¿Me necesitas? Estoy aquí contigo.
No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver
No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz.
No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos.
Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas Mis senderos.
Estoy trabajando, aunque no reconozcas Mis obras.
No soy una visión extraña. No soy un misterio.
Sólo en silencio absoluto, más allá del "yo" que aparentas ser puedes conocerme, y entonces sólo como un sentimiento y como Fe.
Todavía estoy aquí contigo, Todavía te oigo.
Todavía te contesto
.Aunque me niegues, estoy contigo.
En los momentos en que más sola crees encontrarte, Yo estoy contigo.
Aún en tus temores, estoy contigo.
Aún en tu dolor, estoy contigo.
Estoy contigo cuando oras y cuando no oras.
Estoy en ti y tu estas en Mí.
Sólo en tu mente puedes sentirte separada de Mí, pues sólo en tu mente están las brumas de "lo tuyo" y "lo mío".
Sin embargo tan solo con tu mente puedes conocerme y sentirme.
Vacía tu corazón de temores ignorantes.
Cuando quites el "yo" de en medio, estoy contigo.
De ti misma no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo.
Yo estoy en todo.
Aunque no puedas ver bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí.
Sólo en Mí el mundo tiene significado; sólo de Mí toma el mundo forma;
Sólo por Mí el mundo sigue adelante
Soy la ley en la cual descansa el movimiento de las estrellas y el crecimiento de toda célula viva.
Soy el amor que es el cumplimiento de la ley.Soy seguridad, Soy pazSoy unificación, Soy la ley por la cual vives.
Soy el amor en el que puedes confiar.
Soy tu seguridad.Soy tu paz,
Soy uno contigo, YO SOY.
Aunque falles en encontrarme, Yo nunca dejo de encontrarte.
Aunque tu fe en Mi es insegura.
Mi fe en ti nunca flaqueaPorque te conozco, porque te amo.
Mi bien amada, estoy aquí, contigo.
sábado, 31 de mayo de 2008
TODAVIA ES PERTINENTE
Lectura: Salmo 19:7-11
Pues habéis nacido de nuevo . . . mediante la palabra de Dios que vive y permanece. --1 Pedro 1:23.
Se estima que cada año se publican unos 300.000 libros nuevos en todo el mundo. ¡Qué torrente de impresiones! Sin embargo, hay un volumen que se destaca por encima de todos los demás: la Biblia.
¿Cómo explicamos el atractivo de este antiguo libro? La respuesta es sencilla. Es la Palabra de Dios, dada en lenguaje humano, y nos habla acerca de nuestro Creador y sus propósitos para el mundo. Pero también nos da la más precisa comprensión de la perpleja naturaleza de la humanidad y por qué nos comportamos como lo hacemos.
Robert Coles, profesor de la Universidad de Harvard, ha entrevistado a cientos de personas en muchas sociedades distintas. Cuando se le preguntó qué ha aprendido de su investigación sobre la naturaleza humana, el doctor Coles señaló a la Biblia que tenía en su escritorio y dijo: «Nada de lo que he descubierto en la constitución de la naturaleza humana contradice de ninguna forma lo que he aprendido de los profetas hebreos. . . y de Jesús y las vidas que Él tocó.»
Los escritos de otros y nuestra propia experiencia nos pueden enseñar mucho acerca de por qué nos comportamos como lo hacemos. Pero sólo la Biblia nos dice que nuestro corazón pecaminoso es el meollo del problema, y que podemos ser cambiados desde adentro si confiamos en Jesús.
Sí, la Biblia todavía es pertinente. ¿Está creciendo tu amor por este antiguo libro?
Pues habéis nacido de nuevo . . . mediante la palabra de Dios que vive y permanece. --1 Pedro 1:23.
Se estima que cada año se publican unos 300.000 libros nuevos en todo el mundo. ¡Qué torrente de impresiones! Sin embargo, hay un volumen que se destaca por encima de todos los demás: la Biblia.
