miércoles, 28 de mayo de 2008

EL LABRADOR Y SU HIJO (UNIDAD)

Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban contantemente.
Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.
Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:
-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.

Efesios 4:3
Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz
.4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza;
5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.

LA VERDAD LIBERA

Lectura: Juan 8:28-36
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. --Juan 8:32.
Un amigo mío cristiano compartió conmigo varios problemas en una conversación telefónica. Particularmente le preocupaban su frustración y su ira. Pero aparentemente, le ayudaba conversar con alguien. Al día siguiente me envió este mensaje electrónico: «Después de hablar contigo leí las notas que tengo en mi Biblia y encontré varias páginas que me hablaban personalmente. Sin embargo, lo que más me ayudó fue darme cuenta de que el cristianismo es realmente la verdad. Supongo que para un cristiano, esto debería ser obvio. Pero para mí fue un fresco recordatorio de que Jesús es en verdad el Hijo de Dios y que me ama.»
El escritor Os Guinnes cuenta de un cristiano joven e inquisidor que exclamó: «Siempre supe que la fe cristiana era verdad, pero nunca me dí cuenta ¡de que era tan verdad!»
Mientras estos creyentes buscaban entender mejor el evangelio descubrieron de nuevo lo que Jesús prometió: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).
¿Necesitas darte cuenta de nuevo de lo que es la verdad en tu vida? Entonces pasa tiempo escudriñando las Escrituras (la verdad escrita), y busca fervientemente a Jesucristo (la verdad viva). Al poco tiempo, la vieja y conocida verdad de Jesús y su amor se volverán refrescantemente nuevas para ti y te harán verdaderamente libres.
EL ÚNICO CAMINO A LA LIBERTAD ES LA VERDAD DE CRISTO.

martes, 27 de mayo de 2008

COMO LOS ARBOLES DE CALIFONIA REDWOODDS

Aunque nunca he visto los árboles Sequoia de California, conocidos como los “Redwoods”, me han comentado que son espectaculares. Algunos llegan a tener hasta 100 metros de altura.
Raramente, estos grandes árboles tienen unos sistemas de raíces inusualmente cortas que solo se encuentran debajo de la superficie del suelo para obtener toda la humedad de la superficie posible. Y esta es su vulnerabilidad.
Sin embargo, muy pocas veces se verá uno de estos gigantes derribado por tormentas porque ellos crecen en rocas y sus raíces enredadizas proveen sosten el uno para el otro en tiempo de vientos recios.
Cuando estamos juntos, ya sea como familia iglesia o amigos, proveemos esta misma clase de sostén.El dolor y el sufrimiento nos llega a todos. Pero, así como estos gigantes árboles Sequoia, podemos ser sostenidos en esos tiempos díficiles por el toque de las vidas de otros. El saber que tenemos a alguien; que no estamos solos; que hay alguien que está dispuesto a tocarnos, sostenernos, guardarnos de ser destruidos.

Gálatas 6:2 “Sobrellevad los unos las cargas de los otros;
”Romanos 12:15 “Gozaos con los que se gozan: llorad con los que lloran.
”1 Corintios 12:26-27 “Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él.

APRENDE A DAR

Lectura: Lucas 19:1-10
Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres. . . . --Lucas 19:8.
Muchas personas que viven en países ricos han llegado a sentir una carga por la acumulación de bienes materiales que ya no necesitan ni usan. Pero les cuesta mucho deshacerse de cosas que obstruyen sus casas y sus negocios. Después de mudarse cinco veces en cuatro años, una mujer dijo: «¿Sabes cuántas cosas traje a cada una de las casas? Me he dicho a mí misma: "¿Dónde tenías la cabeza cuando mudaste todo esto?"» Entonces contrató a un organizador profesional para que la ayudara a aprender a deshacerse de cosas.
La gente se aferra a sus posesiones por muchas razones diferentes. Parece que Zaqueo tenía ese problema porque era avaro (Lucas 19:1-10). Pero la historia de este acaudalado cobrador de impuestos que se subió a un árbol para ver a Jesús culminó en un cambio total de corazón cuando Zaqueo dijo: «He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres» (v.8). Luego prometió: «Si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado.» Jesús respondió diciendo: «Hoy ha venido la salvación a esta casa» (v.9).
La nueva libertad espiritual que Zaqueo encontró se pudo observar cuando él pasó de recibir a dar. El hecho de que ya no fuera tan avaro reveló un corazón renovado.
¿Sucede lo mismo con nosotros?
NO HABREMOS APRENDIDO A VIVIR HASTA QUE NO HAYAMOS APRENDIDO A DAR.

MEDICO, CURATE A TI MISMO

Todo estaba preparado para la operación. Y todo obedecía las más rigurosas reglas de higiene y asepsia. Las enfermeras estaban listas. El equipo quirúrgico estaba listo. Y aunque no era una operación difícil, la corrección de una hernia, era una circunstancia especial. El cirujano sería el doctor Coronel Truta, de setenta años de edad, de Bucarest, Rumania.
Se administró anestesia local profunda. Luego el doctor empuño el bisturí y abrió el vientre. Prosiguió con la destreza de un veterano cirujano y rectificó el daño. Pero lo raro de esta operación era que Truta se la estaba haciendo a sí mismo. Se trataba de una autocirugía.

«Lo hago -explicó el doctor Truta- para demostrar que es posible, y para que vean que lo que enseño, lo practico, hasta en mí mismo.»

