolas inspiradas de Jesús nos enseñan acerca de Él y de la vida que quiere que llevemos. Nosotros también podemos usar nuestras propias historias de fe para mostrarles a los demás al Narrador de Cuentos y Maestro supremo, cuya propia vida es la más grande historia jamás contada. —HDF
Una buena manera de aprender la verdad de Dios es enseñársela a los demás.