¿Cómo explicamos el atractivo de este antiguo libro? La respuesta es sencilla. Es la Palabra de Dios, dada en lenguaje humano, y nos habla acerca de nuestro Creador y sus propósitos para el mundo. Pero también nos da la más precisa comprensión de la perpleja naturaleza de la humanidad y por qué nos comportamos como lo hacemos.
Robert Coles, profesor de la Universidad de Harvard, ha entrevistado a cientos de personas en muchas sociedades distintas. Cuando se le preguntó qué ha aprendido de su investigación sobre la naturaleza humana, el doctor Coles señaló a la Biblia que tenía en su escritorio y dijo: «Nada de lo que he descubierto en la constitución de la naturaleza humana contradice de ninguna forma lo que he aprendido de los profetas hebreos. . . y de Jesús y las vidas que Él tocó.»
Los escritos de otros y nuestra propia experiencia nos pueden enseñar mucho acerca de por qué nos comportamos como lo hacemos. Pero sólo la Biblia nos dice que nuestro corazón pecaminoso es el meollo del problema, y que podemos ser cambiados desde adentro si confiamos en Jesús.
Sí, la Biblia todavía es pertinente. ¿Está creciendo tu amor por este antiguo libro?
LA BIBLIA ES UN ESPEJO QUE NOS DEJA VERNOS A NOSOTROS MISMOS TAL COMO DIOS NOS VE.
viernes, 30 de mayo de 2008
COMPROMETIDA A SERVIR
Lectura: Rut 1:1-18
. . . adonde tú vayas, iré yo. . . . Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. --Rut 1:16.
Las palabras más conocidas de Rut se escuchan con más frecuencia en las bodas, a pesar de que fueron dichas por una afligida viuda joven a Noemí, su suegra. Rut dijo: «Adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (Rut 1:16).
Rut no tenía ninguna responsabilidad legal ni cultural con Noemí, quien también era viuda y no tenía medios para mantenerse. Nadie hubiera culpado a Rut por quedarse con su propio pueblo en Moab adonde las oportunidades de volverse a casar eran mayores.
Noemí incluso apremió a Rut para que se quedara, pero Rut estaba decidida a ir con ella a Judá y a seguir a su Dios. La abnegada devoción de Rut fue considerada digna de alabanza. Booz, el futuro esposo de Rut, le dijo: «Todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu esposo me ha sido informado en detalle . . . que el Señor recompense tu obra» (2:11-12).
Las promesas que se hacen en una boda están llenas de esperanza y significado, pero las palabras de Rut han sobrevivido a través de los siglos debido a su inmutable compromiso con Dios y con una persona en necesidad. Ella nos señala el valor que tiene un sacrificio de amor hecho para el Señor, y Sus ricas bendiciones para todos los que se entregan abnegadamente a los demás.
. . . adonde tú vayas, iré yo. . . . Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. --Rut 1:16.
Las palabras más conocidas de Rut se escuchan con más frecuencia en las bodas, a pesar de que fueron dichas por una afligida viuda joven a Noemí, su suegra. Rut dijo: «Adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (Rut 1:16).
Rut no tenía ninguna responsabilidad legal ni cultural con Noemí, quien también era viuda y no tenía medios para mantenerse. Nadie hubiera culpado a Rut por quedarse con su propio pueblo en Moab adonde las oportunidades de volverse a casar eran mayores.
Noemí incluso apremió a Rut para que se quedara, pero Rut estaba decidida a ir con ella a Judá y a seguir a su Dios. La abnegada devoción de Rut fue considerada digna de alabanza. Booz, el futuro esposo de Rut, le dijo: «Todo lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu esposo me ha sido informado en detalle . . . que el Señor recompense tu obra» (2:11-12).
Las promesas que se hacen en una boda están llenas de esperanza y significado, pero las palabras de Rut han sobrevivido a través de los siglos debido a su inmutable compromiso con Dios y con una persona en necesidad. Ella nos señala el valor que tiene un sacrificio de amor hecho para el Señor, y Sus ricas bendiciones para todos los que se entregan abnegadamente a los demás.