No podemos menos que admirar a este cirajano que, con su propia mano aplicada a sí mismo, dio prueba que estaba dispuesto a demostrar en carne propia que él practicaba lo que enseñaba. Pero el doctor Truta ilustró algo más. Ilustró un dicho antiguo que, en cierta ocasión, citó el Señor Jesucristo mismo: «¡Médico, cúrate a ti mismo!" (Lucas 4:23). Y en efecto, Cristo realizó en sí mismo la cura radical de los pecados de toda la humanidad cuando dio su vida en la cruz del
Calvario. Ampliando la lección, ¡qué fácil nos es demandar de otros lo que nosotros mismos no queremos hacer! El ejemplo clásico es el del padre que le dice al hijo qué cosas debe y no debe hacer, pero su propio comportamiento es todo lo contrario. Ante esto hay que decir: «Médico,
cúrate a ti mismo.»
¿Y qué de la autoridad civil, política o militar que le aplica a sus ciudadanos la fuerza de la ley cuando ellos mismos viven al margen de sus propias demandas? Aquí, también, hay que decir: «Médico, cúrate a ti mismo.»
Tenemos, también, al esposo para quien la absoluta fidelidad matrimonial no existe, y sin embargo si su esposa hace lo mismo, la mata. «Médico, cúrate a ti mismo.»
¿Y qué del líder religioso que exige de sus feligreses que lleven una vida de santidad y pureza, y él mismo anda adulterando no sólo su vida, sino también los principios sanos que él mismo predica? «Médico, cúrate a ti mismo.»
Seamos sinceros. Aconsejemos con nuestra vida y no sólo con los labios. Así lo hizo nuestro Maestro, el Señor Jesucristo.

MEJOR PEDER UN PIE QUE PERDER LA VIDA

Con un seco y sonoro ¡clic! se cerró la trampa. Era una trampa de acero, silenciosa y traicionera, oculta en la nieve por hojas de pino. Serge Cherblinko, cazador de osos en los bosques de Siberia, andaba de cacería. Sin darse cuenta, pisó donde no debió hacerlo, y la trampa clavó en él sus dientes de acero.
Serge sabía que por sí solo le sería imposible librarse de la trampa. El dolor era intenso, y la noche se aproximaba, con sus fríos, sus lobos y sus osos. Ahí mismo, solo y en medio del bosque, tomó una decisión drástica. Con su cuchillo de monte, se amputó el pié, y renqueando y arrastrándose como pudo, regando sangre por el camino, cubrió los dos kilómetros hasta llegar al refugio. Perdió un pié, pero se salvó la vida.

La noticia en la prensa internacional, aunque muy triste, nos deja una tremenda y clara lección. Es mucho mejor perder un miembro del cuerpo que perder toda la vida. Si la opción es perder un pié, o un ojo, o un miembro cualquiera del cuerpo, o perder la vida, cualquiera cedería uno de sus miembros antes que entregarse a la muerte.
¡Cuántas no han sido la veces que el cirujano se acerca a la cama del paciente y le dice: «Para salvarle la vida tenemos que amputarle la pierna»! Y como más vale la vida que una pierna, el paciente se somete. La vida misma siempre vale más que cualquier miembro del cuerpo.
Asmismo sucede con la vida espiritual, la vida eterna. Jesucristo conocía el incalculable valor de la vida eterna, así que un día, al predicarles a las multitudes, dijo: «...si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él vaya al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mateo 5:29-30).

Si la vida física vale más que cualquier miembro de nuestro cuerpo, la vida espiritual, que es eterna, vale más que cualquier cosa en esta vida. Y sin embargo, ¡qué fácil nos es apegarnos a nuestros antojos injustos e inmorales aunque así perdamos la vida eterna! Jesús lo expresó con una claridad diáfana al decir que si ganamos el mundo entero, pero perdemos nuestra alma, lo hemos perdido todo. No cedamos lo eterno por lo efímero. Ni cedamos la gloria celestial por la vanagloria de este mundo. Al contrario, pidámosle a Cristo que sea el Señor y Dueño de nuestra vida.

MAÑANA PUDE SER TARDE

¿Ayer?... ¡Eso hace tiempo!...
¿Mañana?... No nos es permitido saber...
Mañana puede ser muy tarde...
Para decir que amas,
Para decir que perdonas,
Para decir que disculpas,
Para decir que quieres intentar nuevamente...
Mañana puede ser muy tarde...
Para pedir perdón,
Para decir: ¡Discúlpame, el error fue mío...!

Tu amor, mañana, puede ser inútil;
Tu perdón, mañana, puede no ser preciso;
Tu regreso, mañana, puede que no sea esperado;
Tu carta, mañana, puede no ser leída;
Tu cariño, mañana, puede no ser más necesario;
Tu abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos...

Porque mañana puede ser muy... ¡muy tarde!

No dejes para mañana para decir: ¡Te amo!
¡Te extraño!
¡Perdóname!
¡Discúlpame!
¡Esta flor es para ti!
¡Te encuentras muy bien...!

No dejes para mañana
Tu sonrisa,
Tu abrazo,
Tu cariño,
Tu trabajo,
Tu sueño,
Tu ayuda...

No dejes para mañana para preguntar:
¿ Puedo ayudarte ?
¿ Por qué estás triste?
¿ Qué te pasa
¡Oye!...Ven aquí, vamos conversar...
¿ Dónde está tu sonrisa ?
¿ Aún me das la oportunidad ?...
¿ Percibiste que existo?
¿Por qué no empezamos nuevamente ?
Estoy contigo.¿ Sabes que puedes contar conmigo?
¿ Dónde están tus sueños?
Recuerda : ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde!
¡Busca!
¡Pide!
¡Insiste! ¡Intenta una vez más!
¡Solamente el "hoy" es definitivo!
¡Mañana puede ser tarde... muy tarde ..!

Simplemente...tu día es hoy