sábado, 19 de julio de 2008

UN PIRATA

Un día, la señora Robles se encontraba en la sala de espera de su médico cuando un niño y su madre entraron al consultorio, el niño llamó la atención de la señora Robles porque llevaba un parche sobre el ojo. Se sorprendió al ver qué poco parecía importarle la pérdida de un ojo, y lo observó mientras seguía a su madre a la silla más cercana.
Aquel día el consultorio del médico estaba lleno, así que la señora Robles tuvo la oportunidad de conversar con la madre del niño mientras él jugaba con sus soldados.
Al principio, el niño se mantuvo en silencio, jugando con los soldados sobre el brazo de la silla, luego se trasladó silenciosamente al piso, lanzando una mirada a su madre. En algún momento la señora Robles tuvo ocasión de preguntarle al niño qué le había sucedido en el ojo. El niño consideró la pregunta durante largo rato y luego, levantando el parche, replicó,:“No tengo nada en el ojo. ¡Soy un pirata!” Después regreso a su juego.
La señora Robles se encontraba allí porque en un accidente automovilístico había perdido una pierna desde la rodilla. La cita de aquel día era para determinar si estaba lo suficientemente curada como para acomodar una prótesis.
La pérdida había sido algo devastador para ella. Aun cuando se esforzaba por ser valiente, se sentía como una inválida; racionalmente sabía que esta pérdida no interfería con su vida, pero emocionalmente no podía superar este obstáculo. Su médico le había sugerido visualizaciones que le ayudaran a aceptar su situación, y ella lo había intentado, pero no podía imaginarse de una manera perdurable y emocionalmente aceptable. En su mente se veía como una inválida.
Ahora, la palabra “Pirata” cambio su vida. De inmediato se sintió transportada, se vio vestida como el Corsario Negro, a bordo de un barco pirata, estaba de pie con las piernas separadas y una de ellas era una pata de palo, sus manos estaban aferradas a las caderas, su cabeza y hombros erguidos, y sonreía frente a la tormenta. Los vientos tempestuosos azotaban su casaca y su cabello. Un rocío helado barría la balaustraba de cubierta mientras grandes olas se rompían contra el barco. El navío se mecía y gemía bajo la fuerza de la tormenta. Pero ella permanecía firme orgullosa, impertérrita. En aquel momento, esta imagen sustituyó a la de la inválida y recobró su valor. Miró al niño, ocupado con sus soldados.
Pocos minutos más tarde la llamó la enfermera. Mientras se balanceaba en sus muletas, el niño advirtió su amputación. “Oiga, señora, ¿qué le pasó a su pierna?” La madre del niño estaba mortificada. La señora Robles contempló por un momento su pierna más corta. Luego respondió con una sonrisa: “Nada. Yo también soy pirata”

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).“¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” (Romanos 9:20).

¿LE IMPORTA?

Lectura: Mateo 6:25-34
. . . la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. --Gálatas 2:20.
Si alguna vez sientes la tentación de considerarte insignificante entre los miles de millones de personas que hay en la tierra, considera esto: eres una creación única de Dios (Salmo 139:13-14). Eso es cierto hasta en los gemelos. Nunca ha habido ni habrá otra persona exactamente como tú.
Y más importante aún, Dios te valora (Mateo 6:26-30) y no ha escatimado esfuerzo para demostrar su amor. La Biblia dice que su Hijo Jesús te ama tanto que dio su vida por ti (Gálatas 2:20).
Si fueras a preguntar a una madre amorosa de una familia grande cuál hijo estaría dispuesta a dar, estoy seguro de que pensaría que tu pregunta es absurda. Susana Wesley, por ejemplo, tuvo 19 hijos e hijas. Entre ellos estaban Juan y Carlos, los cuales encabezaron el reavivamiento evangélico en la Inglaterra del siglo XVIII. Sin embargo, si leyeras las cartas que ella escribía a cada uno de sus hijos, te maravillarías de su preocupación por sus personalidades y problemas singulares. Era como si cada hijo fuera su único retoño.
Esa es una imagen de lo mucho que Dios te ama. Si alguna vez te ves tentado a preguntarte si Él sabe que existes o si le importa lo que te pasa, recuerda lo que Jesús hizo por ti en la cruz. Ese es el tamaño de su amor por ti.
DIOS TE AMA TANTO COMO SI FUERAS SU ÚNICO HIJO.

viernes, 18 de julio de 2008

LLENANDO EL CANTARO

Cuentan que una vez un hombre envio a su joven hijo a llenar un cantaro al rio, y le dijo que volviera lo antes posible. El joven obedecio y fue hacia el rio mientras su padre le observaba de lejos.
Entonces este vio a su hijo poniendo el cantaro debajo de una cascada, y la fuerza del agua fue tal y la cantidad tan grande que el liquido no logro entrar al recipiente pues su cuello era demasiado delgado. Cuando el hijo llego con el cantaro, le mostro como el cuello del mismo habia sido roto por el fuerte y constante golpear del agua. Ademas, este hecho provoco que el agua llegara turbia y sucia. El padre pregunto entonces:
- ” Por que simplemente no sumergiste el cantaro en el rio? No veias que el agua de la cascada era demasiada para el cuello del cantaro?”. El hijo contesto:
“Si, pero es que queria llenarlo lo mas rapido posible”.
Muchas veces en nuestras vidas tratamos de ” llenarnos” a nuestro tiempo en un mundo acelerado y convulsionado. Dios conoce nuestra capacidad, y sabe que si hacemos las cosas como nosotros queremos podemos hacernos daño pues no estamos capacitados para hacerlo en ese momento, por eso logramos las cosas a medias y el agua que conseguimos no es pura ni cristalina, sino turbia.
Queremos tener todo ” ya” y en el proceso muchas veces nos lastimamos por no dejar que Dios nos sumerja poco a poco en la corriente calmada del rio.
Sabes? Dios conoce tu capacidad, no quieras hacer las cosas en tu momento, pues Dios desea llenar tu cantaro hasta el tope, pero en SU momento y segun TU capacidad.