UNA VIDA LLENA DE AMOR AL SE"OR Y A LOS DEMÁS ES UNA VIDA QUE LLENA.
jueves, 29 de mayo de 2008
EL DIA EN QUE JESUS GUARDO SILENCIO
Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un sueño. Solo recuerdo que ya era tarde y estabá en mi sofá preferido con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo y empecé a cabecear…
En algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.
Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Muchachas que me hangustado”. Lo abrí descuidadamente y empece a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las muchachas que a mí me habían gustado!
Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba. Este inmenso salón, con sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.
Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi memoria había ya olvidado.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.
Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza y culpa tan intensos que tuve que volverme para ver si alguien me observaba.
El archivo “Amigos” estaba al lado de “Amigos que traicioné” y “Amigos que abandoné cuando más me necesitaban”.
Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”, “Mentiras que he dicho”, “Consuelo que he dado”, “Chistes que conté”, otros títulos eran: “Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Cosas hechas cuando estaba molesto”, “Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño”, “Videos que he visto”…
No dejaba de sorprenderme de los títulos.En algunos ficheros habían muchas mas tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba.Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado.
¿Sería posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esas millones de tarjetas? Pero cada tarjeta confirmaba la verdad. Cada una escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma.
Cuando vi el archivo “Canciones que he escuchado” quedé atónito al descubrir que tenía más de tres cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad de la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido.
Cuando llegué al archivo: “Pensamientos lujuriosos” un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos centímetros.. Me avergonzaría conocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido. Me sentí asqueado al constatar que “ese” momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado… No necesitaba ver más…
Un instinto animal afloró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe de ver estas tarjetas jamás. Nadie debe entrar jamás a este salón..¡Tengo que destruirlo!.
En un frenesí insano arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desesperé y trate de tirar con mas fuerza, sólo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba arrancarlas.
Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar.Apoyando micabeza al interminable archivo, testigo invensible de mis miserias, y empecé a llorar. En eso, el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situación:
“Personas a las que les he compartido del amor de Jesús”. La manija brillaba, al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas. Las lagrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.
Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no!, ¡por favor no!, ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús!. Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada.
Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. El, se acerco, puso sus manos en mis hombros.
Pudo haber dicho muchas cosas. Pero el no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardó silencio… y lloró conmigo.
Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío. ¡No!, le grité corriendo hacia El.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no!, ¡no!, ¡no! cuando le arrebaté la ficha de su mano. Su nombre no tenía por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas.
No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los ojos y me dijo:
Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu vergüenza y culpa.
En eso salimos juntos del Salón… Salón que aún permanece abierto…. Porque todavía faltán más tarjetas que escribir…
Aún no se si fue un sueño, una visión, o una realidad… Pero, de lo que si estoy convencido, es que la próxima vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrará más fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos fichas vanas y vergonzosas.
Romanos 10:13-15 (Nueva Versión Internacional)
13 porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.14 Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?15 ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!
En algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.
Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Muchachas que me hangustado”. Lo abrí descuidadamente y empece a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las muchachas que a mí me habían gustado!
Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba. Este inmenso salón, con sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.
Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi memoria había ya olvidado.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.
Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza y culpa tan intensos que tuve que volverme para ver si alguien me observaba.
El archivo “Amigos” estaba al lado de “Amigos que traicioné” y “Amigos que abandoné cuando más me necesitaban”.
Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”, “Mentiras que he dicho”, “Consuelo que he dado”, “Chistes que conté”, otros títulos eran: “Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Cosas hechas cuando estaba molesto”, “Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño”, “Videos que he visto”…
No dejaba de sorprenderme de los títulos.En algunos ficheros habían muchas mas tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba.Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado.
¿Sería posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esas millones de tarjetas? Pero cada tarjeta confirmaba la verdad. Cada una escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma.
Cuando vi el archivo “Canciones que he escuchado” quedé atónito al descubrir que tenía más de tres cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad de la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido.
Cuando llegué al archivo: “Pensamientos lujuriosos” un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos centímetros.. Me avergonzaría conocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido. Me sentí asqueado al constatar que “ese” momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado… No necesitaba ver más…
Un instinto animal afloró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe de ver estas tarjetas jamás. Nadie debe entrar jamás a este salón..¡Tengo que destruirlo!.
En un frenesí insano arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desesperé y trate de tirar con mas fuerza, sólo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba arrancarlas.
Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar.Apoyando micabeza al interminable archivo, testigo invensible de mis miserias, y empecé a llorar. En eso, el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situación:
“Personas a las que les he compartido del amor de Jesús”. La manija brillaba, al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas. Las lagrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.
Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no!, ¡por favor no!, ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús!. Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada.
Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. El, se acerco, puso sus manos en mis hombros.
Pudo haber dicho muchas cosas. Pero el no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardó silencio… y lloró conmigo.
Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío. ¡No!, le grité corriendo hacia El.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no!, ¡no!, ¡no! cuando le arrebaté la ficha de su mano. Su nombre no tenía por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas.
No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los ojos y me dijo:
Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu vergüenza y culpa.
En eso salimos juntos del Salón… Salón que aún permanece abierto…. Porque todavía faltán más tarjetas que escribir…
Aún no se si fue un sueño, una visión, o una realidad… Pero, de lo que si estoy convencido, es que la próxima vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrará más fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos fichas vanas y vergonzosas.
Romanos 10:13-15 (Nueva Versión Internacional)
13 porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.14 Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?15 ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!
ARREPENTIMIENTO Y REGOCIJO
Lectura: Salmo 51
La Biblia En Un Año: Daniel 7-9
Abandone el impío su camino . . . y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión. . . . --Isaías 55:7.
Una mujer cristiana preguntó a otro creyente cómo estaba. Con una amplia sonrisa contestó: «¡Arrepintiéndome y regocijándome, hermana!»
Creo que este hombre andaba en un espíritu de arrepentimiento: confesando a diario y volviéndose de sus pecados, al tiempo que se regocijaba en el perdón de Dios.
Puesto que el arrepentimiento honesto implica tristeza, podemos olvidar que el arrepentimiento conduce al regocijo. Cuando nos arrepentimos por primera vez y nos hacemos creyentes experimentamos un gran gozo. Pero si luego optamos por vivir con pecado no confesado, ese gozo se pierde.
David creía que su gozo podía restaurarse. Después de derrramar su oración de arrepentimiento a Dios hizo esta humilde súplica: «Restitúyeme el gozo de tu salvación» (Salmo 51:12). Cuando David se volvió al Señor recuperó su sentido de propósito: «Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti» (v.13). Por medio de su fe en un Dios perdonador y misericordioso, David comenzó a regocijarse de nuevo en su salvación (vv.14-15).
¿Pierdes a veces el gozo de tu salvación por no lidiar con tus pecados? Si los confiesas, Dios te perdonará (1 Juan 1:9). Él restaurará tu gozo y te ayudará a vencer el pecado que te atormenta. Eso es lo que significa ser un cristiano que «se arrepiente y se regocija».
La Biblia En Un Año: Daniel 7-9
Abandone el impío su camino . . . y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión. . . . --Isaías 55:7.
Una mujer cristiana preguntó a otro creyente cómo estaba. Con una amplia sonrisa contestó: «¡Arrepintiéndome y regocijándome, hermana!»
Creo que este hombre andaba en un espíritu de arrepentimiento: confesando a diario y volviéndose de sus pecados, al tiempo que se regocijaba en el perdón de Dios.
Puesto que el arrepentimiento honesto implica tristeza, podemos olvidar que el arrepentimiento conduce al regocijo. Cuando nos arrepentimos por primera vez y nos hacemos creyentes experimentamos un gran gozo. Pero si luego optamos por vivir con pecado no confesado, ese gozo se pierde.