¡VEO VEO!

Lectura: Juan 21:1-7
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor!. . . --Juan 21:7.
Mi esposa y yo tenemos unos amigos que solían jugar un juego con sus hijos llamado "Veo veo." Si un miembro de la familia veía lo que parecía ser Dios obrando en su entorno, él o ella decía: "Veo veo." Podía ser una hermosa puesta de sol o alguna bendición especial. Estas experiencias les recordaban la presencia de Dios en el mundo y en sus vidas.
Ese juego me recuerda a los discípulos de Jesús y su inútil intento de pescar, hecho que se registra en Juan 21:1-7. A tempranas horas de la mañana vieron a través de la niebla a un hombre que estaba de pie en la costa, pero no sabían que era Jesús. "Hijos, ¿acaso tenéis algún pescado?" --preguntó. "No" --contestaron ellos. "Echad la red al lado derecho de la barca y hallaréis pesca" --les dijo Él. Los discípulos obedecieron y la red se les llenó de tantos peces que no la podían halar. Entonces Juan exclamó: "¡Es el Señor!" Fue como decir "¡Veo veo!", y fue Juan, "el discípulo a quien Jesús amaba", el primero en reconocerlo.
Pídele a Dios que te dé ojos para "ver" a Jesús, ya sea en los acontecimientos extraordinarios o en los asuntos cotidianos de tu vida. Si prestas atención verás Su mano obrando donde otros no ven nada. Trata de jugar "Veo veo" hoy y deja que la presencia del Señor te asegure Su amor y Su cuidado.
LOS OJOS DE LA FE PUEDEN VER A DIOS OBRANDO.

jueves, 17 de julio de 2008

LA BUENA COSECHA

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece más de 30 metros.¿Tardó sólo seis semanas en crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas para desarrollarse.Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y que éste requiere tiempo…
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado.De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo…
¡Cómo nos cuestan las esperas! ¡Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos…!Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi… nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué…Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés…
¿Para qué?
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, la misma que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes…
Quizás sólo estés echando raíces…

Lucas 8:15 “Mas la que cayò en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia”Lucas 21:19 “En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas”Romanos 5:3 “Y no sólo esto, mas aùn nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia”Hebreos 6:12 “Que no os hagáis perezosos, mas imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”

PERDONA LIBREMENTE

Lectura: Colosenses 3:12-17
. . . si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. --Colosenses 3:13.
Estudios realizados por varios psicólogos demuestran que no son las grandes riquezas las que hacen feliz a la gente, sino los amigos y el perdón. Comentando sobre estos descubrimientos en un artículo de la revista USA Today, Marilyn Elias dice: "Las personas más felices se rodean de familiares y amigos, no necesitan competir materialmente con sus vecinos, se concentran en las actividades diarias, y lo que es más importante, perdonan fácilmente."
El psicólogo Christopher Peterson, de la Universidad de Michigan, dice que la capacidad de perdonar a los demás es el rasgo que más vinculado está a la felicidad. Él la llama "la reina de todas las virtudes, y probablemente la más difícil de conseguir".
Un espíritu que no perdona es muchas veces la última fortaleza emocional que cedemos al poder de Dios. Incluso como cristianos podemos aferrarnos a la ira y la amargura, sintiendo que los que nos han hecho daño deberían sufrir por sus ofensas. Pero cuando nos damos cuenta de lo mucho que Dios nos ha perdonado, nos sentimos obligados a ser misericordiosos con los demás. La Biblia nos apremia a revestirnos "de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia . . . como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:12-13).
El perdón es el mandamiento de Dios para nosotros y forma parte de una vida de amor, paz, gratitud y alabanza (vv.14-16). De gracia fuimos perdonamos; perdonemos de gracia.
CUANDO PAREZCA QUE NO PUEDES PERDONAR, RECUERDA LO MUCHO QUE HAS SIDO PERDONADO.

miércoles, 16 de julio de 2008

A CRISTO EN LA CRUZ

Clavado está mi Dios en el madero
de una cruz tan injusta como impía,
donde viste expirar tu lozanía
con santa mansedumbre de cordero.

Una lanza afrentosa con su acero
dió más pena al dolor de tu agonía;
abriendo en tu costado una sangría
que redimió de culpa al mundo entero.

Yo quisiera, mi Dios omnipotente,
soportar tus espinas en mi frente,
tus llagas en mi carne lacerada.

Y tu sangrienta herida en mi costado,
con tal de ser mi espíritu bañado
por la luz celestial de tu mirada.

G. González de Zavala