David creía que su gozo podía restaurarse. Después de derrramar su oración de arrepentimiento a Dios hizo esta humilde súplica: «Restitúyeme el gozo de tu salvación» (Salmo 51:12). Cuando David se volvió al Señor recuperó su sentido de propósito: «Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti» (v.13). Por medio de su fe en un Dios perdonador y misericordioso, David comenzó a regocijarse de nuevo en su salvación (vv.14-15).
¿Pierdes a veces el gozo de tu salvación por no lidiar con tus pecados? Si los confiesas, Dios te perdonará (1 Juan 1:9). Él restaurará tu gozo y te ayudará a vencer el pecado que te atormenta. Eso es lo que significa ser un cristiano que «se arrepiente y se regocija».
LA CONVICCIÓN NOS PONE TRISTES. LA CONFESIÓN NOS DA ALEGRÍA.
miércoles, 28 de mayo de 2008
EL LABRADOR Y SU HIJO (UNIDAD)
Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban contantemente.
Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:
-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.
Efesios 4:3
Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz
.4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza;Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:
-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.
Efesios 4:3
Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz
5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.
LA VERDAD LIBERA
Lectura: Juan 8:28-36
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. --Juan 8:32.
Un amigo mío cristiano compartió conmigo varios problemas en una conversación telefónica. Particularmente le preocupaban su frustración y su ira. Pero aparentemente, le ayudaba conversar con alguien. Al día siguiente me envió este mensaje electrónico: «Después de hablar contigo leí las notas que tengo en mi Biblia y encontré varias páginas que me hablaban personalmente. Sin embargo, lo que más me ayudó fue darme cuenta de que el cristianismo es realmente la verdad. Supongo que para un cristiano, esto debería ser obvio. Pero para mí fue un fresco recordatorio de que Jesús es en verdad el Hijo de Dios y que me ama.»
El escritor Os Guinnes cuenta de un cristiano joven e inquisidor que exclamó: «Siempre supe que la fe cristiana era verdad, pero nunca me dí cuenta ¡de que era tan verdad!»
Mientras estos creyentes buscaban entender mejor el evangelio descubrieron de nuevo lo que Jesús prometió: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).
¿Necesitas darte cuenta de nuevo de lo que es la verdad en tu vida? Entonces pasa tiempo escudriñando las Escrituras (la verdad escrita), y busca fervientemente a Jesucristo (la verdad viva). Al poco tiempo, la vieja y conocida verdad de Jesús y su amor se volverán refrescantemente nuevas para ti y te harán verdaderamente libres.
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. --Juan 8:32.
Un amigo mío cristiano compartió conmigo varios problemas en una conversación telefónica. Particularmente le preocupaban su frustración y su ira. Pero aparentemente, le ayudaba conversar con alguien. Al día siguiente me envió este mensaje electrónico: «Después de hablar contigo leí las notas que tengo en mi Biblia y encontré varias páginas que me hablaban personalmente. Sin embargo, lo que más me ayudó fue darme cuenta de que el cristianismo es realmente la verdad. Supongo que para un cristiano, esto debería ser obvio. Pero para mí fue un fresco recordatorio de que Jesús es en verdad el Hijo de Dios y que me ama.»
El escritor Os Guinnes cuenta de un cristiano joven e inquisidor que exclamó: «Siempre supe que la fe cristiana era verdad, pero nunca me dí cuenta ¡de que era tan verdad!»
Mientras estos creyentes buscaban entender mejor el evangelio descubrieron de nuevo lo que Jesús prometió: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).
¿Necesitas darte cuenta de nuevo de lo que es la verdad en tu vida? Entonces pasa tiempo escudriñando las Escrituras (la verdad escrita), y busca fervientemente a Jesucristo (la verdad viva). Al poco tiempo, la vieja y conocida verdad de Jesús y su amor se volverán refrescantemente nuevas para ti y te harán verdaderamente libres.
EL ÚNICO CAMINO A LA LIBERTAD ES LA VERDAD DE CRISTO.
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